"Cómo se disecan los animales", artículo publicado por el diario "El Diluvio" en 1908.

El sábado 12 de septiembre de 1908 el diario El Diluvio, editado en Barcelona, publicaba un artículo sin firma ni grabados, de poco más de una página de extensión, titulado Cómo se disecan los animales. El escrito, bastante simple, además de ensalzar la importancia del arte de la Taxidermia y de aconsejar paciencia a quienes quisieran dedicarse a ello, describía la técnica dermoplástica de montaje de mamíferos, bastante novedosa en España, y defendía el desollado de las aves a partir de una incisión justo por debajo del ala, un método sugerido por algunos autores que no llegó a prosperar. El texto íntegro es el siguiente:

   "El arte de preservar la piel de los animales sean estos de pluma o de pelo, es uno de los primeros que conoció y puso en práctica la humanidad. Los egipcios y los mejicanos tenían la costumbre de disecar los gatos, los perros y los pájaros.
   Debe tenerse en cuenta que es este un arte tan difícil que, desde los egipcios hasta mediados del siglo pasado, sus progresos habían sido casi insignificantes. De entonces acá han ido avanzando, lentamente, es cierto, pero hacia la perfección.
   Hoy las pieles no son ya manipuladas por obreros ignorantes, sino por centenares de verdaderos artistas en este ramo, hombres y mujeres que han seguido previamente cursos de Biología y que conocen no solamente la anatomía y las costumbres de los animales que deben preparar, sino también todo cuanto a los mismos se refiere. En una palabra, el taxidermista moderno debe ser un artista, escultor modelador, biólogo y naturalista.
   Para tener una idea exacta de la forma de los animales se consultan fotografías del animal vivo tomadas en todas las posiciones posibles.
   Pocas son las personas que se dan cuenta de la manera cómo los animales son disecados para su conservación en los museos de historia natural. Se cree generalmente que la piel de los grandes animales está montada sobre el esqueleto del animal mismo. Es un error. He aquí cómo se procede; cuando el taxidermista recibe la piel de un gran animal, para armarlo toma las dimensiones, establece la pose y construye entonces un maniquí de madera destinado a sostener la piel. Entretanto, se prepara esta templándola en un baño adecuado donde se le quitan todos los fragmentos de grasa y de carne a ella adheridos, y se le abren las orejas, los párpados y los labios para introducir la tierra de modelar.
"Las dificultades del arte de disecar animales no pueden ser del todo apreciadas más que por aquellas personas que se han ensayado en vencerlas. (...) Lo que se debe aconsejar a los que se meten en estos trabajos es que se armen de paciencia. Es esencial."   El maniquí tiene cuatro barras de hierro -las patas, si se trata de un cuadrúpedo-, sobre ellas se colocan los huesos del animal, cuando se tienen, y si no se les reemplaza con imitaciones de madera. Sobre este caparazón improvisado se sustituyen los músculos con algo blando, regularmente virutas, que se van aplicando gradualmente hasta llegar a formar un cuerpo lo más parecido posible al del animal. Para las partes más delicadas, como las patas y costillas, se usa tierra de modelar. El resultado final depende grandemente de la práctica del obrero en esta importantísima operación.
   Cuando el maniquí está así preparado se le recubre con la piel, que va ligeramente cosida. Se aplica luego el cráneo del animal al cuello del maniquí, se reemplaza la carne con estopa y tierra de modelar y se recubre con la piel, la que ahora se cose sólidamente.
   Todavía hay que dejar transcurrir varias semanas antes de poder dar el trabajo por terminado, pues este hay que vigilarlo constantemente mientras la piel se seca; luego queda el retoque de los ojos, las orejas, los pies, etc.
   Cuando se tiene la ocasión de disponer de un vaciado en yeso del animal recientemente sacrificado y despojado (1), entonces se obtiene una reproducción espléndida de cada músculo y cada curva exactísimamente reproducidos.
   Pero todo esto no es más que la parte mecánica del trabajo; queda por hacer lo más delicado, es decir, encontrar la postura y la expresión justas que se han de dar al animal.
   La belleza y el carácter, digámoslo así, de la cabeza dependen grandemente de los ojos. Hay muchos ojos artificiales; los mejores son semiovales, de cristal sumamente fino y pintados interiormente al óleo con los colores que tenía el ojo del animal vivo; cuando el ojo ha sido fijado con un poco de cemento, se colocan los párpados.
   Uno de los animales que más dificultades dan al operario que tiene el encargo de armarlo es la ballena.
   Al contrario de lo que ocurre con el elefante, la piel del mencionado cetáceo es sumamente delgada, aunque otra cosa haga suponer la corpulencia del animal. Esa circunstancia hace que resulte casi totalmente imposible el montaje de uno de esos mamíferos.
   En los talleres de disecación lo que se hace en casos semejantes es reemplazar pura y sencillamente la piel de la ballena por el papel maché.
   La rama más interesante de este arte es el montaje de los pájaros; pero, por desgracia, ¡Cuán echado a perder debido a las desgracias e imprudentes experiencias de los aficionados poco prácticos! El error más grave en todos estos suele incurrir en el hender (2) al pájaro por la mitad del abdomen para sacarle la piel. Esta es precisamente la parte más importante que debe ser conservada intacta; lo acertado es hender la piel por debajo del nacimiento de las alas; esto tiene, además, la ventaja de que luego no aparecerá visible el cosido, inconveniente que destruye en gran parte la gracia del animal disecado.
   Las dificultades del arte de disecar animales no pueden ser del todo apreciadas más que por aquellas personas que se han ensayado en vencerlas. Entonces se ve claro que casi son infinitas e invencibles. Sin embargo, este arte es, como hemos dicho al principio, uno de los más difíciles, de los más bellos y de los más atrayentes.
   Nada tan fácil como comprobar las utilidades que reporta, pues gracias a él, podemos conservar las formas de los animales más raros y ponerlos de esta manera al alcance y a la vista de todos los que por ellos se interesan y sienten afición hacia semejantes estudios.
   Lo que se debe aconsejar a los que se meten en estos trabajos es que se armen de paciencia. Es esencial."

Para contextualizar los párrafos anteriores tanto en cuanto el progreso de la Taxidermia como el desarrollo de esta en la ciudad de Barcelona, podemos señalar que el establecimiento de Historia Natural de la Vía Diagonal propiedad de Francesc Darder Llimona, veterinario, taxidermista y entonces director del Parque Zoológico, se encontraba ya en declive, y que su discípulo Lluís Soler Pujol hacía ya casi diez años que trabajaba por su cuenta en la esquina de las calles Rauric y Heures, muy cerca de la plaza Real donde años más tarde se trasladaría, a escasos metros donde precisamente se domiciliaba la administración del periódico El Diluvio. Justo aquel año 1908 Soler había publicado su Manual de Taxidermia, un texto que incluía precisamente la técnica dermoplástica aunque, también en relación con el texto anterior, la incisión que proponía para las aves era la ordinaria desde el esternón hasta el ano. Soler participaría en octubre de aquel mismo año en el Primer Congreso de Naturalistas Españoles, celebrado en Zaragoza, con una ponencia sobre Taxidermia y un mes más tarde sería nombrado preparador del Museo de Ciencias Naturales de Barcelona. El otro aspirante a aquella plaza de disecador del museo municipal, el médico y taxidermista Pau Xavier d'Areny-Plandolit, competidor y acérrimo enemigo declarado de Soler, había trasladado recientemente al número 115 de la calle Hospital. El texto del diario aludía además a la importancia de disponer de fotografías para consultar las actitudes de los animales vivos. Téngase en cuenta que se había empezado a extender el uso del carrete enrollable y que la fotografía en color empezó a comercializarse justo un año antes. En cuanto al nivel de la dermoplastia en España, en 1908 Luís Benedito Vives acababa de incorporarse al Museo de Ciencias Naturales de Madrid y le faltaban aún tres años para que viajase becado a Holanda y Alemania para aprender junto a Herman H. Ter Meer, el gran divulgador de esa técnica de montaje.

El periódico El Diluvio, que se definía como un "diario político, de avisos, noticias y decretos", era inspiración republicana, federalista y anticlerical. Fundado en 1879, fue el continuador natural de El Telégrafo que había nacido allá por 1858. El Diluvio uno de los diarios más populares y de más larga vida cerró a causa de la Guerra Civil el 25 de enero de 1939, justo un día antes de la caída de Barcelona en manos de los sublevados.


Notas.-
(1) Desollado.
(2) Practicar la incisión inicial.


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Taxidermidades, 2016.


 Bibliografía:
-- Cómo se disecan los animales , en El Diluvio, Barcelona, 12 de septiembre de 1908.