A partir del grabado "Thomas Edward, naturaliste anglais", su biografía.

"Thomas Edward, naturaliste anglais".

Lo encontré en la revista ilustrada francesa Le Monde Illustré. que lo reproducía con la leyenda Thomas Edward, naturaliste anglais. El grabado original fue uno de los treinta y dos que se incluyeron en la obra de Gaston Tissandier Les héros du travail, en español Los héroes del trabajo, un libro publicado en París en 1882 por la editorial Dreyfous. El dibujo, obra del ilustrador Camille Gilbert, fue tallado en madera por el taller de Joseph Burn Smeeton y Auguste Tilly. El fragmento de texto del libro alusivo al grabado es el siguiente:
   "El naturalista Thomas Edward debe ser citado, junto a Crowther, como el ejemplo más asombroso de lo que pueden el trabajo y la perseverancia. Nacido en 1814, de padres pobres, ocupaba su tiempo recogiendo insectos, aves y plantas. Aprendiz de zapatero, encontró una manera de reunir poco a poco una colección de historia natural que se hizo famosa en Inglaterra y que tuvo que terminar vendiendo para obtener recursos. Las desgracias lo forzaron a regresar a su profesión inicial; pero el naturalista era incorregible, comenzó de nuevo a recoger animales en el campo, piedras en los caminos, conchas junto al mar; reunió un nuevo museo y publicó gran cantidad de obras originales que lo hizo conocido como un emérito erudito. Thomas Edward siempre fue pobre, pasó su vida luchando por la ciencia mientras luchaba asimismo contra la miseria. A pesar de su pobreza, cuando pensaba en sus animales disecados, en las obras de la naturaleza y en las meditaciones sonoras que inspiran, se sintió feliz en su zapatería."
James Crowter (1768-1847) fue un botánico y entomólogo natural de Manchester. Ambos, Edward y Crowter, aparecen en el primer capítulo de Les héros du travail titulado Los humildes. Resulta llamativo, por calificarlo de alguna manera aunque nos encontremos a finales del siglo XIX, repasar el índice onomástico de esta obra y comprobar que de los alrededor de doscientos personajes que se citan en el libro acaso sólo uno sea mujer.

El grabado era evocador. Representaba a un joven con mandil apoyado en su mesa de trabajo, rodeado de algunas aves disecadas, algunos libros y notas, y un par de zapatos en la ventana y otro de botas en el suelo. La curiosidad me condujo al empeño por conocer al personaje. Descubrí Life of a Scotch Naturalist, su biografía escrita en 1876 por el historiador escocés Samuel Smiles cuando Edward aún vivía, por lo que preferí acudir a la reedición actualizada de 1905. La siguiente es la vida de este humilde zapatero, naturalista y taxidermista escocés.

Thomas Edward con 62 años (2).
Thomas Edward (1), hijo de escoceses y entonces el segundo de dos hermanos, nació en Gosport, en la costa sur de Inglaterra el 25 de diciembre de 1814, donde su padre, de oficio tejedor de algodón, estuvo destinado como miembro de la Milicia encargada de custodiar a los prisioneros capturados durante la Guerra Napoleónica. Finalizada la contienda, al año siguiente la familia retornó a Escocia estableciéndose en el barrio de Green de Aberdeen, cerca de la actual principal estación ferroviaria. Allí nacerían sus dos hermanas menores.

Se cuenta que el pequeño Edward, apenas comenzó a caminar, salía de su casa y deambulaba por la islas Inches, próximas a la desembocadura del río Dee, de donde frecuentemente volvía con cangrejos y otros bichos. A medida que crecía los animales que recogía eran también de mayor tamaño: peces, pájaros, ranas, tritones..., que vagaban no solamente por su casa, sino además por las de sus vecinos. Sus padres, preocupados por sus andanzas, intentaron que abandonara aquella afición que lo había convertido, como él mismo afirmaba al final de su vida, en un "bobo de la naturaleza". Le regañaron, castigaron e incluso en una ocasión le ataron a la pata de una mesa, pero finalmente cedieron y le permitieron un pequeño acuario en el patio.

De camino al colegio se entretenía observando pájaros e insectos, y frecuentemente llegaba tarde o simplemente no llegaba. En ocasiones se presentaba al aula con escarabajos. Una vez llegó a la escuela con la grajilla que tenía como mascota, y en otra con un bote lleno de sanguijuelas, que se escaparon y que chuparon la sangre de las piernas de algunos de sus compañeros de clase. Fue expulsado de tres escuelas. Con seis años, cuando justo había aprendido a leer, abandonó los estudios y comenzó a trabajar en la fábrica de tabaco Craig & Johnston donde ya lo hacía su hermano. El salario era de doce peniques (3) a la semana. El problema radicaba en que esta se encontraba a unos tres kilómetros del domicilio familiar y que durante el trayecto Edward encontraba y recogía todo tipo de bichos. Afortunadamente el condescendente dueño de la fábrica le permitía que los llevara a la faena.

Los dos hermanos encontraron otro trabajo con mejor salario en un molino de lana, a unos ocho kilómetros de su casa. El largo trayecto de casa a la fábrica recorría valles y bosques a lo largo del río Don. Sus padres dudaron, pero acabaron aceptando la voluntad de sus hijos, que se levantaban a las cuatro de la madrugada para acudir a una larga jornada de trabajo que se prolongaba, entonces no había regulaciones, desde las seis de la mañana hasta las ocho de la noche. Comenzaron cobrando de tres a cuatro chelines a la semana. No obstante, Thomas Edward recordando aquella época escribió:
   "La gente puede decir de las fábricas lo que quiera, pero me gustó aquella fábrica. Fuí feliz mientras permanecí allí. Los bosques eran de fácil acceso durante nuestras horas de comida. ¡Qué cantidad de nidos! ¡Qué insectos, flores silvestres y plantas, como nunca antes había visto!"

Dos años después el padre creyó que sus hijos debían tener un oficio y acordó con el zapatero Charles Begg que tomara a Thomas, que entonces contaba once años, como aprendiz. Trabajaría de seis de la mañana a nueve de la noche y dispondría de dos horas para comer. Aquel maestro era excelente en su trabajo, pero no aceptaba que su alumno llegara con bichos vivos al taller. Además bebía y en ocasiones zurraba al aprendiz o a su mujer. A los tres años de aquel empleo -el aprendizaje duraba seis- Edward se escapó y marchó caminando a Kettle, Fifeshire, unos 160 kilómetros, donde vivía un tío suyo, e intentó en vano que algunos capitanes de barco lo aceptaran como grumete. Una semana después regresaría a casa y retomaría su aprendizaje con otro zapatero. Edward se ensimismaba en los escaparates de las librerías donde ocasionalmente compraba las revistas Penny o Weekly Visitor para distraerse leyendo las secciones de Historia Natural. También se detenía en los ventanales de las armerías donde frecuentemente se exponían pájaros disecados. Uno de aquellos escaparates se encontraba cerca de la comisaría de policia de Watch Lane, y otro en Meal Market Lane. Sin que nadie le enseñara Edward probó a disecar animales. El primero que preparó fue un topo, un trabajo del que se sentiría muy orgulloso.

En 1831, con diecisiete años, Edward se alistó a la Milicia de Aberdeenshire, donde permaneció hasta 1834, en que decidió mudarse a Banff y trabajar como oficial zapatero. La jornada laboral era muy larga y los salarios muy bajos. A Edward se le pasó por la cabeza emigrar a Estados Unidos. Justo en aquel momento conoció a Sophia Reid, hija asimismo de un tejedor, que trabajaba en una granja. Durante los tres años de noviazgo compartieron el amor por la naturaleza realizando contínuas excursiones por el campo. En diciembre de 1837 la pareja se casó en Banff, donde residieron en una casita en Wrights Close, cerca de Banff High Street. Tendrían once hijos, de los que solamente cinco sobrevivirían. A medida que la familia crecía las mudanzas se irían sucediendo, primero a High Shore, y finalmente al número 3 de Low Shore, siempre en Banff. Las escapadas a los alrededores de la ciudad, a sus bosques y a su bahía, en el estuario del río Deveron, ocupaban su cada vez más escaso tiempo libre. Su jornada se prolongaba de seis de la mañana hasta las nueve de la noche. Hacia 1838 comenzó a formar su colección de Historia Natural.

Edward disecaba cuanto capturaba y como buen observador anotaba características, costumbres y hábitats. Sin libros, en ocasiones no sabía ni cómo se llamaban algunos especímenes. A partir de cierto momento, había reunido unos 2.000 sujetos, decidió mostrar su colección al público e intentar obtener algunos ingresos adicionales. En la feria local de Saint Brandon de 1845 alquiló una sala en el Trade Hall, e incluso fabricó él mismo una treintena de vitrinas para guardar conchas y caracoles. Edward, además de pagar los gastos, consiguió un pequeño beneficio que le animó a repetir la experiencia al año siguiente. Soñó incluso con abandonar su trabajo de zapatero, vivir de su colección y dedicarse esclusivamente al estudio de la Historia Natural. Pensó que quizá en una ciudad de mayor tamaño tendría asegurado un éxito mayor y se arriesgó alquilando en julio de 1846 un local en el número 132 de la céntrica Union Street, la calle más comercial de Aberdeen. Transportó su colección desde Banff en seis carros, acompañado de su esposa y sus cinco hijos. El Aberdeen Journal publicó:
   "Nos ha llamado especialmente la atención las actitudes muy naturales que tienen los animales y las aves de presa; algunos se representan como desgarrando a sus víctimas, otros alimentan a sus crías, y algunos miran hacia un lado o hacia atrás, con una expresión de ojos que indica el miedo a ser sorprendidos. Las aves son muy hermosas, y los ejemplares entomológicos los encontrarán sumamente interesantes ."

Tras un mes sin muchos visitantes, con el arrendador exigiendo el alquiler pactado, con su empleo de zapatero amenazado, y con una numerosa familia a la que alimentar, Edward tiró la toalla y retornó a Banff, puso un anuncio en la prensa ofreciendo su colección, y acabó vendiéndola por 20 libras con 10 chelines. El comprador, un tal señor Grant, se la regaló a su hijo que parecía tener cierto interés por la naturaleza; pero la instaló en una habitación húmeda y sin condiciones, y la colección acabaría malográndose.
 

Edward ejerciendo como zapatero (2).


Thomas Edward comenzó de inmediato una nueva. Incluso dispuso de salvaconductos para poder cazar sin ser confundido con furtivos. Un sacerdote amigo y naturalista, James Smith, le prestó libros de Historia Natural y persuadió a Edward para que publicara en revistas científicas sus observaciones y descubrimientos. Primeramente lo hizo en el periódico local, y poco después en The Zoologist y The Naturalist. Su trabajo como naturalista comenzaría a ser reconocido y en 1852 fue nombrado conservador del Museo de Banff, donde permaneció durante veintiún años. El cargo apenas era simbólico y estaba recompensado con tan sólo dos guineas (4) anuales. Comenzó a mandar sus artículos además a las revistas Ibis y Linnaean Journal. Mantuvo contacto con numerosos naturalistas y en 1866 fue elegido por unanimidad miembro de la Sociedad Lineanna de Londres y de las Sociedades de Historia Natural de Aberdeen y de Glasgow.

Sus excursiones, que fueron mayormente nocturnas y en cualquier época del año, también en invierno, harían mella en su salud. En 1858 Edward enfermó durante un mes a causa de una fiebre reumática y, sin poder trabajar y teniendo que pagar al médico, no tuvo más remedio que vender su segunda colección. A partir de entonces sus hijas le ayudarían recogiendo especímenes marinos, sumergiendo trampas o bien acudiendo al puerto para recoger de las redes de los pescadores las capturas más raras, y llevándoselos a casa para que el padre los estudiara. Edward mantuvo correspondencia e intercambió información con naturalistas de toda Gran Bretaña y siguió publicando artículos. Sus penurias económicas le llevaron, para poder subsistir, hasta a trabajar como fotógrafo durante algun tiempo. Incluso aspiró sin fortuna a una plaza como conservador en el museo del Colegio de Cirujanos de Londres y a otra como segundo conservador en el Museo Industrial de Glasgow. Su suerte cambiaría y su familia, por llamarlo de alguna manera, comenzaría a tener alguna comodidad, a partir de 1876 cuando el historiador Samuel Smiles publicó Life of a Scotch Naturalist, Thomas Edward, associate of the Linnean Society, la biografía de Edward (5), un libro que leyó la reina Victoria y que favoreció que esta le concediera una pensión de la Lista Civil de 50 libras anuales. La solicitud de esta última fue promovida y avalada por Joseph D. Hooker, presidente de la Royal Society, George J. Allman, presidente de la Sociedad Linneana, y por los naturalistas Richard Owen, superintendente del departamento de Historia Natural del British Museum, y Charles Darwin. En 1877 fruto de una subscripción popular recibió del pueblo de Aberdeen un obsequio de 130 libras en señal de reconocimiento a su trabajo. Por entonces ganaba tan sólo unos ocho chelines semanales. Al final de su vida se le honró nombrándole miembro, entre otras, de la Royal Physical Society of Scotland, de la Royal Historical Society of Great Britain, y de sociedades naturalistas de Edimburgo y Dover. 

Thomas Edward falleció el 27 de abril de 1886. Su esposa vivía, su único hijo varón estudiaba para sacerdote, y una de sus hijas se había casado con un reconocido maestro en la construcción de barcos. Como naturalista descubrió una veintena de crustáceos de ojos sésiles. Pero sobre todo se le recuerda como aquel zapatero pobre que se empeñó en ser naturalista.


Notas y créditos.-
(1) No confundir con el asimismo naturalista Thomas Edward Bowdich (1790-1824), primer esposo de Sarah Bowdich Lee, autora de Taxidermy (1820), traducción inglesa del tratado homónimo original francés de Louis Dufresne de 1803.
(2) Ilustraciones de George Reid para la obra de Samuel Smiles Life of a Scotch Naturalist, Thomas Edward (1876).
(3) Antes de la decimalización 1 libra de dividía en 20 chelines y cada chelín en 12 peniques.
(4) En 1817 se modificó el sistema monetario inglés y se estableció que 1 guinea equivaliese a 1 libra. Antes de aquella fecha cada guinea se dividía en 21 chelines. No obstante quedó en el uso popular su valor de una libra con un chelín como algo más caballeroso. Así, mientras que se comerciaba en libras, los pagos a profesionales, la compra de obras de arte o de caballos de carreras, se efectuaba en guineas. Fue el caso de Thomas Edward.
(5) El libro se reeditó sucesivamente hasta bien entrado el siglo XX, se publicó en francés en 1879, e incluso se tradujo en tres ocasiones al ruso.


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Taxidermidades, 2018.


Bibliografía:
--- Le Monde Illustré, nº 1350, París, 10 de febrero de 1883.
Gaston Tissandier   Les Héros du travail , Dreyfous, París, 1882.
 
 
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