El "Traité" del naturalista Sébastien Gérardin.


Comienzo del tratado taxidérmico en el Récueil de Planches de Gérardin. Reedición de 1822.

El naturalista y sacerdote Sébastien Gérardin publicó en 1803 Tableau Élémentaire d'Ornithologie, ou Histoire Naturelle des Oiseaux que l'on rencontre communément en France; précédé d'un Traité sur la manière de conserver leurs dépouilles pour en former collections, es decir, dos volúmenes en tamaño octavo que contenían un tratado ornitológico de aves francesas y un tercero, Récueil de Planches del Tableau, en tamaño cuarto, consistente en un atlas con cuarenta y un grabados, la mayoría de aves, comentados y dibujados por el propio autor, en el que incluyó además un tratado taxidérmico, no solamente de aves.

Cubierta original.
Hijo de lutier, Gérardin nació el 9 de marzo de 1751 en Mirecourt, región de Lorena, Francia. Aficionado desde niño a la naturaleza, comenzó coleccionando insectos. Ordenado sacerdote, en 1776 ejerce como profesor de Historia Natural en la Escuela Central de Épinal. Reúne su propia colección y cultiva su jardín botánico. En 1790 es nombrado canónigo de Poussay, cuatro años después ejerce como bibliotecario en Mirecourt, y en 1803 es designado profesor agregado en el Museo de Historia Natural de París, el mismo año de la publicación de su Tableau d'Ornithologie. Las técnicas que contiene el manual son pues, prácticamente, las que se empleaban en aquella institución. Tengamos en cuenta además que aquel mismo año 1803 Louis Dufresne, jefe del laboratorio de Taxidermia del Museo, vio publicado su influyente artículo Taxidermie en el Nouveau Dictionnaire d'Histoire Naturelle que editó Deterville. No obstante el traité de Gérardin, como veremos pronto, será revelador.

Sigamos el texto ordenadamente y compendiemos su técnica. Gérardin desuella completamente las aves de forma ordinaria, comenzando mediante una incisión en la piel del vientre, suspendiéndolos para facilitar la operación, y hasta el principio del pico si el tamaño del cráneo lo permite, descarnando este y los huesos de las extremidades, aplicando preservativo a pincel a la cara interna de la piel antes de volverla. El conservante que propone Gérardin no es otro que el jabón arsenical de Jean-Baptiste Bécoeur, que detallará más adelante. Introduce algo de estopa en la piel y coloca los ojos de vidrio; sí, justo antes de coser la piel y colocar el sujeto en su peana, una particuliaridad de Gérardin.

En este punto, donde el autor hace un inciso para comentar la "Manera de ablandar la piel seca de un ave, para montarla a continuación", aporta un testimonio histórico de su paso por el Museo de París:
   "Pero desde que fuimos adscritos al Museo de Historia Natural, hemos cambiado nuestro procedimiento para seguir el de uno de nuestros amigos, el señor Dufresne (1), jefe de los trabajos del laboratorio de zoología del Jardin des Plantes, a quien este establecimiento, el primero del universo en este género, debe la disposición de sus galerías, que son dignas de la admiración general: es allí donde el talento y el arte de este estimado zoólogo brillan con el mayor esplendor (Agradecerán, sin duda, que aquí les advirtamos que una gran cantidad de las aves de las galerías del Museo, especialmente aquellas que destacan particularmente por su conformidad con la hermosa naturaleza, y por su frescura y brillo, han salido de las manos de la esposa de este mismo señor Dufresne, su alumna, que ha alcanzado tal grado de perfección en este género, que es imposible que la naturaleza misma supere sus obras maestras)."

Grabado del libro. Alambrado de las aves.
En efecto, gracias a Gérardin conocemos que la esposa de Louis Dufresne fue alumna de su marido y que un buen número de trabajos suyos, de ella, se incorporaron a la colección del Museo. En breve Gérardin nos regalará una segunda y exclusiva revelación. El autor salpica las explicaciones técnicas con detalles biográficos. Así en el siguiente apartado titulado "Manera de volver a montar las pieles de aves", Gérardin, que sigue escribiendo en plural mayestático, recuerda que "desde nuestra más tierna infancia y hasta 1777, no cesamos ni un instante, salvo durante el invierno, de trabajar para formar una colección de insectos que consistía, en aquella época, en más de cuatro mil individuos perfectamente conservados, porque todos fueron abiertos, rellenados de algodón e interiormente untados con el preservativo del señor Bécoeur de Metz, de quien obteníamos cada año por medio de amigos, pequeños frascos, y, que por una feliz casualidad, hemos devenido poseedores de la receta de este preservativo (2) que hemos usado desde hace años y siempre con el mismo éxito (encontrará a continuación la composición)".

El montaje del ave lo realiza Gérardin con el sistema de alambres entrelazados y un simple henchido de estopa cortada, sin cuerpo ficticio (3). "Hemos empleado siempre este tipo de armazón desde hace más de veinticinco años, y estamos enteramente satisfechos, sobre todo en cuanto a su solidez", afirma. En el grabado anterior, las figuras II, III y IV corresponden al alambrado del autor, mientras que las figuras IV y V representan el practicado en el taller del Museo de París. Gérardin lo concluye rellenando y cosiendo la piel.
   "He aquí, por así decirlo, el ave reconstruída; aunque sin forma ni figura: es preciso darle una, aquella que haga que el animal muerto parezca vivo.
   Aquí está el gran arte, un arte que, para ser llevado a su perfección, requiere que sepamos lo que el ave ha de mostrar, cuando está bien embalsamado, o que la naturaleza está muerta, o que el arte es animado.
   Podemos indicar claramente los medios para adquirir ese talento, pero no podemos comunicarlo; es fruto de la habilidad y el gusto: sólo la naturaleza se ha reservado el derecho de dar lecciones."

Solamente resta fijar el pájaro a su peana, ordenar el plumaje, colocar las alas en su lugar, envolver el cuerpo con hilo o mediante una banda de muselina. El autor concluye la sección dedicada a las aves explicando el modo de alambrar el ejemplar si este se ha de montar con las alas extendidas. Gérardin prosigue describiendo la receta del jabón arsenical, pero transcribiremos su testimonio puesto que este nos guarda esa ya anticipada segunda sorpresa:
   "Ya sabemos cómo desollar un ave, construir su armazón interior y volver a montarlo; pero se ignora, y en 1777 (4) nosotros mismos lo ignorábamos, cómo conservarlo; en aquella época se nos terminó el último frasco que teníamos de Bécoeur, y no fue fácil, incluso a costa de dinero, obtener más de este sabio farmacéutico. Por lo tanto, nos vimos reducidos a los limitados recursos de nuestra imaginación para compensar la falta de este valioso conservante: no encontramos nada mejor, de acuerdo con las observaciones que habíamos hecho de que los insectos roedores no tocaban jamás el jabón, que empleada esta sustancia en decocción, amalgamada con alcanfor (5) disuelto en espíritu del vino (6): aplicándola internamente a varios centenares de insectos, especialmente mariposas, conservándolas en cuadros acristalados y sellados herméticamente, hasta el punto de que aún hoy gran cantidad de estos animales todavía se mantienen frescos e intactos.
  Gérardin se encuentra entre los escogidos que conocieron la fórmula secreta del jabón arsenical antes de hacerse pública en 1793. No ocurrió lo mismo con las aves a cuya piel aplicamos dicha mezcla. En el segundo año, o más tardar en el tercero, tuvimos la desgarradora tristeza del entusiasta aficionado, al comprobar que más de cincuenta especímenes empezaron a perder plumas, y a continuación quedar reducidos casi a polvo.
   Sensible al disgusto que acabábamos de sufrir, un médico, a quien nuestra buena fe convirtió en uno de nuestros amigos, creyó aportar un remedio consolador, comunicándonos bajo secreto (es bueno abusar de la confianza, y nos sonrojamos de nuestra credulidad) una receta que dijo que tenía un médico de Montpellier que pasaba por tener una magnífica colección de aves (lo era, sin duda, a ojos de personas que, como este doctor, jamás habían visto pájaros disecados); júzguenla, consistente en extraer el cuerpo del animal, con un gancho de hierro, a través del ano, ampliando un poco, los intestinos, el corazón, etc., sin ni siquiera vaciar el cerebro; para luego, después de haber derretido asfalto, vertirlo en el cuerpo a través de esa abertura, hasta llenarlo. Pero no prestemos mayor atención a ese detestable proceso, que el sentido común debería haber repudiado en aquel mismo momento.
   Regresemos nuevamente a nuestro primer preservativo, que compusimos y recompusimos de mil diferentes maneras, y casi siempre sin éxito.
   Nos vimos reducidos a este punto angustiante, cuando en 1780 una dama de primera calidad, bajo el Antiguo Régimen
[En una nota al pie Gérardin revela que se trata de la "señora marquesa de Bassompierre". (7)], para secundar nuestro gusto en las agradables ocupaciones que compartían nuestros momentos de ocio, nos hizo el regalo de un voluminoso cuaderno que contenía varias recetas, es decir, de barniz, de tintes de madera, de curiosos experimentos de física, etc., que había obtenido de los mejores artistas, algunas de forma gratuita, otras mediante pago.
   Al examinar todas aquellas recetas, encontramos una que se titulaba: "Receta del preservativo de Bécoeur de Metz, comunicada por él a la señora marquesa de B***, bajo palabra de secreto".
   Intentaríamos dibujar aquí nuestra alegría, aunque nos sería imposible esbozarla; para apreciar sus efectos, debería ser un ornitólogo apasionado como nosotros, especialmente en estos tiempos felices.
   Volamos al instante y, sobre todo, para no traicionar el secreto (creemos que Bécœur todavía vivía en ese momento)
(8), acudimos a varios boticarios, en uno obteníamos una droga y otro distinta de otro, con las que inmediatamente componíamos nuestro preservativo, para emplearlo lo antes posible.
   Dos días después de su composición en un cuenco de barro, nos esmeramos en la búsqueda de un pájaro para someterlo a la prueba de este precioso descubrimiento; y un cuco que nos dio, la primavera anterior, el estimado ornitólogo Vieillot (9), se convirtió en víctima de nuestro afán, y desde entonces hemos podido ofrecer a nuestros alumnos más de seiscientos especímenes, todos ellos intactos, en las lecciones que les impartimos desde hace ocho años."

Grabado con herramientas y material.
El farmacéutico de Metz Jean-Baptiste Bécoeur creó el jabón arsenical en 1743 y mientras vivió jamás hizo pública su fórmula, lo que le conllevaría alguna polémica. La receta no se daría a conocer públicamente hasta que el naturalista Félix Vicq d'Azyr, profesor del Museo de Historia Natural de París, publicó en 1793, dieciséis años después de la muerte de Bécoeur, Instruction sur la manière d'inventorier et de conserver, dans toute l'étendue de la République, tous les objects qui peuvent servir aux arts, aux sciences et à l'enseignement. La fórmula del jabón arsenical empleado en aquel Museo le había sido revelada a Louis Dufresne, taxidermista recién incorporado a la institución, por un sobrino de Bécoeur que trabajaba allí como ayudante naturalista. La segunda novedad, pues, del tratado de Gérardin, es el descubrimiento de que Bécoeur no mantuvo tan en secreto como hasta el presente se creía la receta de su jabón arsenical, y que llegó a confiar esta a otros disecadores bien por razón de amistad o bien por dinero.

La receta que contenía el cuaderno de la marquesa de Bassompierre consistía en una mezcla de media onza (10) de cal viva (11), onza y media de sal tártara (12), cinco gros de alcanfor, cuatro onzas de arsénico y cuatro onzas más de jabón blanco. La empleada en el laboratorio del Museo de París, que asimismo facilita Gérardin (13), está compuesta por cinco onzas de alcanfor, dos libras de arsénico pulverizado, dos más de jabón blanco, doce onzas de sal tártara y cuatro de cal en polvo. La proporción de los componentes varía ligeramente en ambas fórmulas y la del Museo está calculada para obtener ocho veces mayor cantidad de producto.

El tratado prosigue con la "Manera de volver a montar las aves pluma a pluma", es decir, fijando estas una a una sobre un maniquí; y a continuación pasa a abordar el montaje de mamíferos, lagartos, ranas, serpientes, peces e insectos. Desollado el cuadrúpedo, Gérardin, que toma como ejemplo una liebre, construye el armazón de alambres entrelazados como en los pájaros y atiborra la piel de estopa, prescindiendo de un cuerpo artificial, cose la incisión y fija el ejemplar a su peana. A diferencia de como operaba con las aves, los ojos de vidrio los coloca en este punto, y termina de rellenar los huecos de la boca, coloca las orejas, etc. En las zonas donde no ha sido posible aplicar el preservativo, como por ejemplo las patas, aplica superficialmente esencia de trementina (14) o aceite de petróleo. Gérardin afirma que lo mismo servirá para todas las especies de mamíferos, con la única diferencia de que el grueso de los alambres será proporcional al tamaño del animal. Particulariza sobre el montaje de murciélagos, y prosigue con el de lagartos, ranas y serpientes, que asimila al de mamíferos y aves, aunque las serpientes y las anguilas desolladas por la boca. Las instrucciones de Gérardin concluyen con la preparación de insectos. En una nota al pie el autor se comprometía a, si la presente obra tenía buena acogida, publicar más adelante un Tableau Méthodique de mamíferos y otro de insectos de Francia "siguiendo como guía el método siempre preciado de Geoffroy ralativo a esta última clase de animales", por si acaso lo leía el naturalista Étienne Geoffroy Saint-Hilaire, profesor y colega suyo en el Museo de París. No vieron la luz.

Sébastien Gérardin, miembro entre otras sociedades de la Academia de Dijon, fallecería en París el 17 de julio de 1816 a la edad de 65 años. Además de un par de manuscritos, uno sobre las mariposas de Lorena, y un abreviado de la Ornitología de Buffon, Gérardin publicó Tableau Élémentaire de Botanique (1803), Essay de Physiologie Végétale (1810) y Dictionnaire Raisonné de Botanique (1817). El Tableau Élémentaire d'Ornithologie y su Récueil de Planches protagonistas de este artículo se reimprimirían en 1806 y se reeditarían de nuevo en 1822, seis años después de fallecer el autor.



Notas.-
(1) Gérardin siempre se refiere a Dufresne como Dufrène.
(2) Más adelante detallará cómo.
(3) Justo por aquella época algunos autores, como en 1801 los lioneses Jacques-Marie Hénon y Jacques Marie Philippe Mouton Fontenille en Observations et experiences sur l'art démpailler les oiseaux, comenzaron a proponer la confección de un cuerpo artificial como relleno para las aves.
(4) Año de fallecimiento de Bécoeur.
(5) Sustancia cristalina con propiedades antiséptica y antipolilla que originalmente se obtenía del árbol alcanforero (Cinnamomum camphora).
(6) Alcohol etílico.
(7) En aquella época el título de marquesado lo ostentaba Leopold Clément de Bassompierre, chambelán del duque de Lorena, cuya esposa era Charlotte Nicole de Beauvau-Craon (1717-París, 1787), conocida como princesa Nicole de Beauvau, a quien cuando era joven y abadesa de Poussay, antes de casarse con tan sólo 17 años, Voltaire dedicó los siguientes versos:
            A MADAME DE BASSOMPIERRE, abbesse de Poussai.
Avec cet air si gracieux 
L'abbesse de Poussai me chagrine, me blesse.
De Montmartre la jeune abbesse
De mon héros combla les voeux;
Mais celle de Poussai l'eût rendu malheureux.
Je ne saurais souffrir les beautés sans faiblesse.
Cuya traducción aproximada sería:
Con ese aire elegante
La abadesa de Poussai me entristece, me lastima.
De Montmartre la joven abadesa
De mi héroe llenó los votos;
Pero la de Poussai le habría hecho infeliz.
No podría sufrir las bellezas sin debilidad.
A tener en cuenta además algunos apuntes geográficos: la abadía benedictina de Poussay se encuentra a unos dos kilómetros de Mirecourt, pueblo natal de Gérardin, ambos unos cien kilómetros al sur de Metz; mientras que la aldea de Bassompierre, actualmente integrada en Boulanges, se encuentra a unos 40 kilómetros al noroeste de Metz.
(8) Véase nota 4.
(9) Louis Jean Pierre Vieillot (1748-1830), colaboró activamente en el Nouveau Dictionnaire d'Histoire Naturelle (1803-1819), obra en la que Louis Dufresne publicaría su tratado.
(10) Una libra del Antiguo Régimen francés equivale a 489,505 gramos; una onza a 30,594 gramos; un gros (o grosse) a 3,824 gramos; y un grain a 53,114 miligramos. Una 1 libra tiene 16 onzas y 128 gros, una onza 8 gros, y cada gros 72 grains.
(11) Óxido de calcio.
(12) Crémor tártaro o bitartrato de potasio.
(13) En una nota a pie de página Gérardin recuerda haber visto, sin citar autor ni título pero precisando fecha, la fórmula que Vicq d'Azyr incluyó en su obra nueve años antes.
(14) Aguarrás. Líquido con propiedades antisépticas que se obtiene de la destilación de la resina de ciertos árboles.


© All rights reserved. ® Reservados todos los derechos. 
Taxidermidades, 2020.


Bibliografía:
---    Sébastien Gérardin , en Biographie Universelle Ancienne et Moderne, vol. 65, Michaud, París, 1838.
Sébastien Gérardin de Mirecourt   Tableau Élémentaire d’Ornithologie, ou Histoire Naturelle des Oiseaux que l’on rencontre communément en France ; précédé d’un Traité sur la manière de conserver leurs dépouilles pour en former collections ; sur les moyens de former un cabinet d’histoire naturelle ; suivi d’une Aviceptologie , 2 vols., Tourneisen, París, 1803.
Sébastien Gérardin de Mirecourt  Tableau Élémentaire d’Ornithologie, ou Histoire Naturelle des Oiseaux que l’on rencontre communément en France ; précédé d’un Traité sur la manière de conserver leurs dépouilles pour en former collections ; sur les moyens de former un cabinet d’histoire naturelle ; suivi d’une Aviceptologie , 2 vols., Dufour et É. d’Ocagne, Paris, 1822.
Sébastien Gérardin de Mirecourt  Récueil de planches du Tableau Élémentaire d’Ornithologie, ou Histoire Naturelle des Oiseaux que l’on rencontre communément en France ; précédé d’un Traité sur la manière de conserver leurs dépouilles pour en former collections ; sur les moyens de former un cabinet d’histoire naturelle ; suivi d’une Aviceptologie , Dufour et É. d’Ocagne, Paris, 1822.
Félix Vicq d'Azyr y Germain Poirier  Instruction sur la manière d'inventorier et de conserver, dans toute l'étendue de la République, tous les objects qui peuvent servir aux arts, aux sciences et à l'enseignement , Imprimerie Nationale, París, 1793.


Recursos:
Artículo Louis Dufresne, jefe del laboratorio de Taxidermia del Museo de París en Taxidermidades.
Artículo El jabón arsenical de Bécoeur en Taxidermidades.
Artículo Bécoeur: apuntes biográficos de un personaje clave en la historia de la Taxidermia en Taxidermidades.
Artículo La revelación de la fórmula secreta del jabón arsenical de Bécoeur en Taxidermidades.
Artículo La polémica entre Bécoeur y Mauduyt en Taxidermidades.
Artículo Las directrices para la conservación de objetos de Historia Natural de Vicq d'Azyr en Taxidermidades.
Artículo El Museo Nacional de Historia Natural de París en Taxidermidades.