El "Ensayo sobre la antropotaxidermia" del cirujano suizo Mathias Mayor.

Afortunadamente el libro no tuvo mucho éxito. En él podemos leer algunas frases como las siguientes:
   "Y sin embargo, la piel humana difiere poco de la de la mayor parte del resto de animales, y es susceptible de ser colocada y montada, es decir, de ser preparada, conservada, y como todavía dicen, DISECADA (1), exactamente como la de estos últimos, de acuerdo con las reglas de este arte conservador al que los zoólogos han dado el nombre de TAXIDERMIA. O bien, pregunto yo, ¿qué ventaja no ofrecería este método para recordar la memoria de un pariente, de un amigo, de un bienhechor, de un gran hombre, para dejarlos como cuando vivían, y vivir junto a ellos?" (...) “Esta rama de la taxidermia constituye el medio más sencillo, el más seguro y el más natural de recordar los rasgos de los individuos de la especie humana que se deseen conservar como recuerdo”. (…) “Los animales son más privilegiados que los hombres; desde el elefante al avestruz, desde el ratón al colibrí, todos pueden pasar a la posteridad con sus propias formas, con el envoltorio que les perteneció y, por así decirlo, como si la vida no hubiera cesado de animarlos.” (…) “¿De dónde procede este singular contraste, ese estraño triunfo del bruto sobre la especie humana? Son, sin duda alguna, el resultado de ideas supersticiosas que hemos heredado desde el principio del mundo”.

Fragmento de Essai sur l'anthropo-taxidermie.

No es propiamente un manual de taxidermia. El libro, que se publicó en París en 1838, lleva por título Essai sur l'anthropo-taxidermie, ou sur l'application à l'espèce humaine des principes de l'empaillage, en español Ensayo sobre la antropotaxidermia, o sobre la aplicación a la especie humana de los principios del disecado. Este trabajo, como proclamaba su autor en el título, pretendía aplicar las técnicas taxidérmicas al cuerpo humano, con especial atención a la preparación de la cabeza. El volumen alcanza las noventa y una páginas y dichosamente no contiene grabado alguno.

La introducción del libro la comenzaba Mathias Mayor, su autor, de la siguiente forma:
   "Se ha dicho de mi (Journal des Connaissances chirurg. janvier 1838) que una de los rasgos que me caracterizan consiste en mi independencia acerca de las mejores ideas recibidas y las más hábilmente profesadas; así como una especie de escepticismo y de oposición, concerniente al mérito acorde con esas mismas creencias. Cierto es que, gracias al libre examen que he hecho de algunas de ellas, he llegado al siguiente resultado: "Es necesario malfiarse algo más de aquellas que están generalmente admitidas, y más solemnemente promulgadas, incluso por personas serias".
   Vengo hoy a poner el sello a esta reputación, con proposiciones algo extrañas, pero ante las cuales debo hacer todo menos darles la espalda, puesto que las he meditado desde hace muchos años, y me parecen de lo más dignas para que sean tomadas en cuenta y practicadas."

Más adelante, el propio Mayor comentaba que su método fue mal acogido en general y que solamente Agassiz, "un naturalista y sabio de primer orden" de París, lo encorajó a defender su método después de leer la memoria. En el texto no cita a ningún autor taxidérmico, sólo a Jean-Nicolas Gannal, un médico que ensayó el disecado de personas mediante inyecciones de una solución saturada de acetato y de sulfato de aluminio. Como es lógico, Mayor prefiere su propio y novedoso método de disecado, pero defiende la utilidad como preservativo del líquido inventado por el farmacéutico Gannal. Propone además, como no podía ser de otra forma, sustituir los naturales por ojos artificiales de vidrio.

Podemos intentar evitar tratar aquellos detalles más truculentos, pero bastará repasar la tabla de materias del final del libro para adivinarlos. Traduzco y relaciono sólo algunas de ellas: "(...) Disección de la piel de la region cráneo-facial. Preservación de los tegumentos. (...) Modelado de ciertas partes. Sustitución de ciertas partes. Aplicación de la piel sobre la forma. Restauración de los colores de la piel. Limpieza de una cabeza taxidermizada. Dificultades de adopción del método e inconsecuencias desafortunadas y bizarras sobre este punto. (...) El embalsamamiento comparado con la antropotaxidermia. Aplicaciones útiles de este método. Medios de vencer las repugnancias que inspira la taxidemia humana."


Índice del libro.

Morboso y jocoso a partes iguales resulta el artículo del libro dedicado al emplazamiento de la persona taxidermizada:
   "(...), la persona deberá estar rodeada de todo aquello que ayude al respeto y al homenaje debidos a su persona y a su memoria. Así pues, un mausoleo fastuoso o un cenotafio monumental serán de rigor en tales circunstancias; mientras que un modesto y misterioso armario bastará, las más de las veces.
   (...)
   La plaza de un guerrero parece estar reservada sobre la grupa de su caballo de batalla o el de su predilección. -Si ha escogido este modo de reposo eterno, no dejará de mandar taxidermizar, ensillar y embridar, su orgulloso catafalco, y de colocarlo a su gusto. (...)"

Tras citar a Napoleón y Alejandro Magno, Mayor prosigue:
   "El alojamiento de un bravo será entre sus compañeros de armas, en el Hôtel des Invalides.
   El Instituto reclamará a los príncipes de la ciencia.
   El santuario de la justicia abrirá sus puertas a los magistrados virtuosos e independientes.
   El palacio senatorial y el de los elegidos por el pueblo estarán reservados a los oradores y a los ministros íntegros y valientes.
   Los templos recibirán los pastores cuyo ejemplo y lecciones fueron aprovechadas por sus rebaños.
   Los talentos superiores que supieron dar vida al lienzo y al mármol, que fundaron nobles y bellas instituciones, que crearon grandes y útiles establecimientos, reposarán en paz cerca de sus obras maestras.
   La misma Bolsa se enorgullecerá de poseer en su seno los hombres justamente célebres que hayan proporcionado un feliz impulso al comercio y a la industria.
Todas las celebridades y notables sociales encontrarán, de ese modo, su lugar de honor, donde sus émulos o sus alumnos harán nobles esfuerzos para dejar sus semillas, algún día, ellos también, en un lugar glorioso y digno de envidia."

Portada del libro (2).

El doctor Mayor, al final del libro y a modo de corolario escribía -citaré sólo algunos puntos, los menos escabrosos-:
   "Los resultados siguientes parecen derivar de lo expuesto en este ensayo sobre la antropotaxidermia":
   1º Esta rama de la taxidermia constituye el medio más sencillo, el más seguro y el más natural, de recordar los rasgos de los individuos de la especie humana que deseamos conservar como recuerdo.
   (...)
   13º Las operaciones diversas y cercanas al embalsamamiento deben, pues, ser pospuestas; especialmente porque son absurdas y sus resultados son horribles.
   14º La antropotaxidermia tiene el gran y especial mérito, de sintetizar ella sola las ventajas reunidas de la escultura y de la pintura.
   15º Es incluso, teniendo en cuenta sus múltiples ventajas, superior a esos dos artes.
   16º Difiere enteramente por la naturaleza de los sentimientos que inspira, así como por sus tendencias.
   (...)
   20º Ella [la antropotaxidemia] puede, mediante el préstamo de la piel de ciertos cadáveres, reconstituir la figura de personajes fallecidos hace muchos años, e imitarlos todavía como individuos plenos de vida y salud.
(...)"
Pocos después del fallecimiento de Mayor, el doctor Jean-Marie-Placide Munaret, amigo suyo y colega médico ejerciente en Lyon, publicó un volumen laudatorio sobre el personaje. Nos serviremos de él para conocer algo más sobre esta obra y para redactar una breve biografía. Munaret nos cuenta de primera mano algunos detalles de aquel ensayo, que calificaba de excéntrico: 
"Me encontraba yo en París cuando me dio la noticia de que se encontraba trabajando en una "gran, vasta y difícil materia", se trataba de la Antropotaxidermia.
   Disecar un hombre como un colibrí o como un perro de Terranova, era una idea cómica que erraba, tras un diluvio, buscando un hospitalario cerebro que la alojase; encontró el de Mathias Mayor y penetró en él. -¿Porqué y cómo? -Siempre lo he ignorado; -sólo he sabido que un sabio naturalista, el profesor Agassiz, fue a visitarlo a Lausana, mientras que él se entretenía con estos nugoe difficiles (3) y que, con la loable intención de no desilusionarlo, tuvo la debilidad de animarlo con una semiaprobación. "-Ayer tuve la visita de mi sobrino Agassiz que me dio la certitud, viendo mis ensayos, que nada parecido se había probado, y me ha animado a sumergirme en este tema a fondo. Añadió, sin embargo, que no será hasta dentro de 50 ó 100 años cuando mi trabajo será apreciado y beneficioso. Creo que después de haber leído mi memoria y sus numerosas deducciones, me lo medio agradeció. Eso es al menos como yo lo entiendo." (Carta [de Mayor a Munaret] del 19 de marzo de 1838) 
   Munaret sobre su amigo Mayor: "Todavía me pregunto cómo una mente tan profunda como la del cirujano suizo se dejó engañar por su imaginación."Para experimentar carecía de pieles humanas, nam agitur de pelle humana (4), cabezas de adulto can cabello y barba, cabezas de fetos, etc.; se las pidió a los señores Bonnet y Nichet de Lyon, al señor Pecot de Besançon; -me pidió que, durante mi breve estancia en París, consultara acerca de la taxidermia y del arte de los embalsamamientos a los señores Duméril, Deseimeris, Paul Dubois y Gannal. -"Espero esos datos para publicar mi memoria y dar a conocer ideas, procedimientos y hechos, a los que concedo más importancia que todo cuanto he publicado hasta ahora, y eso es decir mucho". (Carta del 3 de abril de 1838) 
   He leído, con favorable prevención, el Ensayo sobre la Antropotaxidermia que debiera de haberse titulado Cefalotaxidermia, puesto que el procedimiento consiste en modelar una cabeza y encolar sobre el yeso, un trozo de piel humana, curtida y embardurnada de cera y carmín; -y bien, todavía me pregunto cómo una mente tan profunda como la del cirujano suizo se dejó engañar por su imaginación, la verdadera loca de la casa, para concluir que su procedimiento "tiene el gran y extraordinario mérito de reunir, por si solo, las ventajas de la escultura y la pintura y que incluso, en varios aspectos es superior a esos dos artes." 
   Más adelante he visto piezas de taxidermia; -nada hay más horrible y repugnante, de acuerdo con mis opiniones, como la muerte vestida con un simulacro de vida; -la taxidermia y los embalsamamientos son y permanecerán como una insensata protesta contra las leyes de la naturaleza. -Nada hay más dulce, como dijo el poético Jules Sandeau, que los seres a quienes hemos querido, y que viven aún en nuestra memoria, son parte del césped que sentimos bajo nuestros pies, de la flor que recogemos, de su perfume que apreciamos, en vez de representarlos inmóviles y mudos como figuras del salón de Curtius."

Mayor finalizaba con cierto sentido del humor su anterior carta del 3 de abril a Munaret:
   "No tenga miedo de morir en ruta, puesto que me proporcionaría su cabeza, le haría pasar materialmente a la inmortalidad y se la brindaría a sus familiares y numerosos amigos, aunque Dios sabe que, esa última calidad, ya no la guardaría usted conmigo." 
A finales de 1838, Mayor asistió en Friburgo de Brisgovia, Alemania, a las sesiones de un congreso de naturalistas alemanes y suizos. Allí mostró, según cuenta Munaret, una muestra de su taxidermia humana, "desgraciada exhibición que provocó las risas de la formal asamblea". Tan convencido estaba de su técnica que cuando en noviembre de 1838 murió en París el célebre médico François-Joseph-Victor Broussais, se puso de inmediato en ruta para disecarlo. Con buen criterio, la familia del fallecido no aceptó aquella singular propuesta.

Algunos antecedentes del Ensayo de Mayor, aparte de aquella primigenia taxidermia humana practicada por la cultura Chinchorro, en el norte de Chile, hace entre 3.600 y 7.800 años,  existen varios casos más recientes, algunos casi contemporáneos de nuestro protagonista, e incluso centro de alguna polémica. Nos acordamos en este momento de Foma Ignatiev, uno de los monstruos vivientes de la Kuntskámera del zar ruso Pedro el Grande, que tras fallecer en 1736 fue toscamente disecado y expuesto en el Museo. O bien del español de Montbrison,  un herrero que había sido prisionero superviviente de la Guerra de la Independencia española que fue disecado en 1825 por el taxidermista parisino Léonard Dupont por encargo del aristócrata Jean-Baptiste d'Allard y con destino a su excelente colección de Historia Natural, un espécimen que estuvo expuesto en el Musée D'Allard hasta no hace muchos años. Curiosamente aquel herrero anónimo había participado en la construcción del propio museo que lo albergaría. También del negro de Banyoles, el bechuana fallecido alrededor de 1830 cuyo cadáver fue desenterrado y disecado por los hermanos Verreaux, que fue expuesto por prrimera vez en París en 1831 y que hacia 1886 fue comprado por el taxidermista catalán Francesc Darder. O bien del filósofo inglés Jeremy Bentham (1748-1832), uno de los primeros defensores de los derechos de los animales, que en su testamento incluyó instrucciones para que su cuerpo fuera públicamente diseccionado en la Facultad de Anatomía y Medicina de Southwark, Londres, por su amigo el médico Thomas Southwood Smith; y para que su esqueleto y su cabeza disecada fueran expuestos en un armario de madera a modo de autoicono. Realmente la cabeza de Bentham, cuyo resultado dejaba bastante que desear, fue momificada empleando un procedimiento inspirado en el practicado tradicionalmente por indígenas maoríes.

Mathias-Louis Mayor (5).

Biografía de Mathias-Louis Mayor.

Hijo de un médico rural, Mathias-Louis Mayor nació el 1 de abril de 1775 en Cudrefin, Vaduz, Suiza. De naturaleza inquieta, el párroco de su pueblo le enseñó latín. Era un niño bastante travieso, se rompió varios huesos durante la infancia. Se cuenta que, como hemos visto en el circo, en más de una ocasión montó dos caballos a la vez, de pie, con un pie en cada uno.  Con trece años abandonó el hogar para trasladarse a Thun, Berna, para proseguir sus estudios. Allí aprendió alemán. Más tarde estudiaría Medicina y Cirugía en la Universidad de Zúrich. Durante aquella estancia también visitó las universidades de Milán y de Pavía y la Escuela de Medicina de París. Después de doctorarse en mayo de 1795 en la Universidad de Pavía regresó a su villa natal. Tras casarse en 1799 con Susanne Morel se trasladó a Murten, Friburgo, y en agosto de 1803 a Lausana, donde permanecería hasta el final de sus días. En aquella época la capital de Vaduz rondaba los diez mil habitantes y contaba con ocho médicos y seis cirujanos. Mayor pronto ganó reputación reuniendo una numerosa clientela. Precisamente la independencia del cantón de Vaduz en 1803 favoreció más tarde la creación de un hospital cantonal del que Mayor sería nombrado cirujano jefe, cargo que compaginó con su consulta privada. Su afabilidad en el trato le procuró el sobrenombre de el padre Mathias. Mostró gran interés por mejorar la cirugía y el alivio de los pacientes. Inventó férulas y suspensiones para tratar los miembros fracturados, nuevos puntos de sutura y mandó fabricar sondas urinarias. Defendió públicamente la sanidad pública, la medicina preventiva y la higiene, también el consumo de la carne de caballo.

En 1826 publicó Essai sur les ligatures en masse, un libro sobre vendajes bastante bien acogido que se reeditaría años más tarde. En 1828 escribió Instruction sur l’art des accouchements, destinado a las futuras comadronas. Promovió cursos de primeros auxilios para convertir a jóvenes en colaboradoras enfermeras de los médicos. La invención de un nuevo vendaje conocido como la bufanda de Mayor le proporcionó mayor notoriedad y un premio del Institut de France por un importe de 3.000 francos. En 1829 fundo la Société Vaudoise de Sciences Médicales. Mayor y su esposa tuvieron cuatro hijos, dos murieron niños, y en 1833 perdió otra hija, casada con un banquero. Fue uno de los golpes más duros. Mayor enviudó en noviembre de 1836, año y medio antes de publicar su Ensayo sobre la antropotaxidermia. Quizá la soledad y la falta de un contrapeso, de alguien próximo que opinara y le aconsejara en la buena dirección, favoreció que nuestro personaje se volcara en la promoción de la taxidermia humana. Mayor, que contaba ya sesenta y seis años, se volvería a casar a finales de 1841 con Louise Helmond. Aquel año fue nombrado profesor honorario de la Academia de Lausana, la actual Universidad.

En una época sin anestesias y en un intento de evitar las dolorosas amputaciones con sierra, promovió en 1843 la "tacotomía", la amputación del miembro de un único hachazo, "algo inaplicable a dedos de pies, mandíbula inferior, clavícula, costillas o pene" y tampoco a los quebradizos huesos cilíndricos, comentaba su biógrafo. Aquella propuesta de Mayor fue ridiculizada en numerosas revistas médicas y volvió generar discusiones. De hecho nunca rehuyó polemizar. Un ejemplo más de ello fue su pública defensa de la libertad religiosa, algo notablemente impopular en la época. Inclusó llegó a reunir algunas de sus publicaciones en revistas en el libro Excentricités chirurgicales (1844), Excentricidades quirúrgicas. Pocos días antes de su muerte, Mayor presenciaría por vez primera una operación con anestesia. Su hijo Charles, asimismo cirujano, intervino a un campesino a quien durmió con éter. Vio cumplido uno de sus sueños. Pocos días más tarde, el 4 de marzo de 1847, Mathias Mayor fallecería en su villa Beau-Sejour, una mansión con vistas al lago Lemán. Mayor perteneció como miembro titular a cinco Sociedades académicas, como miembro honorario a otras tres, y como miembro correspondiente a una docena más. Un pasaje de la ciudad de Lausana y un auditorio del hospital universitario llevan su nombre.

   "Corred tanto como podáis, aún a riesgo de, como a mi me ha sucedido, provocar la risa de los paseantes."
                                                           Mathias Mayor.

Notas.-
(1) Entiéndase disecado como taxidermizado. En aquella época los cirujanos empleaban generalmente el verbo disecar como sinónimo de diseccionar.
(2) Google Books.
(3) Nugoe difficiles significa en latín algo sí como difíciles procedimientos ingeniosos.
(4) En latín significa para el caso de la piel humana.
(5) Litografía de Jean-Baptiste Bonjour de 1842.


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Taxidermidades, 2015.


Bibliografía:
Huguette Chausson  Un original: le Dr. Mathias Mayor , en Revue historique vaudoise, vol. 66, Lausana, 1958.
Jean-Marie-Placide Munaret  Notice sur Mathias mayor, sa vie et ses travaux , Germer-Baillière, París, 1847.
Gilles Simon  1821: un chirurgien innovateur  , en 24 heures, Lausana, 25 de marzo de 2012.

Recursos: 
Artículo El "español disecado" del Museo d'Allard de Montbrison en Taxidermidades. 
Artículo Crónica del "negro de Banyoles" en Taxidermidades. 
Artículo El "Gigante Extremeño" y el Museo del doctor Velasco en Taxidermidades. 
Artículo Foma Ignatiev, el "monstruo" disecado de la Kuntskámera del zar Pedo el Grande en Taxidermidades.