El león del rey Federico I de Suecia.


Por su comicidad la imagen del león disecado que perteneció al rey Federico I de Suecia es bastante recurrente en internet. Conozcamos su historia.
 
 
El león del rey Federico I de Suecia (1).

 
En 1516 Baba Aruj, conocido como Barbarroja, el famoso corsario turco, conquista Argel y se proclama sultán. Al año siguiente para defenderse de los españoles se alía con el Imperio Otomano, convirtiendo Argel en provincia y permaneciendo él como gobernante, estableciendo la que se conoce como Regencia de Argel. En 1518 Baba Aruj fallece y le sucede como gobernador o beylerbey (2) su hermano Jeireddín, que hereda además el mote de Barbarroja. Desde el siglo XVI aquella ciudad, y también otros puertos importantes del norte de África como Orán y Túnez fueron importantes bases de la pirateria. La principal fuente de ingresos de la Regencia provenía pues de los abordajes de los corsarios a los flotas cristianas y del comercio de esclavos. En 1634 operaban en el puerto de Argel unos 8.000 piratas. Periódicamente potencias como Francia, Inglaterra, Dinamarca y España bombardearon la ciudad para intentar mitigar el problema. A partir de 1671 Argel se libera de la dominación otomana y comienza la denominada era de los deys, forma política parecida a una monarquía electiva.

Durante el siglo XVIII algunas naciones europeas firmaron acuerdos con los deys de Argel para asegurarse el libre paso de sus barcos mercantes y evitar los saqueos corsarios. El reino de Suecia firmó un tratado con el dey Kurd Abdi de Argel en 1729. El convenio contemplaba la entrega de algunos regalos al dey y a sus ministros miembros del diwan o consejo. Entre los regalos que recibió Abdi había un anillo engastado con diamantes, un reloj de sobremesa de plata con un diamante, un reloj de oro con cadena y diamantes engastados, dos pistolas con incrustaciones de oro, brocados de oro para vestidos, paños, confitería y, atención, 6 cajas de jarabe capilar. Los ministros recibieron igualmente gran número de regalos personales. Pero aquel tratado contemplaba además el envío de material militar: 40 cañones de hierro, 900 barriles de pólvora, cuerdas, mástiles, mosquetones, machetes, etc. A cambio de todo ello el rey Federico I recibió en 1731 en aquel protocolario intercambio de regalos dos leones de Berbería, tres hienas y un gato salvaje, todos ellos vivos, y un esclavo liberado encargado de cuidar los animales. 
 
 
Detalle de la cabeza (1).

 
Se cuenta que el arquitecto de la corte Carl Hårleman sugirió al rey la construcción de una casa de fieras argelinas en una de las plazas de Estocolmo, pero la idea acabó desestimándose. Finalmente los animales se instalaron en las jaulas de los cotos de caza reales próximos de la isla Djurgården. Allí habían vivido otros leones antes. Tras la Paz de Westfalia de 1648 se había recibido y alojado allí uno proveniente de Praga, ejemplar que falleció tras el brutal recibimiento que le dispensaron los osos y bueyes con quienes debía compartir espacio. Uno de aquellos leones de Berbería fue a su vez obsequiado a Jorge II, elector de Sajonia. 
 
Cuando uno de los dos leones falleció su piel fue entregada a un taxidermista, sin duda inexperto, con el encargo de que la preparara y devolviera el animal a la vida. Probablemente aquel poco diestro disecador, el resultado salta a la vista, jamás vio uno vivo. Desde el punto de vista taxidérmico el resultado es aberrante, la cabeza muy mal resuelta, los ojos mal colocados, la dentadura humana tallada en madera, esos colmillos, la retorcida lengua también de madera, esa pata levantada... Como se puede comprobar, todo un símbolo heráldico de poder y fuerza presentado en una postura parecida a la de los leones de bronce que con una esfera bajo la pata presiden la entrada de numerosos palacios europeos, aunque sin la esfera ni la musculatura que tenía en vida, a modo de perrito pidiendo su recompensa.
 
 
El león al fondo de la sala en su vitrina y en su ubicación actual en el castillo de Gripsholm (1).

 
En la actualidad este león, conocido popularmente como Leo, se encuentra expuesto en una vitrina en la armería del museo del castillo de Gripsholm, en Mariefred, a unos 65 kilómetros al oeste de Estocolmo, y se ha convertido en una de las principales atracciones del museo, que advierte al visitante que quien vea al animal "jamás podrá olvidarlo".
 

Créditos y notas.-
(1) Imágenes propiedad de Kungliga Hovstaterna.
(2) Emir de emires.

 
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Taxidermidades, 2022.
 
Recursos:
La leyenda de Leo en la web oficial de los castillos reales de Suecia.
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