Las enfermedades infecciosas de origen biológico que amenazan al taxidermista.


Garrapata común (Ixodes ricinus) (1).
En un artículo anterior repasé las amenazas que para la salud del taxidermista supone el manejo de ciertos productos químicos. En este, sin voluntad de alarmar, comentaré los peligros a los que se expone manipulando los restos de los animales, así como otras enfermedades de origen biológico, las conocidas como zoonosis. Para ello recurro en primera instancia al artículo Los riesgos biológicos del oficio de taxidermista que en 2002 publicó Franz Jullien, taxidermista del Museo de Nacional Historia Natural de París, en colaboración de la doctora en Medicina Denise Anselme y de Laurent Péru, conservador del Museo de Historia Natural de Orleans. Creo imprescindible ampliar su difusión.
 
Jullien divide las enfermedades infecciosas susceptibles de ser desarrolladas por los taxidermistas en infecciones locales, enfermedades bacterianas, virales, fúngicas y parasitarias, y las patologías causadas por priones. A las que él cita añadiré algunas más. Tampoco profundizaré en exceso para no desanimar al lector. Al final sugeriré algunas medidas preventivas.

Bacteria Staphilococus aureus (2).
Entre las infecciones cutáneas se encuentran el impétigo, que se manifiesta en forma de llagas o ampollas, causado por contacto por estafilococos, estreptococos, o por ambas bacterias conjuntamente. Las foliculitis, infecciones bacterianas o fúngicas que provocan la inflamación de los folículos pilosos que se manifiestan en forma de espinillas, ampollas y picazón y que puede derivar en úlceras escamosas. Las foliculitis pueden ser superficiales o profundas, las segundas pueden derivar en forúnculos y ántrax -grupo de forúnculos-. La onixis y perionixis, inflamaciones de la piel bajo o alrededor de la uña, en ocasiones causadas por bacterias. La erisipela, infección súbita con enrojecimiento de la parte más superficial de la piel causada por estreptococos. La linfagitis, infección de los vasos linfáticos también por estreptococos. Y la paroniquia, infección alrededor de una uña que se manifiesta con enrojecemiento, puede llegar a doler, y en ocasiones formar ampollas. La paroniquia aguda tiene origen bacteriano. Otras afecciones cutáneas locales son el intertrigo, inflamación que se origina en los pliegues de la piel y que en ocasiones puede desarrollar hongos o bacterias, o la hidrosadenitis supurativa, protuberancias dolorosas bajo la piel, ambas en principio no relacionadas con la manipulación de restos de animales como factor de riesgo. Como complicaciones de las anteriores infecciones citaré los abcesos (acumulaciones de pus); la celulitis o fascitis necrotizante o necrosante, infección por estreptococos que se propaga rápidamente por todo el cuerpo y puede llegar a causar la muerte, o una infección más lenta si su origen es polimicrobiano, y en este supuesto causar gangrena; la miositis, inflamación de músculos esqueléticos; o la gangrena gaseosa que se origina en heridas y puede estar causada por estafilococos u otras bacterias.

Bacteria Chlamydia psittaci (3).
Entre las enfermedades de origen bacteriano se encuentran la salmonelosis, que se manifiesta en forma de fiebre y diarrea, y cuya bacteria puede encontrarse en las heces. La shigelosis, la
cambylobacteriosis, y la yersiniosis, infecciones de los intestinos causadas  por diferentes tipos de bacterias, que se pueden propagar a través de las heces. El carbunco o ántrax, que afecta al ganado y a los animales de caza, enfermedad causada por las esporas de la bacteria Bacillus anthracis que se contagia por contacto a través de heridas y puede conllevar llagas, vómitos y eventualmente choque (shock), y que inhalado puede llegar a causar la muerte. La erisipela porcina o mal rojo, causada por Erysipelothrix rhusopathiae, enfermedad infecciosa endémica que además de a los cerdos afecta a otros animales y que contagiada a los humanos no va más allá de lesiones cutáneas. La tularemia, infección que afecta a liebres, conejos y roedores, que se manifiesta en piel, ojos, ganglios y pulmones, y que se puede transmitir a los humanos a través de heridas o por picadura de moscas, mosquitos o garrapatas. La linforeticulosis benigna por inoculación, conocida como enfermedad por arañazo de gato, animal reservorio de la enfermedad, que se trata de una infección de curso benigno transmitida por contacto con las heces de una pulga o por la picadura de dicho insecto procedente de un gato. El sodoku o fiebre por mordedura de rata, que se transmite por contacto con cierto estreptobacilo presente en las secreciones de nariz, boca u orina de un roedor infectado, pero también a través de otros animales como ardillas, comadrejas y jerbos. La pasteurelosis, debida al bacilo Pasteurella multocida, presente en perros, gatos, ganado bovino, porcino, y otros mamíferos y aves, que se transmite por contacto directo con pequeñas heridas o por mordedura o arañazo, y que generalmente se limita a infecciones de piel. La ornitosis o psitacosis, consistente en la transmisión de la bacteria Chlamydia psittaci proveniente de casi cualquier tipo de ave, pero sobre todo de loros, pavos y palomas, que se contagia por inhalación de polvo con materia fecal o por manipulación de los pájaros, y que en humanos se manifiesta con fiebre, dolor de cabeza, escalofríos y en casos extremos neumonía. La tuberculosis, producida por bacilos del género Mycobacterium presentes en aves, ganado, cérvidos, animales domésticos y reptiles en cautividad, que se contagia por manipulación por vía cutánea, respiratoria, oral o a través de mucosas, y que suele afectar a los pulmones. La brucelosis, presente en todo tipo de ganado, además de cérvidos y liebres, que se puede contagiar por vía aérea o por contacto operando con animales infectados, y se presenta en forma de fiebre, dolor en las articulaciones y fatiga. La leptopirosis cuya bacteria puede afectar a roedores, perros, cerdos, erizos y animales de cría, que se transmite como las anteriores y cuyo cuadro clínico se asimila al de algunas enfermedades tropicales (fiebre, dolor de cabeza y dolor muscular).  La meloidiosis, que en humanos aparece en forma de neumonía, septicemia (bacterias en sangre) e infecciones localizadas en órganos, causada por contacto con mamíferos y aves enfermos, especialmente palomas. El tétanos, enfermedad grave del sistema nervioso, de fácil prevención mediante vacuna, puede ser inoculada por manipulación de cualquier clase de animal, especialmente artiodáctilos y aquellos en contacto con estiércol. El botulismo, asimismo enfermedad nerviosa grave aunque rara, que se contagia por contacto sobre todo con aves (patos, gaviotas y limícolas) expuestas a aguas contaminadas por la toxina. La fiebre Q, que se puede transmitir al ser humano por inhalación o contacto con líquidos o heces de casi cualquier tipo de animal o por picadura de garrapatas, desarrolla síndromes pseudogripales y en casos graves neumonía y hepatitis. La fiebre botonosa mediterránea, zoonosis causada por una bacteria que se contagia por la picadura de la garrapata marrón del perro, se manifiesta en forma de fiebre, escalofríos, dolores de cabeza, musculares y articulares, con aparición de exantema en la zona de la picadura. Las fiebres recurrente, episodios de fiebre súbita causada por infección de bacterias Borrelia asimismo por garrapatas o por piojos. La enfermedad de Lyme, contagiada especialmente por la garrapata de patas negras, conocida como garrapata de los ciervos, que produce erupciones y sarpullidos, estado febril, y puede derivar en eritemas en otras zonas del cuerpo, dolor en las articulaciones y problemas neurológicos. La peste, enfermedad epidémica transmisible a los humanos mayormente a través de los roedores, pero también por otras especies, y por pulgas y moscas contaminadas, que cursa con fiebre, dolores y escalofríos, y que comprende tres tipos: bubónica (inflamación de amígdalas, adenoides, bazo y timo), septicémica (a través de la sangre y que produce hemorragias) o neumónica (la más grave y transmisible que afecta a los pulmones). Finalmente el tifus, que es como se conoce a un conjunto de enfermedades bacterianas, inoculadas al ser humano al rascarse este zonas con heces de piojos infectados (tifus epidémico) que pueden portar variedad de animales, o por la picadura de pulgas de ratas (tifus endémico). Sus síntomas comunes son fiebre, náuseas, dolores abdominales y articulares, y en el caso del epidémico pueden causar delirio y aparecer erupciones cutáneas.

Virus Influenza A, responsable de la gripe aviar (4).
Entre las enfermedades virales de riesgo se cuentan el herpes o virus del mono B, presente en secreciones (nariz, ojos, boca) y vísceras de algunos simios, contagioso por contacto (mordedura, arañazo, herida), que en humanos se manifiesta con un brote de fiebre, escalofríos, dolor muscular y de cabeza, y aparición de ampollas, y que de no tratarse a tiempo puede afectar al sistema nervioso central y en casos extremos causar la muerte. La rabia, un virus que se transmite por la saliva del animal (perros, gatos, zorros, mapaches, coyotes, murciélagos, etc.), cuyos primeros síntomas son similares a una gripe, los posteriores incluyen vómitos, hiperactividad, ansiedad, miedo a tragar o al aire en la cara, alucinaciones e insomnio, y parálisis parcial, y que cuando estos segundos aparecen casi siempre conducen a la muerte. La hepatitis A, cuyo virus está presente en heces, sangre o saliva de algunos animales, y que tras unos primeros síntomas evoluciona hacia la inflamación y un mal funcionamiento del hígado. La enfermedad de Armstrong o coriomeningitis linfocitaria se trata de un arenavirus que puede hospedarse en roedores, lagomorfos, cánidos y primates, que evoluciona como una gripe y que en ocasiones se acompaña de erupciones cutáneas. Los arbovirus (5), que es un grupo de virus transmitidos por moscas, mosquitos y garrapatas, entre los que se encuentran el chicungunya (son portadores los monos, las aves, reptiles, roedores, etc., y se caracteriza por fiebre elevada y dolor articular), el dengue (se hospeda en los monos y en casos leves produce fiebre repentina y muy elevada, dolor de cabeza y muscular, náuseas, erupciones y hemorragias), la fiebre amarilla (concierne a monos, marsupiales, roedores, etc., generalmente leve, con síntomas parecidos al dengue, pero que en una segunda fase más grave puede causar la muerte), la fiebre del Nilo Occidental (en general sin síntomas o muy leves, pero que en algun caso puede afectar al sistema nervioso), el virus Zika (generalmente leve y sin síntomas), la fiebre hemorrágica Crimea-Congo (cuyo virus suele hospedarse en ganado, conejos, roedores, insectívoros, gatos y ginetas, y que puede producir fiebre súbita, dolor muscular y del cuello, lumbago, cefalea, fotofobia, náuseas, diarrea, cambio de humor, confusión, etc). Otras zoonosis del tipo arbovirus menos frecuentes son la fiebre de Mayaro, la enfermedad de la selva de Kyasanur y las encefalitis equinas. Son varias también las fiebres hemorrágicas virales (algunas con síndrome renal, la africana, las de los virus Junín y Machupo, la del virus Lassa, el Ébola) producidas por secreciones de roedores, murciélagos,  y monos, que dañan las paredes de los vasos sanguíneos y que pueden producir la muerte. La gripe aviar, cuyo reservorio son las anátidas y otras aves acuáticas, producida por un subtipo de virus Influenza A, que en las personas se manifiesta como una gripe normal y que raramente deriva en neumonía. Finalmente, la pseudopeste aviar, contagiable por contacto con secreciones de faisánidos y palomas, en el ser humano puede producir conjuntivitis, lagrimeo, hipertrofia de los ganglios preauriculares, evolucionando bien hacia la curación o hacia un cuadro gripal.

Entre las enfermedades causadas por hongos que pueden afectar al taxidermista, las más comunes son las micosis superficiales, cuyos gérmenes pueden encontrarse en la piel o mucosas de ciertos animales (en máscotas como perros, gatos, cobayas, hámsters, conejos, o bien en bovinos) y que contagiada al ser humano se desarrolla en forma de descamación, tiña o máculas. En este apartado podemos citar también la prototecosis, que se puede contagiar por contacto con perros, gatos o murciélagos y que en humanos se puede manifestar en la piel, en órganos internos o en forma de bursitis.
 
Arador de la sarna (Sarcoptes scabiei) (6).
Son diversas las enfermedades parasitarias que amenazan al disecador. La toxoplasmosis (ganado, felinos y roedores), causada por el muy común Toxoplasma gondii, que en humanos sanos suele ser asintomática, y que puede ser grave para el feto en el caso de embarazadas con el sistema inmunitario debilitado. La leishmaniasis, cuyo parásito se puede encontrar en sangre y vísceras de cánidos (domésticos y salvajes), roedores y liebres, puede aflorar en las personas de forma leve (úlceras cutáneas que cicatrizan de forma espontánea) o de forma grave (inflamación de hígado y bazo). La echinococosis, está provocada por tenias que parasitan el tubo digestivo y las heces del ganado y de cánidos y roedores, que se transmiten al ser humano por manipulación, y que se manifiesta en forma de quistes sobre todo en hígado o pulmón, con una incubación de años y cuyos síntomas son la pérdida de peso, dolor abdominal, malestar general e insuficincia hepática, llegando a ser letal. Finalmente la sarna, producida por el arador de la sarna (Sarcoptes scabiei), cuyas variedades afectan al ganado, perros, gatos, conejos, y numerosa fauna salvaje, y cuya hembra desarrolla túneles en la piel en los que va dejando huevos que eclosionan en larvas que emergen a la epidermis, transformándose en ninfas y poco después en adultos, estas dos últimas formas contagiosas. Los síntomas más comunes de la sarna son los sarpullidos y la picazón, generalmente por la noche, en la zona donde el ácaro se encuentra cavando.

Los priones, proteínas mal plegadas que transmiten su forma a otras proteínas, son los causantes de las enfermedades degenerativas conocidas como encefalopatías espongiformes transmisibles, que afectan al sistema nervioso central y pueden ser hereditarias. Entre las más conocidas la encefalopatía espongiforme bovina (mal de las vacas locas) y la tembladera de los ovinos (no transmisible directamente a los humanos, pero sí indirectamente a través del ganado bovino), Su equivalente en humanos sería la enfermedad de Creutzfeld-Jakob. La encefalopatía espongiforme es transmisible  además de por ingestión, por inoculación, como los virus.
 
La Taxidermia es pues una actividad de riesgo. Las medidas preventivas que el taxidermista debería tener en cuenta son en primer lugar la higiene personal básica: cabello corto o recogido, uñas recortadas, ausencia de joyas en manos durante el trabajo, y un frecuente lavado de manos con jabón. El mayor riesgo se puede producir durante la recepción y el desollado de los especímenes. Como hemos visto algunas especies son más susceptibles que otras de alojar parásitos como pulgas o garrapatas (7) deseosos de abandonar un cadáver y reacomodarse en otro organismo vivo. Una inspección durante la recepción puede aconsejar introducir con cuidado el mamífero o ave en una bolsa de plástico hermética y aplicar un potente insecticida para acabar en minutos con insectos y arácnidos. Un aspecto a tener en cuenta con los restos frescos de animales es que la congelación puede ser efectiva para la eliminación de parásitos, a -20º durante un mínimo de 24 horas, pero no lo es para virus y bacterias, que sólo se desactivan temporalmente. Es aconsejable un área exclusiva para el desollado, con acceso limitado si cabe. La zona de trabajo ha de estar limpia, lo que permitirá además localizar parásitos supervivientes, y se volverá a limpiar tras cada operación. Los pequeños mamíferos y aves se podrán desollar sobre hojas de papel desechable. Durante el desollado, y si cabe en trabajos posteriores si la piel no se curte, se operará con guantes, mascarilla, mandil de vinilo, gafas y botas de agua, dependiendo de los casos. Son aconsejables los guantes de un sólo uso y lavar con jabón tanto el mandil como las botas después de utilizarlos. Las herramientas de desollado (bisturíes, escalpelos, cuchillos, tijeras, cucharillas, ganchos, etc.) se lavarán después de cada uso, o se esterilizarán si se considera oportuno en caso de advertir mayor riesgo. La ropa de trabajo será de uso individual, en talleres con varios trabajadores no se mezclará la ropa (taquillas), y se aconseja lavarla separada de la ropa de calle. Es obligatorio disponer de un botiquín básico con apósitos, vendas, desinfectantes y suero fisiológico ocular. En caso de accidente (punciones, cortes, salpicaduras) se lavará abundantemente con agua la zona afectada antes de desinfectar. A falta de alcohol, de agua oxigenada o de iodo, la lejía bastante diluida en agua es igualmente válida. El tratamiento de desechos animales se realizará mediante gestores especializados que disminuirán los riesgos, o deberán incinerarse. Por otra parte, la importación de animales procedentes de zonas de riesgo está reglamentada por países y regiones económicas que exigen certificados veterinarios, de cuarentena, fichas de manejo, CITES, etc., con el propósito de garantizar la entrada de restos animales sin riesgo de zoonosis. Los taxidermistas no deberían aceptar trabajar con restos de animales importados carentes de documentación. Otras medidas preventivas incluirían la señalización de la zona de desollado como de riesgo biológico, una ventilación adecuada, desinfecciones periódicas, lavabos y duchas, y contenedores específicos y almacenamiento seguro para despojos de animales y para objetos punzantes o cortantes desechados.
 
La lista de medidas de precaución es extensa y en cada caso se deberán tomar teniendo en cuenta la cantidad de personal, el espacio de trabajo y la posibilidad real de implantarlas. La recomendación pues sería seguir el mayor número de ellas.

 
Pictogramas de seguridad laboral de acuerdo con la norma ISO-7010.


Notas y créditos:
(1) Fotografía de Francisco Welter-Schultes/Wikimedia Commons.
(2) Micrografía electrónica de Janice Carr/CDC Public Health Image Library (PHIL).
(3) CDC Public Health Image Library (PHIL).
(4) Micrografía electrónica de Erskine Palmer/CDC Public Health Image Library (PHIL).
(5) Nombre mnemónico que proviene del inglés arthropod-borne viruses (virus transportados por artrópodos).
(6) Lámina de W. Linsenmaier para los Servicios Científicos de Laboratorios Roche.
(7) Además de las ya citadas, las garrapatas pueden transmitir otrás enfermedades provenientes del animales como la encefalitis, la meningoencefalitis, la encefalomielitis ovina, la ehrlichiosis, la babesiosis, la anaplasmosis, el virus Powassan, la fiebre del Colorado o la fiebre de las Rocosas.
 
 
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Taxidermidades, 2022.
 
 
Bibliografía: 
Franz Jullien, Denise Anselme y Laurent Péru   Les risques biologiques du métier de taxidermisteen Taxidermie, La Lettre de l'OCIM, Hors-série, Office de Coopération et d'Information Muséographiques, Dijon, diciembre de 2002, págs. 22-29 y 115-137.
 
Recursos: