La Taxidermia en la Exposición Universal de París de 1867.


Grabado con la exposición de Taxidermia en la primera página de L'Exposition Universelle de 1867 Illustrée.


Portada de la revista.
La Exposición Universal de 1867 fue la segunda que se celebró en París, tras la de 1855. Ambas fueron promovidas por Napoleon III, la primera para demostrar su superioridad a la Gran Exposición de Londres de 1851, ordenando construir en la avenida de los Campos Elíseos el Palacio de la Industria, mayor que el Crystal Palace; y esta de 1867 para superar de nuevo a la segunda Exposición de Londres, la de 1862. En esta ocasión la particular pugna por demostrar la grandeza francesa se tradujo en 67 hectáreas de exposición en los Campos de Marte y en la isla de Billancourt. Para aquella cita se construyó un gigantesco edificio ovalado con una superficie de 15 hectáreas. Las muestras relacionadas con la Exposición ocuparon además un centenar de edificios más pequeños. Participaron 32 países y más de 50.000 expositores. Durante el tiempo que permaneció abierta, entre el 1 de abril y el 31 de octubre de 1867, fue visitada por unos 10 millones de visitantes.
 
En esta ocasión la Taxidermia estuvo notablemente presente en varios espacios. La primera página de la entrega del 26 de septiembre de 1867 de la revista L'Exposition Universelle de 1867 Illustrée (1) mostraba un grabado a partir de un dibujo de Jules Gaildrau que acompañaba un texto de Henri de la Blanchère (2) de poco más de una página:
    "Taxidermia.
    Esta es ya una palabra muy aprendida, que empleamos a nuestro pesar; ¡Pero qué modo de utilizar la palabra empajado (3) cuando se trata de la preparación de objetos de historia natural en los que no entra ni la más mínima paja! Taxidermia tampoco significa lo que nos gustaría indicar, pero ¿qué podemos hacer al respecto? ¡Por lo demás, deploramos el hecho de que la lengua francesa sea tan pobre que, tanto en su forma erudita como en su forma habitual, no tenga una sola palabra para designar todos los animales preparados para su conservación! Esta prohibitiva palabra griega significa simplemente: preparación de pieles. Pero en verdad hay algo más, que tan solo una preparación de la piel en los admirables trabajos de nuestros naturalistas, y no nos sorprendería que los Verreaux, los Fairmaire, los Lefèvre nos hicieran quedar mal si pensaran que por un momento podemos confundirlos con un curtidor o un desollador.
    Lo que llamamos Taxidermia es sólo una parte de lo que el catálogo ha reunido en la Clase 22 (4) bajo la denominación de productos de caza, pesca y sus cosechas; título bastante barroco, estaremos de acuerdo, y de lo más impreciso, nada más fácil de demostrar, puesto que, el términos de cosechas, no lo entiendo para el pelo del conejo ni la crin del caballo, y prefiero suponer que con él queríamos nombrar de esa manera los materiales que componen algunas praderas marinas y algunos musgos. A pesar de toda nuestra buena voluntad, nos vemos obligados a posponer las pieles de caza, las esponjas y el aceite de hígado de bacalao para la pesca. En fin, pasemos por alto la palabra cosecha, ¡de todos modos es divertida y tiene un aire Watteau (5) bastante agradable!
    Es sobre todo en la entrada de la sala -entrada reproducida en nuestro grabado- donde se agrupan los ejemplares más bellos del arte taxidérmico, que son ni más ni menos que obras maestras del arte y de la ciencia juntas. A la derecha, el león del señor Édouard Verreaux nos sorprende tanto por la naturalidad de su postura como por el magnífico modelado de sus miembros. Hay que ser a la vez artista y naturalista no sólo para producir una obra similar, sino -¡permítanme esta presunción!- para comprender plenamente su alcance y dificultad. Se dice comúnmente, en las escuelas y en los talleres, que hay dos seres difíciles de dibujar: el caballo y el hombre; y dos fáciles: la novilla y la mujer. Los dos primeros presentan no pocas dificultades debido a la protuberancia de los músculos que resaltan claramente cada uno en su lugar y que no deben colocarse de forma torcida. A los felinos, y entre ellos el león, hay que añadir como nueva dificultad para dibujar y modelar, debido a que su piel se asemeja a un sobretodo demasiado grande no pegado a la carne, y envuelve los músculos en un velo flotante que los acentúa de una manera suave, indecisa, pero rigurosa y muy particular. El señor Édouard Verreaux ha logrado admirablemente este difícil efecto. Su león vive a través de la piel, y realmente no sentimos que esté empajado, ¡ya que debemos decirlo como todo el mundo!
    Sobre la jaula del león, los pájaros muestran sus brillantes colores; vemos allí la multitud de los más agraciados; Los loros y los periquitos australianos, las aves del paraíso, el famoso gallito de las rocas de plumas de fuego (6) y, junto a estos espléndidos animales, la familia de los incomparables colibríes. Son más que joyas, destellos y reflejos; hay gargantas de fuego, de violetas, de esmeraldas, de rubíes: colas bífidas, en forma de V, en forma de flecha; vemos picos de todas las formas y longitudes, puntiagudos, ganchudos, torcidos, más como la ventosa de una mariposa que el pico de un pájaro. Ciertamente, la naturaleza ha sido muy pródiga en la creación de los insectos dípteros que llamamos moscas. Los ha creado de todos los tamaños, de todas las formas, de todos los colores. Ha sembrado especies con tal profusión en todos los países y lugares que probablemente no exista un metro cúbico de aire en la superficie de la tierra que no contenga al menos uno de estos animales. ¡Y bien! también fue pródiga con los pajaritos a los que hemos dado el nombre de colibríes (7). Las especies son tan numerosas que cada año se descubren otras nuevas: entre las verdaderas moscas, las especies son tan numerosas que los naturalistas evitan su estudio, que aún siendo tan pacientes, -digamos que incluso tan testarudos-, sin duda, ¡nunca las conocerán del todo!
    La espléndida y particular exposición privada de que nos ocupamos se completa, en lo alto, con trofeos de caza destinados a adornar las galerías y comedores de nuestros nobles cazadores (8). Testas de jabalíes, cráneos de ciervos, cabezas y armaduras de gamos, renos, corzos, rebecos, todo ello revive y parece asomar las narices por la ventanilla de sus escudos, para mirar y amenazar a este cronista que bajo ellos emite un balido. Arriba, en lo más alto, se cierne un águila real agarrando un joven pato que se dispone a devorar.
   Señalemos, para terminar, una muy feliz idea: la de los cuadros-trofeo enmarcados en roble tallado y destinados bien a un comedor de verano o bien a la sala de fumar de un cazador.
   Al otro costado de la puerta de entrada se encuentra la exposición del señor Auguste Lefèvre, en medio de la cual se encuentra un grupo de flamencos con alas rosas y negras, cuyo cuello desgraciadamente ha sido recompuesto demasiado esbelto por el naturalista. Las poses son buenas. Su lobo defendiendo es mejor; el modelado es creíble, pero estamos obligados, a pesar nuestro, a constatar que la dificultad no es tan grande para el modelado como el de su vecino león. Unas perdices, un faisán, tres brillantes aves del paraíso de colores dispares, una liebre a punto de saltar, con un modelado poco fino, tal es el resultado de esta notable exposición desde varios puntos de vista. Los cuadros-trofeo del señor Lefèvre son bastante buenos, pero reducidos, no tienen la escala de los que su competidor exhibe enfrente. Terminemos señalando también una gran diferencia entre las cabezas expuestas: aquí tenemos preparaciones medias, suficientes para la mayor parte del público, en una palabra, comercializables; el otro es artístico. Se evidencia a primera vista cuando se ven los dos.
   Sin embargo, es necesario hacer una consideración final. ¿Cuáles son los precios? Ninguno de los dos los ha adjuntado, lo cual es un gran error. Es muy posible que, para su precio, las preparaciones del señor Lefèvre estén muy bien hechas, como también puede ser que las del señor Verreaux sean inasequibles. Fue una buena y útil idea cuando la Comisión instó a los expositores a indicar sus precios de venta: lamentablemente, un número muy pequeño respondió a esta solicitud, y el silencio de los demás hace planear sobre sus obras la sospecha de que enseñan cosas fuera de lugar, y no productos comerciales por los que el público se pueda interesar, y en última instancia, pueda adquirirlos.
    No perdamos de vista, para quién se hace la exposición.
   Entremos en la sala, pasando por debajo de rosarios de conchas nacaradas de abulón, mezcladas con esponjas ordinarias, corales; de un caparazón de tortuga carey, todo ello enmarcado por unos bambúes y ratán poco artísticos. En el interior nos encontramos ante la exposición de la señora Fairmaire y del señor Coupri, este último bastante bueno por sus cabezas preparadas, pero ¡qué diferencia, -cuando se trata de modelos enteros y modelos serios- con el león de la puerta!
   Señalemos de paso una idea bastante original de un tal señor Stenfort que expone una bellísima colección de algas de las profundidades marinas pegadas sobre papel, como les gusta hacer a la mayoría de las jóvenes nada más llegar a los baños de mar y encontrar en la playa estas delicadas plantas arrancadas por la pala tras una ráfaga de viento. Este preparador realiza ramos y auténticos cuadros con sus algas; pero lo original es que ha imaginado aplicar estas algas en ramos a las muselinas de los adornos femeninos, cuellos, mangas, etc., lo que produce una ornamentación rosa, en mi opinión muy original y muy grata. También hay unas plumas de pulpo (9) que son decididamente chocantes.
   Para terminar, unas palabras sobre la colección de un abad normando, el señor Gallet, que también monta su algas con notable habilidad y exhibió algunas de ellas recogidas durante varios años (1852) y de una excelente conservación. Encontramos -en relación con determinadas especies- algunas dificultades muy hábilmente superadas. El señor abad debería publicar un manual de sus métodos de montaje de las grandes hojas de Ulva, sin olvidar incluir todos los procesos, y prevemos que su pequeño volumen sería un verdadero éxito entre nuestra juventud en los baños de mar, sobre todo si a sus explicaciones añade algunas experiencias.
  ¡Unas palabras para los pescadores! ¡Que vayan, a esta pequeña habitación, a caer admirados ante crines blancas, ¡como jamás se han visto! ¡Déjelos entusiasmarse ante unas cerdas de jabalí de una longitud y un surtido que apreciarán en toda su amplitud cuando construyan su pater-noster (10)!...
   En cuanto a los pelos de conejo cortados, no más que pelos de liebre ordenados por categorías de finura, longitud, etc., nada hemos de decir al respecto, excepto que, con una treintena de esquiladores en París, estos señores hacen negocios por veinte millones. Definitivamente es mejor esquilar conejos que alimentarlos, ¡puesto que esta última profesión sólo proporciona tres mil libras de ingresos."
 
Detalle de la exposición de Édouard Verreaux (11).

 
Revisando el Catálogo General de la Exposición, ciertamente en la Clase 42 del Pabellón de Francia, en la Galería 5, estuvieron presentes los taxidermistas parisinos Édouard Verreaux; la señora Fairmaire con sus "preparaciones de Historia Natural"; Auguste Lefèvre, que ya estuvo presente en la Exposición de 1855, y que en esta ocasión denominó su exposición como "salón de caza"; un tal L.-J. Goneau mostró "objetos de Historia Natural"; V. Coupri, taxidermista con taller en el Quai des Orfèvres; y dos peleteros que además ofrecían "preparaciones de Historia Natural", Lautz-Prieur de París, y A. Cavy de Moulins.
 
De la Maison Verreaux, que también se encuadrada en la Clase 12 del Grupo II, el de Material para la Enseñanza de las Ciencias, con sus colecciones de colibríes, esqueletos, huevos y nidos, sin embargo en dicho Catálogo General no consta su trabajo expuesto más impactante, el que se conocería más tarde como Correo árabe atacado por leones, un montaje con larga vida que tras la Exposición fue adquirirdo por el recién creado Museo Americano de Historia Natural de Nueva York y que en la actualidad se puede admirar en el Museo Carnegie de Historia Natural de Pittsburgh, Estados Unidos. El grupo representa el ataque de dos leones de Berbería a un jinete árabe que sobre un dromedario aterrorizado se defiende con una daga. Del Correo árabe, que en aquella cita quedó inmortalizado en una fotografía estereoscópica del estudio de Moyse Léon y Isaac Georges Lévy, sabemos que, volveremos más adelante, se expuso solamente las últimas semanas en el pabellón de Marruecos.
 
En casa del rival, en el pabellón de Inglaterra, en la Clase 42 del Catálogo de la Sección Británica sólo aparece un taxidermista, el londinense Henry Ward que mostró "aves disecadas, etc.". Por otra parte, representando a las Colonias Británicas, la Cámara de Artes y Manufacturas del Alto Canadá presentó una colección de aves disecadas para estudio; el Comité del Cabo de Buena Esperanza expuso una colección de mamíferos disecados (leopardo, antílopes, etc.) y pieles de león, leopardo, etc. -pertenecientes al mismo Comité abundaron los expositores de pieles, plumas y otras partes de animales como colmillos de elefante, etc.-; procedentes de la India, el gobierno de Bengala expuso una cabeza disecada de banteng, y el capitán Jesse Mitchell, superintendente del Museo de Madrás varios peces disecados; el Comisionado de Terranova presentó varias aves disecadas y el Ateneo un zorro y varias focas, armiños y aves disecadas; Andrew Downs, de Nueva Escocia, mostró una colección de aves disecadas y una cabeza de eland; Daniel Cooper de Bart, Australia, presentó pieles curtidas de zarigüeya y un ornitorrinco disecado; Edward Phillips de Puerto Adelaida, una colección de peces; y un tal P. Huggins, peces disecados, además de esponjas y corales.
 
Otros países que expusieron trabajos de Taxidermia. En el pabellón de Austria Frederic Scaloni de Esseg, Eslovenia, mostró una colección de aves disecadas; Otto Hermann, conservador del Museo Nacional de Klausenburg, Transilvania, expuso un gato salvaje y una colección de arácnidos locales; y Venceslas Spatny de Frauenberg, Bohemia, una colección de animales disecados. Por Estados Unidos estuvieron presentes Gunther & Sons y John Graham Bell, de Nueva York, que presentaron una "colección de animales" los primeros, y una colección de aves los segundos; mientras que la Academia de Ciencias de Chicago mandó una colección de aves de presa disecadas propias del estado de Illinois. En el pabellón de Prusia, R. Tautz de Schweidnitz, Silesia, presentó una colección de aves disecadas. La subcomisión de Cagliari del pabellón de Italia exhibió un esqueleto de atún y un atún disecado. El Comité para la Exposición de Bergen, Noruega, expuso una colección de peces, no sabemos si disecados. El Jedivato de Egipto mostró, entre otros, cocodrilos, lagartos, tortugas y peces, camaleones y cabezas de facochero, rinoceronte e hipopótamo -tampoco puedo asegurar que estuvieran disecados-. Aparte de lo mencionado, se contaron por docenas los comerciantes y expositores que ofrecieron en París cornamentas y pieles curtidas de toda clase de animales.
 
 
Lion and Tiger Struggle de Edwin Ward (12).

 
En el Informe del Jurado, su autor, el naturalista Adolphe Focillon, después de unas primeras consideraciones, se refiere a casi todos los expositores, criticando a algunos y destacando otros, y nos permite además completar la información que ofrece el Catálogo:
   "(...)
   La Cámara de Artes y Manufacturas del Alto Canadá exhibe una colección muy rica de aves montadas de estas regiones del norte, y algunos particulares añaden a esta contribución, uno una colección de insectos, el otro una colección de peces de ese país. El interés por estos objetos se hubiera multiplicado por cien si un etiquetado claramente visible y un catálogo elaborado científicamente hubieran permitido apreciar sus detalles sin un estudio minucioso y prolongado. (...)
   ¡Qué rasgos completamente diferentes nos ofrecen las otras colonias británicas! En primer lugar está el Cabo de Buena Esperanza; luego Natal, con ejemplares de su fauna africana cercana al trópico: leopardos, leones y leonas, linces o licaones, hienas, chacales, zorros, gacelas y antílopes; verdugos y víctimas que pueblan las vastas soledades de este continente apenas tocado por la colonización europea. No se trata, como en la exposición canadiense, de una colección o de una serie de colecciones; sólo hay unos pocos ejemplares montados o conservados, la mayoría son restos que el comercio sin duda podría apreciar y que no tienen el carácter de información científica. Así, se presentan numerosas peleterías, muestras de cuerno, marfil, nácar, etc., que destacamos de entre los bellos productos de las Indias inglesas. (...) Entre los objetos de historia natural presentados en la sección de la India inglesa, todos los visitantes destacaron, y diría que admiraron, un conjunto debido al talento de un expositor inglés, destinado a dar una idea de las escenas de caza de este grandiosa y terrible naturaleza. Nos referimos al grupo de un león y un tigre que luchan sobre el cadáver de un ciervo, gloriosos productos de las cacerías del señor Smith (13), que abatió a estos animales cerca de Goona, en el centro de la India. Esta hermosa pieza tiene todo el interés de un trofeo de guerra del hombre contra las feroces bestias, y todo el mérito de un trabajo de taxidermia artística hábilmente ejecutado. Quizás no se trate de una pieza de colección puramente científica, pero sí de un intento audaz de restaurar una de esas escenas del mundo salvaje que rara vez se tiene la oportunidad de ver, y que pocos se sienten tentados a buscar.
   (...) El Comité General de Australia Meridional y diversos colonos, (...), enviaron a nuestra Exposición Universal ejemplares de osos hormigueros, marsupiales, insectos, y sobre todo una interesante colección de peces del Golfo de San Vicente. El estudio de esta colección es de interés como una cuestión de geografía zoológica más que como una materia general, porque no tenemos motivos para creer que contenga especies no descritas aún por los naturalistas. (...) 
   Sin embargo, no todas estas exposiciones se presentan con la misma cantidad de información instructiva, y debe hacerse especial mención al cuidado puesto al respecto por los comisionados de la colonia de Nueva Gales del Sur. Inspirado por ellos, Gerard Krefft, conservador del Museo Australiano de Sydney, preparó el envío de una serie de colecciones de mamíferos, aves, reptiles y peces australianos, a los que adjuntó un excelente catálogo elaborado por un naturalista concienzudo y culto. Estas colecciones incluyen objetos naturales y fotografías de objetos más raros que parecía peligroso exponer a las venturas de un largo viaje. Entre los objetos presentes en la Exposición, podemos mencionar el pteropus poliocephalus (14) o kalong de los colonos, que, en la temporada de la fruta (de diciembre a febrero), llega a las proximidades de Sydney y arrasa los jardines y huertos de la zona; hydromys leucogaster (15) particular de la fauna de Australia y Tasmania; la hapalotis arboricola (16), formidable por sus estragos en las plantaciones de los colonos y a la que se unen, para causar los mismos estragos, varias especies del mismo género que viven en los árboles y alcanzan a menudo un tamaño que supera al de las ratas de agua. Los marsupiales necesariamente forman parte importante de esta colección; pero son sobre todo los restos de marsupiales fósiles los que pueden aportar información curiosa. (...)"
 
En su informe Focillon se lamentaba además de que fuera Francia, la metrópoli, quien exhibiera los productos de sus colonias; mientras, por contra, eran las propias colonias inglesas las que mostraban sus productos naturales. Y concluía:
   "Es imposible no expresar aquí el pesar de no encontrar en la Exposición ninguna colección de animales de las colonias holandesas, de las colonias portuguesas, de las colonias españolas (excepto Cuba), que pudieran revelar, a ojos del público internacional de la Exposición, algunos rasgos de esa naturaleza exuberante y original de la India y de las numerosas islas de la zona ecuatorial, a través de la cual el Mar Índico se une al Océano Pacífico. La fauna americana de Cuba está, por el contrario, muy representada, gracias a los extensos trabajos y envíos del señor J. Gundlach (17), que muestra nada menos que siete colecciones completas de animales de esta isla: mamíferos, aves (254 especies), reptiles crustáceos. (150 especies), arácnidos (120 especies), insectos (4.000 especies), esponjas (54 especies), moluscos terrestres (600 especies); por el señor Rafael Arango (18), que exhibe colecciones de moluscos terrestres (1.537 especies), equinodermos (30 especies), pólipos (94 especies) y esponjas; finalmente el señor F. Poey, que envió una colección de moluscos marinos (880 especies) y diez ejemplares de peces. Estas colecciones ciertamente contienen muchas riquezas y su estudio puede ser del mayor interés. Pero este estudio es difícilmente posible en una exposición, y un catálogo científico cuidadosamente comentado es esencial para ocupar su lugar e informar al visitante que quiere aprender.
   Finalmente, en las demás secciones de la Exposición Universal, sólo encontramos una colección zoológica digna de atención, la del señor Bourcier (República del Ecuador), compuesta por colibríes recolectados en un altiplano de Pichincha y que viven principalmente de la planta denominada en el país chuquiragua, y las colecciones de reptiles e insectos del Valle Menier (Nicaragua); pero sólo un catálogo explicativo escrito científicamente podría concederles todo su valor.
   No podemos cerrar este reportaje sin señalar los bellos ejemplares zoológicos llenos de vida y expresión exhibidos por varios naturalistas franceses y en particular por los señores Éd. Verreaux y A. Lefèvre. Ello representa un progreso notable en el arte de reproducir la naturaleza mediante la taxidermia. Todo el mundo se detuvo  con una especie de sobrecogimiento ante el hermoso león cautivo, y con una curiosidad muy natural ante el pintoresco grupo de flamencos, colocados a cada lado de la entrada de la clase 42 de la sección francesa. Finalmente, los visitantes de las últimas semanas de la Exposición admiraron el considerable grupo colocado en la sección de Marruecos y que representa la lucha, contra un tigre, de un árabe montado en un dromedario. Nos complace finalizar con este homenaje a la industria científica francesa."
 

Correo árabe atacado por leones de Édouard Verreaux (11).

 
El Catálogo Oficial de Expositores Premiados, nos informa de la concesión de medallas. A Édouard Verreaux se le concedió una medalla de oro por sus "preparaciones taxidérmicas". Recibieron medalla de plata Gerard Krefft; Andrew Downs; Auguste Lefèvre; el médico François Touchard de Gabón -por sus "animales disecados"-; el londinense Edwin Ward por sus "animales disecados. Tigre y león", precisamente estos últimos pertenecientes el grupo a que aludía Focillon en que ambos se disputaban el cadáver de un ciervo (20); y Henry Ward, padre de Edwin, por sus "aves disecadas". Recibieron medalla de bronce el Museo de Historia Natural de Bucarest por sus preparaciones taxidérmicas y restos fósiles; E. Fairmaire (21) por sus "preparaciones". Finalmente las menciones honoríficas fueron para el comerciante de plumas Moses de Costa Andrade por sus "aves disecadas", y para J. Goneau y V. Coupri por sus colecciones de Historia Natural. La revista L'Exposition Universelle de 1867 Illustrée del 22 de julio de 1867 nos informa de que fuera de concurso el Museo de Sidney, Australia, recibió una medalla de oro -el jurado propuso en principio la de plata-, por sus "objetos de historia natural".

Para concluir, la respuesta al por qué el Correo árabe se exhibió tan sólo durante las últimas semanas de la Exposición nos la proporciona la revista La Chasse Illustrée en su número del 28 de marzo de 1868:
   "Recordamos, no hace mucho, este bonito grupo (bodegón de gran tamaño) enviado el pasado año a la Exposición Universal por Inglaterra: Un león luchando contra un tigre. Era muy hermoso..., de una energía terrible, la verdad. Édouard Verreaux, en el mismo género, había expuesto un grupo más modesto: Un león del sur de África y un perro. Pues bien, este rey del desierto de Abisinia, de melena negra, lleno de majestuosidad, a partir de la desgracia de su muerte había servido de alfombra para pies, de alfombra junto a la cama; devolver un cuerpo, miembros, músculos, una apariencia de vida a una alfombra vieja y gastada, incompleta de piel y pelo, era una proeza de taxidermia que no asustó al señor É. Verreaux, quien además no hubiera necesitado de ello para recibir una medalla de oro; pero en su autoestima de artista y naturalista francés, el grupo inglés le hizo soñar.
   ¿Qué hizo él?
   Sin preocuparse por el poco tiempo que le quedaba, las dificultades, los obstáculos, se puso a trabajar, y después de tres meses de incansable trabajo, envió al Campo de Marte un magnífico grupo, compuesto por dos leones, un camello y un árabe.
   Creemos que hasta ahora no se ha hecho nada tan importante, tan completo, tan sorprendentemente cierto en taxidermia. Esta satisfacción ha costado alrededor de 10.000 francos... ¿Qué importa eso cuando se trata de estar a la altura de su nombre?
   Bajo los buenos auspicios del señor de Lesseps, a quien siempre encontramos en el camino hacia grandes y bellas cosas, este grupo recibió una cordial hospitalidad en los salones del palacio egipcio. La Chasse Illustrée cree que hace lo correcto al ofrecerle la suya."

 
 
Notas y créditos.-
(1) Se editó además una edición traducida al italiano.
(2) Fotógrafo y naturalista.
(3) Traducción literal del original empaillage, voz francesa que tradicionalmente define el disecado de animales.
(4) Por error de la Blanchère se refiere a la Clase 22 en vez de la correcta, la Clase 42, donde se encuadraron los trabajos de Taxidermia en aquella Exposición.
(5) Se refiere al pintor barroco francés Antoine Watteau.
(6) Gallito de roca guayanés.
(7) En francés oiseaux-mouches, pájaros mosca.
(8) En el original "sportmen-châtelains".
(9) Quizá se quisiera referir a plumas de calamar, hueso calcáreo con forma de pluma que poseen los teútidos.
(10) Se refiere a los señuelos, confeccionados con crines, cerdas o plumas.
(11) Fotografías estereoscópicas de M. Léon & J. Lévy / Archives Nationales de France.
(13) Clement Smith, de Torquay, Devon.
(14) Zorro volador de cabeza gris, muerciélago de gran tamaño.
(15) Rata palustre australiana.
(16) Rata negra.
(17)  El naturalista alemán-cubano Johannes Christoph Juan Gundlach (1810-1896).
(18) El malacólogo cubano Rafael Arango Molina (1837-1893).
(19) El ornitólogo francés Claude Marie Jules Bourcier (1797-1873), que cónsul de su país en Ecuador entre 1849 y 1850.
(20) Aquel exitoso grupo se conocería como Lion and Tiger Struggle, Lucha entre león y tigre, y tras la Exposición de París se expuso en el Crystal Palace, edificio trasladado  a Sydenham y reconvertido en Museo.
(21) En 1867 madame Fairmaire debía haber enviudado ya de Edmond Fairmaire, puesto que hacía llamar  Drouet, aunque parece que debió mantener el apellido de su marido en la denominación del negocio.

 

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Taxidermidades, 2023.
 
 
Bibliografía:
--- Exposition Universelle de 1867 à Paris. Catalogue Général , vol. 1, E. Dentu, París 1867.
--- Exposition Universelle de 1867 à Paris. Catalogue Géneral, Produits (bruts et ouvrés) des Industries Extractives , 5ª entrega, E. Dentu, París, 1867.
--- Exposition Universelle de 1867 à Paris. Rapports du Jury International , vol. 6, Paul Dupont, París, 1868.
--- Exposition Universelle de 1867 à Paris. Catalogue Officiel des Exposants Récompensés par le Jury International , E. Dentu, París, 1867.
--- Les Récompenses , en L'Exposition Universelle de 1867 Illustrée, vol. 1, 23ª entrega, París, 22 de julio de 1867.
--- Paris Universal Exhibition of 1867. Catalogue of British Section
, Spottiswoode & Co., Londres, 1867.
Henri de la Blanchère  Taxidermie , en L'Exposition Universelle de 1867 Illustrée, vol. 2, 42ª entrega, París, 26 de septiembre de 1867.
Paul Chapuy  Taxidermie ou l'art d'empailler , en La Chasse Illustrée, nº 35, París, 28 de marzo de 1868.
 
Recursos:
Artículo Los Verreaux, naturalistas y taxidermistas en Taxidermidades.
Artículo "Lucha entre león y tigre" de Edwin Ward en Taxidermidades.
Artículo Los Ward de Londres. Rowland Ward en Taxidermidades.