"Huberta", la hipopótamo errante.

En principio se creyó que se trataba de un macho y fue conocido como Hubert, pero tras su muerte se constató que era hembra. La hipopótamo Huberta abandonó los estuarios del lago Santa Lucía en Zululandia, al norte de Richards Bay, Sudáfrica, en noviembre de 1928, e iniciaría un viaje de tres años que le llevaría a recorrer unos 1.600 kilómetros. La primera aparición pública fue el 22 de noviembre de 1928 cuando el periódico Natal Mercury publicó una fotografía suya a orillas del río Tugela, a medio camino de la ciudad de Durban. El animal fue bautizado en principio como Billy.
 
Huberta expuesta en el Museo Amathole de Kings William's Town (1).

 
Los hipopótamos viven en grupo y sólo ocasionalmente algún macho es expulsado tras enfrentarse al jefe de la manada, quizá por dicha razón se creyó que ese era su sexo. En general sólo pastan por la noche y se ocultan entre la vegetación acuática durante el día, pero Huberta no se escondía. En enero de 1929 fue vista al norte de Stanger, en KwaDukuza, sesteando sobre un puente de dirección única. Días antes casi destruye la casa de unos aldeanos indios. Durante el mes de febrero permaneció en la laguna de Umhlanga.
 
La única imagen de Huberta con vida, a orillas del río Tugela, publicada por Natal Mercury.

 
El pueblo de origen indio adoraba a Huberta en sus templos y los indígenas veían a aquel hipopótamo como la reencarnación del rey Shaka. Se cuenta que dos jóvenes zulúes la apedrearon y que poco después murieron a causa de un desprendimiento rocoso; el rey Shaka se había vengado. Sus peripecias eran seguidas por la prensa. Tras cada avistamiento los fotógrafos acudían en vano para captar una imagen. Igualmente fracasaría el intento de capturarla para protegerla y trasladarla al zoológico de Johannesburgo. Tras un inicial acoso el Consejo Provincial de Natal le otorgó el estatus de "pieza de caza real", es decir, propiedad del rey inglés, lo que comportaba que no podía ni ser hostigada ni abatida.
 
Observando las huellas de Huberta en el campo de golf de Durban.
Al norte de la ciudad de Durban recorrió un campo de golf durante la celebración de un torneo, paseando entre los jugadores, para a continuación, y para deleite del personal, bañarse en la playa de Beachwood. A finales de marzo de 1929 fue vista en Paradise Valley, Pinetown, al oeste de Durban, donde, tras ser molestada por unos muchachos, Huberta embistió a policía y curiosos, que tuvieron que correr o trepar a los árboles. Uno de los jóvenes fue mordido de gravedad por el animal y los ánimos se crisparon. La hipopótamo tuvo que ser escoltada por la policía para conseguir salir ilesa. De regreso a la costa, el 1 de abril recorrió West Street, la principal calle de Durban.
 
La siguiente ocasión que se avistó fue a principios de 1930 en Port Saint Johns, en la desembocadura del río Mzimvubu. Allí permanecería algunos meses y eludiría un segundo intento de captura con el propósito en esta ocasión de trasladarla al zoo de Bloemfontein. En marzo alcanzó la desembocadura del río Nahoon, en la ciudad de East London. De aquel lugar se cuenta la anécdota de que en una ocasión se quedó dormida en las vías del tren, y que un maquinista que la reconoció, la despertó para que se apartara.
 
El periplo de Huberta (1).
El 23 de abril de 1930 el cuerpo embotado de Huberta aparecería flotando en el río Keiskamma, unos cuarenta kilómetros al sur de East London. Llevaba varios días muerta, había recibido seis disparos. La prensa local e internacional se hizo eco de la noticia pidiendo además responsabilidades por el suceso. Considerada ya como una mascota nacional, el asunto llegó incluso  al parlamento sudafricano. En principio se culpó a los nativos, pero el hecho de que se tratara de una muerte por arma de fuego y la proximidad a una granja de colonos los exhoneraba. Finalmente el 21 de mayo de 1931 tres granjeros blancos, un anciano y sus dos hijos, confesarían al juez que habían encontrado huellas del animal en una plantación y que siguiendo su rastro localizaron al hipopótamo en el río, donde le dispararon cuatro veces. Al día siguiente regresaron al lugar y siguieron el rastro del animal herido, encontrándolo moribundo entre juncos. Un cuarto granjero que se les unió  disparó a Huberta dos veces más con su rifle. Viéndolo flotar lo consideraron ya muerto. Todos ellos afirmarían desconocer que se trataba de un animal protegido. Cada uno fue multado con 25 libras.
 
El cadáver de Huberta.

 
El director del Kafrarian Museum de Kings William's Town y un asistente llegaron al lugar donde se encontraba Huberta, cuyo cuerpo fue recuperado del río. Fue entonces cuando se descubrió que el hipopótamo Hubert era en realidad una hembra. Con la ayuda de un par de granjeros, desollaron el cadáver y al día siguiente trasladaron el cráneo y la piel al Museo. A la institución llegarían tarjetas de condolencia y hasta ofrendas florales.
 
Ofrenda de flores sobre la piel de Huberta en el Museo de Kings William's Town.
 
 
Noticia en prensa del retorno de Huberta.
Los restos de Huberta se enviaron a Edward Gerrard & Sons, taxidermistas de Londres, que terminaron su montaje -hicieron lo que buenamente pudieron con aquella reseca piel- a finales de 1931. Por el trabajo facturaron 159 libras. En enero de 1932 regresó a Sudáfrica en el City of London, siendo desembarcada en al puerto de East London. Entre el 12 de enero y el 17 de febrero Huberta se expuso en el Museo de Durban, donde la admiraron unas 20.000 personas. En marzo se exhibió en East London con idéntico éxito. Después en el Rand Easter Show de Johannesburgo (3), y finalmente se ubicó en su destino definitivo del Kafrarian Museum, tiempo después redenominado Amathole Museum, donde permanece en la actualidad habiéndose convertido además en icono de la institución.
 
 
La llegada de Huberta a Sudáfrica, todavía en la caja de madera de transporte.

 
 
Notas y créditos.-
(1)  Fotografía de Morné Van Rooyen/Wikimedia Commons.
(2) Ilustración del librito The saga of Huberta (1931) de G. W. R. Le Mare.
(3) Una feria comercial anual que a fecha de hoy sigue celebrándose.

 
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Taxidermidades, 2020.
 
 
Bibliografía: 
G. W. R. Le Mare  The Saga of Huberta: Being the Tale of the Hippo who Walked Back 100 Years , Robinson & Company and The Central New Agency, 1931.
 
 
Recursos:
Artículo La saga de los Gerrard en Taxidermidades.
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