"Los problemas de un taxidermista", relato del taxidermista Oliver Davie.


El taxidermista, ornitólogo, librero y poeta estadounidense Oliver Davie (Columbus, 1856-1911), autor de The Naturalist's Manual (1882) y del excelente tratado Methods in the Art of Taxidermy (1894), publicó en 1902 Odds and Ends of Prose and Verse, un libro de poemas y prosa breve en el que hallamos el siguiente relato titulado Los problemas de un Taxidermista:
   "MUCHAS personas no son conscientes de que el material generalmente empleado para formar los cuerpos artificiales de las aves es la estopa común de los tapiceros.
   Es fundamental para la conservación de las pieles no utilizar para el relleno nada que pueda ser atacado por insectos.
   Hace algunos años estuve a punto de arruinar mi reputación como taxidermista al intentar montar quinientas pieles de pájaros, originarios de Tierra Santa, que estaban rellenas de viejas ropas de lana de los árabes y pelo de cuadrúpedos. Con ello, las polillas se habían alimentado y vuelto gordas y robustas. Las pieles y plumas recibieron más tarde su atención. El estrago que causaron es indescriptible.
   Una noche, después de una lucha desesperada con el centésimo espécimen de estos manojos de pieles y plumas, me entregué a ensoñaciones de duras realidades: cómo la paciencia a veces se detiene, cómo el ingenio se tambalea cuando falla la inventiva, cómo a veces se pierde el tiempo y la labor hecha con amor.
   Me senté en mi estudio hasta que los últimos rayos oblicuos del sol doraron las paredes, hasta que los objetos que tenía ante mí se volvieron borrosos en el crepúsculo, y con la imaginación vi a Job en un rincón de mi taller sonriendo por mi impaciencia, y escuché a Shakespeare a su lado susurrando: "¡Qué tontos son estos mortales!"."

"Schwettmann's Taxidermy" de Fredericksburg, Texas.


Schwettmann's Taxidermy de Fredericksburg, Texas, Estados Unidos (1).


Atrayente imagen la de la fachada de este establecimiento de Taxidermia. Tres escaparates y dos puertas de entrada protegidos por una marquesina profusamente decorada con cornamentas de ciervo, y sobre ella un gran rótulo con el nombre del negocio, Schwettmann's Taxidermy. En su interior apenas distinguimos otro cartel, más cornamentas de ciervo y una decorativa rueda de carro. Una banderola de reclamo en el exterior reza "Taxidermy, Native, Exotic, Game, Hunting, Information. Visitors welcome". La única información que ofrece la Gillespie County Historical Society, propietaria de la fotografía, cuyo museo se encuentra por cierto en la misma acera a pocos metros, es que se ubica en el número 305 West Main Street de Fredericksburg, Texas.
 

"Mr. Chopping, Taxidermist", óleo de John Kynnersley Kirby.


El señor Chopping, taxidermista es un óleo sobre lienzo del pintor inglés John Kynnersley Kirby de alrededor de 1934, adquirido aquel año por el Bristol Museum & Art Gallery. Mide 74'9x62'2 cm. El cuadro lo protagoniza el mencionado disecador, tocado con boina y trajeado -camisa, chaleco y chaqueta- aunque con mandil atado a la cintura, posando tras su banco de trabajo y ante un diorama de estilo victoriano colgado de la pared con un enorme lucio. Sobre la mesa una lechuza sobre su percha, algunas herramientas -un martillo, una lezna-, estopa y un fanal de cristal destinado a contener el ave. Nada más. Sobre el personaje, el señor Chopping, según la imagen un septuagenario de apariencia bonachona, no hallé ninguna pista, salvo que realmente existió y que tenía una tienda en Stansted, Essex, Inglaterra, el pueblo donde vivió Kirby buena parte de su vida. 
 
 
Mr. Chopping, Taxidermist (ca. 1934) de John Kynnersley Kirby (1).

"Samuel Hunzinger, Taxidermist" (1938) serie de fotografías de Charles Driver.


Las siguientes imágenes fueron tomadas por el fotoperiodista Charles Driver el 7 de enero de 1938 para el diario The Pantagraph de Bloomington, Illinois, Estados Unidos, y sus negativos se conservan en el archivo de la McLean County Historical Society. En ellas aparece el disecador Samuel Hunzinger, que entonces contaba 53 años, en su sencillo taller. No se trata de un reconocido taxidermista sino de un modesto aficionado, y es dicha condición, y la belleza de las fotografías, lo que precisamente me empuja a reproducirlas y a elaborar un texto en su recuerdo.
 
 
Samuel Hunzinger posa para el fotógrafo simulando pintar el pico de un ánade.