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"Amateur Taxidermy", artículo de 1875 en "Scientific American".


Grabado de Richard Ten Eyck.


La revista Scientific American del 13 de marzo de 1875 llevaba en portada el artículo Amateur Taxidermy, un texto que además ocupaba parte de la segunda página. Quizá lo más atractivo sean las ilustraciones. La xilografía de mayor tamaño de la primera página, titulada The Taxidermist at Work es obra de Richard Ten Eyck Jr., un grabador que tenía su taller en el número 128 de Fulton Street de Nueva York. Siete figuras esclarecedoras de los procedimientos, igualmente bellas, mostrando el disecado de un ave complementan las explicaciones. Los disecadores que asesoraron al redactor fueron Herman Ulrich y Christian H. Riedel, que tenían su establecimiento en el número 16 de North William Street de Nueva York.

Artículo de 1863 sobre Taxidermia en el semanario "The Sientific American".


El 18 de abril de 1863 apareció en Scientific American, el "periódico semanal de información práctica en arte, ciencia, mecánica, química y manufacturas", un artículo sobre Taxidermia con el sencillo título Taxidermy - Stuffing birds, en español Taxidermia, disecado de aves. Sin firmar, no muy extenso, no más de una columna, y sin grabados, en realidad se trataba de una primera entrega, puesto que una semana después se completaría con una segunda parte dedicada a mamíferos, peces e insectos.
 

La cabecera de The Scientific American.

 
El primer párrafo del texto incluía algunas referencias históricas. Se calificaba a la Taxidermia de un arte "relativamente moderno", se recordaba al "sabio francés" Réaumur como el primer escritor que redactó una memoria con el método para preservar aves, consistente en sumergirlos en alcohol, alambrarlos y colocarles dos bolitas negras a modo de ojos. También se citaba el tratado del abad Manesse, cuyo "método se practicó bastante de forma general para rellenar, aunque las sustancias que recomendaba como preservativos no se adecuaban al propósito". A continuación se facilitaba la fórmula "de la composición para tratar las pieles que se utiliza en el Museo de París, que se mantiene como la mejor", sin referirse en un primer momento a ella por su nombre de jabón arsenical, ni nombrando a su creador Jean-Baptiste Bécoeur. En cuatro líneas más se relacionaban las herramientas y los materiales que se precisarían.