No exageramos si consideramos que Pascal Moineau, disecador que fue del Real Gabinete de Historia Natural de Madrid entre 1800 y 1808 y entre 1825 y 1833, debió de suponer una pesadilla para los gestores del que a partir de 1815 pasaría a denominarse Real Museo de Ciencias Naturales, actual Museo Nacional de Ciencias Naturales. En la historia del Museo el paso de este taxidermista, personaje ambicioso, intrigante, mezquino, saqueador, rebelde, ingrato, inconformista, aprovechado, oportunista, y que contó sin duda con influyentes benefactores, siempre se ha descrito como un episodio oscuro de la institución. Su incorporación, su escasa producción, su colaboración en el saqueo del Museo durante la ocupación francesa, su huída a Francia, su reingreso como responsable de la Escuela de Taxidermia, su escaso éxito como enseñante, su aspiración a ser designado Jefe del Laboratorio de Taxidermia, sus continuas reivindicaciones, su nombramiento como Disecador de Cámara del Rey, su constante enfrentamiento con la Junta gestora, su inquina hacia algún profesor; he creído que valía la pena profundizar en el conocimiento de su paso por el establecimiento, lidiar con fechas y detalles, aún cuando ello supusiera extenderme bastante más de lo acostumbrado. Comenzamos.
Se desconoce su fecha de nacimiento, pero sabemos que nació en Montauban, ciudad del sur de Francia a unos 50 kilómetros al norte de Toulouse. El primer rastro que disponemos de su presencia en España lo hallamos en la sección Noticias sueltas del Diario de Madrid del 25 de julio de 1797:
"Se halla en esta Corte un mozo de nación francés, llamado Pascual, que posee el secreto de imitar perfectamente y a lo natural el bronce antiguo y moderno encima de cualquier figura de yeso, madera, y todos metales; diseca con la misma perfección toda clase de pájaros, y tiene el secreto de conservarlos sin que se apolillen: las personas que deseen ver sus obras o emplearle en estos trabajos, los que hará con toda equidad, acudirán a la calle Sta. Maria del Arco (1), frente al Cuartel de Walones, número 15."
En aquel momento reinaba en España Carlos IV. En 1789 había tenido lugar la Revolución Francesa, y más recientemente la Guerra de los Pirineos (1793-1795), que concluyó con la denominada Paz de Basilea, acuerdo alcanzado por el influyente secretario de Estado Manuel Godoy. La Guardia Valona citada en el anuncio era uno de los regimientos de reclutas extranjeros integrados en la Guardia de Corps (2). Su proximidad al cuartel nos lleva a pensar que quizá le valiera a Moineau establecer conocimiento con algún militar, consejero o miembro de la Corte. Como constataremos, el disecador tuvo siempre alguien que lo protegió. No es inverosímil que hasta 1808 pudiera haber tenido trato con el propio Godoy, militar éste que había servido en la Guardia del rey hasta 1792, dado que, como se comprobará más adelante, Moineau, siendo disecador del Gabinete, se pluriempleó en su palacio. Pero con la caída de Carlos IV el valido Godoy abandonó España, y por contra Moineau seguía favorecido. Lo más probable pues, es que el benefactor de Moineau fuera alguien que permaneció siempre en el entorno del reinante de turno, alguien de la nobleza con trato y acceso directo al rey y a sus secretarios de Estado.
Ingreso de Pascal Moineau como disecador del Real Gabinete.
Febrero de 1800, Moineau es nombrado disecador del Real Gabinete de Madrid. La consecución de aquel puesto se desarrolló del siguiente modo. Semanas antes, el 12 de diciembre de 1799, había fallecido Juan Bautista Bru, el anterior taxidermista. Además de nuestro protagonista aspiraban a aquella plaza Mariano Bru, hermano y ayudante del difunto Juan Bautista, y Luis Franchisqui, disector del Real Colegio de Medicina de San Carlos. El 21 de diciembre, José Clavijo, vicedirector en funciones de director (3) del Gabinete, manda un oficio a Mariano Luis de Urquijo, secretario de Estado sucesor de Godoy, adjuntándole un memorial (4) de Mariano Bru, advirtiéndole:
"(...) que no considero a este sujeto capaz para el empleo de primer Disecador, ni a su sobrino, por quien también suplica, para el de su ayudante. Este Real Gabinete ha padecido y perdido mucho por la falta de disecadores hábiles e instruídos, y mi ánimo es no proponer la plaza vacante a V. E. (5) hasta hallar sujeto que examinado y experimentado por mí en los varios ramos en que debe ejercitarse un Disecador, le halle a propósito para desempeñar su obligación en el Real Servicio.Este Bru que sin duda conoce su insuficiencia, pretende que yo le proponga para primer Disecador a fuerza de empeños, pero mi determinación es la que dejo indicada a V. E , que dispondrá lo que tenga por conveniente."
Clavijo lo tenía bastante claro y trasladaba su opinión a su superior. El 6 de enero de 1800 Mariano Bru envía una carta directamente al secretario de Estado relacionando como méritos sus servicios prestados a la Corona a lo largo de 31 años, primero como soldado de artillería, aludiendo incluso a sus heridas de guerra, y a continuación como disecador ayudante en el Gabinete. Bru tenía ya conocimiento de que aquella plaza no llebava su nombre, puesto que escribió: "parece se le da la plaza de Disector mayor que obtenía su difunto hermano a otro que no podrá desempeñarla mejor que el exponente, y sin los méritos que tiene contraídos". El 7 de febrero Clavijo traslada su decisión al secretario de Estado. No consideraba apto a Mariano Bru y añadía que "habiendo experimentado algunos que se han dedicado al arte de disecar, y mandado hacer varias piezas que tengo en mi poder, hallo que el más a propósito y apto para desempeñar el empleo de Disecador, es don Pascual Moineau, cuyo memorial remitió a V. E. a mi informe en 17 del mismo Diciembre, y le devuelvo a manos de V. E. para que, si fuese de su agrado, se sirva conferirle la plaza de disecador con el sueldo de 20 reales de vellón (6) diarios, y demás emolumentos que gozaba el difunto Bru". Clavijo devolvía asimismo a Urquijo el memorial del tercer aspirante, Luis Franchisqui, del que afirmaba que "he visto en las piezas que le he mandado hacer, que no ha acertado y que necesitaría mucho tiempo para adquirir la práctica de este arte; por lo que no le considero a propósito para dicho empleo".
Iniciada su etapa como disecador del Real Gabinete, en abril de 1802 solicitó y se le concedió permiso y pasaporte para viajar dos meses a Francia. Cuando Manuel Cástor, bibliotecario y director de facto del Gabinete (7), recibe el pasaporte para entregárselo, Moineau había partido un día antes.
Pronto aparecería el carácter inconformista que acompañaría a Moineau en toda su etapa en el Gabinete. Su primera reivindicación fue razonable, pedía idéntico trato que su antecesor. Clavijo le había asignado un sueldo diario de 20 reales "y demás emolumentos que gozaba el difunto Bru". En un oficio de abril de 1805 Pedro Cevallos, secretario de Estado sucesor de Mariano Luis de Urquijo -ambos propuestos por Godoy-, solicita un informe a Cástor, acerca de la petición de Moineau de que se le abonaran 1.800 reales de vellón para el pago del alquiler de la habitación que ocupaba. Casi un año después seguía Moineau sin respuesta a su demanda. El 22 de marzo de 1806 otro oficio de Cevallos decía: "Habiendo acudido al Rey don Pascual Moineau, Disecador de ese Real Gabinete de Historia Natural, solicitando se le abonen 1.800 reales de vellón para satisfacer el alquiler del cuarto que habita fuera de dicho Gabinete; S. M. no ha tenido a bien condescender con esta solicitud, por no estar fundada en Real Orden, sino en una tolerancia que las circunstancias no permite que se continue". Días después, otro oficio del secretario de Estado fechado el 1 de abril decía: "Enterado el Rey de la representación de don Pascual Moineau de fecha 31 de marzo último, y fundamentos en que apoya la solicitud de que se abone el alquiler del cuarto que habita; S. M. se ha servido mandar que acredite este sujeto haber precedido a la oposición que hizo a la plaza de Disecador del Real Gabinete, la práctica constante de haberse pagado cuarto a sus antecesores. De Real Orden le comunico a usted para que lo haga saber al interesado". Un tercer oficio de Cevallos del 27 de mayo accediendo a la petición: "S. M. se ha servido conceder al disecador de ese Real Gabinete don Pascual Moineau mil y ochocientos reales de vellón por una vez, para satisfacer el alquiler del cuarto que habita, en atención a haber obtenido dicha plaza por oposición y a haber acreditado la práctica constante de haberse pagado cuarto a sus antecesores". Y un último oficio de Cevallos fechado el 13 de marzo de 1807, ordenaba a los "Directores Generales de Correos" abonaran a Moineau los 1.800 reales. Habían transcurrido dos años desde que cursara su petición. Además de abonársele el alquiler, Moineau tenía derecho a recibir dos sacas de carbón cada año. La reclamación de los disecadores del Gabinete para que se les abonara el alquiler de sus cuartos sería una constante a lo largo del siglo XIX. Moineau se dirigía directamente al rey, tenía efectivamente un protector en la Corte.
Su participación en el saqueo del Real Gabinete.
En 1808 tiene lugar la invasión francesa de España, comienza la Guerra de la Independencia, el Gabinete cierra al público para evitar riesgos y Pascal Moineau abandona su puesto por temor a represalias. Mariano Bru, disecador segundo, insiste en ocupar la plaza de primer disecador. Un
oficio de Pedro Cevallos fechado el 5 de octubre de 1808 insta a Manuel
Cástor para que le informe acerca de la solicitud de Bru, que acabará desestimándose. En 1811 el nuevo gobierno de José Bonaparte nombra director del Gabinete al naturalista José Mariano Mociño Losada.
En 1812, tras la batalla de los Arapiles Moineau acompaña a José Bonaparte en su huída de Madrid a Valencia, donde el disecador permanece un tiempo. Aquel viaje lo realiza el disecador con un primer botín, una colección de 400 pieles de aves americanas propiedad del Gabinete. En Valencia Moineau permanece algunos meses y se ocupa, por orden del general francés gobernador de la ciudad, de montar las aves para destinarlas al Museo de París.
El día 12 de abril de 1813 las tropas francesas, con la colaboración del director y de dos comisionados, José Acedo y el propio Pascal Moineau, éste último con un destacado papel, saquean el Museo trasladando a Francia el denominado Tesoro del Delfín, además de minerales preciosos, perlas y metales nobles. Moineau, que había colaborado en el pillaje de la institución que le abonaba el sueldo, acompaña a las tropas francesas en su retirada. Así relata el suceso Agustín Jesús Barreiro, historiador del Museo, en su libro El Museo Nacional de Ciencias Naturales (1771-1935):
"Ni la hospitalidad hidalga con que se le había recibido, prefiriéndole a don Pedro Bru (sic), ni las consideraciones de su propio decoro, ni el sentimiento de respeto a la propiedad ajena, fueron obstáculo para impedirle cometer tamaña felonía. En el citado año (no consta la fecha exacta) se presentó ante las puertas del Gabinete acompañado de fuerzas que las franquearon violentamente, y de allí extrajo 200 objetos consistentes en vasos artísticos, jarrones, piedras preciosas, etc., depositándolos en carros. D. Manuel Cástor y compañeros contemplaron indignados escena tan escandalosa, y con el fin de atajar a tiempo el robo, dieron aviso al "Empecinado" (9), que operaba entonces por tierras de Alcalá. Iban Moineau y sus carros custodiados por mucha tropa, y fue imposible apresarlos; para colmo de males, el Gobierno intruso ocupó el aviso de Cástor entre otros papeles del citado guerrillero, y tanto Cástor como D. Antonio y D. Vicente Pastor (10), que habían sido portadores del citado aviso, fueron conducidos al Retiro después de someterles a un Consejo de guerra, que pronunció contra ellos sentencia de fusilamiento. Por una circunstancia providencial, cuyos detalles aún no hemos averiguado, salvaron la vida, mientras los tesoros del Gabinete continuaban su camino a Francia.En junio de 1814 (11) se reanuda ya la vida de éste y se trata de reclamar los objetos robados, pidiéndose con tal objeto una lista de los mismos al Director del Gabinete.Tres meses después, nombra el Rey para Disecador del Gabinete a D. Manuel Duchen (sic); (...) se piden asimismo informes acerca de la política observada por los empleados de dicho establecimiento; con este motivo se reconoce y aplaude la fidelidad y patriotismo de los que se habían negado a permanecer en sus puestos mientras duró el Gobierno intruso, indultándose a los demás por haberse ceñido a cuidar el Gabinete (...)."
Téngase en cuenta que en el fragmento anterior cuando Barreiro cita a Pedro Bru, en realidad se está refiriendo a Mariano Bru de Ramón, y cuando lo hace a Manuel Duchen, en realidad se trata de Salvador Duchen de Princi. En algún oficio conservado en el Archivo del Museo aparecen esos otros nombres de pila, que quizá sean compuestos y de ahí la confusión. En el momento
de su huída a Francia, se sabe que Moineau ya estaba casado con Felipa Moyano, que empleaba a una criada llamada Mariana Palacios, y que tenía su domicilio en Madrid en la calle Postigo de San Martín, nº 1, esquina con
Jacometrezo.
En 1814 el rey francés Luis XVIII atendería las reclamaciones y aprobaría el retorno de los objetos robados a España. En 1815 el Gabinete reabre, pasa a denominarse Real Museo de Ciencias Naturales y se establece un protector, el ministro o secretario de Estado, y una Junta de Protección formada por profesores y conservadores del establecimiento
Moineau solicita por vez primera sin éxito su reingreso en el Museo.
Moineau quizá viajara periódicamente a Madrid desde su ciudad natal. Desde Francia, el 9 de noviembre de 1816 Moineau eleva al rey, ahora Fernando VII, instancia solicitando se le restituya en el cargo de disecador del Real Museo. El texto íntegro de la carta es el que sigue:
"Señor.Don Pascual Moineau, natural y residente en Montauban, Cabeza del Departamento de Tarn y Garona, Reino de Francia, A L. R. P. de V. M., con el más profundo respeto expone: Que hallándose de primer Disecador del Real Gabinete de historia natural en Madrid, desde el año de 1800 por oposición rigurosa que hizo a dicha Plaza, la desempeñó siempre con celo, exactitud probada, y a toda satisfacción de los Jefes que existieron en aquel Establecimiento, y estando en este ejercicio sobrevinieron las notorias ocurrencias de la Nacion en el año de 1808, en las que el exponente no tomó parte alguna, conservando siempre su destino.Llegada la época de la evacuación de las tropas francesas de esa Corte, el exponente no por afecto particular que profesase a su jefe y caudillo, pues siendo un antiguo emigrado francés claro es no le tenía ninguno, sino por evitar los terribles e inevitables funestos lances que causaba la anarquía, en que entonces se hallaba la Nación, y por cuyos efectos era perseguidos, y aún asesinados impunemente los franceses, que el Pueblo encontraba, sin más fundamento que el de ser franceses, tuvo la absoluta necesidad de dejar Madrid, poniéndose al abrigo de los ejércitos, y corriendo su misma suerte.En este estado fue con otros dependientes del Gabinete encargado por las autoridades que a la sazón tenían el gobierno, que custodiaran los objetos preciosos del Establecimiento que por órdenes superiores trataron de ponerse a cubierto de los acaecimientos de la guerra, y de que V. M. estar a bien penetrado por el Marqués de la Almenara (12), Ministro que fue del Interior en el tiempo de la Usurpación, de quien el exponente conserva cartas que califican a satisfacción de su conducta, y celo de la conservación de las preciosidades, y promesa de V. M. y del Reino entero, fuesen por sus exposiciones bien persuadidos de la probidad del exponente.En efecto, Señor, colocado V. M. en su legítimo trono, digna herencia de sus Padres, trató el exponente de apuntar el paradero de dichos objetos que habían sido tomados por autoridades militares francesas, y habiendo podido indagarlo después de muchas penas, lo puso inmediatamente en noticia al Duque de Santa Fe (13), Ministro del Interior, y en la del mismo Marques de Almenara, ofreciéndose sin descubrimiento, así a verificar si estaban íntegros, y también acondicionarlos como a la salida, y a llevarlos a la Corte, colocándolos en los sitios de donde se habían extraído, a que se le contestó dando las gracias por su celo, y manifestándole el Marqués no estar autorizado a hacer gastos.Llevado del mismo deseo de que la Nación española recogiere íntegramente todas las preciosidades del Establecimiento hizo igualmente escribir al Abate don Juan Bautista Fini (14), residente en esa Corte, y deportado que fue en esta ciudad, por medio de Mademoiselle Bade france[sa], persona que favoreció mucho a los deportados, para que hiciera las oportunas diligencias para manifestar el deseo del exponente en descubrirlos, hacer que se restituyesen, y se le reintegrase en su plaza, sin que de ello ni de un memorial dirigido a V. M. en su razón haya logrado reenviar alguna.El exponente, Señor, cuya buena conducta e integridad es bien notoria, y ofrece justificar si V. M. lo estima conveniente, obtuvo su plaza por oposición, y tiene la satisfacción de que en su clase persona alguna podrá competirle, desea volverse a ocupar en obsequio a la Nación, y desempeñar su plaza, y considerándose acreedor a las bondades de V. M. tanto por la conducta, y habilidad, cuanto por haber contribuido en tan sumo grado a la conservación de los mencionados efectos.SUPLICA rendidamente a V. M. se digne por en efecto de su natural benignidad acordarle la gracia de que sea reintegrado en su antigua plaza, cuyo favor espera recibir de V. M. Una preciosa vida guarde a V. M. muchos años, como lo necesita la Monarquía.Montauban, 9 de noviembre de 1816.Señor:A L. R. P. de V. M.Pascual Moineau."
Dias después, el 13 de noviembre de 1816, José Pizarro, protector y miembro de la Junta del Real Museo, envía un oficio a José Gabriel de Silva-Bazán, marqués de Santa Cruz, gentilhombre de Fernando VII y presidente de la Junta de Protección del Museo, comunicándole que Moineau pide que "se le reintegre en su empleo", y solicitando informe a la Junta de Protección. El informe de respuesta de Manuel Cástor, que recordemos estuvo al punto de ser fusilado por los franceses en su intento de evitar el expolio, al marqués de Santa Cruz, lógicamente era negativo, apenas tiene desperdicio:
"Excelentísimo Señor.En cumplimiento a lo que se me previene por esa respetable Junta en oficio de 16 del corriente, con inclusión del memorial presentado por don Pascual Moineau, Disecador que fue de este Real Gabinete de Historia Natural, para que, acerca de su contenido informe lo que se me ofrezca y parezca; debo decir, que su exposición en cuanto a habérsele conferido por oposición la plaza de Disecador en 1800 mediante su habilidad en este ramo es cierta; pero que su conducta política, desde que entró el gobierno francés en España, fue cual él dice, es incierto.Inmediatamente que arreglaron su gobierno los franceses, trató de introducirse en la Secretaría del Ministerio del Interior, por donde corría el Gabinete, manifestando su adhesión al nuevo sistema; con cuyo apoyo, cuando se presentaba en el Gabinete, sólo trataba de insultar a los pocos dependientes españoles que quedaron conmigo a la vista de este Establecimiento por conocerles opuestos a su modo de pensar.Con respecto a su obligación, obraba según su antojo, y de aquí provino que de cuatrocientas y tantas aves que en el año 1809 se sacaron de unos cajones que vinieron de América con aves preciosas para el Gabinete, y que se le entregaron para que las armase; en el año de 812, cuando la salida de Moineau con los franceses, se le fueron a secuestrar sus efectos, ni las dichas aves, ni el número de herramientas que debía tener, se encontró, y sólo se condujo a esta Casa algunas pieles de aves de la península y herramientas inútiles.Cuando el rey intruso pasó a Valencia, le siguió el referido Moineau, y en aquella Ciudad, por orden del General Suchet (15) hizo una colección de aves para enviar a París al Gabinete imperial. Regresando que hubo a Madrid a principios de año de 813, lo primero que hizo Moineau en cuanto llegó, fue preguntar si los bergantes (16), en los cuatro meses que habían estado en el año de 812, se habían llevado algo del Gabinete, y habiendo dicho que no, inmediatamente trató de ver cómo podía lograr que se lo llevaran los franceses, para lo cual venía con frecuencia al Gabinete, trayendo siempre consigo porción de oficiales del ejército, a quienes exageraba el valor de sus preciosidades, con el fin de que estas especies llegasen a oídos de los Generales franceses para excitar el deseo de su adquisición, como en efecto lo logró; pues en el mes de abril de ese año repentinamente se me hizo llamar por don Francisco Antonio Cea, y a presencia de don Cristóbal Cladera, oficial de la Secretaría de Interior, de don José Mociño, Director nombrado por el gobierno intruso de este Establecimiento (17), y del referido Moineau, se leyó una orden para que se estrajesen las preciosidades de este y otros Establecimientos, y se pusiesen a disposición del General Saval, quien estaba encargado de dar carruaje y tropa para escoltarlas.Hecha esta operación, en el mismo acto solicitó el referido Moineau el que se le nombrase con el referido don José Mociño, el barrendero nombrado por ellos, Matías Membiela, y el director que era entonces de la imprenta real, para acompañar y custodiar el carro en que iban dichos efectos del Gabinete y de la imprenta, como lo ejecutaron, saliendo todos juntos de Madrid en un mismo día al lado de dicho carro, que después se unió con otros que igualmente debían salir para Francia.Es digno también de notarse que la noche en que se sacaron de los estantes las piedras finas, el oro, y demás preciosidades, Moineau era el que incitaba a que nada dejasen, y en efecto, por él se extrajeron muchas de las producciones que no hubieran tenido tal suerte, si Moineau no se hubiera empeñado en presenciar esta operación como la más a propósito para saciar su encono contra esta Casa que tantos años le había dado el pan.Finalmente, en cuanto a las diligencias activas que pondera esta parte con la remisión que hace de su apoyo al Marqués de Almenara, se infiere cual sería su porte, del que con más individualidad, sobre la especie, podrá informar el teniente Coronel don Nicolás Muinissir, que ha sido el conductor de las mismas alhajas desde París a esta Corte, donde se hallan actualmente.Que es cuanto puedo decir a V. E., cuya vida pido al todoPoderoso dilate muchos años.Madrid, 19 de noviembre de 1816.Excmo. Señor Manuel Cástor González."
Moineau reclama al Museo la devolución de sus efectos.
El
día 9 de marzo de 1822 Moineau solicita que el Real Museo le devuelva
algunos documentos, libros y efectos que, aseguraba, le pertenecían:
"Excelentísimo Señor.Don Pascual Moineau, ex-Disecador que fue del Gabinete de historia natural, y actualmente residente en esta Capital a V. E. con el debido respeto hace presente: Que por el mes de mayo de 1813 a su retirada a Francia, dejó en depósito de don José Mociño, [en la habitación] sita en el Gabinete de historia natural, un cajón de su pertenencia en el que se hallaban diferentes papeles de correspondencia con su familia, y otros cuantos papeles interesantes, en caoba una grande urna con los cabos dorados, varios moldes de plomo y azufre con otros efectos propios de su arte, y separadamente los tomos de Buffon relativos a los cuadrúpedos, [y] la obra francesa de artes y oficios y de caza. Excelentísimo Señor, debe existir en el mismo Gabinete [un] grupo de la zorra, y el busto con otros varios efectos de historia natural, y el exponente, viéndose en la precisión de ocuparse en el ejercicio de su profesión reclama el reintegro de esta propiedad suya en la conformidad de lo prevenido en el artículo 4º del decreto vigente del 15 de Febrero de 1818, en el artículo de la Constitución sobre el respeto a la propiedad de los ciudadanos. Por tan justas y poderosas razones a V. E. suplico que en vista de lo expuesto, se sirva pasar la orden más pronta y terminante a la Dirección, para que reconocidos que sean, se me entreguen sin la menor demora, pues en ello se interesan las artes, que el Gobierno protege tan decididamente, y el suplicante recibirá singular merced."
Un
oficio a la Dirección General de Estudios, fechado el 19 de junio,
concede la entrega a Moineau de los efectos reclamados "comprobando su
veracidad". Enterado de la resolución y ante la tardanza, el 10 de julio
Moineau manda una carta a Manuel Cástor apremiando el cumplimiento de
la entrega. En la misiva el taxidermista añadía que un búho real y una
avutarda podían "permanecer" en el Gabinete porque podían ser útiles. La
respuesta de Cástor al disecador tres días después fue que debía ser la
Junta Directiva del Museo la que resolviera acerca de la solicitud
de devolución de los efectos reclamados. El 15 de julio Donato García,
miembro de la Junta, comunica a la Dirección General de Estudios que
el cajón con moldes, instrumentos para pintar y dorar, libros de caza y
cartas familiares, se podían devolver, pero que los libros de Buffon y el de
artes y oficios no constaba fueran suyos, sino que se encontraban entre
las pertenencias del recién fallecido Mociño, y que la zorra con el busto, el
búho real y la avutarda, no podían considerarse como suyas sino
preparadas para el Gabinete. García añadía que Moineau "uno de los
encargados por el Gobierno francés para el empaque y conducción de los
efectos extraídos de este Gabinete, debía tener en su casa una preciosa
colección de aves de América remitida para el Gabinete, de las cuales
sólo se hallaron cuando el secuestro, ocho o nueve piezas, y de éstas
sólo tres útiles que actualmente se hallan expuestas en el Gabinete", y
que también se echaba en falta la mayor parte de "una preciosa colección
[de pieles] en la que había ejemplares especialmente de Aves del
Paraíso, como consta a los dependientes y la vieron en tiempo del
Gobierno intruso, sin que hasta ahora haya podido averiguarse su
paradero".
El
25 de julio Moineau escribe a la Dirección General de Instrucción
Pública. Manifestaba no tener noticias de la resolución de su solicitud,
pero en esta ocasión únicamente reclamaba con urgencia el cajón con sus
efectos personales, indispensable para el desempeño de su oficio. Es de
notable interés un inventario con la totalidad de efectos, material y
herramientas contenidos no sólo en el "Laboratorio", sino también en las
diferentes estancias, además del mobiliario de la vivienda que ocupó Moineau, una
relación que alcanza las doce páginas (18). Se desconoce si lo aportó Moineau o si
fue la Junta quien lo ordenó levantar. El 27 de julio, bajo recibo,
Moineau recupera el cajón con sus efectos personales.
La desfachatez de Moineau es pasmosa. La
anterior secuencia del taxidermista saquedor huído reclamando al Museo
recuperar objetos que afirmaba le pertenecían es descrita del siguiente
modo por Barreiro :
"No deja de sorprendernos la osadía temeraria de tal sujeto al presentarse en el Real Gabinete, a cuyo saqueo había contribuido en 1813, en una forma tan descarada. A pesar de todo, se le entregó parte de lo que reclamaba, negándole el derecho a varios objetos que, si eran ciertamente obra suya, en cambio los había ejecutado en su deber de Oficial del Real Gabinete. Aparte de esto, la Junta Directiva de aquél hizo presente en su informe que D. Pascal Moineau tenía en su poder una colección ornitológica con magníficos aves del paraíso, la cual faltaba casi por completo en dicho Gabinete."
En aquel tiempo Moineau se ofrecía para impartir clases particulares de taxidermia y aceptar encargos privados. Ahí estribaba en parte la necesidad de recuperar sus efectos. Anuncio en El Imparcial del día 6 de mayo de 1822:
"Don Pascual Moineau ex-disecador general que fue del gabinete de Historia natural de esta corte, se propone abrir una enseñanza de este ramo a los caballeros o señoras que quieran dedicarse a él. No sólo se instruirá a sus discípulos en los mejores métodos de disecación que hasta ahora se han descubierto en Europa, sino también del que él mismo ha perfeccionado hasta un punto que puede decirlo que es de invención suya. Igualmente se ofrece a disecar, con la mayor propiedad y a precios justos y equitativos, las piezas que se le presenten.
Las personas que gustasen valerse de sus muchos conocimientos en este ramo podrán convenirse acerca de las condiciones, horas de academia, lecciones y demás concerniente al asunto, con dicho profesor que vive calle de la Abada núm. 7, cuarto, segundo, al lado de la carbonería."
Obsequio al rey como muestra de adhesión.
Dos años después, en marzo de 1824, Moineau escribe al rey Fernando VII. La carta, con esmerada caligrafía obra de un escribiente, reza:
"Señor: Don Pascual Moineau, Ex-disecador en Jefe que fue por oposición de vuestro Real Gabinete de Historia natural, se apresura a presentar y ofrecer a V. M. con la sumisión y respetos debidos una de sus obras disecadas, más perfectamente acabadas y en que cree, ya se considere la actitud propia como el buen corte del animal, haber conservado para la posteridad toda la belleza del original.Esto es un bello mico hembra que una casualidad, y no sin dispendio, le hizo llegar a sus manos. Disecándolo pensó siempre en ofrecérselo a V. M. por ser pieza que no existe en el Real Gabinete, mostrando aunque con tan pequeña dádiva el reconocimiento y gratitud debidos a la justicia que le hizo su amado Padre el señor don Carlos 4º, y el amor que ha profesado en todos tiempos a la augusta dinastía de los Borbones.V. M. no ignora que las artes no pueden florecer en medio de las convulsiones políticas; y es bien cierto, Señor, que los últimos tiempos pasados no eran los más a propósito para importunar a V. M. con semejante dádiva. Era, pues, preciso aguardar, que a la tempestad sucediera la calma tan necesaria para gobernar, reconocer y recompensar el verdadero mérito.A los artistas, Señor, como a los poetas, se les ha concedido siempre una cierta libertad, que lejos de haber sido refrenada y contenida en tiempo alguno, ha sido por el contrario aplaudida por los apreciadores verdaderos del mérito y aún protegida poderosamente por los supremos imperantes, cuando sus ideas han sido bien aplicadas.El mico, pues, este animal, cuya estructura física es tan semejante a la humana, con la diferencia de ser cuadrimano, es también entre los naturalistas, el que mejor imita las acciones todas del hombre, y por consiguiente el más susceptible de ser adornado con todos los símbolos e instrumentos horribles con que un puñado de ilusos solamente, pensó llevar a cabo un sistema desorganizador, y finalizar con la monarquía. El gorro, la navaja de Albacete, la cinta de la comunería, y la decoración del 7 de Julio, colocadas en las diferentes partes del cuerpo del mico, harán reir y llorar a la vez al que afortunadamente no tuvo parte en semejante extravagancia ni delirios, y no podrán menos de corregir al que por desgracia incurre en ellas. ¡Ojalá que para mayor tranquilidad y sosiego de V. M. y futura prosperidad de la Nación produjese este lisonjero ensayo del autor los fines loables, que sus rectas intenciones y reconocimiento a la España le sugieren!Dígnese pues V. M. de admitir tan pequeña dádiva.Madrid marzo de 1824.Sr. A L. R. P. de V. M. Pascual Moineau."
Para situar la acción en su contexto histórico, restaurado el Antiguo Régimen en 1814 retorna a España Carlos IV, que al año siguiente abdica en favor de su hijo Fernando VII, un personaje que se revela como absolutista. Godoy abandona España. Un pronunciamiento en 1820 restablece la Constitución de Cádiz de 1812, iniciando el que se conoce como Trienio Liberal, durante el cual el rey aparenta acatar el nuevo orden constitucional. Los liberales se dividen entre moderados y exaltados. Tras un primer intento de golpe de Estado realizado el 7 de julio de 1822 promovido por el rey, la invasión de España por los Cien Mil Hijos de San Luis, reinstaura el absolutismo (19). Así pues, el mico descrito por el disecador iba pertrechado a modo de escarnio como miembro de la Milicia Nacional, un cuerpo de ciudadanos armados encargados de defender el orden constitucional, que el día señalado se enfrentó a la Guardia Real.
Con esta acción el adulador Moineau consiguió efectivamente ganarse a Fernando VII, que aceptó el regalo, y el naturalista Tomàs Vilanova (20), director del Real Museo, no tuvo más remedio que comunicar a su Junta Directiva que "mañana martes 3 del corriente [agosto de 1824] a las nueve de la mañana" daría cumplimiento al deseo real de ubicar el simio en el Museo. Imagínese el lector al profesor de Zoología aceptando semejante simio decorado de tal guisa en el Gabinete. Pronto se descubrirá la verdadera intención de nuestro intrigante.
Moineau solicita de nuevo una plaza.
La primera noticia de que disponemos del retorno de Moineau al Real Museo data del 24 de junio de 1824. Se trata de un oficio firmado por Narciso Heredia y Begines de los Ríos, conde de Ofalia, efímero secretario de Estado (21), emplazando a la Junta de Protección del Museo para que "informe lo que se le ofrezca y considere más oportuno" acerca de la solicitud del taxidermista. En el Archivo del Museo no se encuentra la petición del ambicioso Moineau, pero sí disponemos del texto de una nota suya que lo acompañaba. El encabezamiento no deja lugar a duda de que el disecador llegó a tratar con alguien muy cercano a Fernando VII. Seguro de sus contactos, Moineau incluso se permitía poner condiciones:
"Copia de la Nota que incluía don Pascual Moineau en el memorial que presentó a S. M. con fecha de junio de 1824, solicitando la plaza de Jefe de Laboratorio en el Gabinete.Nota de las atribuciones que debe tener el Jefe de Laboratorio de Zoología y Profesor de la Escuela de taxidermia.Debe ser encargado de todo lo correspondiente a la parte artística del Gabinete: tener a sus órdenes todos los demás artistas empleados en la disecación, como también los diferentes trabajadores necesarios para el adorno del Establecimiento y barrenderos, pues la limpieza, adorno y consecuencia del Gabinete es de su inspección. Faltando como faltan artistas para la disecación, se hace absolutamente preciso crearse una Escuela particular de Taxidermia (o sea de disecar y conservar los animales) a fin de formar jóvenes para trabajar en el Establecimiento y para viajar y colectar cuadrúpedos, volátiles, insectos, reptiles y pescados para completar el Reino animal, de [los] que son siempre necesario tener duplicados los más posibles, para renovar los que se echen a perder, y hacer cambios con los demás Gabinetes de Europa, único medio y el menos costoso para completar el Gabinete. El Jefe debe ser muy experto en el arte de la Disecación."
Seguro de sus triunfos, no pedía la simple reposición en su plaza, sino que aumentaba la apuesta aspirando a liderar unos hasta el momento inexistentes Laboratorio de Zoología y Escuela de Taxidermia. La Junta Directiva demoraría su decisión acerca de aquella propuesta. En diciembre de 1824 Antonio Gutiérrez, secretario de la Junta de Protección, emplaza a la Directiva a pronunciarse. El informe de la Junta Directiva del 13 de diciembre decía:
"La habilidad que tiene el dicho don Pascual Moineau en el arte mecánico de disecar animales es bien notoria en este Establecimiento, pues a pesar de carecer de los conocimientos científicos de Zoología, da a todos los animales disecados todo el rasgo y naturalidad de que son susceptibles, según lo manifiestan actualmente las varias piezas que tiene disecadas y existen en el Real Gabinete, las cuales si tuviesen mayor marcados los caracteres científicos nada dejarían que desear.En cuanto a la plaza de jefe de Laboratorio a que aspira el expresado Moineau, esta Junta debe poner en consideración de S. S. que en este Gabinete jamás ha habido tal plaza, y que sus fondos, lejos de subvenir a nuevos gastos no pueden ni llenar el cumplimiento de sus actuales deberes."
En su respuesta fechada al día siguiente, Tomàs Vilanova traslada a la Junta de Protección que la Directiva, después de examinar la solicitud, expresaba "la habilidad de Moineau sólo en la parte mecánica del disecado, manifiesta la dificultad por los gastos que debe ocasionar dicho establecimiento, por lo tanto la Junta de Protección, aunque cree que podría ser conveniente se estableciese dicho Laboratorio que se ocupase únicamente en aumentar la colección zoológica del Real Gabinete, no obstante como ello llevaría consigo gastos de consideración, tanto por el sueldo del nuevo disecador, como por el propio de objetos y materiales. Sean el descernimiento y prudencia de V. E. si será conveniente y compatible con las demás actuaciones del Erario la formación de dicho Laboratorio". Aunque él mismo y la Junta se mostraban contrarios, dejaba no obstante involuntariamente el bueno de Vilanova la puerta entornada a la creación de aquella plaza.
El 9 de octubre de 1825 Francisco Cea Bermúdez, secretario de Estado (22), manda un oficio de Real Orden solicitando informe a la Junta de Protección:
"Habiendo acudido al Rey N. S. don Pascual Moineau, Disecador que ha sido del Gabinete de Historia Natural de Madrid, solicitando se le dé alguna pensión de Mostrencos (23), o que se le pague como a los demás profesores de su clase reponiéndole o dándole alguna ocupación, ha tenido a bien S. M. mandar que V. I. manifieste si será posible colocar a este interesado en el referido Gabinete con utilidad del establecimiento."
La respuesta de Vilanova trasladando la decisión de la Junta Directiva a la Junta de Protección del Museo se dió en un oficio fechado el 31 de octubre que decía:
"(...); esta Junta se vé precisada a manifestar a V. S. S. que en este Establecimiento no hay en el día destino alguno vacante, porque la plaza de Disecador está ocupada legítimamente por don Salvador Duchen, quien es muy bastante para todas las necesidades de este Establecimiento respecto a la disecación, y mucho más cuando en el día sólo se pueden disecar aquellas especies de animales que haciendo falta al Gabinete se encuentran de venta en las plazas.En cuanto al empleo de Colector, esta Junta se remite a lo que ya tiene dicho sobre este particular en el oficio que con fecha 13 de Diciembre del año próximo próximo, remitió a V. S. S. sobre una solicitud de don Salvador Duchen; a saber, que un Disecador, como por ejemplo en el caso presente lo es Moineau que ignora absolutamente la ciencia, según él mismo también lo confiesa, no sólo es inepto para formar colecciones, sino que es perjudicial, pues a más de que haría gastos infructuosos en las Provincias por ignorar las especies que hacen falta en el Establecimiento, no podría tampoco entender el lenguaje científico del Profesor, que es quien debe marcarle los objetos que debe colectar; de lo contrario se harían remesas numerosas y multiplicadas de aquellas especies más hermosas a la vista y sólo elegidas por el capricho, de las que abundan regularmente [en] los Establecimientos, ocasionándose de esta manera gastos inútiles en perjuicio del Real Erario.Los colectores deben ser precisamente científicos para que sabiendo elegir, gasten con utilidad; pues en cuanto al disecado, aunque el arte de disecar sea tan fácil que está al alcance de cualquiera que lo desee aprender, según también lo tiene manifestado esta Junta a V. S. S. en el citado oficio sobre la solicitud de Duchen, con todo, a un Colector le basta saber despellejar simplemente un animal, quitarle los sesos y los ojos, pulverizar las pieles con cualquiera materia desecante y aromática, y tendidas unas sobre otras se logra que con poco volumen y coste lleguen al Establecimiento, a cuyo pie ya está el Disecador para rellenarlas y darlas una aptitud natural colocándolas en seguida en los armarios; que es el modo como se hace en todos los Gabinetes de Europa.A más, esta Junta Directiva para dar el máximo cumplimiento al oficio de V. S. S. y para que jamás se diga que por omisión suya ha sido sorprendido el Gobierno y S. M. en este asunto, debe decir, que el referido Moineau cuando fue Disecador en este Establecimiento no manifestó aquel interés que debía, pues ocupado en los trabajos de pasta de arroz en la casa de don Manuel de Godoy (24), como es público y notorio, olvidó sus obligaciones en este Establecimiento, pues prescindiendo que las piezas disecadas por él, si tuviesen mejor marcados los caracteres científicos nada dejarían que desear, con todo, en el discurso de trece años que ocupó la plaza, apenas se podrán contar dos docenas de piezas disecadas por él; contando en este número hasta los pájaros más comunes y pequeños, sin que hasta ahora se haya extraviado una sola piezas de las que él disecó; a más en tiempos del gobierno intruso aceptó la comisión para elegir y embalar los más preciosos y ricos objetos de este Establecimiento, como así lo efectuó para escándalo e indignación de los mismos dependientes que lo presenciaron; y últimamente, cargados que fueron los carros destinados para este robo, fue el referido Moineau el mismo que se encargó de conducirlo a Francia como así lo verificó. En vista de lo cual, don Manuel Cástor González, Bibliotecario y Encargado que era entonces, por el legítimo Gobierno de dicho Real Gabinete, actual Secretario y Vocal de esta Junta, por un emisario oculto avisó al Empecinado que se hallaba en Alcalá, para ver si se podía interceptar este pillaje, y no se verificó porque el mismo Moineau con sus carros de conducción, iba custodiado de mucha tropa francesa. Este servicio de Cástor González fue descubierto por el gobierno intruso por haber ocupado los papeles del Empecinado, y se le puso preso junto con los que llevaron el parte, que lo fueron don Antonio y don Vicente Pastor, actual barrendero de este Establecimiento, los que fueron conducidos al Retiro, precedido el Consejo de Guerra que se les tuvo en las salas del Ayuntamiento, para ser al día siguiente fusilados, como es público y notorio, lo que no se efectuó por una de aquellas ocultas providencias del Altísimo. Estos efectos fueron devueltos al Real Gabinete por orden de Luis 18, que en paz descanse, a petición de S. M. que Dios guarde, aunque con algunas pérdidas, de que debería ser responsable el expresado Moineau.(...)"
El 18 de noviembre de 1825 la Junta de Protección, resistiéndose, respondía al secretario de Estado que "en el estado presente del Gabinete apenas se puede dar ocupación al actual Disecador, pues son muy pocas las piezas zoológicas que tiene que disecar, por lo tanto la Junta cree imposible que se pueda dar ocupación a Moineau con utilidad y ventaja del establecimiento, sin que por eso desmerezca en nada la destreza y buen tino que, dicen, tiene este interesado, en la asignatura de adornos interiores en cuyo ramo podría ser útil en otra clase de establecimiento que en los del Museo de Ciencias Naturales, en los que la verdadera y única belleza consiste en las producciones mismas de la naturaleza". La Junta no aceptaba el retorno de Moineau al Real Museo y sugería que era más útil como ornador de interiores, sin duda por su habilidad en el modelado con pasta de arroz como había demostrado en el Palacio de Godoy.
La Escuela de Taxidermia del Real Museo de Ciencias Naturales.
Pedro de Alcántara duque del Infantado, recién nombrado secretario de Estado, amigo de juventud muy cercano de Fernando VII, y personaje que bien podría tratarse del benefactor de nuestro disecador, ignorando el informe negativo de la Junta de Protección del Real Museo. el día 30 de noviembre de 1825 remite un oficio de Real Orden a Moineau:
"Enterado el Rey N. S. de las instancias que V. ha dirigido pidiendo se le nombre Jefe del Laboratorio de Zoología, que se le coloque en el Real Gabinete de Historia Natural o que se le conceda una pensión con que poder alimentar su familia en atención a los servicios que contrajo cuando era Disecador del expresado Establecimiento: se ha servido S. M. resolver que con la posible brevedad proponga V. un plan de Enseñanza de su Arte para que examinado se vean los medios de fomentarlo en esta capital."
Pascal Moineau respondió pronto al nuevo secretario de Estado. El 4 de diciembre le mandó cinco páginas con el siguiente texto:
"Plan de un[a] Escuela de Taxidermia o del Arte de preparar los animales.Introducción.De todos los ramos de la Zoología y en especialidad de la Tetrapodología (la parte que trata de los Cuadrúpedos) y de la Ornitología (la que trata de las aves) el que tiene por objeto la conservación y preparación de los animales, ha sido el más descuidado y el que más tarde ha despertado nuestra atención. Esta parte de la historia natural fue considerada por muchos como una pura mecánica; y lo que es todavía más singular, sabios hay que aún siguen nutriendo la misma opinión. Éstos se equivocan muy mucho que todas las artes que se proponen imitar la naturaleza, como la pintura y la escultura (artes dificilísimas y de cuya perfección nadie se puede gloriar) se elevan infinitamente sobre la categoría de las artes puramente mecánicas, hubiera sin duda opinado que la taxidermia (el arte de preparar, de ordenar, de colocar y de conservar los animales) cuyo efecto es el dar toda la fisonomía, toda la vida, la expresión, el carácter físico, la verdad en fin de las formas propias y natural de cada individuo en general; se halla y debe colocarse en la misma categoría en que pusieron la Pintura y la Escultura. Estos son los motivos de la suma dificultad que nos presenta la Taxidermia. En cuarenta años de continua aplicación y de estudio en esta profesión que me mereció la estimación general de los verdaderos inteligentes, no he podido aún llegar a la perfección, a lo bello ideal propio de este grado de trabajo, en ninguna de las piezas que tengo preparadas.Todas las naciones nos presentan profesores de este arte, que han escrito y publicado sus métodos sobre la Taxidermia; y casi todos sus métodos se reducen simplemente a quitar la piel de los animales, y a llenarla de diferentes sustancias. Demos una sola mirada a los cuadrúpedos preparados por estos profesores, y en especialidad, cuadrúpedos a pelo liso, ¿y qué es lo que luego se nos salta a los ojos?, un saco relleno de paja, sin forma, sin expresión, sin contorno, y sin vida. Lo único que nos puede hacer adivinar la especie animal que se nos quiere pintar, es la piel de que está cubierto.Una pasión decidida por este arte, un continuo trabajo, y sobre todo, el estudio de la misma naturaleza, me hicieron descubrir un método que sin vanidad, es el que más se acerca a la bella naturaleza; el de conservar, en cuanto es posible y practicable, en todos los animales sus respectivas formas, su carácter físico, sus actitudes y proporciones. Y aquí es de observar que todas estas ostentosas reuniones de las producciones de la naturaleza no se limitan a la sola instrucción de los profesores de Zoología, y de los que cultivan esta ciencia; el objeto de estas instituciones, de estos establecimientos, es de una esfera mucho más extendida, fomenta otras ventajas; en ellas los artistas encuentran exactos de los animales, y principalmente de aquellos que no se pueden procurar en estado de vida, como los exóticos. Si no están bien preparados, ¿qué estudio podrán hacer sobre una pieza que mal tiene la forma de un mostruo, de una masa informe, que la de un animal?Conociendo el Rey N. S. la suma necesidad de estos estudios, que de suyo exige mucho trabajo y mucho tiempo, y en el mismo de proporcionar a los artistas de taxidermia el modo más conveniente de montar y conservar los animales, por un acto de su clemencia y del celo con que protege las ciencias, se ha dignado consultarme sobre el modo más útil, fácil y conveniente para el adelantamiento de este arte, y para el que venga (diré así) a fijarse y a establecerse en sus dominios. El modo más oportuno de realizar las generosas miras de S. M. se reduce en general a formar una Escuela de Taxidermia.El método que yo tengo la gloria de proponer a S. M., método que al paso que es útil e indispensable para los profesores de Zoología, presentándoles los materiales necesarios a sus lecciones, y proporciona a las bellas artes muchos y exactos modelos, puede al mismo tiempo contribuir a enriquecer en muy poco tiempo el Real Gabinete de Historia Natural.Plan.Siendo ésta una escuela simplemente práctica y no técnica, no admite el aparato de publicidad, y se adviene mejor con el silencio y la tranquilidad de una enseñanza particular. De este modo se evita la distracción de los alumnos, y se les obliga a centrar todas sus fuerzas morales en los objetos de su ocupación. La Escuela debe exclusivamente destinarse a los alumnos su número leve en los principios, ser fijo y determinado, y no pasar de cuatro a seis, así se economizan los gastos de materiales necesarios en nuestro elaboratorio, que en mayor número de alumnos haría indispensablemente aumentarse. Los lujos de los empleados por S. M., los que ya gozan de la beneficiencia del Soberano, deberían, aún parecer, ser preferidos los alumnos ya formados y completamente educados en nuestra escuela. Podrán a su tiempo ceder la plaza a otros alumos que se admitan.Las horas de trabajo o de las lecciones no se pueden fijar, pues hay piezas que si no se acaban y preparan inmediatamente se corrompen y pasan a una inevitable putrefacción, y por consiguiente se destruirían. Sin embargo siempre les proporcionaré el tiempo necesario para que asistan a los cursos de matemáticas, de dibujo (estudios de la mayor importancia) y principalmente de Zoología que es la parte científica.Ocupaciones de los alumnos.Preparación de aves.Empezarán sus trabajos por las aves, por ser la parte más fácil de la Taxidermia, y la más amena, por su elegancia, por su variedad y por el colorido de su plumaje.1) Se les instruirá en el arte de quitar el pellejo, de adobar y aderezar las pieles, de prepararlas y disponerlas para su natural colocación.2) El tomar, quitadas las pieles, las medidas exactas del cuerpo a formar su contorno; en una palabra, a componer un cuerpo conforme al original, para vestirlo después de la piel del ave.3) A preparar las aves: las maneras de colocar en su lugar las cabezas, las alas, las patas y las colas; a darles aquel aire de vida, aquel carácter que les es propio a cada una.4) La manera de montar las aves frescas o recién muertas.5) El arte de ablandar, humedecer, las pieles secas, y que nos vienen de lejos enviadas por los Colectores.6) Los medios de montar las aves, en los casos en que los insectos y otras causas hubieran destruido una parte de sus pieles sirviéndose de varios retazos de otras pieles de la misma especie, y construyendo de este modo un animal en que se desconozca enteramente este artificio.7) Los de disponer las pieles a lo como dicen "Saint Esprit", que es decir con la piel sola hecha susceptible de tomar todas las formas, todas las extensiones que se necesiten demostrar y de ponerlas en estado de presentar todos los caracteres físicos, o los que vienen marcados por los Zoólogos en las clasificaciones de la Ornitología.8) Se les enseñará el método de tomar el peso y las medidas, de preparar la lengua y otras partes de las aves; en fin el arte de conservar y hacer patentes los diferentes caracteres que el profesor de Zoología necesita para sus demostraciones.Preparación de los cuadrúpedos y cetáceos.Nuestra Escuela debe tratar:1) Sobre la manera de quitar el pellejo de los diferentes cuadrúpedos y cetáceos, de adobarlos y disponerlos para ser montados.2) Hablaré del método de tomar, después de quitada la piel, las medidas, de formar el contorno, de amoldarle si la pieza lo exige, y de sacar una prueba, para verificar si todo el contorno puede servir de modelo, y convenga exactamente con la forma del animal.3) Del difícil artificio de montar el animal, y de introducir el cuerpo en la piel, al modo que ella manifieste la forma de los músculos, del contorno, y sobre todo el aire, la expresión y el carácter que le es natural.4) Del modo de darles la última proporción, y de preservarlos de la variedad de los insectos.5) De las reglas de tomar el peso y las medidas de estos animales y de la de conservar sus caracteres, puntos necesarios para las lecciones del profesor de Zoología.A estas reglas se añaden:1) Las de preparar y conservar los peces.2) Las de conservar y preparar los insectos.3) La manera de colectar las producciones del reino animal, de prepararlas para que se conserven, la de humedecerlas y disponerlas para formar las piezas.4) El método que se debe seguir para empaquetarlas, y embalarlas, y enviarlas al museo de Historia Natural.5) El conocimiento de los preservativos para la conservación de los animales, de las materias que deben entrar en los cuerpos; el de las fumigaciones y demás ingredientes.En fín, yo les enseñaré todo lo que corresponda a la parte artística de un museo de Historia Natural.Varias serán las ventajas que se sacarán de nuestra escuela, y de los trabajos de nuestros alumnos. La primera la de enriquecer el museo, teniendo los animales de la Península y procurando completar el orden de sus familias con sus variedades, como los perros, los gatos, y en una palabra el ganado lanar. La segunda, la de poder colocar estas preciosas colecciones en el Gabinete para que sirvan de instrucción a los que siguen el curso de Zoología.Y al mismo tiempo yo tomaré un Elaboratorio que reúna y conserve todos los moldes, los modelos que se habrán sacado de las piezas raras, los dibujos, o contornos, y los instrumentos necesarios para todas nuestras operaciones. Todo esto ofrece muchas ventajas al Real Gabinete. Facilita todas las operaciones que en adelante se hayan de hacer, y promueve el estudio de los artistas.Los alumnos deberán ser unos jóvenes de 15 a 16 años, cuya conducta moral y aplicación al estudio decidirá si deben continuar en nuestro elaboratorio, y si son acreedores a la beneficiencia de S. M., no siendo justo que en él se toleren gastos superfluos y no provechosos.Es indispensable que el laboratorio o sala de nuestros trabajos, sea en mi misma habitación (25), siendo muy frecuentes las ocasiones en que debe uno estar dispuesto a ciertas operaciones que no admiten dilación, y en que por consiguiente me veré obligado a trabajar toda la noche.Necesito dos salones, uno para el elaboratorio, y el otro para colocar las piezas acabadas, conservarlas y preservarlas del polvo, de los insectos, y una habitación para mí y mi familia.Así mismo, como el bien de los alumnos requiere que en el mismo tiempo que se ocupan de nuestros estudios, se apliquen al de las matemáticas, del dibujo y de la Zoología, parece indispensable que otro alojamiento se escoja lo más cerca posible del centro de la capital.Penetrado, Señor, del interés que profeso a mi arte, y del respeto que debo a la Sagrada Persona de V. M. ante quien tengo la gloria de presentarme con este plan, no he disfrazado en nada mi modo de pensar, cuando he creído necesario de admitir en algunos puntos otros principios que otros muchos profesores han adoptado. No creo haber vencido todas las dificultades y haber dado con método en todas sus partes perfecto. Los progresos de las ciencias y de las artes ¿no son ellos incalculables? ¿no es su natural progresión, diré así casi infinita?Contentísimo de haber tenido la gloria de proponer a V. M. el que en tantos años de pericia y de experiencia he podido reunir de más útil y de mayor perfección, a V. M. rendidamente suplico que en atención a mis antiguos y largos servicios en el Real Museo de V. M. y de los esfuerzos que yo pienso emplear en su enseñanza del arte de preparar y conservar los animales destinados al Real Gabinete de Historia Natural, V. M. se digne por un acto de su clemencia mandar se me dé para mi subsistencia y la de mi familia, por Correos como se hace con los demás profesores, el sueldo que sea del Real agrado de V. M., cuya vida ruego a Dios que dilatados años para la felicidad de la Monarquía y de sus vasallos."
Destaca en la memoria de Moineau el repetido empleo, con el propósito de impresionar, del novedoso término taxidermia, originado en 1800 en París y aparentemente más técnico y moderno que el tradicional disecar, empleado comunmente en España en aquel tiempo. A pesar de ello, el tono de la carta hace pensar que el puesto ya se le había prometido y se trataba tan solo de justificar el trámite.
Para su sorpresa, y sin habérsele solicitado informe, la Junta de Protección del Museo recibe el 27 de enero de 1826 un breve oficio del secretario de Estado con la Real Orden:
"El Rey N. S. se ha servido señalar a don Pascual Moineau el sueldo de quinientos ducados durante la voluntad de S. M. situados sobre Correos, mandando al mismo tiempo que se abonen los gastos de la Escuela de Taxidermia que ha de establecer, y asignándole también un premio de seiscientos ducados por cada uno de los discípulos que en el espacio de dos años haya aprendido con perfección y se halle teórica y prácticamente instruido en todos los ramos del arte a juicio y examen de personas inteligentes.Lo que comunico a V. S. S. de Real Orden para que esa Junta de Protección del Museo de Ciencias Naturales vigile acerca del establecimiento de esta nueva escuela, siendo si es posible colocarla en el Gabinete de Historia Natural, y limitándose en los gastos a que los discípulos no carezcan de lo necesario para su instrucción."
El historiador Barreiro expresaba del siguiente modo esa contrariedad, la oposición de la Junta al retorno de Moineau y la predisposición del reinante a acceder a los deseos del disecador:
"A pesar de informes tan desfavorables Moineau fue nombrado (...) para dirigir la Escuela de Taxidermia ¿Qué motivos pudieron inclinar el ánimo del Rey a tomar una determinación tan injustificada y tan opuesta al sentir común de los Profesores del Museo? No hemos podido averiguarlo; pero lo cierto es que tal nombramiento fue un verdadero absurdo y que causó profundo desagrado a todo el personal de dicho Centro."
El 15 de febrero de 1826 la Junta responde a Pedro de Alcántara, secretario de Estado, acerca de la imposibilidad de establecer la Escuela en el Museo debido a la "estrechez del local" (26), que incluso impedía exponer objetos que se mantenían empaquetados sin poder ser mostrados al público.
Al día siguiente, un crecido Moineau manda una carta de agradecimiento al rey por atender su petición, finalizando sus tres páginas de reflexiones y conjeturas con la siguiente petición:
"Suplico que en atención a lo que llevo expuesto tome en consideración mis cortas reflexiones, sobre las grandes ventajas, ahorros y utilidades que éstas producirían, y en su consecuencia se sirva mandar, se reúna la Escuela de taxidermia que S. M. se ha servido poner a mi cargo, al Real Gabinete de historia natural, y que se establezca el Laboratorio de Zoología nombrándome su Jefe, con el sueldo que tienen los demás profesores: Gracia que espero de la bondad de V. E. pidiéndole mil perdones por las observaciones que me he permitido hacerle, nacidas del deseo que tengo de ser útil, y que los gastos que S. M. hace en el establecimiento que está a mi cargo no sean inútiles, quedo rogando a Dios guarde la vida de V. M. muchos años."
Apenas dos semanas después de habérsele concedido, el ávido Moineau no se contentaba ahora solamente con dirigir la Escuela de Taxidermia, ya se le había concedido, insistía además -como había pedido dos años antes- en la creación bajo su mando de un Laboratorio de Zoología que reuniera la escuela y el taller de taxidermia existente, en el que recordemos trabajaba Salvador Duchen y su ayudante. Deseaba ser el taxidermista jefe, tener bajo su control todos los trabajos de taxidermia y además disfrutar del estatus de Profesor.
El 10 de marzo Pedro de Alcántara notifica de Real Orden a la Junta de Protección que, ante la imposibilidad física de establecer la Escuela de Taxidermia en el edificio del Gabinete, "es la soberana voluntad de S. M. que se le abone el coste de alquiler de [la] casa que necesita [Moineau] para colocar su Cátedra, en las cuentas de gastos del establecimiento, que deberá presentar por conducto de la Junta de Protección del Museo que N. S.. preside". Quédese el lector con la palabra cátedra, puesto en el futuro Moineau la reivindicaría. Cinco días después, el 15 de marzo, Antonio Gutiérrez, secretario de la Junta de Protección, traslada la Real Orden a Moineau quien, sin apenas tregua, el 17 de marzo escribe al secretario de Estado que, habiéndose presentado en el Gabinete para establecer la Escuela, se le comunica que "todos los cuartos estaban ocupados", viéndose obligado a "buscar un cuarto proporcionado para el laboratorio sito en la calle de las Tres Cruces, cerca del cuarto en que vive", solicitando se le abonara por Correos el adelanto de seis meses de alquiler a razón de 12 reales diarios. El 10 de abril Alcántara, secretario de Estado, comunica a Moineau una Real Orden que dispone se le abonarán "los gastos necesarios para la compra de utensilios de la escuela de taxidermia y pago de alquiler de casa". El 22 de marzo el duque del Infantado pide a Moineau detalle del coste de los utensilios de la lista que ya había mandado, gastos que se aprobarán el 10 de abril.
En una nota del 7 de junio que Moineau manda al secretario de Estado anuncia a éste la apertura de la Escuela. Los siete alumnos matriculados son José Duchen, hijo del disecador Salvador Duchen, José Cozar, Vicente Asensio, Manuel Escobar, Laureano Jimeno y Juan Gippini. El 14 de agosto Moineau solicita 2.000 reales para poder ir afrontando los gastos sin tener él que adelantarlos. A su petición adjunta una lista de ellos -tres páginas- que arrojaba un saldo negativo de 1.575 reales con 26 maravedíes. Hasta el momento la puesta en marcha de la Escuela había costado 7.842 reales con 10 maravedíes. La lista es interesante desde el punto de vista técnico puesto que nos informa que Moineau empleaba como preservativos el jabón arsenical, el licor espirituoso amargo y el alumbre como curtiente. El 3 de noviembre el disecador reclama al secretario de Estado que se le abonen 4.000 reales, entre los adelantados por él y los comprometidos. Los recibe el 21 de diciembre.
En el Diario de Avisos de Madrid del 30 de junio de 1826 Moineau se anuncia:
"En la Calle de Fuencarral, casa núm. 6, cuarto, segundo, frente a la tahona (27), se ha establecido en virtud de orden de S. M. una escuela de disecar pájaros y demás animales, bajo la dirección del profesor D, Pascual Moineau, quien dará lecciones públicas de este arte todos los dias de la semana no feriados. Los jóvenes que quieran matricularse en esta enseñanza deberán dirigirse a dicho profesor."
Observamos que, a pesar de que a fecha 7 de junio tenía ya seis matriculados, y que en el Plan de la Escuela que había presentado para su aprobación establecía un número ideal de entre cuatro y seis, aún así ¿su anuncio pretendía incrementar los alumnos?
En su particular tira y afloja el 12 de enero de 1827 la Junta Directiva del Museo, mediante informe firmado por Tomàs Vilanova, objeta las cuentas presentadas por Moineau: el elevado alquiler anual de la casa, lo inadecuado del espacio destinado a desollar animales, y su insalubridad, aconsejaban otra ubicación más alejada del centro de la villa, cuyo alquiler además sería menor; replicaba que la mesa podía haber sido más sencilla, de un solo cajón son cerradura en vez de seis y con llave; y el excesivo número de herramientas, utensilios y aves comprados para practicar. Dicho informe remitía al artículo Taxidermie de Louis Dufresne publicado en el Nouveau Dictionnaire d'Histoire Naturelle para rebatir el instrumental considerado como necesario, y ofrecía además su visión sobre el método de enseñanza; y finalizaba:
"Esta Junta (...) se ve también en la dura precisión de manifestar cuanta necesidad de reservar sus informes sobre este particular, en atención a que el interesado lleno de resortes y noticioso de otro informe que hubo sobre el establecimiento de la Escuela de Taxidermia [con el] que no estaba conforme a sus ideas, buscó repetidas veces y acompañado de su mujer a uno de los Vocales de esta Junta Directiva, para que aquélla le insultara con desvergüenzas y amenazas, como así lo efectuó, en términos de cierto día abochornado de una tal publicidad se vio obligado el otro Vocal a salirse del Prado donde sufrió muchos insultos acompañado del Profesor de Matemáticas, don Miguel Loredo (28). Si esto es posible la Junta Directiva tendrá siempre una satisfacción en ser útil en cuanto a V. S. se ofrezca, pero de lo contrario espera le favorecerá en eximirla de semejantes informes para evitar tales y tan escandalosos acontecimientos."
La Junta, saturada por los desaires de Moineau y por haber sido ninguneada al habérsele concedido al taxidermista todo cuanto este pedía, a pesar de sus informes negativos, solicitaba pues quedar al margen. El 23 de enero Moineau presenta una nueva lista de gastos que ocupa 7 páginas, los ordinarios de funcionamiento de la Escuela desde agosto hasta enero de 1827, detallados por días. En total 4.922 reales. El saldo favorable a Moineau era de 2.550 reales. El 8 de febrero el secretario de Estado solicita informe a la Junta de Protección. Ésta a su vez, además de a la Junta Directiva, pide también dictámen a Juan Mieg (29), profesor de Física que hacía tiempo había practicado como disecador, que alegó no ser competente para "dar su parecer" acerca de buena parte de los gastos. La Junta Directiva en fecha 19 de febrero objeta de algunos de ellos a su parecer excesivos: la necesidad del esterado del suelo de la sala de disecado, conjeturando que quizá Moineau esteró el suelo de su habitación particular; las 53 arrobas de leña (30), incompatibles con su estufa de madera, además de haber comprado 12 más de carbón; la cantidad de hilo adquirido; la reparación de un tornillo de mesa, cuando sólo había trabajado con aves. En este punto el informe firmado por Vilanova prosigue:
"(...) no puedo menos de poner en la consideración de V. S. una reflexión bien obvia por lo que se puede deducir la mala fe y el escandaloso robo que se está haciendo en la tal enseñanza: los discípulos son seis muchachos, principiaron su estudio en primero de Junio del año próximo pasado, estamos en la cuenta del 23 de Enero de este año, han destrozado ya 960 pájaros según la suma de ambas listas y todavía siguen aprendiendo a embalsamar pájaros ¿esto es posible? ¿no se ve aquí una picardía bien pronunciada? Pues si a esto se añade que el embasamar pájaros es una operación tan fácil que yo respondo bajo mi palabra de honor sacar adelante a cualquier sujeto, tres o cuatro, y después hacerle disecar en mi presencia otros tantos, y sin más ejercicio presentarles al Gobierno para que prácticamente manifieste estar apto para embalsamar aves. ¿Cuán escandalosas serán delante de mí estas cuentas, y con cuanta justicia el íntimo testimonio de mi conciencia me hará declamar contra ellas?Si según resulta de ambas cuentas ha empleado hasta el día en la compra sólo de pajaritos como son tordos, calandrias y demás 911 reales de vellón? ¿qué hemos de esperar suceda en las de los cuadrúpedos y especialmente en las de los peces, que son más difíciles de embalsamar? Entonces las liebres, conejos y cabritos, los besugos, salmonetes, lenguados y demás que se venden en esta plaza ascenderán a sumas de mucha más consideración.De todas las reflexiones que llevamos hechas sobre este establecimiento se presenta con toda claridad que cada disecador formado en él, si se suma lo gastado en su enseñanza, costará al Gobierno una cantidad exhorbitante sin que responda a ella la utilidad que puede reportar; varias veces he tocado este punto en mis anteriores informes, porque a la verdad es el que más directamente recae sobre mi establecimiento, y ahora vuelvo a repetirlo, porque mis deseos de su prosperidad no me permiten pasarlo en silencio; el Gobierno gastará en la enseñanza de la taxidermia, los jóvenes que asisten podrán aprender a fuerza de años y dinero, y después serán tan inútiles para enriquecer el Real Gabinete como hasta ahora lo ha sido el establecimiento de su enseñanza, pues de los 960 pájaros consumidos en él, ni uno siquiera ha adquirido aquél a pesar de su escasez en estas partes, bien que acaso ninguno le sería útil, porque ni Moineau sabe embalsamar científicamente, según él mismo confiesa, ni puede por consiguiente enseñarlo, ni conocer los que faltan, ni menos lo pregunta en beneficio de la instrucción pública.El establecimiento de la taxidermia, si se tolera conforme las mismas bases en que se halla, será escandalosamente costoso y el que está a su frente jamás podrá ser reconvenido por el Gobierno porque, como árbitro en él, admite a quien se le antoja, compra a medida de su deseo, diseca y hace disecar según su capricho, enseña como quiere y en fin se halla sin evicción ni responsabilidad alguna porque nadie puede fiscalizarle: las partidas que pone en sus cuentas son las que quiere, y nada puede decírsele respecto a algunas de ellas, especialmente en las de los objetos porque con decir que se despellejaron o inutilizaron en la enseñanza paga y queda a cubierto.Es menester convencerse que necesita reformas de mucha consideración, y una de ellas, y no de las menos importantes es la de poner límites a su arbitrariedad en todos los sentidos, sujetarle a que compre o diseque objetos útiles o de poco coste, y obligarle a que sus cuentas giren bajo otra forma, porque si bien están arregladas las partidas a las compras podremos juzgar de aquéllas cuando acaso no respondan a la bondad y veracidad de éstas; y en una palabra, aunque creamos de buena fe que no aumenta los precios, podrá aumentar los objetos y entonces el resultado siempre será el mismo.A pesar de estas reflexiones, y las que hice en mi anterior informe sobre el mismo objeto, veo con dolor, y según la presente cuenta, que se le han abonado las pasadas, o al menos la mayor parte de su importe, y que pone el resto a su favor en la presente: yo por mi parte he dicho, y digo lo que deseo decir en conciencia, pero si no son razones de suficiente peso para corregir tales monstruosidades, estimaría merecer de la bondad de V. S. me inhibiese en lo sucesivo de informar sobre un particular que cada vez se presenta a mis ojos más escandaloso."
Vilanova señalaba como de "mala fe" y de "escandaloso robo" la gestión de Moineau al frente de la Escuela, censuraba la falta de control de los gastos, que éstos se abonaran sin auditar y, visto el poco caso se había hecho a anteriores informes, pedía quedar personalmente al margen. El 22 de febrero la Junta de Protección remite su resolución al secretario de Estado, basándose en los informes de la Junta Directiva. Solicitaba que el funcionamiento de la Escuela se reglamentara y que, a falta de presupuesto, no se admitiera el abono de más gastos si estos no contaban con la aprobación previa de la dirección del Museo:
"Por esta razón la Junta de Protección considerando que S. M. al establecer la referida Escuela tuvo a bien mandar que sus gastos se limitaran a lo necesario para la instrucción, no puede menos de llamar la atención de V. E. hacia el mejor arreglo de lo que en ella se haga sin perjudicar a los adelantamientos de los discípulos. El real Jardín Botánico y el Gabinete de Historia natural ejecutan sus gastos ordinarios con sujeción a un Reglamento que al efecto se les ha dado y cuando les ocurre alguno extraordinario lo hacen presente a esta Junta de Protección para la resolución conveniente. Así pues no habiendo ninguna razón particular para que la Escuela de taxidermia se exima del orden que por punto general se tiene señalado a los demás establecimientos del Museo, y siendo mucho más fácil calificar la necesidad y precio de lo que exija esta enseñanza cuando se haya de hacer uso de ello, que algún tiempo después de haberlo hecho, la Junta es de parecer que mientras no se destine para los gastos de la misma, la cantidad fija que previo examen correspondiente se considere necesaria, sería conveniente el que S. M. tenga a bien mandar que todos los que en ella ocurran no se ejecuten sin que preceda noticia y aprobación de la Junta Directiva del Gabinete, y cuando sean de alguna consideración se consulten a esta de Protección para que determine lo que más convenga."
La Escuela de Taxidermia, incorporada al Museo y supervisada por la Junta.
La Secretaría de Estado responde a la Junta de Protección en fecha 2 de abril de 1827:
"Deseando el Rey Nuestro Señor que la Escuela de Taxidermia puesta al cargo de don Pascual Moineau se rija por los mismos principios económicos que las Cátedras de Historia Natural, se ha servido S. M. resolver que esta Escuela sea incorporada al Museo de Ciencias bajo el mismo pie que están las demás y con la obligación de trabajar Moineau en las tareas propias de su profesión junto a la Cátedra de Zoología. Y como una de las razones que ha impulsado esta medida es la necesidad de fijar los gastos extraordinarios de la misma, ha tenido a bien igualmente mandar S. M. que esa Junta proponga la cantidad que anualmente podrá destinarse a este objeto."
El día 7 recibe Moineau el oficio con la Real Orden:
"Habiendo servido resolver el Rey N. S. que la Escuela de Taxidermia puesta al cuidado de V. sea incorporada al Museo, y quede sujeta a los mismos principios que rigen en las Cátedras de Historia Natural, no haga V. ningún gasto más para la enseñanza, hasta que por conducto de la Junta de Protección reciba V. las órdenes al efecto."
Un mes después, el 7 de mayo de 1827, el Gobierno reenvia a la Junta de Protección las últimas cuentas presentadas por Moineau. Dos días después la Junta, ahora reforzada, comunica a Moineau que la Escuela queda incorporada al Museo y le exhorta a que responda "a la mayor brevedad" acerca de:
"1º. Cuál es la extensión que V. piensa dar a la dicha enseñanza; 2º. Cuál es el plan que se propone seguir para llevarla a efecto; 3º. A cuánto ascienden todos los gastos ordinarios que exige dicha escuela cada año, limitándolos precisamente, según se sirvió S. M. mandarlo al tiempo de establecerla a que los discípulos no carezcan de lo necesario para su instrucción."
El día 13 de mayo Ramón Garcés de Marcilla (31), secretario de la Junta de Protección, con el fin de emitir informe al Gobierno, solicita a Moineau los recibos del alquiler de su casero y demás documentos que justifiquen los gastos que aparecen en las cuentas presentadas. Respuesta de Moineau a la Junta de Protección fechada el día siguiente:
"En contestación al oficio que VV. SS. se han servido pasarme con fecha 9 del que rige relativo a que informe sobre los artículos que lo reclaman. Al primero y al segundo contesto con la adjunta copia del plan que entregué al Excelentísimo Señor Duque del Infantado cuyo original existe en el Ministerio de Estado.Respecto al 3º digo que es imposible que yo pueda fijar el gasto que se hace cada año a pesar que hace ya cerca de uno que está abierto el establecimiento pues como el dispendio es diario y proporcionado al más o menos trabajo que hay en el laboratorio, me es imposible fijar sobre este particular un cálculo completo. Si hay mucha obra crecen los gastos y era preciso para calcular estos adivinar aquella.A pesar de todos mis esfuerzos no pude abrir la cátedra hasta el 5 de Junio de 1826. Los gastos hechos desde aquella época hasta 7 de Abril próximo pasado comprendido el alquiler de la casa ascienden a 15.962 reales de vellón y 9 maravedíes de vellón. De estos hay que deducir 6.830 reales 27 maravedíes que han costado las herramientas y utensilios, resulta que el gasto diario comprendidas las 3 pesetas que S. M. se ha servido acordarme para el alquiler de la casa asciende sólo a 9.121 reales 16 maravedíes, que debo advertir a V.V. S.S. que si importan tan poco estos gastos ha sido por falta de fondos, habiéndome visto precisado adelantar los más indispensables no permitiéndome más mis facultades y por consecuencia el establecimiento no ha prosperado como debía. Sin embargo mis discípulos se hallan ya muy capaces de empezar la colección, por cuya razón van a aumentarse considerablemente los gastos, en consecuencia me tomo la libertad de hacer presente que dotando al establecimiento con mil reales al mes (excluyendo el alquiler de la casa) me parece podré llenar los deseos de la Junta apurando la economía como me dicta la conciencia y deseos para lo mejor. Me propongo reunir en pocos años todas las producciones del Reino animal de la Península y formar los artistas. Es cuanto puedo informar sobre el particular."
Moineau adjuntaba a su carta los recibos de su casero, y justificantes de parte de los restantes gastos, comprometiéndose a presentar paulatinamente el resto. El 25 de mayo la Junta de Protección notifica a Moineau que en las cuentas solamente había anotado 365 reales de alquiler, cuando con ese fin había pedido 6.000 al año, 500 al mes; que faltaban por acreditar los 120 reales mensuales abonados al mozo; y también justificación de otras partidas. En su respuesta del 29 Moineau aporta algunos recibos más, no los de gastos menores afirmando que "nunca pude creer que la Junta dudase de mi honradez", y se excusaba de los no presentados; y sobre el alquiler de su casa decía que anotaba 365 a pesar de costarle 500, por ser la cantidad solicitada en un principio, y que la diferencia la pagaba él "de su bolsillo". El 3 de junio la Junta informa al secretario de Estado, y el 17 del mismo mes traslada al mismo las cuestiones planteadas a Moineau el 9 de mayo. El día 21 de junio la Secretaría de Estado aprueba que Correos abone a Moineau 3.145 reales con 15 maravedíes por la cuenta de gastos extraordinarios presentada.
El 23 de junio de 1827 Moineau recibe una carta de José Asensio Torres, padre de uno de los alumnos de la Escuela. Asensio le hacía partícipe de que se había enterado de que sus fundadas esperanzas -quizá alentadas por Moineau- de que a los seis u ocho meses su hijo recibiría alguna pensión, no se cumplirían, y que, en vistas de su crítica economía, no podía seguir manteniendo a su hijo y que éste debía ayudar a la familia. Le pedía le confirmara si ello era cierto y si había probabilidad alguna "de que logre algún situado (32) diario".
Moineau participó en la Exposición Pública de la Industria
Española que se inauguró en Madrid el 30 de junio. Lo hizo en calidad de
"Profesor de la Real escuela de taxidermia del Museo de historia natural de Madrid",
y expuso un perro de aguas disecado, un modelo de cuerpo de gato, un
grupo de palomas, una paloma, una ganga, un grupo de rapaces con varios
pájaros y un grupo de tórtolas, obteniendo una mención honorífica. Por
cierto, en aquella cita también participó su esposa Felipa Duthu Moineau (33) con un bordado de mostacilla.
Un reglamento para la Escuela de Taxidermia.
El día 30 de junio de 1827 Tomàs Vilanova, presidente de la Junta Directiva, informa -11 páginas- a la Junta de Protección proponiendo un "Plan que abrace los extremos propuestos en los cuatro números" que figuraban en un oficio del día 17, y relaciona dieciséis puntos a modo de reglamento. Entre ellos la ubicación de la Escuela, precisando hallar "un cuarto con corral" más cercano al Gabinete; que la Escuela fuera dirigida por la propia Junta Directiva, que la supervisaría científicamente; añadir a los estudios el montaje de esqueletos "según actualmente se practica en París"; la potestad para examinar a los discípulos en la Cátedra de Zoología, quienes demostrarían sus conocimientos científicos y por lo tanto su capacidad como colectores; la posibilidad de que los alumnos de Zoología asistan a las clases de taxidermia, teniendo en cuenta el número de admitidos y la capacidad del laboratorio; y de que dichos alumnos a partir de sus observaciones comiencen a montar animales sin el empleo de los costosos ojos de cristal, reservados a Moineau y sólo para los animales destinados al Gabinete, sino practicando con bolas de cera; la no salida del laboratorio de utensilios y animales; la prohibición de preparación en el laboratorio de animales no destinados al Gabinete, ventando su uso con fines particulares; la conducción inmediata de los animales terminados al Gabinete; facultar al Profesor de Zoología para que visite libremente el Laboratorio y supervise científicamente; el sometimiento a exámenes anuales a los discípulos por parte de la Junta Directiva; la elaboración de un inventario de "los enseres del laboratorio" y control del gasto, con solicitud por escrito a la Junta de lo que se precise; facultar al conserje del Gabinete para que, previa supervisión de la Junta, sea quien efectue los gastos menores de 300 reales, siendo la de Protección la que apruebe los mayores; el conserje los presentará mensualmente a Correos para que le sean abonados; la enseñanza no tendrá días y horarios fijos, pues dependerá de los animales, rellenándose el horario con el montaje de esqueletos; y finalmente, la Junta Directiva, mediante el intercambio con el extranjero, procurará especímenes a la Escuela.
Ramón Garcés pide un nuevo informe a Juan Mieg, quien en fecha de 12 de julio responde:
"En contestación al oficio que V. S. se ha servido pasarme con fecha 9 de Julio sobre el arreglo de una escuela de Taxidermia; debo decir que siento no tener los conocimientos necesarios para satisfacer a la Real Junta sobre este particular, no habiendo nunca visto semejante instituto. A la verdad me he ocupado un poco en mi juventud disecando algunas aves así como lo practican muchos aficionados a la historia natural y como cualquiera lo puede aprender de los libros que tratan este arte, verbigracia el Manuel du Naturaliste (34); también he asistido a veces a las preparaciones anatómicas y Taxidermia de varias clases en el Real Museo de Historia Natural de París durante muchos años que frecuenté los cursos de historia natural en aquel establecimiento."
En este punto Mieg relaciona trece asignaturas con sus respectivos profesores y prosigue:
"Pero nunca oí hablar de un curso de Taxidermia, a menos que se haya añadido posteriormente. Las preparaciones anatómicas y de Taxidermia se hacían en un edificio separado donde los señores Rousseau y Dufresne con sus ayudantes cuidaban de estos artes, del mismo modo que el señor Lucas estaba encargado del arreglo de los minerales. Debiéndose pues establecer en este Real Museo una cátedra especial de Taxidermia suplico [a] la Real Junta disimule si por falta de datos no puedo darla ningunos pormenores sobre este particular."
En una carta de seis páginas fechada el 17 de julio Moineau se queja a la Junta de Protección del trato que le dispensaba Tomàs Vilanova, demorando la respuesta a su informe y, por tanto, entorpeciendo el funcionamiento de la Escuela, puesto que desde la Secretaría de Estado se le había prohibido efectuar ningún gasto más. Moineau solicitaba a la Junta de Protección que le llamaran personalmente a él para informar, en vez de mediante la Junta de Dirección -de la que Vilanova formaba parte-. Hacía dos meses que su repuesta a las preguntas del oficio del 9 de mayo se habían atascado:
"Allí se ha sepultado, y como no es la primera vez que he soportado iguales detenciones y perjuicios por parte del único vocal que tiene aquella Junta el ya mencionado Vilanova, creo de mi deber no continuar guardando el silencio, consideraciones que perjudican al establecimiento confiado a mi cuidado y dirección, y si el manifestar a V.V. S.S. estos males haciendo presente que con esta demora se ha perdido ya en esta primavera la ocasión oportuna para armar los pájaros y aves que me han traído y no he comprado en observancia de la Real Orden arriba mencionada, resultando de todo esto el que los discípulos encontrándose sin trabajo continuado y observando el total abandono se han disgustado, y siendo así que ninguno faltaba por mañana y tarde en consecuencia a la escuela en el día se contentan con presentarse repentínamente y volver a desaparecer ¿Y qué reconvenciones puedo yo hacerles? Yo mismo, si no me voy, es porque estoy en mi casa. En atención a todo lo expuesto sírvanse V.V. S.S. por el interés del Real erario, y honor del establecimiento, determinar lo que tengan por conveniente para evitar los males explicados y no obligarme a molestar la soberana atención."
Concluía así Moineau su escrito, molesto, e incluso amenazando con ponerlo en conocimiento del rey. El 25 de agosto Moineau solicita al secretario de Estado le sean abonados 2.060 reales por el alquiler de su habitación más el salario del mozo, correspondientes a los meses de abril a agosto. Su petición se acepta el 17 de octubre a condición de que a partir de entonces en cuestión de gastos se someta a las disposiciones de la Junta.
El 26 de septiembre la Junta de Protección solicita a la Secretaría de Estado que para la Escuela de Taxidermia le sea cedido algún piso bajo en el edificio de la Real Academia de San Fernando (35). El Gobierno responderá el 24 de febrero del siguiente año negando la petición.
El día 30 de octubre de 1827 la Junta de Protección recibe un oficio de Real Orden aprobándose su "plan para el arreglo de la escuela de Taxidermia". El 19 de noviembre Garcés comunica a Vilanova que, de acuerdo con el artículo 1º del plan aprobado por Real Orden, se le encomienda busque y "tome en arrendamiento un cuarto" para establecer las enseñanzas de Taxidermia, ya sea el que tienen apalabrado en la calle del León "u otro equivalente". El 22 de noviembre Vilanova informa a la Junta de Protección que se han abonado 1.825 reales por el alquiler de medio año de un cuarto bajo en la calle del León, 22, con jardín, pozo y acceso al agua de la fuente. Cinco días después, el 27 de noviembre, Garcés participa a Vilanova que el cuarto alquilado se antoja pequeño teniendo en cuenta que Moineau tendría su vivienda en él, y resuelve que sea él, Vilanova, junto a Fausto Elhuyar (36), otro vocal, quienes "se sirvan buscar el medio más oportuno que su prudencia les dicte para que, reconociendo juntos, Moineau y Duchen el referido cuarto, vean si sin incomodarse mutuamente podrá Moineau vivir en él y tener su escuela, y Duchen su laboratorio", y en el caso de que no fuera así buscasen otro.
El día 1 de diciembre un receloso Moineau se dirige a la Junta de Protección interrogando acerca de "cuáles eran sus atribuciones y prerrogativas" y cuáles las de Duchen; lamentando que no se le encargara a él la búsqueda de un cuarto, puesto que el nuevo, cotejándolo con el suyo de la calle Fuencarral era poco espacioso, oscuro y húmedo, y no reunía según él condiciones idóneas. Garcés reenvía las reflexiones de Moineau a Vilanova para que informe, lo que éste hace el 6 de diciembre en un texto de 17 páginas, desmontando punto por punto los argumentos del taxidermista: que al no tener los alumnos formación se hace preciso su supervisión científica, algo distinto si se tratara de estudiantes de medicina, cirugía o farmacia, además de que muchos padres habían retirado a sus hijos de la escuela para destinarlos a "oficios conocidos" como carpinteros o herreros, y pedía que fuera el Profesor de Zoología quien propusiera tanto alumnos como piezas a disecar. Sobre el menosprecio de Moineau a la casa recién alquilada, Vilanova afirmaba que apenas había diferencia entre las dos casas, únicamente que la actual "es una magnífica habitación para habitar él con comodidad pero sin ninguna proporción para el fin que se desea", que estaba situada en un cuarto piso sin fuente ni patio, que Moineau pagaba al mozo para que le subiera agua, que era más cara, y además contraargumenta que la recién alquilada no era ni húmeda ni oscura; añadiendo su opinión de que no era compatible que un laboratorio compartiera espacio con una vivienda por razones sanitarias y de convivencia entre los dos disecadores, uno de los cuales viviendo en ella con su familia. Vilanova terminaba diciendo que seguramente el Gobierno encontraría una mejor en el futuro, pero que la alquilada era la que en aquel momento mejores condiciones reunía. El informe de Elhuyar, datado el día 8, acerca de "la independencia del profesor de Zoología con que Moineau pretende debe considerársele por su destino", insistía razonándola en la necesidad de supervisión científica de la Escuela para lograr sus objetivos, además de los objetos a montar, y de los discípulos a admitir; consideraba asimismo idóneos los cuartos alquilados en la calle del León, en los mismos términos que Vilanova.
El traslado de la Escuela de Taxidermia. Resistencia de Moineau.
El día 13 de diciembre de 1827 la Junta de Protección informa al secretario de Estado que había tomado en alquiler los locales de la calle del León, su coste, y "donde deberá trasladar su Escuela don Pascual Moineau"; que se habilitará una sala como "laboratorio de dirección", lugar de reunión de toma de decisiones; que se modificará el Reglamento para que sea el Profesor de Zoología quien reciba las solicitudes de ingreso a la Escuela y las traslade a la Junta de Protección para que decida, preferentemente entre estudiantes de Ciencias Naturales, Medicina, Cirugía o Farmacia; solicita la eliminación de la prima de 600 ducados por alumno adiestrado, señalando alguna compensación para Moineau si se estima oportuno; que sólo se puedan usar los especímenes según juicio del Profesor de Zoología; y que cuando por cualquier motivo alguna de las plazas desempeñadas por Duchen o Moineau quedara vacante, se suprimiera, pues al Gabinete le bastaba con un único disecador al que se le podía encomendar la enseñanza. En su respuesta del 12 de enero de 1828 la Secretaría de Estado daba por aprobadas las propuestas de la Junta y ordenaba a la misma que estableciera la compensación a Moineau.
Un día antes, el 11 de enero, ajeno al oficio del Gobierno, Moineau se dirige a la Junta de Protección para exponer sus apuros económicos por, desde abril, no poder pagar al casero ni al mozo, debido a seu restricción de gastos. Moineau, como siempre, enfatizaba que ocupaba el puesto de "profesor de Taxidermia por voluntad de S. M.", que así no podía "cumplir la soberana voluntad del Rey Nuestro Señor", que "correspondiendo a la confianza de S. M. estoy obligado a llamar la atención de V.V. S.S.", que "la citada obediencia [a la Junta] me ha puesto, así como al establecimiento que S. M. puso a mi cargo, en el último apuro", que no le era posible "sin los medios propuestos responder a S. M. de la continuación del establecimiento que con tanto encargo me ha confiado el Rey Nuestro Señor". Moineau se quejaba de que, tras ser incorporada la Escuela al Museo, debía "ser reconocido como Profesor", y que mientras el resto de profesores cumplía seis horas de trabajo semanales, él trabajaba sin cesar; y adjuntaba un presupuesto para los pagos "que en el día se necesitan para sostener este establecimiento". Moineau terminaba suplicando que atendieran sus demandas para mantener la Escuela; que comenzaba a "advertir disgusto" en algunos discípulos; que "conforme a la voluntad del Rey Nuestro Señor, declarándome Profesor como los demás del Real Museo, y Catedrático de este ramo, que esta es la voluntad de S. M.", que como catedrático no se le sometiera a otro catedrático, solamente a la Junta, y que como tal debía tener igual "sueldo, consideración y prerrogativas"; y finalmente que se le abonaran los gastos de nueve meses pendientes "contra la expresa voluntad de S. M.". A la instancia anterior Moineau, que no era catedrático, adjuntaba documentos que justificaban y cuantificaban su solicitud.
El 23 de enero de 1828 Ramón Garcés, secretario de la Junta de Protección, comunica a Moineau el Reglamento "para la Dirección de la Escuela de Taxidermia", coincidente punto por punto con el propuesto por Tomàs Vilanova en su informe del 30 de junio; también el traslado a la calle del León de la Escuela, a partir de ahora compartida con el Laboratorio de Duchen; la decisión de que los aspirantes a discípulos lo debían solicitar al profesor de Zoología, y que con preferencia fueran estudiantes de Ciencias Naturales, Medicina, Cirugía y Farmacia; que los especímenes a preparar los designase el profesor de Zoología; que debía trasladarse al nuevo domicilio; y que el Gobierno sólo le abonaría el alquiler de su actual cuarto hasta el 31 de enero.
Barreiro se refiere a la redacción y resume el Reglamento que pretendía embridar a Moineau, y prosigue: "Apenas se había posesionado Moineau de su cargo y ya se dirigió a la
Junta de Protección reclamando independencia completa del Profesor de
Zoología D. Tomás Vilanova, su inmediato jefe. Le contestaron
negativamente, mas a pesar de todo esto, trató de sustraerse de la
autoridad de aquél en cuantas ocasiones se le presentaron".
El 29 de enero Moineau responde que hasta la fecha, y debido a su enfermedad, no le había sido posible acusar recibo del oficio de la Junta ordenándole el traslado; que a causa de su estado tampoco había podido levantar inventario de los enseres de la Escuela; y que habiéndoles hecho presente "lo húmedo y nocivo que es el cuarto de la calle del León", adjuntaba certificados de un périto arquitecto y de su médico avalando su opinión; a la vez que advertía que le sería imposible trasladarse antes de la fecha señalada. El certificado médico lo firmaba José María Turdán, entre otros títulos, honores y cargos "segundo cirujano médico de cámara de S. M.", quien afirmaba que Moineau padecía desde hacía tres semanas una "cophalalgia reumática pertinaz con calentura periódica, efecto de la estación húmeda que ha precedido, y de un estímulo reumático que tiene en su sistema. Mediante el plan metódico que está practicando ha logrado algún alivio, pero dudo de su total curación hasta la primavera próxima, evitando en el interín los trabajos, humedad, frío y cuantas causas puedan cooperar a la exacerbación de la enfermedad, porque de lo contrarió podrá fijarse en una víscera y acabar con su vida". El certificado era de Antonio Conde González, "Arquitecto Académico de Mérito de la Real Academia de Nobles Artes denominada de San Fernando", quien a petición del disecador había reconocido la finca de la calle del León, observando que en algunas de las instancias, además de ser lóbregas, oscuras y poco ventiladas, persistía la humedad a pesar de las medidas tomadas para evitarla, y que científicamente no se pronunciaba acerca de si la casa era o no apta "para practicar el ejercicio de la disecación".
Tres días antes, el 26 de enero, en respuesta al oficio del 12 anterior, la Junta de Protección propone al secretario de Estado que el sueldo anual de Moineau se aumente en 2.500 reales, en sustitución de la abolida prima de 600 reales por discípulo. El día 7 de febrero un oficio de la Junta de Protección apremia a Moineau, para que se traslade de a su nueva habitación. El día 15 el disecador notifica que sigue enfermo y que por ello no había podido acusar recibo de dicho oficio. Al día siguiente la Secretaría del Estado aprueba el incremento de sueldo de Moineau, que sumará 2.500 reales de vellón a su sueldo anual de 500 ducados. Finalmente, el
19 de octubre se ordena el abono de dicho aumento.
El 7 de abril de 1828 recibe Moineau de la Secretaría de Estado un oficio exhortándole a que cesen los gastos diarios de la Escuela de Taxidermia. El 21 el disecador responde que no podrá ser debido al contrato firmado con el casero (37), "al tiempo" que está pendiente de la resolución de la Junta de Protección para que se abonen. Moineau aprovechaba para rogar al Gobierno que ordenara a Correos pagara directamete a su casero el alquiler del mes de mayo y mensualmente los sucesivos, hasta que el traslado fuera efectivo.
El 26 de abril Moineau presenta nueva instancia a la Junta de Protección acompañada de una cuenta de gastos, reclamando el abono de 3.995 reales de vellón por el alquiler de octubre hasta finales de abril más el sueldo del mozo. El 11 de mayo la Junta de Protección informa a la Secretaría de Estado, "más sabiendo que este interesado tiene pendiente en ese Ministerio solicitud sobre el particular", de la orden tajante de traslado de Moineau y de su Escuela de Taxidermia a la calle del León, para que resuelva con conocimiento de causa acerca de la solicitud de pago del alquiler. El 25 de mayo la Junta de Protección requiere a Moineau documentos acreditativos de sus pagos del alquiler y del mozo. En un borrador fechado el 10 de julio Moineau comunica al secretario de Estado que había sido embargado y suplicaba "que tenga a bien tomar la providencia que juzgue más oportuna a fin de librar al suplicante de una tal vejación en la que no ha tenido ni tiene la menor culpa, pues proviene de la no paga de sus sueldos". Dos días después, el 12 de julio, el Gobierno accede a abonar a Moineau las mensualidades del alquiler pendientes puesto que "se halla judicialmente ejecutado".
El 19 de agosto de 1828 la Secretaría de Estado solicita a la Junta de Protección informe acerca de la carta de Moineau del 29 de mayo referente a la no idoneidad de la casa de la calle del León. El día 23 Moineau se dirige al Gobierno puesto que el contador de Correos sólo se había comprometido a abonarle el alquiler del mes de mayo si le era presentado el recibo conforme se había satisfecho, pero no su aumento de sueldo debido a una reclamación de la Junta de Correos al Ministerio. El 3 de septiembre la Junta de Protección encomienda a su vocal Fausto Elhuyar para que, acompañado de un médico y un arquitecto, visite la casa de la calle del León e informe de si el cuarto "es capaz, saludable y apropiado" como "laboratorio de disección" y Escuela de Taxidermia. La visita se acordó para el siguiente día 6 a las 9 de la mañana.
El 30 de septiembre la Junta de Protección manda el informe reclamado por la Secretaría de Estado el 19 de agosto. La memoria incluía los antecedentes que conocemos, y cuando abordaba la independencia "artística y operatoria" que Moineau mantenía en su Escuela -no así la científica ni económica-, la memoria afirmaba que era la misma que la de "cualquiera otro Profesor del Museo", y negaba la existencia de una "mano oculta" que tratara de "oscurecer y aún destruir su enseñanza". Con el propósito de evitar enfrentamientos personales entre Moineau y Vilanova, y a pesar de lo establecido en el Reglamento, el informe solicitaba aligerar la supervisión a cargo del profesor de Zoología, descargándola en parte en Elhuyar, que ejercería como comisario. En cuanto a los motivos de Moineau para no aceptar su traslado a la calle del León, aún habiéndo presentado certificados técnicos, la Junta los consideraba "carentes enteramente de fundamento". En conclusión, se estimaban insuficientes las razones esgrimidas por Moineau para que su establecimiento no se sujetase a "las reglas que se le tienen prescritas", entendiendo además la Junta que sería muy conveniente "que se le mande ejecutar lo que se le tiene ordenado".
Moineau se niega a preparar los ejemplares fallecidos en la Real Casa de Fieras.
En
aquel tiempo todos los animales que fallecían en la Real Casa de Fieras del
Retiro se mandaban disecar con destino al Real Museo, de cuyo trabajo se
encargaba ordinariamente Salvador Duchen. El
27 de enero de 1829 Bernardino Barragán, director de la Casa y Jardín
Reservado del Rey, solicita a Ramón Garcés, secretario de la Junta de
Protección, que ante la baja por enfermedad de Salvador Duchen y la
imposibilidad del hijo de éste para realizar el trabajo, se busque algún
disecador que pueda hacerse cargo de disecar un animal recién muerto.
Dos días después Garcés manda un oficio a Moineau para que se haga cargo del trabajo bajo la
dirección científica de Tomàs Vilanova. La respuesta de Moineau a la
Junta Directiva, de acuerdo con su carácter levantisco, fue la siguiente:
"Que hallándome a la cabeza de una Escuela como estoy, y que mi modo de operar no es lo mismo que el de los demás, es imposible que pueda cumplir con las órdenes de V. S. S. de trasladarme al sitio donde ha muerto el animal, y así les suplico se sirvan acordar sin pérdida de tiempo, se traslade a este Real Establecimiento, donde podrá dirigir por escrito (si no quiere molestarse en venir) sus observaciones científicas don Tomás Villanova".
Aquel
mismo día Diego Clemencín, secretario de la Real Academia de San
Fernando y presidente de la Junta de Protección del Real Museo, manda un
oficio urgente a Moineau reprendiéndole y ordenándole que hiciera el
trabajo:
"(...) debo prevenir a V. que vista la presente, y sin dilación ni excusa alguna, pase a verse con don Tomás Vilanova, que ya está avisado, y comunicará a V. las instrucciones que como Profesor de Zoología y en virtud de Real Orden debe dar para la preparación y disposición conveniente del cadáver. A cuya operación procederá V. inmediatamente, poniéndose antes de acuerdo con don Bernardino Barragán, jefe de dicho establecimiento del Retiro, que asimismo está ya avisado, y consultando con el profesor Vilanova cualquier duda que pueda ocurrir en la parte científica que le corresponde. En la inteligencia de que será V. responsable de cualquier inconveniente que resulte en la omisión o dilación en hacer lo que se le previene."
Al
día siguiente, 30 de enero, Clemencín, malfiándose de Moineau, escribe a Vilanova:
"(...) para evitar que con la dilación se eche a perder el cadáver, malográndose la adquisición de este objeto que la beneficiencia que el Rey N. S. proporciona al Gabinete de Historia natural; se hace preciso que V. sin pérdida de tiempo haga diligencia a persona inteligente, para que en el caso que don Pascual Moineau no se encargue de disponer y disecar dicho animal, pueda proceder inmediatamente, y siempre bajo la dirección científica de V. directamente, a esta operación."
Aquel día fue algo movido. Barragán escribe a Garcés:
"Habiéndoseme presentado el Disecador don Pascual Moineau, (...) me ha manifestado que no puede hacer la disecación del cuadrúpedo que ha muerto en la Real Casa de Fieras, y que necesita llevarlo a su casa, y que como esto sea contrario a las órdenes que tengo de S. M. mi Augusto Amo, he de merecer de la atención de V. S. que lo haga presente a la Junta para que o bien disponga que el referido Disecador Mooineau venga a ejecutar a esta Real Posesión la del cuadrúpedo muerto, o que me envíe otro que la verifique en el supuesto de que la voluntad de S. M. es que se haga aquí como anteriormente, y después que se le trasladen todos los objetos al Real Gabinete."
El día 31 cumplía el animal cuatro días muerto. Clemencín ordena a Vilanova que "conforme a lo
que le encargué ayer verbalmente, disponga al instante, sin perder
momento, que pase persona inteligente de su confianza a avistarse con
don Bernardino Barragán para proceder a la disecación del consabido
civeto o gato de algalia". En este punto conocemos de
qué animal se trata, una civeta, un mamífero de entre 2 y 4 kilos que
cualquier subalterno podría haber trasladado de un lugar a otro.
Vilanova manda a Eusebio Rey, discípulo de Salvador Duchen, para que se
encargara de disecarla, pero cuando éste llega al lugar el rebelde de Moineau
está realizando finalmente el trabajo -había tomado una diligencia a las 9 de la
mañana-, asistido por uno de sus alumnos que había llegado bastante antes y
había comenzado a desollar el animal. Vilanova había ordenado que aquella civeta se
disecase "con la boca abierta para clasificarla", a lo que el incordiante Moineau
replicó que no sería una postura muy natural y que para poder
clasificarla podía dejarle "el cráneo por separado" y que "a mí me es
indiferente ponerlo como usted me indica", aún añadiendo que ello le
suponía mayor trabajo. La respuesta de Vilanova fue tajante: "basta el
que tenga la boca abierta para que vistos los molares y caninos pueda
clasificarse".
En marzo de 1829 Moineau diseca una mona del Retiro sin que
Vilanova le diera instrucción alguna. En julio fallece en la Real Casa un
"ciervo de Rusia" y Duchen, que seguía enfermo, recomienda que el
trabajo lo realizara su hijo en presencia suya. Tras concluir aquel
venado, Duchen padre pide por escrito a Timoteo Álvarez de Veriña, comisario del Real Museo, que su hijo se incorpore al Museo como ayudante, una plaza que había dejado de existir hacía años, "pues mis repetidas enfermedades me imposibilitan atender la
disecación de las varias piezas que con premura se presentan tanto de la
Casa de Fieras del Buen Retiro, como de las remitidas particularmente
por los Ilustrísimos Señores Infantes, siendo mi hijo don Juan José
Duchen quien me ha sacado de estos apuros, haciendo él solo las que se
han presentado en el Real Gabinete". Duchen envía también súplica al rey. En
agosto fallece una llama en la Casa de Fieras. El 21 del mismo mes la Junta de
Protección recibe un oficio para que como Real Orden se amoneste al rebelde de Moineau por su actuación de finales de enero:
"Enterado S. M. se ha servido resolver se manifieste a Moineau su Real desagrado por la falta de subordinación de que en esta ocasión ha dado muestra, haciéndole entender que debe moderarse si no quiere que se adopten respecto a él medidas más severas. Al propio tiempo me ha mandado S. M. recomiende a la Junta la pronta conclusión del reglamento que le está encargado para que de este modo se ponga de una vez término a tantos desórdenes y falta de subordinación como se notra entre algunos subalternos de los Establecimientos que existen a cargo de la Junta."
Nuevas solicitudes de aumento de sueldo y de devolución de efectos.
En una carta borrador fechada el 2 de junio de 1829 el recalcitrante Moineau suplica al rey se le conceda un sueldo anual de 12.000 reales anuales "como tienen los demás profesores de dicho establecimiento", además de una cantidad "que sea del Real agrado de V. M., para los gastos que se originan en la cátedra". En la instancia que finalmente fechó y mandó el 30 de junio, cuantificaba en 8.000 reales dichos gastos, y ponía como ejemplo: "ahora mismo se acaban de disecar en su Escuela unas piezas de órden de S. M. de la Casa del Retiro, y el exponente ha costeado hasta los pedestales y [palabra ilegible] que se necesitan para colocarlas con el aseo que requiere el sitio para donde se destinan".
El
7 de junio Moineau reclama por carta a Manuel González Salmón, secretario de Estado, el resto de los objetos que no le fueron
entregados nada menos que siete años antes, un libro de cuentas que echó
en falta del cajón que le entregaron, además de los libros de Buffon y
el de artes y oficios y el grupo de la zorra disecada y el busto. Tomás
Vilanova informa que la petición de devolución ya se había atendido
en 1822, adjuntando además copia de solicitudes e informes. Como en la
anterior ocasión, la Junta informó que Moineau debía demostrar que lo
reclamado era efectivamente de su propiedad. Aquel contencioso se
alargaría un par de años más. En 1831 la Secretaría de Estado remitió un
oficio a la Junta y ésta el 3 de marzo de aquel año comunica al taxidermista que
debía presentar pruebas para recuperar el resto de sus efectos. El día 5
de julio Moineau presenta pruebas y testimonios y termina su carta
amenazando con llevar su reclamación a la Justicia "para que no quede
mancillado mi honor" aún confesando que ello resultaría gravoso y largo en el
tiempo. El día 30 de julio Felipa Moyano, la esposa de Moineau, manda una
carta a un personaje femenino desconocido, solicitándole mediación:
"Excelentísima Señora.A la protección de V. E. debemos la tranquilidad y el haber evitado la ruina total de mi casa en varias ocasiones y momentos desesperados. La mano benéfica de V. E. que se extendió entonces en favorecer a un anciano perseguido, confío en que no le abandonará en el asunto que en el día tiene pendiente. Sin que éste sea sabedor, me acojo a V. E. para que nos evite unos gastos que su pundonor y honradez le harían hacer y que nos serían sumamente ruinosos en las apuradas circunstancias en que nos hallamos.Ha llegado a mí noticia, que en la Junta de Protección se ha dudado de la veracidad de los hechos que ha expuesto mi esposo para hacer ver la propiedad de los efectos que ha pedido como suyos. Si hubiese de presentar la justificación judicialmente le acarrearían gastos que no podría soportar. V. E. se convenciera de la injusticia con que obrase este proceder, lo cual me impele a molestar la atención de V. E. suplicándola interponga su poderosa mediación para que se eviten unos gastos que sólo la maldad puede fomentar, y que se le entreguen las obras que pide como S. E. tiene mandado a mi esposo, y si V. E. lo encuentra a bien que esté sujeto a las resultas si otro probase ser suyas. Perdone V. E. el atrevimiento de una desgraciada que en ésta se acoge al generoso corazón de V. E. con el loable objeto de evitar un disgusto que en una salud deteriorada acarrearía funestas consecuencias, y queda rogando a Dios guarde su vida muchos años."
Aquel
ángel de la guarda al que acudió Felipa Moyano, a espaldas de su
orgulloso marido, veló de nuevo por los Moineau. De la desesperada carta se desprende que aquella mujer, intercediendo por su esposo, sacó de más de un aprieto a la familia. Y quizá fuera quien también respaldara el reingreso del disecador en el Gabinete tras su huída, o quien incluso intercediera ante sus solicitudes dinerarias y de aumento de sueldo. La mayoría de las cartas de Moineau, algunas primero en borrador, fueron redactadas de puño y letra por Felipa Moyano, y un buen número de ellas, no todas, las no muy urgentes, pasadas a limpio por escribientes.
Así pues, el día 3 de noviembre
de 1831 Timoteo Álvarez de Veriña, comisario del Real Museo, notifica
a Ramón Garcés, secretario de la Junta de Protección, para que proceda a
entregarle a Moineau lo que reclama. Álvarez de Veriña escribía: "Es
cierto que las pruebas que presenta Moineau no tienen la solemnidad
legal que debería desearse, pero atendiendo que de exigir al recurrente
la presentación de dicho requisito, sería ponerle en el caso de invertir
en diligencias judiciales una suma superior al valor de lo que pide,
cuando por otra parte no son objetos cuya importancia pueda excitar la
codicia de nadie; soy del parecer que dispensando la formalidad legal se
admitan como bastante las pruebas que ha presentado y que en virtud
sean entregados el Buffon histoire naturelle, (...)". El 12 de noviembre Garcés firma la orden de entrega a Moineau de sus efectos.
El 21 de agosto de aquel año 1831 la Secretaría de Estado participa a la Junta de Protección de que el rey está enterado del informe de 30 de septiembre y aprueba lo que la Junta propone, incluida una menor supervisión de Vilanova en la Escuela de Moineau y la orden para que éste se traslade "a la casa que la Junta le designe".
El 24 de agosto la Secretaría de Estado pide informe a la Junta acerca de la solicitud de Moineau de aumento de sueldo. El día 30 la Junta remite un largo y recapitulador informe -el borrador alcanza la docena de páginas- que concluye recomendando se rechace la petición. El 30 de septiembre el Gobierno informa a la Junta que desestima la reclamación de Moineau, a quien le es comunicada el 8 de octubre.
Moineau se resiste a emitir un certificado de asistencia a la Escuela.
El 9 de enero de 1830 Juan María Gippini (38), padre de Juan Teodoro Gippini, alumno de la Escuela, solicita a Moineau copia del decreto de creación de la Escuela de Taxidermia, con el fin de "que se le pueda lograr algo para Juanito en el Real Cuerpo de Carabineros de Puertos y Fronteras". El 12 de enero es el propio exalumno quien pide copia del decreto a la Junta de Protección.
En
uno de sus pocos manuscritos de puño y letra conservados Moineau confirma, en su
respuesta no datada a la Junta, que el joven Gippini acudió a la
Escuela hasta finales de 1828 fecha en "que se retiró sin ningún
motivo", aunque después aludía a que "no podía sufrir los gastos"; añadía y
certificaba que se trataba del alumno "más adelantado" en el ramo de las
aves, aunque le faltaba la práctica "que no se adquiere [más] que con el
tiempo"; y que en el ramo de los cuadrúpedos le faltaba mucho por
aprender y que por ello no "me creo autorizado a dar dicha
certificación".
Por mediación de su padre, Juan Teodoro Gippini envía una
carta a Moineau extrañado de que su profesor no acceda a su
petición. Un fragmento:
"Pues me parece imposible que tanto usted como su señora se nieguen a una cosa tan sencilla y más manisfestándome un cariño tan entrañable como todo Madrid sabe, y sin esto haberme salido de su casa dijeron ustedes mismos que aunque había hecho la tontería, de decirme [que] en cualquier cosa que ustedes me pudieran favorecer lo harían con sumo gusto.En ninguna ocasión mejor que ahora lo pueden hacer porque estoy pretendiendo entrar en el Cuerpo de Carabineros de Costas y Fronteras, y para que no me descuenten nada del sueldo los dos próximos años para el Montepío necesito hacer constar que he pertenecido a un Real Establecimiento, y así estimen que al dador de la presente le dejen sacar una copia, favor que espera éste su [palabra ilegible] discípulo."
En
la respuesta dictada por Moineau y redactada por su esposa, el taxidermista le pide que no le escriba más y que "no debo
recibir sus cartas, nadie le ha cerrado las puertas, y a usted le digo
lo mismo que mi esposa contestó por mi mandante, acudan con un memorial a
los señores de la Junta, es decir exponiendo a estos señores lo que
dicen y pidiendo me lo pasen a informe, y yo contestaré. Es cuanto puedo
hacer!". Como posdata Felipa añadía: "Lo abajo firmado contesté por
órden de mi esposo sólo fueron estas palabras: Diga usted que acudan a
los señores de la Junta, y no diga más que recibió el recado, esto no
quita que sostenga su palabra con honor a las mismas consideraciones que
tiene don Pascual y haga en favor de Juanito cuanto pueda". Como aludida se sentía obligada a puntualizar. En su pulso con la Junta el disecador se negaba de nuevo.
El día 23 de enero Juan Teodoro Gippini traslada a la Junta que su profesor Moineau manifiesta que "sin previo consentimiento" de ésta, no puede acceder a su petición. El 27 de enero la Junta accede. Moineau responde el día siguiente a la Junta que nadie le pidió una certificación "ni verbalmente ni por escrito", que solamente el padre le pidió el nombramiento o copia del decreto de fundación del establecimiento, y que "contesté acudiesen a ustedes no creyéndome yo autorizado a dar semejante documento", añadiendo que no tenía inconveniente en dar "a Gippini cuantas certificaciones quiera, no sólo porque es debido, sino porque se lo merece por su aplicación, tanto que es una cara pérdida para el Real Museo el que no concluya de aprender, pues hubiera con el tiempo sido más profesor que yo". En el borrador del certificado de su nota de respuesta a la Junta Moineau añadía que Gippini estuvo a su cargo desde el 5 de junio de 1826 hasta el 24 de diciembre de 1828: "Su continua asistencia a todas horas del día, su singular aplicación y disposición le hicieron acreedor a que le distinguiese de los demás discípulos" (39).
El 27 de mayo de 1831 Moineau se queja a la Junta de Protección de que, en base a una resolución que no se le había comunicado, se le negaba el acceso a la consulta de las obras de la biblioteca en las mismas condiciones que el resto de profesores. El 10 de junio se le autoriza verbalmente a consultarlas in situ, pero un día después el disecador escribe al presidente de la Junta para participarle su imposibilidad de trabajar con notas y su necesidad de tener a la vista los modelos de las obras mientras trabajaba, teniendo en cuenta que algunas las había reclamado como suyas de cuando abandonó su puesto en 1813. A esta queja se sumarían más adelante otras por el mismo motivo.
Moineau, Disecador de Cámara del Rey.
El 12 de noviembre de 1831 González Salmón, secretario de Estado, comunica a Moineau:
"El encargado de la Mayordomía mayor de S. M. me dijo con fecha 3 de agosto último lo siguiente:'Conformándose el Rey N. S. con lo propuesto por el Sr. Sumiller de Corps (40) en 26 de julio último, sobre instancia de don Pascual Moineau, profesor de Taxidermia en esta Corte, se ha dignado S. M. concederle el nombramiento de Disecador de Cámara pero sin sueldo alguno mediante, que deberá presentar cuentas de las obras que se le encarguen.'De Real orden lo digo a V. para su noticia y satisfacción."
El disecador, que probablemente preparara algunas piezas para la familia real, no desaprovechó la oportunidad para solicitar un nombramiento honorífico, que le fue concedido. Su protector seguía ejerciendo influencia en el soberano. El 29 de septiembre de 1833 fallece Fernando VII y comienza el reinado de Isabel II.
Como hemos comprobado, de aquella primera promoción de la Escuela, tan solo José Duchen llegaría a trabajar como taxidermista, inicialmente como ayudante de su padre, y a partir de 1834, como primer disecador del Museo. Recordemos que a principios de 1828 Moineau transmitía a la Junta el "disgusto" de algunos de sus discípulos. Se constata que Vicente Asensio y Juan Gippini la abandonaron por motivos económicos, pero quizá fueran más. Barreiro da cuenta de una segunda promoción de alumnos, que además cumplían lo establecido en el Reglamento, que fueran ya estudiantes:
"En abril de este año (1834) recibió la Junta citada una solicitud al pie de la cual constaban las firmas de siete alumnos de la clase de Zoología, llamados respectivamente Luis Ladrón de Guevara, Juan Antonio Valles, Custodio Luca, José Abades Resano, Pedro Pardeve, José Pérez de Córdova, Juan Fourquet. Pedían en ella se les instruyese en el arte de disecar y embalsamar con el fin de ser útiles al Museo cuando en lo futuro se les presentase ocasión de facilitarle alguna pieza para las colecciones.Con este motivo ordenó Vilanova al Disecador que pasase a dichos alumnos el oportuno aviso siempre que procediese a disecar mamíferos, aves, etc."
Fallecimiento de Moineau.
Pero éstos ya no recibirán clase de Moineau, sino de Salvador Duchen. El 10 de mayo de 1834 Alfonso Ramírez de Briones, conservador del Real Gabinete, envía una nota al comisario del Real Museo de Historia Natural:
"Acabo de saber que el Profesor de Taxidermia del Museo D. Pascual Moineau, Disecador del Real Gabinete de Historia natural, ha fallecido, y teniendo noticia de que se hallaban en su poder algunos efectos pertenecientes a este Real Establecimiento, lo pongo todo en el debido conocimiento de ustedes para las disposiciones que juzguen oportunas."
El día 11 de mayo Felipa Moyano envía una carta al presidente de la Junta de Protección:
"El estado convulsivo en que quedé, estado que me hallo aún, no me ha permitido dar parte a V. S. del fallecimiento de mi esposo acaecido a las cuatro y media de la mañana del día 9 del corriente.En consideración a que mi cabeza aún no está absolutamente para nada he de merecer a V. S. la bondad de que me conceda algunos días para hacer en persona la entrega de los efectos que obran en mi poder pertenecientes a S. M."
Se le concedió el novenario. El día 16 Timoteo Álvarez, comisario del Real Museo, manda un oficio a Alfonso Briones, conservador del de Historia Natural, en el que le pide tome "las disposiciones oportunar para que no se extravíe ninguno de los efectos pertenecientes al Real Gabinete de Historia Natural que existan en casa del difunto". En su respuesta fechada el 6 de junio, el conservador responde que se había presentado en casa de la viuda, junto con el taxidermista Salvador Duchen y dos dependientes del Museo, formalizándose un inventario -tres páginas-, y que debido a un temporal y a la marcha de Felipa Moyano a Aranjuez, de momento no se había podido realizar el traslado. De los efectos, mayormente herramientas y material, destacaban las pieles de un "tigre real, pantera y toro de la China" y una colección de aves, "noventa aves comunes disecadas" según el inventario, cuyo traslado se consideraba urgente por su exposición a la polilla.
El 4 de junio el Ministerio del Interior solicita a la Junta de Protección que le informe, puesto que la viuda de Moineau había solicitado pensión. En su respuesta del día 11 la Junta señala que lo que el Gabinete tenía establecido percibieran las viudas era una tercera parte del sueldo de sus maridos, además de insistir en que no era necesario cubrir la plaza vacante puesto que se contaba con Salvador Duchen y "el ayudante que últimamente se le ha agregado", y que bastaba "para las necesidades del establecimiento". El día 19 Felipa Moyano solicita al presidente de la Junta de Protección un certificado en el que conste la fecha de traslado, puesto que en Correos se negaban a abonarle el alquiler "hasta dicho día". El 30 de julio el secretario de Estado notifica a la Junta de Protección que la reina concede "como pensión, y no como viudedad" la tercera parte del sueldo de "que disfrutaba su marido", a la vez que accede a suprimir la plaza vacante.
Para los miembros de la Junta de Protección termina un periodo desasosegante. El historiador Barreiro concluía sobre el personaje:
"En 9 de mayo de 1834 falleció D. Pascual Moineau, Disecador del Museo, dejando un recuerdo ingrato de su gestión, (...). Siempre en lucha con los Profesores por negarse a secundarlos, dio muestras bien patentes de ser un elemento perturbador y rebelde y un dependiente infiel a sus deberes."
Una notificación de Alfonso Ramírez a Timoteo Álvarez fechada el 1 de julio de 1834 da cuenta de que "De las aves disecadas, recogidas del Laboratorio del difunto don Pascual Moineau, han podido aprovecharse para el Gabinete hasta 73; y tenemos además otras 12 de gran tamaño depositadas en un cuarto sin fanales ni otro preservativo contra los destructores ataques de la polilla, que no sea el de los frecuentes, costosos y molestos sahumerios (41)". Ramírez aprovechaba además para relacionar los arreglos que debían acometerse en la sala de aves con el propósito de acomodarlas convenientemente.
En
aquella época el disecador del Real Museo seguía siendo Salvador Duchen,
quien el 21 de mayo había elevado a la reina Isabell II una solicitud para
ocupar la vacante de profesor de la Escuela de Taxidermia, pidiendo a su
vez que su hijo, ayudante suyo, pasara a ocupar la de primer disecador
del Museo. Aquella solicitud fue atendida.
Salvador Duchen y Tomàs Vilanova fallecen tres años después, en 1837. Ese año el médico y naturalista Mariano de la Paz Graells, recién llegado a Madrid para
ocupar la vacante de la cátedra de Zoología, se hace también cargo de la Escuela de Taxidermia. Graells había impartido con éxito clases de Taxidermia en la Real Academia de Ciencias
Naturales y Artes de Barcelona.
En el Diario de Avisos de Madrid del 19 de septiembre de 1834 se lee:
"Por providencia del Sr. D. Tomás Cortina, juez asesor general de la real casa y patrimonio, refrendada del escribano de la real sumilleria de Corps D. Carlos Rodríguez de Moya, se cita, llama y emplaza a los que se consideren con derecho a los bienes quedados por fallecimiento abintestato de doña Felipa Buton (sic) y Moyano, viuda de D. Pascual Moniau (sic), disecador que fue de cámara de S. M., para que en el término de 3o dias, contados desde el 11 de este mes que se anunció en la Gaceta, comparezcan en su audiencia, que la tiene en la plazuela de Trujillos, núm. 3; con apercibimieuto de que no haciénlolo les parará el perjuicio que haya lugar."
No he encontrado referencia alguna que nos revele si el matrimonio Moineau llegó a tener descendencia. Desconozco asimismo si alguien reclamó aquella herencia. En cualquier caso algunos documentos de la familia Moineau terminarían depositados en el Archivo del Museo. Por otra parte, cabe constatar que en el Museo Nacional de Ciencias Naturales no ha sobrevivido ningún espécimen preparado por el disecador.
Para concluir, una anécdota. En Anales Administrativos de fecha 3 de abril de 1835 aparece citado Moineau. En una sesión de las Cortes se debatía el articulado de las pensiones, y en el apartado en el que se declaraban vigentes algunas de las pensiones concedidas, el conde de las Navas, el político liberal Luis Antonio Pizarro Ramírez, preguntando el porqué de algunas de las que aparecían en el listado remitido por el Gobierno, en un momento de su discurso espetó que "debia haberse cortado de raíz este mal, y no haberse presentado en el Estamento esta y otras pensiones concedidas a personas, que ni se sabia quiénes eran, ni por qué se les habían dado, como por ejemplo, la de un tal Moineau". Hacía casi un año Moineau había fallecido, y medio su viuda, y todavía daba que hablar.
Notas y créditos.-
(1) La que se denominó Santa María del Arco es la actual calle Augusto Figueroa. En
la manzana 317 se encontraba el Cuartel del Soldado, donde se alojaban
las Reales Guardias Valonas a principios del XIX.
(2) A partir de 1814 redenominada Guardia Real.
(3) Las continuadas ausencias del diplomático y naturalista Eugenio
Izquierdo, obligaban a vicedirectores y bibliotecarios a actuar como
directores.
(4) Todos los oficios, cartas y demás escritos citados en el texto se conservan el el Archivo del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid.
(5) Las siguientes abreviaturas aparecerán frecuentemente en el texto: D., Don; V., Usted; V. E., Vuestra Excelencia; S. M., Su Majestad; A L. R. P. de V. M., A los Reales Pies de Vuestra Majestad; S. S., Su Señoría; N. S., Nuestro Señor; V. I., Vuestra Ilustrísima; V. S. S., Vuestra Señoría Santísima; V.V. S.S., Vuestras Señorías;
(6) En lo cuanto a la moneda, en el texto se refieren reales, maravedíes y ducados. Las equivalencias eran tales que 1 real equivalía a 34 maravedís y 1 ducado a 375 maravedís, es decir, un ducado equivalía a 11 reales y 1 maravedí. Mientras el real y el maravedí eran monedas acuñadas, el ducado era tan solo un valor contable. 1 peseta equivalía a 4 reales.
(7) Manuel Cástor González sustituyó a Clavijo entre 1804 y 1808, y al
igual que su antecesor, se convirtió en el verdadero director de la
institución ante las reiteradas ausencias de Eugenio Izquierdo. Sería destituido en 1808 y su lugar ocupado entre 1808 y 1813 por José Mariano
Mociño quien, por afrancesado, tras la derrota de las tropas francesas abandonó con ellas
España. De forma provisional se volvió a nombrar a Manuel Cástor director del Gabinete hasta 1815.
(8) Imágenes propiedad del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid.
(9) Juan Martín Díez, el Empecinado, fue un destacado guerrillero en la Guerra de la Independencia.
(10) Tres meses después del suceso fue nombrado barrendero del Gabinete.
(11) La guerra había terminado.
(12) Pedro de Alcántara Álvarez de Toledo y Salm-Salm, futuro secretario de Estado.
(13) El político y militar Miguel José de Azanza Alegría.
(14) Secretario del nuncio apostólico.
(15) Suset en el original. Suchet, general francés, fue Gobernador de Valencia donde poseía una propiedad en la Albufera.
(16) Sinvergüenzas.
(17) Los tres, Francisco Antonio Zea Díaz, botánico que en aquella época ostentaba el
cargo de jefe de la Segunda División del Ministerio del Interior,
encargado de la instrucción pública y los establecimientos científicos,
el eclesiástico e historiador Cristóbal Cladera Company, y el
naturalista José Mariano Mociño Losada, ocuparon puestos de
responsabilidad en el gobierno de José Bonaparte. Tras la
restauración de Fernando VII marcharon a Francia.
(18) En el inventario aparecen en la cocina unos cazos grabados con los nombres de Guillermo Dutu y Benigna Moyano,
quizá
parientes de Felipa Moyano, la esposa de Moineau. Reuniendo otros
indicios, no es muy aventurado pensar que aquellos nombres quizá correspondieran a
los suegros de Moineau, y que la filiación correcta de la esposa fuera
Felipa Dutu Moyano. Como veremos más adelante, en la memoria de la Exposición de Productos de la Industria de 1827 en la que participaron Moineau y su esposa, ésta, exponiendo unos bordados, aparecía con el nombre de Felipa Duthu Moyano, con la h intercalada en el primer apellido, siendo Duthu un apellidopoco común de origen francés. Destaco ese detalle puesto que además se da la circunstancia de que en el mismo Museo entre 1857 y 1870 Juan Ramón Dut ocupó una plaza de disecador primero, y que tras su fallecimiento, al serles concedidas pensiones a sus familiares, en la Gaceta de Madrid aparece como Juan Ramón Duthu. ¿Eran parientes Felipa y Juan Ramón? Para abundar en la confusión cabe añadir que en el museo del Instituto de Enseñanza Media Isabel de Braganza de Badajoz se conservan cinco aves disecadas con la siguiente inscripción en la peana "Duthu; 1r. Dr. de M.C.N.; Madrid", es decir "Duthu; Primer Disecador del Museo de Ciencias Naturales; Madrid", pájaros que forman parte de un lote de 49 de ese disecador que ingresaron en dicho centro educativo en el curso 1859-1860
(19) Fernando VII reinó hasta su muerte el 29 de septiembre de 1833, fecha en que le sucedió José I Bonaparte.
(20) Mantengo la grafía Vilanova por su origen valenciano. Él mismo firmaba indistintamente Vilanova o Villanova.
(21) Lo fue entre enero y julio de 1824.
(22) Cea Bermúdez fue secretario de Estado desde julio de 1824 hasta octubre
de 1825, fecha en que lo sustituye Pedro de Alcántara Álvarez de Toledo,
ahora duque del Infantado, antes marqués de la Almenara.
(23) Los mostrencos son aquellos bienes sin dueño conocido que pasan al Estado. En aquella época algunos sueldos y pensiones se abonaban "a cargo del ramo de mostrencos", entendemos que a cargo de los beneficios obtenidos a partir de la enajenación de dichos bienes. El profesor Tomàs Vilanova -probablemente el resto de empleados del Museo también- recibía su sueldo a cargo de mostrencos.
(24) Debió trabajar en la suntuosa redecoración del Palacio de Godoy que
tuvo lugar entre 1804 y 1805. La pasta de arroz se empleaba como
material de modelado.
(25) En su propio domicilio.
(26) El Real Museo de Historia Natural compartía edificio, el Palacio de Goyeneche ubicado en el número 13 de la calle de Alcalá, con la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
(27) En 1822 Moineau tenía su domicilio en la calle de la Abada, 7, 4º, 2ª. Cuando a mediados de marzo de 1826 Moineau comunica al secretario de Estado que había encontrado un cuarto para establecer el laboratorio, lo ubica en la calle de las Tres Cruces. Finalmente la Escuela se abrió en junio en la calle de Fuencarral, 6, 4º, 2ª. Las tres ubicaciones se encuentran en el centro de Madrid, a entre dos y cinco minutos a pie, todas próximas al Palacio de Goyeneche donde se alojaba el Real Gabinete.
(28) Catedrático de Matemáticas en la Real Academia de San Fernando.
(29) Juan Mieg, suizo de nacimiento, es autor de Instrucciones sobre el arte de conservar los objetos de Historia Natural (1817), el primer manual de Taxidermia publicado en español. Mieg fue nombrado profesor de Física del Real Gabinete en 1814.
(30) Una arroba castellana equivale a 11'5 kg.
(31) Nombrado en 1828, Barreiro tilda a Garcés de "personaje de
constante y dudosa influencia en el Museo".
(32) Salario.
(33) Véase nota 18.
(34) Manuel du Naturaliste Préparateur (1825) de Pierre Boitard.
(35) Véase nota 26.
(36) Químico e ingeniero que ostentaba el cargo de director general de Minas.
(37) Con el administrador de Manuel Salabert Torres, marqués de Nava Hermosa, propietario del edificio.
(38) Junto a su hermano José María Gippini regentó la famosa y literaria Fonda de San Sebastián de Madrid.
(39) La carrera de Juan Teodoro Gippini estuvo al margen de la Taxidermia.
En 1839 fue nombrado oficial de la Contaduría de Rentas de Córdoba,
trasladándose a Málaga en 1843. Al año siguiente ocupó plaza de interventor de derechos de puertas de la ciudad, jubilándose en 1853 con
unos haberes de 2.000 reales anuales.
(40) En aquella fecha ostentaba el cargo de Mayordomo Mayor José Rafael de Silva Fernández de Híjar y Palafox, duque de Híjar, puesto que compatibilizaba con el de director del Museo del Prado.
(41) Quema de ciertas hierbas con el propósito de ahuyentar plagas.
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Taxidermidades, 2025.
--- Anales Administrativos, nº 230, Madrid, 3 de abril de 1835.
--- Archivo del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid, signaturas ACN0103/369, ACN0105/411, ACN0106/427, ACN0106/428, ACN0107/469, ACN0108/489, ACN0108/507, ACN0109/518, ACN0109/530, ACN0109/532, ACN0121/036, ACN0129/165, ACN0130/184, ACN0131/191, ACN0136/288, ACN0145/489 y ACN0146/492.
--- Diario de Avisos de Madrid, Madrid, 30 de junio de 1826 y 19 de septiembre de 1834.
--- Diario de Madrid, Madrid, 25 de julio de 1797.
--- El Imparcial, Madrid, 6 de mayo de 1822.
Luis López Ballesteros Memoria de la Junta de Calificación de los Productos de la Industria Española remitidos a a la Exposición Pública de 1827 , Imprenta de D. L. Amarita, Madrid, 1828.
Agustín Jesús Barreiro El Museo Nacional de Ciencias Naturales (1771-1935) , Doce Calles, Aranjuez, 1992.
María de los Ángeles Calatayud Arinero Eugenio Izquierdo de Rivera y Lazaún (1745-1813): científico y político en la sombra, Museo Nacional de Ciencias Naturales, CSIC, Madrid. 2009.
Recursos:
Artículo El Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid en Taxidermidades.
Artículo Juan Bautista Bru y Mariano Bru de Ramón, disecadores del Real Gabinete en Taxidermidades.
Artículo Juan Mieg, autor del primer tratado de Taxidermia en español en Taxidermidades.