Anuncios de taxidermistas de los siglos XVIII y XIX.

La Taxidermia, una actividad artesana practicada mayormente de forma individual en un pequeño taller, como sucede en otros sectores, es un oficio que no permite dedicar mucho presupuesto a publicidad. Por contra, algunas empresas que alcanzaron cierta entidad sí se anunciaron en prensa u otras publicaciones, hecho que contribuyó a su crecimiento y reconocimiento. Los reclamos que reproduzco a continuación son una selección de algunos de los siglos XVIII y XIX.

El primer anuncio de un taxidermista -en aquella época todos eran disecadores- del que tengo conocimiento es el siguiente de Luis Enequin, que como reza en el texto había estudiado Bellas Artes en la Real Academia de San Fernando. Allí debió coincidir con Francisco de Eguía y Arrese, también de origen vasco, y con el valenciano Juan Bautista Bru de Ramón, los primeros taxidermistas que trabajaron en el Real Gabinete de Historia Natural.
En aquella época la Real Academia y el Real Gabinete compartían edificio, el madrileño Palacio de Goyeneche, y fueron varios los alumnos de la primera que se incorporarían al segundo. Eguía falleció en 1777 a los pocos meses de ocupar la plaza de disecador, siendo sustituido por Bru, y cabe la posibilidad que Enequin aspirara a la vacante. En cualquier caso, lo que demuestra el anuncio que publicó La Gaceta de Madrid el 24 de junio de 1777 es que Luis Enequin se puso por cuenta propia ofreciendo sus servicios a particulares.


Materiales de relleno. Del henchido de la piel a los maniquíes de poliuretano.


Perro momificado, mascota de Amenofis II (1427-1397 a.C.) (1).
Por entonces la Taxidermia no se practicaba como tal, como un arte que consistía en aprovechar la piel de los animales, preservarla y rellenarla, con el propósito de dotarlos de una apariencia de vida, aunque algunos pueblos de la Antigüedad sí empleaban algunos, llamémosles, métodos pretaxidérmicos con sus familiares difuntos. Así pues, las momias más antiguas y complejas de la cultura Chinchorro, nos encontramos en el norte de Chile hace entre 7.500 y 4.500 años, se trata de cuerpos que fueron desollados, cuya piel fue descarnada y secada al fuego después de haberla rellenado con arcilla, lana, fibras vegetales y ceniza, incluso con palos longitudinales de refuerzo en su interior desde los pies hasta el cráneo. Por su parte, el proceso de momificación en el Antiguo Egipto, que en buen número de las introducciones históricas de los manuales se cita como un antecedente de la Taxidermia, consistía en una evisceración y vaciado del cerebro, la aplicación de natrón (2) y aceites y el vendaje del cuerpo, con mayor o menor  esmero  dependiendo de la capacidad económica de la familia del fallecido. Los materiales de relleno variaron, desde líquenes las momias más antiguas, hasta serrín, trapos, paja o arena, ya en la Dinastía XXI (1.050-950 años a.C.). Durante todo el periodo del Antiguo Egipto (3.000-31 a C.) se momificaron animales empleando las técnicas más sencillas y en general sin rellenar.

Los primeros osos panda gigantes disecados. Las fotografías de Karen Bean.


Diorama del Museo de Chicago con los osos panda gigantes cazados por los Roosevelt en 1929 (1).

En marzo 1869 en China un cazador le mostró al misionero y naturalista francés Armand David la piel de un oso blanco y negro. Fue el primer occidental que vio uno. David comunicó su hallazgo y envió la piel al zoólogo Henri Milne-Edwards, director del Museo Nacional de Historia Natural de París, donde sigue conservándose. Otro naturalista, el alemán Hugo Weigold miembro de la expedición de Walther Stötzner (1913-1919), se convirtió en 1916 en el primer occidental que vio uno vivo, e inclusó compró un cachorro que fallecería al cabo de poco tiempo. Tres años después, en diciembre 1919 el Museo Americano de Historia Natural de Nueva York exhibió por vez primera un oso panda gigante (Ailuropoda melanoleuca) disecado, el de la siguiente fotografía. Fue capturado durante la expedición asiática de Paul. J. Rayney y el naturalista Edmund Heller (1918-1919), amparada por el Museo.


Esculturodermia de una gacela, paso a paso, por Carl Akeley (1897).

Carl Akeley, considerado como el padre de la taxidermia moderna en los Estados Unidos, innovador a nivel mundial de la técnica dermoplástica de montaje, la que se conocería décadas después con el nombre de esculturodermia (sculpturdermy), comenzó su etapa en el entonces recién inaugurado Museo Field de Historia Natural de Chicago en el año 1894, con apenas treinta años. Había trabajado en el Ward's Natural Science Establishment de Rochester, Nueva York, el mayor proveedor de objetos de Historia Natural de la época, y en el Museo de Milwaukee, donde no había podido desarrollar su técnica escultórica, y había recibido además una oferta para trabajar en el Museo de Historia Natural de Londres que no aceptó. Dos años después no rechazó en cambio la posibilidad de realizar su primera expedición a África organizada precisamente por el museo londinense. Fue precisamente en Somalia durante aquel viaje iniciático en el que un Akeley desarmado se enfrentó a un leopardo herido, un suceso que dio la vuelta al mundo. Uno de los ejemplares que Akeley se llevó de vuelta a Chicago fue un macho de gacela de Soemmerring que cazó el 5 de septiembre de 1896 y cuyo montaje paso a paso empleando su novedosa técnica inmortalizaría probablemente él mismo en una serie de fotografías (1) -una de sus aficiones- con el motivo de mostrarlas en una Exposición Internacional de Arte Taxidérmico que desconozco si el Museo Field llegó a organizar. La sucesión ordenada de estas imágenes documenta de primera mano la técnica de Carl Akeley de montaje de mamíferos de gran tamaño -la emplearía para montar varios elefantes, tanto en Chicago como años más tarde en Nueva York-, un sistema que seguiría popularizando uno de sus discípulos, Louis Paul Jonas.