El Grupo de Bisontes de Hornaday.


El taxidermista estadounidense William Temple Hornaday (1854-1937) dedicó una parte de su vida a salvar al bisonte americano (1) de su extinción. En 1879, mientras trabajaba para el Ward's Natural Science Establishment montó un grupo de orangutanes de Borneo que trajo consigo de su expedición de 1877-1878 a Asia. Aquel primer diorama, conocido como Life in the Treetops o A Fight in the Treetops, fue adquirido por el United States National Museum of Natural History de Washington y tuvo tan buena acogida que recibió el encargo de preparar otro grupo de orangutanes para el American Natural History Museum de Nueva York. Aquel primer grupo contribuyó a cambiar el papel de la taxidermia en los museos que, a partir de entonces, comenzaron a encargar la construcción de dioramas con grupos y siempre con un criterio inexcusablemente científico. Poco después, Hornaday sería contratado en el National de Washington, donde ejerció  como jefe del recién creado Departamento de Taxidermia desde 1882 y hasta 1890. Se convirtió en el primer taxidermista en ser contratado por un museo de los Estados Unidos.
 

El Grupo de Bisontes en 1889 (2).

De cazador consumado a persona preocupada por la extinción de las especies, ese fue su tránsito vital. Su privilegiado trabajo en el Smithsonian facilitó esa deriva hacia el conservacionismo. La idea de preservar en aquella institución las especies norteamericanas más amenazadas y que se encontraban al borde de la extinción, enraizó en él. Se estima que antes del año 1500 había unos sesenta millones de bisontes en los Estados Unidos y Canadá. Siglos después, un censo de 1880 contabilizaría solamente 541 ejemplares.  La expansión del ferrocarril a mediados del siglo XIX convirtió zonas remotas como las Grandes Llanuras en lugares accesibles, facilitando la llegada de olas migratorias, la colonización y la presencia de cazadores con intereses comerciales. En 1866, algunos periódicos de la costa Este, más urbana y con ciudadanos seguramente más concienciados, informaron que la población de búfalos era de tan sólo 800 ejemplares. Consciente o inconscientemente, el bisonte, cada vez más escaso, era un trofeo preciado para cualquier cazador. Hornaday siguió aquellas noticias.
 

Bisontes ante el Museo de Historia Natural de Washington en 1889 (2).

 
En enero de 1886 Hornaday presentó a la dirección del Museo de Washington, entonces ubicado en el actual edificio de las Artes y de la Industria, la idea de montar un grupo de bisontes en su hábitat, que se instalaría en la planta baja del edificio. La idea era innovadora y el objetivo loable, conservar algunos ejemplares en el Museo Nacional para poder admirarlos tras de su previsible extinción. La propuesta fue aceptada. Nos lo cuenta el propio Hornaday en su manual de taxidermia:
   "Finalmente, en el año 1886, llegó el esperado momento. La recogida por este autor de una gran cantidad de individuos de bisonte americano vino acompañada de un permiso para preparar un numeroso grupo que diseñé yo mismo. Aquella gran satisfacción se vio acompañada de carta blanca en lo referente a tiempo y gastos, sin límites también en cuanto al tamaño del grupo, el carácter y grado de los accesorios, o en cuanto al coste de la vitrina que lo habría de contener. El experimento debía considerarse como una prueba crucial de la idea de grupo en su versión adaptada a los propósitos científicos de los museos."

En primavera y otoño de 1886 Hornaday viajó en dos ocasiones a Montana, donde pastaban los dos últimos rebaños de bisontes, con el objetivo de capturar algunos ejemplares salvajes y recoger hierbas, rocas y fósiles, para ambientar el grupo. También hizo dibujos y tomó notas y medidas de los bisontes abatidos, que fueron veinticuatro. Sólo trasladó a Washington uno vivo, un becerro al que llamaron Sandy por su color rubio como la arena. De entre las pieles disponibles, Hornaday escogió solamente seis: un macho adulto de un gran tamaño, una hembra adulta, otra hembra algo más pequeña, un novillo, un ejemplar de un año de edad y un lactante. Hornaday afirmó a la vuelta que "los ejemplares obtenidos por la expedición eran fieles representantes de su especie". Hornaday montó los animales in situ, parapetado tras unas cortinas. La vitrina que contendría el grupo de animales, que se reunía en torno a una charca hecha de vidrio y cera, podría ser admirada desde cualquiera de sus cuatro caras, tendría una medida de dieciséis por doce pies, una altura de diez (3), y sería de madera de caoba.

Más que de una fotografía o del traslado de una porción exacta de la naturaleza de Montana a Washington, lo que hizo Hornaday fue recrearla. Hornaday, recomendaba tomar bocetos, y seleccionar los accesorios o complementos para representar una porción de paisaje ideal o perfecto. Algunos contemporáneos suyos, como por ejemplo Jeness Richardson, eran, por el contrario, partidarios de la reproducción real y exacta de un paisaje. Todos defendían que era preciso seguir criterios científicos a la hora de abordar un trabajo, aunque cada uno lo entendía de forma distinta. Esas diferencias también las describe Hornaday en su manual.

Los ejemplares mostrados, como se ha comentado, fueron capturados en dos épocas distintas del año, en primavera y en otoño, con lo que ello significa para el pelaje de los animales. Esa incongruencia fue comentada por el mismo Hornaday en el tratado de taxidermia que escribió. Así, mientras que los ejemplares jóvenes cazados en primavera se encontraban en perfectas condiciones, los adultos se encontraban mudando el pelaje de invierno. Fue esa la causa que le obligó a volver en otoño a Montana y capturar algunos ejemplares adultos más que, aunque tenían un pelo en perfectas condiciones, aquella decisión generaba una desincronía temporal entre jóvenes y adultos. Hornaday, criticado por ese desfase temporal que iba en contra del cientifismo, lo defendió como necesario: "No importa lo que digan los hipócritas, no he dudado en cometer un anacronismo capturando ejemplares adultos fuera de la estación, cuando su piel se encontraba en mejores condiciones".
 

Estructura del maniquí del macho adulto de bisonte (4).

 
Los procesos de montaje practicados por Hornaday los describo en el artículo "Taxidermy and Zoological Colllecting", el tratado de Hornaday. En el caso de los bisontes, estos se montaron sobre un maniquí confeccionado a partir de un perfil central de madera, en el que se fijaron los gruesos alambres que debían sostener patas, cola y cuello y cabeza. Luego formó el cuerpo, primero construyendo una estructura con listones y luego forrándola con viruta o estopa, bien apretada y envuelta con hilo, para acabar aplicando a toda la superficie una capa de arcilla que, una vez seca, se repasaría con papel maché, antes de sobreponer la piel y empezar a coserla.

Por su parte, Sandy se mantuvo en cautividad en un cercado a la entrada del museo durante el verano de 1886. Al cabo de pocas semanas se volvió agresivo y murió a causa de una ingesta de trébol húmedo. Finalmente, Hornaday lo incorporó al montaje. Los propósitos que habían llevado a mostrar a Sandy vivo, levantar expectación y llamar la atención sobre la urgente y necesaria protección de la especie, se vieron cumplidos. Los visitantes se agolpaban a diario para admirar las evoluciones de Sandy, y Goode, el director del museo, en octubre de 1887 aceptó la propuesta de Hornaday para crear un Departamento de Animales Vivos, y lo hizo justificándola con el argumento de que serviría para que taxidermistas observaran a los animales vivos, con sus hábitos, posturas, etc. En diciembre de 1887 se abrió al público una pequeña muestra de aves y mamíferos norteamericanos. En abril de 1888, el pequeño zoo ya contaba con 172 animales. Hornaday admitió al periódico Washington Star que su propósito sería la creación de un parque zoológico nacional que contribuyera a la conservación y el estudio de  los animales salvajes en peligro. En 1888, Hornaday y Samuel Langley, secretario del Smithsonian, redactaron un proyecto que fue remitido al Congreso y aprobado en 1889. Se creó una Comisión  que supervisaría la construcción del nuevo parque zoológico, Langley nombró a Hornaday como supervisor temporal, y este no tardaría en ordenar la compra de seis bisontes vivos. Los esfuerzos en pro de la conservación de la especie se vieron compensados. En 1902 el censo era de 21 ejemplares en cautividad y 23 salvajes que pastaban en el Parque Nacional de Yellowstone, donde en la actualidad hay unos 2500. En todos los Estados Unidos hay ahora más de 300.000 bisontes, incluyendo los ejemplares que viven en ranchos. Y los esfuerzos que empeñó Hornaday para su protección tienen su reconocimiento.
 

Hornaday con una cría de bisonte en Washington en 1889 (2).

 
Aquel trabajo lo simultaneó Hornaday con un grupo de coyotes que acabó poco antes que el de los bisontes, y que contribuyó -lo dice el propio taxidermista- a esfumar las dudas que pudieran haber surgido durante aquellos dos años de trabajo, y no sólo eso, sino que animó a la dirección del museo a encargar nuevos grupos.

Se preveía que el éxito iba a ser tal que incluso el museo rival, el American Museum of Natural History de Nueva York, emprendió la recogida de fondos para financiar su propio grupo de bisontes antes de se presentara al público el grupo de Hornaday, hecho que ocurrió en marzo de 1888. El director del National Museum lo calificó como "un verdadero triunfo del arte de la taxidermia". El periódico local Washington Star se hizo eco y le dedicó un artículo con fotografía incluída. A pesar de los titulares del artículo entre los que se podía leer "Un pedazo del viejo oeste reproducido en el Museo Nacional", y a pesar del empeño que puso Hornaday en el grupo y en su ambientación, y de que él mismo defendía que los grupos se debían montar siguiendo criterios científicos, no podemos afirmar de que se siguieran dichos criterios al pie de la letra. La escena no es la reproducción exacta de una porción del desierto de Montana, sino una recreación en la que los objetos que la complementan (hierba, piedras, etc.) se dispusieron de manera arbitraria.

Robert W. Shufeldt, en su informe Scientific Taxidermy for Museums (1892), escribió: 
   "Pero volvamos a los grupos para comentar, ahora, uno  de los mejores logros que el arte de la taxidermia ha producido en este país. Me refiero a la vitrina que contiene varios ejemplares de nuestro, ahora casi extinto, bisonte o búfalo americano. Este triunfo en la conservación de esos mamíferos de pesadas proporciones se debe, casi exclusivamente, a la consumada habilidad y perseverancia de Hornaday, como popularmente se ha descrito en muchos lugares. Este último hecho, si se observa la bella lámina (LXXIX) (5) que me permite darlo a conocer, constata y hace obviamente innecesario para mi añadir nada más a la apariencia general de este bello rebaño de bovinos. Todos ellos parecen tener vida, preservada por los más eficientes métodos de la taxidermia moderna, y, algo que desconocen las personas que tienen o han tenido el privilegio de admirar esta vitrina, que la misma hierba que estos animales pisan fue traída para este propósito desde los territorios de búfalos de Montana hasta Washington. Lo mismo también que el sagebrush (6) que parece crecer realmente en ella, el broom sedge (7) y los cactus. Mentiría si dijera que los cráneos y huesos de búfalo se encontraban reunidos en ese mismo lugar, de hecho, en su conjunto, se trata de una porción de pradera de Montana con animales de diversas edades, seleccionados con tiempo, y que ahora se habían reunido en el Museo como ocurrió en la naturaleza. Incluso las huellas de búfalo que se ven sobre el charco de agua se consiguieron utilizando una pezuña verdadera de búfalo, como sello, para hacer las impresiones. Que conozca, ningún arte ha logrado una hazaña tan grandiosa como esta, y es totalmente digno de nuestra admiración, sin matices, como lo fue cualquier forma que jamás se materializara bajo el cincel de un Miguel Ángel o de un Hiram Powers (8). Y si tuviera que elegir entre ser el autor del toro de Paulus Potter (9) y estos búfalos, sin dudarlo, me decidiría en favor de este último.
Permanecerán de pie en tan buen estado tal como los he descrito, mucho después de que el anterior haya desaparecido de su lienzo."
Shufeldt, entusiasmado con el montaje, quizás exagerara algo. El toro de Paulus Potter todavía puede verse en el museo Mauritshuis de La Haya, Holanda.

El Grupo de Bisontes permaneció expuesto en el primer piso del actual Museo de Historia Natural desde 1911 hasta 1955, año en que el Smithsonian comenzó un proyecto para renovar sus exposiciones al público. El éxito de los dioramas, grupos de animales presentados tras un vidrio, rodeados de su hábitat y con fondos pintados con gran realismo, condenó al montaje de Hornaday, que sería sustituido por un nuevo grupo de bisontes, montados de acuerdo con el sistema de Carl Akeley.

Cierto día de 1957,  justo veinte años después de la muerte de William T. Hornaday, cuando se emprendió el desmontaje del grupo, el equipo de conservación del Smithsonian Museum of Natural History descubrió una pequeña caja metálica incrustada en las tablas de la base del Grupo de Bisontes. En el interior de la taxidérmica cápsula del tiempo, el equipo de conservadores descubrió una nota fechada el 7 de marzo de 1888. El mensaje, firmado por William Temple Hornaday decía así:
   "Para mi ilustre sucesor:
   El toro viejo, la joven vaca y el becerro que aquí se encuentran los mató su servidor. Cuando yo sea polvo y ceniza, le ruego proteja estos especímenes de su deterioro y destrucción, ya que se encuentran entre los últimos de su especie. Por supuesto que se trata de una obra tosca en comparación con las que ahora deben producir, pero usted debe recordar que justo en aquel momento acababa de ser reconocida la Escuela Americana de Taxidermia. Pague, pues, su deuda al diablo, y no la denoste."

Los conservadores guardaron aquella nota para enviarla al archivo, desoyendo así los deseos de Hornaday, y continuaron con el proceso de desmantelado. El Grupo de Bisontes se retiró de su ubicación y los ejemplares, ahora separados, se bajaron al almacén del sótano, donde no permanecieron por mucho tiempo. El año siguiente, en 1958, los seis bisontes se enviaron a Missoula, Montana, donde la donde la universidad de aquel estado pretendía incorporarlos a un pequeño museo. En lugar de ello, los seis ejemplares se dispersaron. El bisonte macho permaneció en el Departamento de Fauna, Pesca y Parques de Montana hasta el año 1970, en que fue adquirido por el Museum of the Northern Great Plains (Museo de las Grandes Llanuras del Norte), en Fort Benton, Montana. En 1988 el escritor y naturalista Doug Coffman decidió localizar al resto de bisontes del grupo. Para ello contactó con Jack Lepley, director del museo de Ford Benton, que se interesó por el tema. En 1990 ya se habían localizado todos los ejemplares y, tras conseguir financiación, los adquirieron y encargaron su restauración a un equipo de taxidermistas. Desconocemos si los restauradores incluyeron una nueva cápsula del tiempo en el pedestal. No hubiera estado nada mal que se hubiera incluido en ella el mensaje manuscrito de William Temple Hornaday. Desde 1996 el Grupo de Bisontes de Hornaday se expone, ahora sin vitrina, en el Museo de Fort Benton. 
 

El Grupo de Bisontes en la actualidad en Fort Benton (10).

 
Nuestro reconocimiento a Doug Coffman y a Jack Lepley por sus esfuerzos por reunir, restaurar y mantener este grupo que, como quizá soñara Hornaday, se convirtió en todo un símbolo del conservacionismo.

Notas.-
(1) El bisonte américano (Bison bison) también se conoce como búfalo americano.
(2) Fotografías propiedad del Museo de Historia Natural Smithsonian de Washington.
(3) Equivalentes a 4,88 metros de ancho por 3,66 de fondo por 3,04 metros de altura.
(4) Grabado perteneciente a Taxidermy and Zoological Collecting, el tratado escrito por Hornaday.
(5) Una lámina donde aparece la fotografía del grupo.
(6) Nombre común de la Artemisia tridentata.
(7) Nombre común de las plantas del género Andropogon. 
(8) Reconocido escultor neoclásico estadounidense del siglo XIX.
(9) Pintor holandés de mediados del siglo XVII, especializado en animales y paisajes.
(10) Fotografía propiedad del Museo de las Grandes Llanuras del Norte de Fort Benton.


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Taxidermidades, 2014.

Bibliografía:
William Temple Hornaday Taxidermy and Zoological Collecting , Ed. Charles Scribner’s Sons, Nueva York, 1891.
Hanna Rose Shell   Last of the Wild Buffalo. Long displayed, long dispersed, the famous Hornaday bison "family" is reunited in a new home  , en Smithsonian Magazine, Washington, febrero de 2000.
Hanna Rose Shell  Skin Deep. Taxidermy, Embodiment, and Extinction in W. T. Hornaday's Buffalo Group  , en Proceedings of the California Academy of Sciences, vol. 55, suplemento 1, nº 5, San Fraancisco, 18 de octubre de 2004.
Robert Wilson Shufeldt  Scientific Taxidermy for Museums (Based on a study of the United States Government collections)  , informe extraído del Report U.S. National Museum, Smithsonian Institution, Washington, 1892.

 Recursos: