La Taxidermia en la Exposición Universal de Londres de 1851.


Crónica del Illustrated London News.
Promovida por el príncipe Alberto, esposo de la reina Victoria, entre el 1 de mayo y el 15 de octubre de 1851 se celebró en Londres la Gran Exposición de los Trabajos de la Industria de todas las Naciones. Se trató de la primera de las Exposiciones Universales que periódica y sucesivamente organizarían diferentes ciudades. Para el certamen de Londres, en el que participaron veintiocho países y que concluyó con más de seis millones de visitantes, se construyó en Hyde Park el Crystal Palace, un edificio de unas siete hectáreas de superficie, que acogió a unos 14.000 expositores que mostraron alrededor de 100.000 objetos.
 
Según se recoge en el volumen Reports by the Juries on the Subjects in the thirty classes into which the Exhibition was divided, los taxidermistas presentes fueron veintiséis, de ellos la mitad británicos, y se encuadraron mayormente en la Clase 29 correspondiente a Manufacturas misceláneas y pequeñas mercancías.
 
Entre los disecadores londinenses se encontraba James Gardner, de Oxford Street, "disecador de las aves de la reina de Inglaterra" según su publicidad, que mostró en la Gran Exposición numerosas aves extranjeras y de presa. Un artículo de Illustrated London News fechado el 26 de julio de 1851 criticó el trabajo expuesto por Gardner, comparándolo con el de John Hancock de Newcastle, a quien me referiré más adelante:
   "Ahora subimos al interior de la Galería Noreste, donde se reúne un número considerable de especímenes de taxidermia. La primera vitrina que llama la atención, o mejor, la primera sucesión de vitrinas, ha sido aportada por el señor Gardner, conservador de aves de su Majestad. En conjunto, los especímenes son muy inferiores a los del señor Handcock. No queremos afirmar ello en referencia a la pulcritud real de la preparación mecánica de las aves, sino con respecto a la falta de carácter y sentimiento desplegados; la falta de individualidad entre los especímenes, y el hacinamiento de pájaros de diferentes tipos, y generalmente eligiendo diferentes lugares predilectos. Debería ser un axioma en taxidermia, así como en otros asuntos menos técnicos, lo de "Dios los cría y ellos se juntan", no ya teniendo cierto grado de observancia de la máxima interpretándola como una recomendación para colocar en el mismo grupo media docena de cuervos, o una docena de garzas, o una veintena de urracas, pero hay ciertas clases de pájaros que comen el mismo tipo de alimentos y frecuentan las mismas tipos de suelo, lo que permitiría agruparlos correctamente en grupos, cuya adecuación natural se vería ultrajada por la introducción de un solo individuo que no estuviera relacionado de alguna manera con la especie o la familia. Ahora, en uno de los grupos del señor Gardner, se presenta un zorro en absurda proximidad con una bandada de perdices: el zorro no se agazapa ni se esconde, sino a la vista de los tímidos pájaros, a quienes no parece importarles su presencia. Sostenemos, pues, que la taxidermia, mientras no se libere de desatinos como este, no estará en condiciones de tomar ese rango de arte al que legítimamente puede tener derecho. No basta con que los animales sean representados en mayor o menor medida tal como son en vida; es necesario que formen y muestren su condición vital. Si rellenas y preservas perfectamente a un animal, pero lo distorsionas en una postura que nunca asumiría de forma natural, yerras en tu trabajo, como también lo haces si, poniendo a la criatura en posición adecuada, introduces una influencia o una individualidad en la que el animal representado volase.
   El señor Gardner exhibe un brillante vitrina de colibríes. Sin embargo, todas las representaciones de esta especie tienen el defecto de parecer más plumas que pájaros, la vista se desumbra como por un brillo caleidoscópico dorado, pardo, rosa, amarillo y azul, pero todos los pájaros parecen tener las mismas caracteristicas, en los que el color y la forma es su única individualidad o distincion. Lo mejor de las vitrinas del señor Gardner es una rama con un par de tortolitos, representados rascándose o haciéndose cosquillas con el pico. El grupo  tiene algo de natural, y por lo tanto agradable."
 
Un segundo taxidermista radicado también en Oxford Street, Thomas Mutlow Williams, presentó igualmente varias aves exóticas. El jurado valoraría conjuntamente los trabajos presentados por Gardner y Williams:
   "Muestran un conjunto brillante de aves ricamente plumadas de varias partes del mundo. Las producciones de estos artistas son aparentemente más indicadas para la sala de estar que para el gabinete del naturalista. Han seleccionado principalmente a los habitantes del aire más distinguidos por el brillante colorido de su plumaje. En lo que se refiere a la cuidadosa conservación del plumaje, merecen elogios, pero con respecto al diseño de los hábitos de las aves mediante un paisaje apropiado, no alcanzan las excelencias alcanzables en este arte."
 
Por su parte Abraham Dee Bartlett, establecido entonces en Great College Street, Camden Town, que presentó un corzo, zorros, un perro, un leopardo, un lobo, un orangután reposando, un avetoro, una cacatúa, un búho níval, un pato mandarín, palomas coronadas, una cerceta, una pareja de faisanes monal cortejando, un águila en vitrina, y una segunda vitrina con un somormujo propiedad de la reina -disecó varios animales para la reina Victoria-, aunque su pieza estrella fue una reconstitución del extinto dodo, que le valió la concesión de una medalla por parte de los organizadores. El jurado valoró especialmente el minucioso trabajo de elaboración del dodo y entre las piezas disecadas opinó: "La pareja de faisanes monal, titulado Cortejo, y el orangután durmiente, Reposo, son especialmente dignos de mención. Las partes carnosas de este último han sido muy hábilmente tratadas; y se evita por completo la apariencia seca y arrugada que tan a menudo adoptan". El periódico Illustrated London News ensalzó el trabajo de Bartlett:
   "Junto a la del señor Gardner se ubica la contribución del señor Bartlett de Camden Town, no igual a los especímenes del señor Handcock, pero mucho más espaciosa y con mayor atención a la individualidad y la expresión que la del señor Gardner. Las aves en cuestión, presentadas en grupos, no están tan abarrotadas como las del anterior disecador, y se parecen más a las colecciones naturales y menos a las felices familias artificiales. Un enorme babuino dormido no es un objeto agradable, pero hábilmente realizado y muy expresivo, mientras que los grupos de caza son realistas y efectivos.
   (...) Un par de figuras disecadas, llamados Vida y muerte, exhibidos por el señor Bartlett, han decidido el mérito. Consisten en un perro vivo parado sobre el cadáver todavía tembloroso de un corzo. La expresión de muerte del animal abatido, mostrado en postura acurrucada, la perfecta relajación de los músculos y la disposición accidental en la caída de las extremidades de una manera que sería inconsistente con el conveniente dominio del animal sobre ellas si estuviera con vida, la atención prestada a todas estas minucias, que sin embargo constituyen la esencia y el carácter de la escena, prueban el cuidado con que el artista ha estudiado su oficio. El perro no es tanto de nuestro gusto. Es un animal de aspecto vulgar; y, aunque evidentemente vivo, no muestra ese sobreabundante vigor de vida que podría haber contrastado con las extremidades sin nervios del corzo caído."
 
En 1852 Bartlett sería nombrado director de la sección zoológica del museo que se instalaría en el Crystal Palace, edificio recién trasladado a Sydenham, cargo que mantuvo hasta que en 1859 fue designado director del zoológico de Regent's Park perteneciente a la Sociedad Zoológica de Londres. En la Exposición Universal de Londres de 1872 Bartlett también participaría junto a su hijo Edward.
 
John Leadbeater, miembro de una extensa saga de taxidermistas, el segundo de la dinastía, que entonces mantenía el negocio familiar en Brewer Street, Picadilly, en palabras del jurado exhibió "una curiosa e instructiva colección de aves gallináceas de la India; y una extensa colección de colibríes, que comprende unas 300 o 400 variedades, en el Transepto Norte, que están muy cuidadosamente instalados". Leadbeater, que también había realizado encargos para la reina Victoria, estaba asistido en el negocio por sus hijos Benjamin y John. Benjamin sería el continuador del negocio londinense a la muerte de su padre en 1856, mientras que John sería contratado en 1858 como disecador por el Museo de Melbourne, Australia, probablemente gracias a su participación en la Gran Exposición y del reconocimieto real.
 
El quinto y último disecador londinense presente en la muestra fue Thomas Spencer, de Great Portland Street, que presentó numerosas aves disecadas ambientadas con innovadoras rocas, agua, escarcha y nieve artificiales.

 
Uno de los grandes triunfadores de la muestra fue John Hancock de Newcastle upon Tyne, ornitólogo además de taxidermista. El jurado lo elogió en su informe:
   "J. A. Hancock, de Newcastle, exhibe, en el Transepto Norte, unos bellos ejemplos, no sólo de una fiel y animosa adhesión a la vida y a la naturaleza, sino una hábil y armoniosa combinación de formas y colores. Las tres escenas de cetrería y la de los trópicos contribuirán en gran medida a elevar el arte de la taxidermia al nivel de otras artes que hasta ahora han tenido mayores pretensiones. El primero de los tres objetos, que ilustra el antiguo deporte de la halconería, es un halcón gerifalte, de aspecto flaco y hambriento, con la correa atada a la pata con la que se sujeta al puño del cetrero. En el segundo grupo, el halcón ha caído al suelo, y está en combate con la presa, una poderosa garza, que lucha en vano contra los ataques de su enemigo; mientras que la anguila, que, de no haber sido por la intervención del halcón, habría sido devorada pronto por la garza, escapa sigilosamente. La tercera escena presenta al halcón saciado: ¡qué contraste se presenta aquí! el enemigo sediento de sangre de la garza apenas se reconoce en la figura soñolienta: de pie sobre un pata, la otra contraída bajo su pecho, el ojo entrecerrado, es la imagen misma del atracón. El grupo tropical comprende cacatúas y loros, que se divierten en una rica vegetación tropical, reluciendo (quizás demasiado) con brillantes mariposas y escarabajos, lagartijas y otros reptiles. La expresión estólida, pesada, satisfecha de sí misma, de los papagayos, contrasta en comparación con la ansiedad y el temor del Compañero de la gaviota muerta, otro grupo; o, con la mirada inquieta del quebrantahuesos de los Alpes. El contraste entre la vida y la muerte también está bien mantenido, por la exhibición de un grupo de animales muertos, siendo sumamente veraz el estado despeinado de las plumas."
 
Y justificó la concesión de una medalla "por varios especímenes individuales y grupos de aves y animales disecados, lo más veraz en cuanto a la representación de los hábitos y apariencia de estas criaturas; y en todos los aspectos del más alto mérito". La descripción del trabajo de Hancock por parte de Illustrated London News es bastante más extensa y detallada:
   "En el Transepto, justo al lado de las palmas, se encuentran los que, de largo, son los mejores especímenes de taxidermia en la Exposición, los mostrados por el señor Handcock. Son todos aves: el plumaje está bellamente exhibido, los colores naturales conservados en toda su frescura, y los caracteres y movimientos de cada individuo imitados con el conocimiento de un naturalista, y el tacto y la habilidad de un artista. Primero, tenemos un halcón encapuchado, que muestra la parafernalia del pájaro equipado para la cetrería. El animal en sí es un noble y vigoroso espécimen de halcón de pura raza. Lleva su capucha sobre la cabeza: la capucha en cuestión consiste en una gorra de cuero ajustada, que ciega completamente al ave, y solo se quita en el momento del vuelo. Sus patas están sujetas por pihuelas, robustas correas de cuero, con las que permanece unido a la muñeca, posado sobre el guantelete halconero del o de la deportista. El siguiente espécimen se llama Forcejeo con la presa. El halcón se elevó sobre la presa, una hermosa y vigorosa garza, se abalanzó sobre ella, y con el pico y las garras clavadas profundamente en el ave que luchaba, ambos se desplomaron, un mero caos de plumas aleteantes y sacudidas de extremidades y garras, sobre la tierra. La lucha es dolorosamente realista: la garza, con el pecho en la garganta desgarrado por el halcón, y la carne roja, en carne viva y sangrante que se ve entre las plumas arrugadas, parece en vano sacudir su largo pico e intentar con sus fuertes y nervudas piernas morder a su antagonista, que lo está desgarrando con pico y garras. Los movimientos convulsivos de la figura de la víctima están representados con gran realismo: muy contorsionados. De hecho, son sus miembros, sus alas y extremidades, los que deberá mirar atentamente antes de comprender la posición del pájaro: la feroz impetuosidad del halcón también se representa con mucha veracidad. Aun así, como muchos de los mejores cuadros de Landseer, el grupo es doloroso; de hecho, creemos que sería un error en cualquier tipo de arte representar artificialmente algo que hiriera nuestros sentimientos si se viera en la realidad. Es más, incluso el cazador más entusiasta, aunque derribe su trofeo sin la menor punzada de escrúpulo humanitario, posiblemente no desearía tener continuamente ante sus ojos una representación vívida de los sufrimientos del pájaro herido.
   Cercano a Forcejeo con la presa está el muy inteligente Halcón saciado, que ya hemos señalado como un triunfo de la expresión en la taxidermia. Atiborrado, con una indefinible expresión de dolorosa e indefensa saciedad que impregna a todo el individuo, está muy hábilmente capturada y reproducida de manera muy efectiva. El halcón se sienta, apático y medio dormido, sobre una pata; la tendencia involuntaria de los músculos hacia el pecho. El animal está en tal estado que casi podríamos arrojar nuestro sombrero sobre él. Una tarea fatigosa y un gran trabajo sería volar, hasta que la digestión hubiera hecho su trabajo, algo así como el espíritu y el estado de alerta. Pasando de un halcón saciado a un buitre hambriento, el quebrantahuesos disecado de los Alpes representado posado sobre la punta rocosa de una montaña pelada oteando con sus ojos feroces, salvajes y hambrientos, los valles y barrancos. La criatura es muy elegante y llena de vitalidad.
    Junto al quebrantahuesos tenemos un grupo de caza negra (2), preparado con finura; y próximo a él, una escena en los trópicos, consistente en un banco o montículo cubierto de vegetación exuberante -lógicamente toda tropical- en medio de la cual una colección de loros, cacatúas y agapornis, y algunos especímenes de criaturas aladas más pequeñas, todas perchando, aparentemente saltando, traqueteando y cazando llamativas mariposas y oteantes lagartijas, y escarabajos negros y brillantes, que se arrastran de un lado a otro. El aspecto del grupo, plantas, pájaros e insectos es muy alegre, el plumaje extremadamente llamativo y rico, y el aspecto descerebrado y despreocupado de un loro está muy bien imitado. Todavía nuestras aves, cuyos hábitos y costumbres son conocidos, tienen más encanto que las más brillantes aves tropicales. Un leopardo joven reposando es un estudio inteligente de un cachorro;  las extremidades toscas y el aspecto huesudo de la criatura están representados con fortuna.
    La gaviota muerta. Todavía estamos en el dominio del señor Handcock. La especie en cuestión, se representa recién abatida y caída bajo de una pequeña rama marchita, como las que a veces vemos que deja la marea, cubierta con una cortina verde de algas marinas húmedas; las ramitas de esta rama abandonada y varada sirven como point d'appui (3) para la representación, en una postura en picado con las alas extendidas, de la pareja del pájaro muerto. La actitud de este último es estrictamente natural, y los ojos velados entrecerrados son perfectos; mientras que la postura del sobreviviente afligido, que busca por así decirlo enfurecer y revivir a su compañero difunto, es completamente expresiva de su inquietud y desconcertante dolor. El grupo, de hecho, nos recuerda el cuadro de Landseer  La viuda, y, como esa escena de angustia animal honesta, es suave y graciosa, pero dolorosa. No hay ave de aspecto más manso o elegante que la gaviota más pequeña aquí representada. Cuando se ve de cerca, esta criatura se parece a una paloma en la dulzura de su expresión; y la mirada tranquila y mansa que una gaviota herida fija en la persona que la toma, tiene algo en ella de irresistible, y para nuestra mente de lo más dolorosamente reprochable."
 
El quebrantahuesos de los Alpes de John Hancock (4).

 
Otro taxidermista británico premiado, con mención  honorífica, fue el inglés Charles Gordon, preparador del Museo de Dover, que presentó en la exposición  un grupo de aves británicas que el jurado definió como "una representación de una lechuza asaltada por pajaritos, en la que se da con gran viveza y fidelidad la acción de la lechuza y de sus verdugos".

Según el Catálogo Oficial Descriptivo de la Exposición el escocés William Dunbar, de Golspie, junto al lago Loch, presentó dos vitrinas con aves y mamíferos de Sutherlandshire cazados y preparados por él mismo, que contenían un corzo, una liebre común, dos liebres de montaña, dos conejos silvestres, tres perdices pardillas, dos becadas, una agachadiza común y otra chica, dos chorlitos dorados, tres faisanes comunes, una lavandera, cinco urogallos -dos machos y tres hembras-, cinco lapópodos escoceses -machos y hembras-, una docena de perdices nivales de ambos sexos y plumaje de las cuatro estaciones, y una hembra adulta de águila real. La exposición de Dunbar la definia Illustrated London News, añadiendo algo de literatura, en los siguientes términos:
   "Doblando la esquina de la galería, llegamos a un caso interesante de los principales animales salvajes y aves de Sutherlandshire. Este remoto y poco conocido condado -véase el excelente Sporting Tour de señor St. John- contiene, no obstante, quizá la fauna más rica de uno de nuestros distritos provinciales británicos. Es una peculiaridad de los distritos situados tan al norte, que con mucha frecuencia unen las aves de los mares y costas del Ártico con las de las regiones más templadas. Repartidas por todo Sutherlandshire, en profundos valles protegidos y "correys" (5) rodeados de colinas, delicadas aves, como el reyezuelo sencillo, y el pequeño herrerillo común, construyen y trinan. En sus solitarios estanques de montaña se encuentran las aves acuáticas más raras: el colimbo ártico, por ejemplo, y el ganso salvaje, un ave que, según el señor St. John, es más cautelosa y más difícil de acechar que el ciervo. En las cordilleras del interior el águila real construye su nido; y a lo largo de tremendos acantilados en la costa del mar, el águila pescadora, o águila marina, casi como una hermosa ave, encuentra refugio, junto a innumerables frailecillos marinos del norte, araos y alcas; palomas bravías, rozando el oleaje, y la rara chova piquirroja, que aletea en el aire. La ilustrativa vitrina en cuestión comprende todas las variedades de caza, pájaros y mamíferos, desde el corzo hasta el conejo, desde la becada, que frecuenta los riachuelos pantanosos en los lugares protegidos de los bosques, hasta la perdiz nival que desafía las derivas blancas del invierno. en las cimas de las montañas. La exhibición le señor Dunbar, de las regiones remotas de lago Loch, toda su colección es muy meritoria."
 
El doctor John Beevor de Newark-upon-Trent presentó un perro zorrero disecado, que aúnque sin concesión de premio, el jurado reconoció que merecía una mención favorable. La preparación del animal la realizó Beevor "preparado de la misma manera que el ciervo aportado desde Cerdeña", según el mismo jurado, aunque como comprobaremos en breve no exactamente. Según el Catálogo Descriptivo Oficial de la Exposición el método de Beevor se trataba de "Un proceso mejorado de taxidermia, o disecado de animales, ilustrado con un conocido perro zorrero de caza de Rufford. Ello se logra mediante el uso de gutapercha (6), mediante el cual se toma un modelo muscular completo del animal después de la eliminación de la piel. Una vez reemplazada la piel, se obtiene una semejanza exacta del animal, con un aspecto plenamente conseguido".
 
El disecador Thomas Harbor de Reading, Berkshire, presentó varias aves y mamíferos: un cisne mudo junto a una cerceta común, un ratonero común, un alcotán atacando a perdices pardillas con crías, una pareja de guiones de codorníz con polluelos, una pareja de bigotudos, otra de martines pescadores, una pareja de picogordos, una vitrina con faisanes, un turón y un conejo. Cornelius Walford senior, de Witham, Essex, presentó aves locales: una lechuza común, otra campestre, un cárabo, un pico picapinos, un cuco, una pareja de golondrinas, otra de aviones comunes, y varios passeriformes: papamoscas gris, buscarla pintoja, colirrojo tizón, acentor común, pinzón montano, camachuelo común, pardillo común y gorrión común. El reverendo J. B. P. Dennis, de Bury St. Edmunds, Suffolk, mostró una pavo real con la cola extendida y una pequeña gaviota. El último británico de la metrópoli presente, W. Withers, de Devizes, Wiltshire, presentó una vitrina con perdices.
 
Fueron varios los preparadores  y personajes de las colonias británicas que presentaron trabajos de Taxidermia. Así,  A. F. Ridgway, de la Guayana Británica mostró un tucán, un "loro azul de Esequibo" y un surucuá amarillo. A. Downs de Nueva Escocia, provincia de la actual Canadá, según el Catálogo Oficial aportaba "algunos ejemplares bien preparados de esa colonia". El capitán R. A. Faddy, de Sudáfrica exhibió un alcéfalo, un kudú y un antílope acuático, cuya "manera en que se han preparado y establecido no puede ser elogiada; pero se alega que los dos últimos animales son los primeros de su especie que han llegado a este país y que de ser así son de interés", según opinó el jurado. Un tal señor Bonney, hijo de un convicto en Tierra de Van Diemen, expuso una vitrina con aves de la actual isla de Tasmania "con interesantes especímenes".

Estados Unidos estuvo representada por dos taxidermistas, cuyo nombre no aparece en la mencionada memoria. Uno presentó una vitrina con una ardilla, y el segundo una vitrina con varios mamíferos, aves y peces, pero en opinión del jurado ninguna de las dos contribuciones era merecedora de comentario. Tampoco lo mereció algunas aves raras que presentó Bélgica. Francia no estuvo representada en Taxidermia, lo que el jurado echó en falta:
   "Es muy lamentable que no haya llegado ninguna contribución de Francia. La atención y la investigación química y científica otorgada a este arte por los naturalistas franceses, Bécoeur de Metz, el inventor del jabón metálico (7), Fontenille, Dufresne y otros, y el valor de sus escritos, es bien conocido por los naturalistas; y hubiera sido interesante comparar la condición actual del arte en ese país, con el progreso que se ha hecho en otros lugares."

El Reino de Cerdeña estuvo representado por Francesco Comba, taxidermista del Museo Zoológico de Turín, que presentó un alce que, además de valerle la concesión de una medalla, mereció el elogio por escrito del tribunal, tanto por su técnica de montaje como por el resultado final:
   "Este espécimen es de lo más notable. Exhibe a la perfección el arte de representar al animal vivo, no sólo en su forma y carácter general, sino también marcando las finas y delicadas ondulaciones de la carne y de los músculos, y de todos los detalles anatómicos distinguibles externamente. La dificultad de efectuarlo es tan grande que generalmente apenas se intenta; pero en el presente caso el artista ha tenido notable éxito. El proceso adoptado por el señor Comba, el expositor de este ejemplar, ha sido el de modelar el animal en barro, y a partir de ese modelo confeccionar un molde que le permitió construir una figura de un material parecido al papel maché sobre la que, conservando toda la fidelidad del modelo original, se coloca la piel."
 
Las seis escenas de El zorro Renart (Reinecke Fuchs) de Hermann Ploucquet (8).

 
Pero sin duda fue Hermann Ploucquet, de Stuttgart, taxidermista representante del Reino de Wurtemberg, quien sorprendió al público general por sus montajes de taxidermia antropomórfica. El jurado le concedió una medalla "por varios grupos humorísticos de animales disecados, grupos ilustrativos de los hábitos de las aves, y dos grandes piezas de caza". La descripción que recoge el Catálogo Oficial es la siguiente:
   "La colección de H. Ploucquet, Wurtemberg, consta de:
   1º. Una serie de escenas tomadas de las ilustraciones de Kaulbach de la conocida historia alemana de El zorro Renart (Reineke Fuchs), y ejecutadas con gran habilidad. En estos, el expositor, por supuesto, no reclama el mérito de la concepción; pero es admirable el humor con que se lleva a cabo el diseño del artista, y la expresión puesta no sólo en la actitud, sino en el semblante de cada animal.
   2º. Grupos de pájaros y pequeños animales en acción, diseñados y ejecutados por el expositor. Algunos de estos también son divertidos y muestran un ingenio considerable, como, por ejemplo, una escena de amor, ilustrada por comadrejas; una escena de despedida entre un gato y un turón; un turón literario, etc. Otros representan los movimientos o hábitos de las aves en el cuidado de sus nidos o de sus crías; la aparición de los polluelos con diferentes edades, y la acción de los pájaros progenitores para defenderlos contra los ataques de otros animales. Todos son notables por su ejecución enérgica y realista.
   3º. La representación de dos grandes escenas de caza, como las que forman los temas de los cuadros de Snyders: una, un ataque de perros a un jabalí; el otro, un ciervo acosado por perros. Estos muestran un gran espíritu y un estudio detallado de la naturaleza; aunque, en uno o dos casos, la acción de las extremidades y músculos no es minuciosamente correcta. Estas inexactitudes, sin embargo, son tan pocas y tan leves que no pueden desmerecer el gran mérito que corresponde a toda la exposición del señor Ploucquet. El proceso empleado por el señor Ploucquet en la preparación de algunos de sus especímenes más pequeños ha sido moldear la figura del animal en escayola y colocarla piel sobre el modelo; y lo ha hecho con éxito. Los grupos del señor Ploucquet atraen con diferencia la mayor parte de la atención del público."
 
El periódico Illustrated London News trasladaba al lector la exitosa exposición de Ploucquet con el siguiente texto:
   "Entre la amplia gama de productos industriales extranjeros, los animales disecados y conservados sólo se encuentran en la parte del Zollverein dedicada a Wurtemberg, y estos forman una característica muy conspicua de la exposición alemana; el bullicio -que confluye de ambos lados- es tal hasta el punto de que los policías tienen que estar presentes indicando a la multitud el camino que debe seguir. Nuestro espacio restante, sin embargo, sólo puede dar cabida a una breve reseña. Los especímenes son de dos clases: aves y mamíferos ordinariamente conservados, con el único objetivo de ser copias de la naturaleza viva; y animales de diversas especies, dotados de una expresión caricaturesca de la inteligencia humana, y representados en escenas de leyendas y fábulas, ocupados en actividades humanas y realizando acciones humanas. Empezando de forma ordenada. A la derecha del corredor hay dos grupos de animales muy grandes, a tamaño verdaderamente real, que representan una jauría de perros que ladran y derriban, en un caso un jabalí herido, en el otro un ciervo herido. Los animales están bien disecados y agrupados artísticamente, el feroz afán de los perros y las frenéticas luchas de las presas están adecuadamente representados. Ambos grupos, de hecho, podrían haber formado parte de escenas de caza de Snyders, siendo los perros en particular facsímiles de los que dicho artista se deleitaba en dibujar. Los temas, sin embargo, son extremadamente dolorosos; y, a menos que el artista los haya pensado para adornar el vestíbulo de un matadero, difícilmente podemos imaginar qué posible destino pretendía para su obra. El gran nivel con que los detalles se representa la matanza hace que todo resulte absolutamente emocionante. Dos modelos en miniatura de escenas similares no requieren particular reconocimiento. Una serie de halcones bien disecados están suspendidos en el aire con hilo, con las alas extendidas imitando el acto de cernirse. El concepto es ingenioso, aunque tememos que, para que fuera artísticamente verdadero y satisfactorio, cada objeto debería tener un punto de apoyo natural y obvio, no artificial e inconfesado, medio de soporte. Los grupos de búhos y gavilanes con sus crías son intachables. Los halcones que alimentan a sus polluelos tienen un cuerpo excelente, con igual gracia y efecto pintorescos. El ataque de los turones al nido de los halcones es una buena pieza de taxidermia dramática; y los brincos de la camada de cachorros de zorro, mientras el viejo zorro aparece cargando una perdiz para repartir entre su familia, forman otro agradable grupo.
   Volviendo a los animales
quasi humanos, reconocemos de inmediato la ejemplificación práctica de esa extraña tendencia en la mente teutónica de dotar a las bestias de inteligencia humana, y hacerlos participar en historias largas, y a veces excesivamente divertidas, al igual que hombres y mujeres. Seguro que buenos ejemplos de estas historias se dan en los Peregrinos del Rin. No son propiamente fábulas, más bien leyendas medio cómicas, medio serias, que generalmente tienen una significación moderada y característica, y que en buen grado desarrollan el carácter en el bruto dramatis personae (9). De estos, el zorro siempre figura como el bribón de la escena, sin duda, un bribón inteligente, insinuante, gentil y varonil, pero un bribón sin valor. Véalo aquí confesando devotamente al gallo como un sacerdote; más allá raptando a la pobre liebre desprevenida, a la que convierte en una herramienta para servir algunos de sus ocultos fines. Luego observando meditativa y contemplativamente un volumen sobre su regazo, mientras fuma su pipa, lo mejor para digerir un tema desconcertante. En todos estos ingeniosos especímenes de arte taxidérmico excéntrico, la astucia e inteligencia naturales del rostro del zorro se exageran con gran habilidad, mientras que la simplicidad natural y la estupidez del semblante de la liebre se desarrollan con la misma fuerza. El grupo El Zorro y la Liebre, Reinecke acompañando a Lampe a la corte, es un estudio perfecto. Los animales están dotados de la más extraña expresión humana y, sin embargo, siguen siendo animales. Hemos realizado el grabado de un espécimen de este curioso estilo de taxidermia. Obsérvese que, siendo la expresión tan exagerada, los especímenes son más bien caricaturas que arte real; pero el disecador debe a fortiori (10) ser capaz de producir las gradaciones más sutiles de expresión real en la cara del pájaro y del mamífero. Hay una gran cantidad de especímenes menores de animales pequeños y modelos de animales más grandes, involucrados en acciones humanas, como la reunión de gatitos tomando té; una buena cantidad de animales de la tribu de la comadreja como deportistas, con ojeadores de menor tamaño cazando un desafortunado grupo de liebres; comadrejas combatiendo en duelo; ranas caminando gentilmente con paraguas; conejos tratando en vano de hacer sumas en pizarras; gatos cantando y tocando el piano; pero nuestro espacio sólo nos permite suplicar al lector que en su próxima visita estudie atentamente y anote el curioso grado de habilidad y bromas desplegadas en estas divertidísimas caricaturas de la historia natural."
 
Los dos grupos de gran tamaño de Hermann Ploucquet (11).

 
Algunas colonias de la actual Canadá incluyeron algunos animales disecados en sus galerías. En la galería de Canadá "una serie de aves bien disecadas, etiquetas como regaladas por el disecador a Charles Waterton", un viejo conocido de Taxidermidades, excéntrico taxidermista terrateniente. Algún personaje como John Manners, marqués de Granby, expuso dos vitrinas con nutrias disecadas, cabe suponer que de su colección, de las que Illustrated London News afirmaba que eran "eran justos ejemplos del arte. El deslizamiento parecido a una anguila de la nutria está bien captado cuando se nos aparece en el acto de atravesar el juncal hacia el arroyo vecino". Anne Sutherland-Levenson-Gower, duquesa de Sutherland, exhibió una vitrina con aves del río Níger. Algunos peleteros también mostraron Taxidermia en sus espacios, como por ejemplo Nicholay & Son de Oxford Street, que expuso un león, una pantera, un lobo, una alfombra de tigre, alguna gacela y numerosos mamíferos de menor tamaño.
 
Un caso curioso se dio en la galería de la India. El nawab de Moorshedabad, Bengala Occidental obsequió a la reina Victoria un lujoso howdah, palanquín de transporte que se coloca a lomos de un elefante. Durante las primeras semanas se expuso solo, pero pronto los organizadores creyeron que alcanzaría mayor esplendor si se colocaba a lomos de un elefante disecado. En su búsqueda dieron con un ejemplar hembra en el museo de la ciudad de Saffron Walden, a unos 90 kilómetros, y sin pensárselo más lo trasladaron en carreta de caballos hasta Crystal Palace y le colocaron encima el howdah. El elefante, que había sido preparado en 1834, se trataba de una hembra, más pequeña y menos adecuada para colocarle aquel palanquín. Otro pequeño detalle es que se trataba de un elefante africano, con las orejas notablemente más grandes y los colmillos más curvados que el asiático. Pero parece que no importó a los visitantes. Terminada la Gran Exhibición aquella elefanta fue devuelta a su museo donde permaneció expuesta hasta 1960.

 
El howdah indio sobre la elefanta africana en la galería de India (12).

 
Y una ausencia notable. En el recinto de la Exposición, el taxidermista, ornitológo y excelente ilustrador inglés John Gould no expuso Taxidermia, solamente su novedosa patente de una nueva técnica de coloreado de grabados. Hombre de negocios, Gould no obstante aprovechó aquella cita para, con el permiso de la Sociedad Zoológica de Londres, erigir en el zoológico de Regent's Park una caseta de madera de unos dieciocho metros de largo, donde mostró una notable colección de centenares de colibríes disecados por él mismo, contenidos en veinticuatro artísticas vitrinas. Durante los meses que, coincidiendo con la Gran Exposición, permaneció abierta la de Gould, esta última fue visitada por unas setenta y cinco mil personas que pagaron seis penique por entrada, lo que le reportó unas ganancias de unas ochocientas libras.
 
La Exposición Universal de Londres de 1851, escaparate de la Revolución Industrial y del colonialismo, supuso un notable impulso para el acercamiento de la Taxidermia al público británico y puede ser considerada como el inicio de la denominada Taxidermia victoriana, una tendencia que pronto trasladaría a domicilios particulares vitrinas y fanales con especímenes disecados, hábitats con fondos pintados, partes de animales como muebles o utensilios, etc.; y el de la Taxidermia antropomórfica, que seguirían Walter Potter y otros. La siguente Exposición Universal se celebraría en París en 1855.
 
 
Notas y créditos.-
(1) Fotografía de Hugh Owen/Royal Collection Trust.
(2) Se refiere al grupo de animales disecados con aparencia de muertos que citaba Illustrated London News.
(3) Punto de apoyo, recurso.
(4)  Litografía a partir de un dibujo del propio Hancock, incluída en su A Fasciculus of Eight Drawings on Stone of Groups of Birds (1853)
(5) Desconozco su traducción.
(6) Látex rígido natural que se obtiene del árbol Palaquium gutta y de otros del mismo género.
(7) Se refiere al célebre jabón arsenical.
(8) Daguerrotipo de Antoine Claudet.
(9) Elenco de personajes.
(10) Con mayor razón.
(11) Ilustración del Catálogo Descriptivo Oficial de la Exposición.
(12) Acuarela de época de Joseph Nash/Royal Collection Trust.
 
 
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Taxidermidades, 2023.
 
 
Bibliografía:
--- The Natural History on the Exhibition , en Illustrated London News, vol. 19, núm. 505, Londres, 26 de julio de 1851, págs. 133-135.
--- Great Exhibition of the Works of Industry of all Nations 1851. Official Descriptive  and Illustrated Catalogue , vol. 2, Spicers Bros., Londres, 1851.
--- Great Exhibition of the Works of Industry of all Nations 1851. Official Descriptive  and Illustrated Catalogue , vol. 3, Spicers Bros., Londres, 1851.
--- Reports by the Juries on the Subjects in the thirty classes into which the Exhibition was divided , vol. 4, Spicers Bros., Londres, 1851.
 
Recursos:
Artículo La saga de los Leadbeater en Taxidermidades.
Artículo El ornitólogo y taxidermista John Hancock en Taxidermidades.
Artículo El ornitólogo y taxidermista John Gould en Taxidermidades.