Reseña de 1892 de una visita al taller de Taxidermia del Museo de Nueva York.


El Museo Americano de Historia Natural de Nueva York en 1892. Ilustración del artículo.


Se publicó en el semanario Harper's Weekly el 3 de diciembre de 1892 y se titulaba In the Workshop of the American Museum of Natural History, en español En el taller del Museo Americano de Historia Natural. El artículo descubría a los lectores un rincón reservado del Museo neoyorquino, el taller de Taxidermia, los especímenes que en aquellos momentos se estaban preparando, y algunas particularidades de su montaje. El edificio inicial de estilo gótico victoriano -grabado superior-, inaugurado en 1877, se estaba ampliando; el director de la institución era Morris Ketchum Jesup y el taxidermista jefe Jeness Richardson.
 
Recordemos algunos antecedentes dignos de ser tenidos en cuenta. En aquella época el taller de Taxidermia del Museo Nacional de Historia Natural de Washington aventajaba levemente en cuanto a innovación al del Museo Americano de Nueva York (AMNH). Richardson, formado en el Ward's Natural Science Establishment de Rochester y que hasta entonces trabajaba en el Museo de Washington, fue contratado en 1886 por Jesup, justo el mismo año en que su compañero William Temple Hornaday comenzó precisamente en Washington su celebrado Grupo de Bisontes, un montaje que daría por terminado en 1890. Durante sus primeros cuatro años en el Museo de Nueva York Richardson preparó cincuenta y cuatro grupos de aves y tres de pequeños mamíferos. El excelente resultado del grupo de Hornaday determinó que Jesup encargara a Richardson aquel mismo 1890 el montaje de su primer gran mamífero, un bisonte, el primer ejemplar que formaría el grupo citado en el artículo, cuyo texto íntegro es el siguiente:
   "En Manhattan Square, entre las calles Setenta y nueve y Ochenta y uno, y bordeando el oeste de Central Park, se encuentra el Museo Americano de Historia Natural. Únicamente se ha construido una pequeña parte del solar, pero el plan de los administradores contempla ocupar cada pie del terreno. Esta no es, como su nombre parece indicar, una institución nacional, ni pertenece a la ciudad de Nueva York. Es en gran parte obra de varios personajes con espíritu público, que consideraron vergonzoso que en la gran metrópoli de Nueva York no hubiera institución alguna donde pudiera encontrarse representación de la flora y fauna más destacable del continente.
   El museo envía cada año un grupo de personas a recolectar animales raros. Penetran en páramos donde quizás nunca antes se había escuchado el sonido de una voz humana, y el señor Chapman (1) y sus compañeros de trabajo han pasado semanas en Dismal Swamp (2) capturando mocasines (3) y otras criaturas repulsivas. Tan dispuestos están los representantes de esta institución que uno de ellos consiguió el otro día un ejemplar de un mamífero casi extinto, originario de las Bahamas, criatura que pululaba en estas islas ya en la época de Colón. No hay otro museo que tenga uno de estos ejemplares. También recorren las llanuras en busca de alces, búfalos y otros animales, de tal forma que una de las entradas importantes al museo consiste en una manada de siete búfalos, que ahora los taxidermistas están ocupados en montar.
   El taller del museo es un edificio anexo de un piso, y se accede girando a la derecha tras entrar por la puerta principal. El lugar es privado, porque hay muchos especímenes valiosos que fácilmente se podrían perder o destruir, y hay productos químicos, algunos de ellos venenos mortales, en los estantes y mesas que la gente ignorante haría bien en no manipular.     
   Hay varias salas conectadas con este anexo. En una hay una fragua donde un herrero trabaja continuamente preparando varillas, ganchos y otras cosas que se emplean en el montaje de los especímenes; otro es el carpintero, que sierra y corta tablas.
   De una de las paredes cuelgan gran cantidad de moldes de yeso de animales raros, y los obreros y los naturalistas se refieren constantemente a uno o más de ellos. Hay filas de armarios con rollos de alambre de todos los tamaños, haces de viruta y estopa, numerosos carretes de hilo, venenos, cuchillos, barrenas, punzones, tijeras y una veintena de otras cosas necesarias para tal trabajo.
   El grupo en el que trabajan ahora los expertos del museo comprende varios búfalos, algunos de los cuales fueron abatidos por los señores Richardson y Elliott (4), pero el trabajo para obtenerlos fue muy difícil, y uno de los animales, un joven becerro, fue perseguido cuarenta millas hasta capturarlo. Hay un ternero al que dispararon junto a su madre, un toro grande con una cabeza y crines enormes, y uno pequeño acostado. Se trajeron pastos, arbustos y plantas de los terrenos de los búfalos, y parte del trabajo de montaje que ahora se realiza consiste en construir una representación correcta de la parte de la llanura que estos animales seleccionan como su hábitat. A medida que se monta cada animal, se guardará hasta que se complete [el grupo]; luego se recreará una porción de pradera a partir de representaciones exactas de los materiales que se han traído, y se colocarán sobre él los siete búfalos, algunos de ellos posados ​​como si estuvieran pastando, y otros con la cabeza levantada en alerta de algún enemigo. El ternero estará cerca de su madre y el resto también próximos. Es muy probable que los árboles, así como las hierbas, plantas y arbustos que crecen en la pradera también se incluyan en el escenario.
   Los representantes del museo también recorrieron las llanuras y bosques del Oeste en busca de otros animales, de donde trajeron una manada de ciervos y antílopes, que también se representarán en grupo. Serán montados con sus cornamentas y en sus actitudes más características cuando están en la naturaleza. Los líquenes, pastos, brotes, hojas y hierbas que les sirven de alimento. dispuestos de tal forma como se encuentran en su estado natural, al igual que en el caso del grupo de búfalos. Las pieles de ciervo también han estado en piquelado (5) durante bastante tiempo y están sujetas al mismo proceso de limpieza y curtido que las pieles de bisonte. Por supuesto, muchos otros animales salvajes, como linces, osos y jaguares están asimismo en proceso de montaje, y el museo espera pronto poder exhibir un Diablo Indio, como es conocida popularmente la feroz pantera arborícola, terror de todo aquel que se adentra en los primigenios bosques del Norte.
   Es probable que el Diablo Indio se muestre en la rama de un árbol, recogido como un resorte, puesto que el objetivo de la bestia es la garganta de su potencial víctima. Se mostrarán castores estructurando los terraplenes que presan los arroyos, embalsan el agua, y a menudo convierten en pantanos varias millas cuadradas. Sus casas, con los diferentes apartamentos; métodos de tala de alisos y otros árboles, y la forma en que arrastran la madera por el bosque y la conducen a lo largo del estanque o lago hasta el lugar elegido por ellos. 
    Se ha completado un grupo de ratas almizcleras, o musquash (6) como se les llama a veces, y la presentación es sumamente interesante y estrictamente fiel a la naturaleza. Un pesado y semi opaco vidrio de un tono verde mirto representa el agua, a través del cual se pueden observar las ratas almizcleras. En las orillas que rodean el agua se encuentran las casas donde estos animales viven y dan a luz a sus crías. Una bandada de crías de musquash en uno de los túneles es quizás la característica más interesante de la composición. La nutria y otros animales de preciada piel también están presentes en el museo.
   Pero la figura más notable de todas es el enorme rinoceronte unicornio (7), que no hace mucho se terminó y que, más que otros animales, atrae la atención de los visitantes. Es un bruto enorme; su piel tiene una pulgada de grosor y pesa casi media tonelada. Precisó varios meses prepararla, pero la bestia ahora parece como si estuviera viva, cada pliegue de piel, cada mancha y color se reproducen cuidadosamente.

 

Jeness Richardson y John Rowley trabajando en el taller de Taxidermia del Museo. Ilustración del artículo.


   El método empleado para montar el grupo de búfalos es muy similar al adoptado para reproducir el rinoceronte. Se prepara un tablero de madera, con la longitud exacta del animal desde la unión del cuello con el cuerpo hasta la articulación de la cola; desde la cruz de la columna vertebral hasta la parte inferior del cuerpo, el contorno superior e inferior se estudió cuidadosamente a partir de fotografías, dibujos y modelos. Fijado este firmemente en su posición, el siguiente paso consiste en construir una serie de particiones en ángulo recto con el perfil, cuyos extremos exteriores se recortan para representar la curvatura de la circunferencia del cuerpo. A continuación, se cubre el armazón con listones y se obtiene el contorno general del animal; pero todavía queda bastante por hacer para representar correctamente la forma viva. Cuando el maniquí es más delgado, este se rellena con viruta o estopa sujeta firmemente en su lugar, tras lo cual se prueba la piel. Es muy raro que una piel encaje con el maniquí y he aquí un punto donde se requiere la habilidad del taxidermista. Se consultan dibujos, moldes, fotografías y medidas corporales, y el armazón se amplía aquí y se reduce allí hasta obtener una forma perfecta, después de lo cual se fija la piel. La cabeza está tallada en madera y construida con la misma precisión, y se sujeta en su lugar con un perno de hierro curvo. Cuando la figura está terminada, es tan sólida que podría rodar por el suelo sin perder su forma.
   El pelo de la piel está tan tratado que luce como en vida, pero la piel del rinoceronte fue uno de los mayores retos de taxidermia con que se encontró el museo hasta ahora. Los gruesos pliegues ​​tuvieron que reproducirse y formarse firmemente, sin aparentar rigidez, mientras que se requirieron unas veinte capas diferentes de tintes y pinturas para representar los colores naturales de la piel. En ocasiones es habitual montar esqueletos de animales, barnizar los huesos y reproducir la misma criatura mediante un armazón de madera, cubriéndola con la piel natural o con papel maché. Siempre que es posible se utiliza la cornamenta perteneciente al animal montado, pero en ocasiones se precisa tomar las astas de algún otro animal de la misma familia y emplearlas. Las manadas de ciervos y búfalos que más preocupan al señor Richardson mostrarán sus propios cuernos y aparecerán exactamente como cuando estaban en las llanuras.
   Pero los animales mencionados no absorben todo el interés; existe una vasta y valiosa colección de aves, los taxidermistas se emplean sin cesar preparando grupos que muestran el tipo de suelo en el que habitan las aves y donde construyen sus nidos. A diario se puede ver a los empleados modelando los cuerpos de estas aves con viruta o estopa, y envolviendo el maniquí dándole vueltas y más vueltas con hilo para dar forma al cuerpo. Una parte considerable de la colección de Audubon se encuentra allí, y varias otras destacadas. La colección de colibríes es una de las mejores del mundo, comprende alrededor de 400 especies diferentes, y algunas de estas pequeñas criaturas tienen un valor de entre 100 y 150 dólares cada una, basándose principalmente en el exquisito y rico juego de colores del plumaje con el que el pájaro se muestra a la vista. Algunos de estos delicados tesoros tienen picos tan largos y finos como agujas, y cuyo interior de cada mandíbula se asemeja a una sierra, con unos dientes tan finos que son casi invisibles a simple vista. Las golondrinas reciben un muy cuidadoso tratamiento, los terraplenes donde hacen túneles y eclosionan sus crías están hechas con un efecto sorprendentemente realista. Asimismo, hay grupos de perdigones y urogallos, cientos de aves terrestres, y aves marinas desde las costas de la bahía de Hudson hasta Groenlandia, que están pasando por las manos de los taxidermistas. En ningún otro lugar, supongo, hay una mejor colección de araos, ave que supone el principal alimento de carne fresca para tantos pescadores durante el principio del verano.
   En cuanto a las maderas, creo que tienen especímenes de todos los árboles importantes que crecen en este continente, algunos de ellas están pulidas y barnizadas, y otras dejadas rugosas para mostrar la veta de la madera en ambos estados. El señor Richardson pronto hará una excursión a Maine para recolectar más especímenes para el departamento de fauna, y se obtendrán nuevas variedades de tiburones, delfines, marsopas, focas y cientos de otros peces y se agregarán a la presente exhibición. 
   Los operarios del museo se preparan para el montaje de una manada de alces, que estará compuesta por varios animales colocados como cuando atraviesan el bosque o pastan por los claros; se reproducirán los árboles, las hojas, los brotes y los pastos que comen, así como el carácter general de su entorno."
 
Richardson fallecería pocos meses después de publicarse esta reseña, en 1893, y sería sustituido en el cargo por su ayudante John Rowley, el segundo personaje que aparece en los grabados que ilustran el artículo. Aún debería pasar una década y media hasta la llegada al AMNH de Carl Ethan Akeley, célebre taxidermista considerado el padre de la taxidermia moderna en los Estados Unidos, impulsor del imponente Akeley Hall del Museo neoyorquino.
 
Edward Penfield (8).
El autor de este texto de Harper's es anónimo, mientras que el de los dibujos ilustrativos reproducidos como grabados son obra del pintor, dibujante y litógrafo Edward Penfield (Brooklyn, Nueva York, 1866 - Beacon, Nueva York, 1925). Penfield Estudió pintura en la Art Students League de Nueva York y en estancias en Inglaterra y Holanda. Trabajó en Harper's Weekly donde alcanzó el empleo de director artístico. Publicó dos libros Holland Sketches (1907) y Spanish Sketches (1911), y popularizó los carteles en los Estados Unidos, al estilo de Toulouse-Lautrec en Francia.
 
 
 
Notas.- 
(1) No se trata de Roy Chapman Andrews, taxidermista y famoso explorador que trabajó en la institución a partir de 1906, inspirador del personaje cinematográfico Indiana Jones, sino de Frank Michler Chapman, que ingresó en el museo en 1888 como asistente del naturalista Joel Asaph Allen, que en 1901 fue nombrado conservador ayudante de la sección de Mamíferos y Aves donde ejerció como taxidermista, y que en 1908 fue elevado al cargo de conservador de la sección de Aves.
(2) Región pantanosa del sudeste del estado de Virginia.
(3) Agkistrodon piscivorus, serpiente venenosa propia del sureste de los Estados Unidos.
(4) Podría tratarse del ornitólogo y uno de los fundadores del AMNH Daniel Giraud Elliot.
(5) Baño ácido preparatorio del curtido.
(6) Denominación inglesa  arcaica derivada de la india abenaki mòskwas. La actual popular es muskrat.
(7) Rhinoceros unicornis, rinceronte indio.
(8) Fotografía de William M. Vander Weide de alrededor de 1900. Imagen propiedad de George Eastman House Collection.
 
 
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Taxidermidades, 2021.
 
 
Bibliografía:
 
Recursos:
Artículo El Grupo de Bisontes de Hornaday en Taxidermidades.