La carta, escrita en francés y dirigida al "señor director del Museo de Historia Natural de Madrid", está fechada en Leiden, Países Bajos, el 22 de abril de 1895:
Puesto que uno aspira hace ya tiempo en perfeccionar el arte de montar los animales y que los museos aprecian disponer de ejemplares bien montados en las colecciones, tengo el honor de comunicarle que acabo de lograr componer una masa petrificable, con la que puedo modelar los animales con los detalles más delicados de la musculatura.No es preciso recalcar que esta operación es de gran interés para la taxidermia.Es algo que no se puede alcanzar jamás montando los animales con heno, de paja, etc. Saber hacer un cuerpo compacto sobre el cual se colocan todas las formas originales, se consigue con esta invención.Adjunto una fotografía (1) de un joven orangután hembra montado por mí, representando la forma modelada sobre la cual la piel todavía no se colocado.En el Museo de historia natural de Leiden hay un grupo de búfalos (macho, hembra y joven) trabajados con este novedoso método.Si mi trabajo le interesa y estuviera interesado en enviarme objetos para montar para su museo me sería agradable corresponderle.Agradezca señor los humildes respetos de su servidorH. H. ter Meer júnior.Preparador en el Museo de Historia Natural de Leiden."
Hermanus Hendrikus ter Meer (Leiden, Países Bajos, 1871- Leipzig, Alemania, 1934), que con el tiempo se convertiría en uno de los mayores divulgadores de la técnica dermoplástica de Taxidermia, mandó cartas como aquella a numerosos museos de Historia Natural de Europa y Estados Unidos (2). Ter Meer había comenzado como aprendiz sin sueldo en el Museo Real de Historia Natural de Leiden, donde ejercía su padre. Con dieciocho años se había trasladado a Stuttgart donde aprendió la técnica con Friedrich Kerz. Y precisamente fue aquel mismo año 1895 cuando se le adjudicó una plaza en Leiden aunque escasamente remunerada. Un año antes había modelado un tamarao -véase la imagen más abajo- empleando para ello por vez primera una masilla de su invención, ligera, moldeable, de rápido secado, y que permitía el clavado de alfileres, de la que en principio no quiso revelar su composición. Su escaso sueldo motivó aquel envío postal a la búsqueda, primeramente de encargos, y más tarde, como veremos, ya con familia a su cargo, de un empleo digno.
Por su parte, en 1895 el cargo de director del Museo de Ciencias Naturales de Madrid lo ostentaba el geólogo Miguel Mastierra Prieto, quien sería sustituido en 1897 por Tomás Andrés y Andrés Montalvo, éste a su vez en 1900 por Joaquín González-Hidalgo Rodríguez, y éste finalmente en 1901 por el naturalista y entomólogo Ignacio Bolívar Urrutia (Madrid, 1850-Ciudad de México, 1944). Bolívar, que dirigió el Museo de Madrid hasta 1939, visitaría el Museo de Leiden en 1903, donde conoció a Ter Meer, además de estrechar su relación con el zoólogo Fredericus Anna Jentink, director de aquella institución.
El presente artículo contextualiza las cartas que Herman H. Ter Meer mandó a los directores del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid, conservadas en su Archivo .
Aquel primer ofrecimiento no debió ser correspondido por Mastierra, puesto que Ter Meer insistiría años más tarde. Fechada el 23 de diciembre de 1903 una segunda carta rezaba:
"Señor Doctor,Acordándome de mi promesa de enviarle fotografías de mis trabajos taxidérmicos, me es muy agradable poder ofrecerle una serie de pruebas (4) que representan los resultados de mis esfuerzos reproduciendo las formas naturales y detalles plásticos de la superficie muscular de los mamíferos.Algunas están tomadas después del modelado y a punto de recibir la piel, otras representan el montaje terminado. La mayor parte de estos animales están expuestos en el Museo de Leiden, algunos están montados en mi casa para otros museos y particulares, como la tigresa de Java, el grupo del jaguar y la capibara, las cabezas de caballo y de rinoceronte, los perros San Bernardo, etc.Le estaría muy agradecido si me quisiera recomendar a directores de museos. Me complacería montar animales para instituciones de España, como ya he hecho para museos de Sudáfrica y el de Haarlem.Además tengo el honor de presentarle una fotografía de mí mismo terminando el modelado de una tigresa en el taller particular de mi domicilio (5).Acepte, señor, la seguridad de mi consideración distinguida.Su devoto,H. H. ter Meer Jr.El elefante africano fue montado por mi abuelo en 1835."
En el añadido final de la carta reivindicaba su pertenencia a una saga de taxidermistas que se remontaba hasta su tatarabuelo. Ter Meer, ocho años después, seguía intentando la consecución de encargos.
En 1900, en un artículo titulado Neues Verfarhen im Modellieren Zooplastischer Stücke für Museen (Nuevo método de modelado de piezas zooplásticas para museos), publicado en 1900 en la revista Laboratorium & Museum, el propio taxidermista afirmaba:
"son pocos los métodos que empleados hagan progresar tanto a las artes o a las industrias, como lo ha conseguido la Dermoplastia. Visite un pequeño número de laboratorios de museos europeos, y conocerá otros tantos métodos dermoplásticos. (...) Instintivamente se preguntarán cómo es posible que no haya un único método. Sin embargo, hay dos grandes razones, a saber: la pobreza, los taxidermistas no se pueden desplazan para compartir sus experiencias personales; y la falta de una escuela internacional de formación de taxidermia. No obstante, incluso esas carencias pueden llegar a ofrecer considerables ventajas. Sólo la falta de una escuela en la que se establezcan unos métodos específicos para los animales, obligará al taxidermista a buscarlos y mejorarlos por sí mismo."
En ese texto Ter Meer exponía la necesidad y la dificultad de poner en común los avances técnicos y, tal y como le había exigido Robert Wilson Shufeldt, conservador en el Museo Smithsonian de Washington, unos años antes, consecuentemente hacía pública la fórmula de su masa de modelado, que no era más que una mezcla de
turba, escayola y cola, además de algunos detalles de su método.
Retomando el hilo, el director del Museo de Madrid había cambiado, la respuesta de Bolívar se demoraba y Ter Meer insistió solicitándole acuse de recibo:
"Señor,Hace un mes tuve el honor de mandarle una serie de fotografías de mis trabajos taxidérmicos acompañando una carta a su estimada dirección.Pudiera darse el caso de que esas fotografías no llegaran a su domicilio.Le estaría muy agradecido si usted me pudiera dar alguna información.Agradezca, señor, la seguridad de mi consideración distinguida.H. H. ter Meer jr.Jefe de los trabajos taxidérmicos en el Museo de Leiden."
Finalmente Bolívar contestó a Ter Meer, pero éste durante el interin se había ausentado de Leiden. El texto del taxidermista, fechado en el Hotel Belle Alliance de Cléveris, Alemania, el 5 de julio de 1904, dice:
"Señor,Encontrándome de viaje en Alemania donde paso mis vacaciones de verano, he recibido su estimada carta esta mañana.Me sería muy agradable montar animales para su museo. En quince días estaré de vuelta en Leiden y entonces tendré el honor de escribirle mi respuesta y hacerle saber mis condiciones.En lo referente a Alrededor del Mundo, creí que fue el señor de la Escalera quien me envió los números y por ello se lo agradecí a él. Acepte por favor, recibir, señor, mi sincero agradecimiento por su amabilidad en enviarme los números. Uno de mis amigos ha traducido los artículos. Estoy encantado de que usted o el señor de la Escalera den a conocer los resultados de mis estudios zooplásticos en España.Reciba, señor, la seguridad de mi consideración distinguida.H. H. ter Meer jr."
Efectivamente, el entomólogo Manuel Martínez de la Escalera, empleado asimismo en el Museo de Madrid, había publicado en febrero de 1904 un artículo en la revista ilustrada Alrededor del Mundo loando el trabajo de Ter Meer y reproduciendo algunas de las fotografías que el taxidermista había mandado a Bolívar en diciembre de 1903. Ambos, Bolívar y de la Escalera, habían visitado el Museo de Historia Natural de Leiden meses antes.
Puntualmente, Ter Meer mandó a Bolívar sus condiciones el 16 de julio de 1904:
"Señor,Según su deseo, tengo el honor de participarle algunos precios por el montaje de diferentes animales.Los gastos para la composición de un grupo de león, leona y 4 cachorros sobre terreno artificial estaría alrededor de la suma de 1.000 francos, gastos de embalaje no incluidos.Mi cuenta sería la siguiente:león, de 400 a 430 francosleona, de 360 a 380 francos4 cachorros de león, a 50 francos... 200 francos si tienen el tamaño de un gato silvestreSi los cachorros tienen, por ejemplo, el tamaño de una pantera, los gastos rondarán los 180 francos la pieza; en ese caso el importe del grupo sería alrededor de 1.500 francos.Naturalmente es muy difícil dar un precio cuando no se han visto los ejemplares. Por el montaje de un tamarao (Bubalus mindorensis) (6), se pagarán unos 600 francos.Estaría complacido en realizar la plástica del okapi (7), y encantado si usted resolviera mandarme montar ejemplares para su Museo. De esa manera pronto mi trabajo se conocería en España, por lo que le estaría muy agradecido.El mes próximo tendré el honor de presentarle algunas fotografías de mis últimos trabajos zooplásticos.Reciba, señor, la seguridad de mi consideración distinguida.H. H. ter Meer jr."
Desconocemos la respuesta de Bolívar, aunque no es difícil de suponer dada la perenne precariedad económica del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid.
En la sucesiva carta a Bolívar, fechada el 25 de agosto de 1904, Ter Meer expresaba además su anhelo de trabajar en algún otro Museo con mejor salario; faltaba sólo un mes para el nacimiento de su hija Edith:
"Señor,Tras mi último envío de fotografías, he terminado diferentes piezas taxidérmicas, de las cuales tengo el honor de presentarle una pequeña serie (9). Contiene también la fotografía de una figura en yeso, es de la leona, la que vio medio acabada en mi laboratorio del museo el pasado año.Estoy encantado de que usted y otros sabios de Europa y América se interesen tanto por mi trabajo.Desde hace tiempo he albergado la esperanza de obtener algún día un buen puesto en uno de los museos del extranjero. Aunque encuentro reconocimiento por lo que hago aquí en el museo, me gustaría ocupar una posición suficiente pagada de acuerdo con su mérito; de no ser por mi trabajo de fuera, del que estoy bastante ocupado en mi taller particular, hace ya tiempo habría emigrado.Difundiendo las fotografías de mis piezas taxidérmicas, espero finalmente tener éxito.Reciba, señor, la seguridad de mi consideración distinguida.H. H. ter Meer Jr."
Ciertamente, pese a la insistencia del taxidermista mandando fotografías de trabajos, el Museo de Madrid no estaba en condiciones ni de encargar trabajos a Ter Meer, ni de contratarlo. Pasarían algunos años para que el taxidermista neerlandés y Bolívar volvieran a cartearse. En este punto hagamos un inciso antes de proseguir con el intercambio epistolar.
Acerca de la firme decisión de emigrar de Ter Meer, y volviendo al estadounidense Shufeldt, éste último publicaría años más tarde, en 1917 en la revista The Art World, un artículo titulado Taxidermy as an Art, en la que se refería a aquel anhelo del taxidermista:
"En la época de mi informe al Gobierno parecía que había un movimiento en toda la Taxidermia estadounidense para llevar a la profesión al lugar donde legítimamente debía estar, y acerca de lo que, debido a sus logros, estaba eminentemente autorizada para ser colocada. Se dice que mi publicación sobre el tema (10), hace casi un cuarto de siglo, actuó como estímulo material. Mi mayor ambición en aquel momento era persuadir a dos o tres de los taxidermistas más distinguidos de Europa para que vinieran a este país a establecerse; pero fallé en aquel empeño después de muchos intentos; se pensó que era más importante en aquel momento importar miles de inútiles de Europa, en demasiados casos delincuentes con enfermedades físicas y morales, ¡que encontrar un lugar para un artista en Taxidermia! Mi mayor esfuerzo en este sentido lo hice para encontrar un lugar para H. H. ter Meer Jr., en aquel momento asistente de Taxidermia de su padre en el Museo de Leiden, Holanda. El señor Ter Meer estaba ansioso por venir y aceptar un puesto con un salario modesto; pero fallé por completo y no conseguí colocarlo en cualquiera de los principales museos de América del Norte, ¡mientras que miles de inmigrantes ignorantes continuaron llegando a diario a través de los portales de la Isla Ellis! Desde entonces, el señor Ter Meer ha sido llamado al Museo de Leipzig, uno de los mejores de Europa. Hace unos meses me envió fotografías de sus últimos logros en esta profesión, y los he utilizado como ilustración principal del presente artículo. (...)"En la parte española, José María Benedito Vives, taxidermista especializado en aves, ingresó en el Museo de Madrid en 1907, y su hermano menor Luis Benedito Vives, lo haría poco después como aprendiz. En marzo de 1911 Bolívar y José María Benedito planean enviar al joven a Leiden para que aprenda las novedosas técnicas de montaje de mamíferos junto a Ter Meer. Bolívar contacta con Jentink, director del Museo de Leiden, quien en su carta de respuesta fechada el 30 de marzo, tras ponerse al día de las novedades -el Museo de Madrid recién se había trasladado, y el de Leiden estaba en plena ampliación- le comunica que:
"Respecto a su idea de enviarnos uno de sus preparadores, precisará desilusionarse, puesto que el señor Ter Meer partió hacia Brunswick hará cinco años, ¡donde está mejor pagado que aquí! Ello no impide que nos agradará que venga su preparador para estudiar en nuestros laboratorios; sin duda le interesará saber que afortunadamente todavía tenemos otros buenos preparadores, entre ellos el sucesor del señor Ter Meer, un hombre joven que es también artista, que sabe hacer grupos biológicos, que conoce profundamente el montaje de mamíferos tan bien como el de aves. Así que si usted nos quiere confiar su hombre a los cuidados del jefe de nuestro laboratorio taxidérmico, estoy convencido que no olvidará jamás esos meses. ¡En fin, es usted, querido colega, quien ha de decidir sobre el asunto! ¡Por mi parte le daré todas las facilidades deseables y posibles! En lo referente a una eventual recompensa, creo que lo más agradable sin duda para nuestro instructor sería que, por ejemplo, usted le ofreciera un recuerdo típico español."
Bolívar desconocía que Ter Mer ya no trabajaba en Leiden. No obstante, aquella esperanzadora respuesta conminó a Bolívar a gestionar con la Junta de Ampliación de Estudios una beca para sufragar la estancia de Luis Benedito en la ciudad holandesa. No dispongo de la carta de Bolívar a Jentink, pero sí de la respuesta de éste fechada el 13 de junio de 1911:
"Estimado señor Bolívar,Veo por su carta fechada el 29 de mayo que su empleado vendrá, aunque no me dice cuándo. Espero que pueda venir durante este mes de junio puesto que partiré el 1 de julio por dos meses y, si pudiera ser, interesaría que llegase antes de mi partida.También me parece que 350 francos mensuales es bastante. Dígame, por favor, que edad tiene el individuo y cómo se llama.En lo referente a su proposición de permitirle montar para vuestro museo uno o varios animales, creo que debo decirle que ello no será posible, por cuanto en este caso nuestros preparadores deberían dedicar tiempo a montar sus objetos. Daré al suyo la ocasión de ver cómo mis preparadores montan pequeños y grandes animales desde el principio y su mandado podrá asistir y tomar anotaciones, etc., etc., mientras quiera y pueda. De vuelta a casa será capaz -como espero- de preparar y montar todos los grandes y pequeños mamíferos que ustedes tienen aún en piel. Además nuestros preparadores le darán todas las instrucciones posibles. Ese es el plan. Usted comprenderá -así lo espero- que nuestros preparadores nos están pagados por nuestro gobierno para trabajar para otro museo, ¡y en este caso los montarían para vuestro museo!Una vez más le aseguro que le daremos las instrucciones y que regresará a España como hábil preparador.Reciba, estimado colega, agradecido la seguridad de mis sentimientos más devotos.Dr. F. A. Jentink."
El plan se torcía ligeramente. Como hemos comprobado, Bolívar pretendía que el becario aprendiera montando la piel de un mamífero para el Museo de Madrid; y Jentink predispuesto en principio a acoger a un alumno, tras conocer las condiciones no aceptó ésa en concreto por una lógica razón económica, y ello a pesar de que el becario tenía dote. Luis Benedito llegó a Leiden el 17 de junio de 1911.
La siguiente carta de Ter Meer la recibirá Bolívar siete años más tarde, el 9 de julio de 1911, pero desde Alemania. En el encabezamiento el cargo del taxidermista aparece como Inspector en el Instituto Zoológico y Museo de la Universidad de Leipzig, y en su firma aparca lo de júnior. El neerlandés había obtenido su ansiada plaza en un museo extranjero. El texto es el siguiente:
"Señor,Como recuerdo que se interesó por mi sistema de taxidermia, cuando tuve el placer de mostrarle mis animales montados durante su visita al Museo de Leiden, tengo el honor de mandarle algunas fotografías (11) de mi trabajo actual más reciente.Son: 1º dos fotografías de un grupo de gorilas de la selva de Tanganica;2º una fotografía de un busto de macho;3º una fotografía del modelo de un macho al punto de recibir la piel.Hace ya tres años y medio le notifiqué mi cambio de domicilio. Estoy dichoso de haber abandonado mi empleo en el Museo de Leiden, y de ocupar ahora una buena posición honorífica y bien remunerada en Leipzig.Me place recordar su visita a Leiden y me agradaría mucho de recibirle con el señor de la Escalera, aquí de nuevo.Reciba, señor, la seguridad de mi consideración distinguida.H. H. ter Meer."
Ter Meer no se trasladó a Brunswick, como escribía Jentink, sino a Leipzig en 1907. En su carta afirmaba que se sentía satisfecho con su empleo en el Museo de la Universidad -disfrutaba de un sueldo anual de 3.000 marcos y la posibilidad de aceptar encargos privados- y también que le había comunicado en su momento su nuevo domicilio, ahora vivía en el 111 de la Kochstrasse de Leipzig. De la frase "hace ya tres años y medio que le notifiqué mi cambio de domicilio" se deduce que es Ter Meer quien retoma el contacto con Bolívar, y que aquella notificación con la nueva dirección no había llegado a su destinatario. En cualquier caso la recepción de esta carta fue providencial, dado el asunto que tenía entre manos.
En este punto Bolívar debió participar a Ter Meer que había mandado un joven aprendiz a Leiden, y también la negativa del museo neerlandés a aceptar el montaje de una piel ajena; y Ter Meer le debió responder -no dispongo de esas cartas- que Benedito podría sin duda trasladarse a Leipzig, y que él no ponía objeciones para, en su taller privado, montar junto al joven una piel propiedad del Museo madrileño. Bolívar se aseguró en esta ocasión la aceptación del pupilo comprometiéndose a abonar el importe de la preparación del animal. El joven alumno disponía además de una dotación de 350 pesetas mensuales para gastos de manutención. Desconozco cómo se resolvió el asunto con el Museo de Leiden, pero a finales de agosto Benedito viajaba a Leipzig. La siguiente carta de Ter Meer fechada el 24 de octubre de 1911 dice:
"Estimado señor,Su amable carta del 28 de septiembre de 1911 está en mi poder hace algún tiempo, pero esperaba a responder hasta recibir la piel del antílope (12).Ayer, 23 de octubre, finamente me llegó, y tras examinarla me parece bien preparada, así que esperamos convertirla en una bella pieza de Museo.Me place poder afirmar que el señor Benedito es un alumno muy laborioso y que posee mucho sentido artístico y una buena memoria para las formas, cualidades indispensables para que tenga éxito en las artes plásticas.En el taller del Museo y en mi casa, ha tenido oportunidad de aprender la técnica.Ahora comenzaremos de inmediato la preparación de la piel de antílope, con el fin de que el montaje del animal sea lo antes posible.Mientras supervise la construcción y todo el montaje del antílope, tengo la intención de mandar trabajar al señor Benedito lo máximo posible en esa pieza, que debe salir de mi taller como una pieza de exposición.Creo que el montaje no estará terminado durante el tiempo que el señor Benedito se halle aquí, porque este gran antílope da bastante trabajo.Reciba, señor, la seguridad de mi consideración distinguida.Su devotoH. H. ter Meer."
"Estimado Señor,Pronto el tiempo del señor Benedito aquí habrá concluido, y por ello le escribo ahora, antes de su partida a final de mes.Es una obligación muy agradable comunicarle que nunca había tenido el placer de formar a un alumno tan inteligente y de tanto talento como nuestro pequeño hidalgo. Durante su estancia entre nosotros, mi mujer y yo mismo hemos tenido la ocasión de disfrutar de las cualidades de su buen carácter.Como prueba del buen empleo de su tiempo aquí, me complace enviarle con este correo dos fotografías de modelos zooplásticos, con el fin de que usted juzgue por sí mismo, estimado señor, de su celo y del resultado de su estudio en los talleres de nuestro Museo y mío propio. Me satisface poderle asegurar que en un futuro tendrá un taxidermista en el Museo de Madrid como no hay muchos en Europa.Durante el tiempo que el gran modelo de Hippotragus se secaba, don Luis a realizado un viaje por Alemania. Visitó los museos de Dresde, Munich, Stuttgart, Hamburgo, Altona y Berlín, y también otros establecimientos de taxidermia. De vuelta a su patria verá además el de Frankfurt y el de Darmstadt.Sobre todo en casa de mi gran maestro, el señor Kerz de Stuttgart, Néstor de los estudiantes (13) de la dermoplástica, realizó una visita muy interesante; pero en la mayoría de los museos don Luis ha tenido ocasión de ver y de aprender ¡cómo no se deben montar los animales!Ahora comenzamos a colocar la piel del Hippotragus, de la cual le he enviado fotografía del modelo.A la vez colocaremos en el museo la piel del cerdo de África (14).Cuando el antílope esté completamente seco y terminado, probablemente a final de febrero, enviaré el ejemplar al Museo de Madrid.Por favor, señor, reciba la expresión de mis sentimientos más sinceros.Su devotoH. H. ter Meer."
Las siguientes fotografías acompañaban la carta.
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| Maniquí del antilope ruano (Hippotragus equinus) (3). |
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| Maniquí del facóquero en el que Benedito también trabajó junto a Ter Meer (3). |
El trato que Ter Meer dispensó a Benedito fue exquisito y éste se encontró como en su propia casa. Prueba de ello es el testimonio de agradecimiento que el joven expresó en el libro de visitas de la familia Ter Meer, a la que visitaría en tres ocasiones más, la última en abril de 1933 coincidiendo con la exposición y reunión en Berlín de la Asociación Alemana de Artistas Dermoplásticos de Museos (Deutsche Künstlervereinigung der Museumsdermoplastiker), sociedad cofundada por su maestro. En febrero de 1912 Luis Benedito afrontaría su primer gran reto en el Museo de Madrid, el montaje de Verdejo, el conocido toro de Veragua. El 9 de marzo Ter Meer escribe a Bolívar:
"Estimado Señor,El 29 de febrero mandé a la dirección del Museo de Ciencias Naturales de Madrid el antílope por transporte ordinario.Puse especial atención al embalaje con el fin de que el animal esté protegido contra la humedad durante su largo viaje. El contenido de la caja está asegurado por un valor de 1.800 marcos.Adjunto tengo el honor de enviarle mi cuenta por el montaje del antílope y del embalaje. El precio de 1.050 francos por el montaje está también indicado en marcos (1 franco = 0'80 marcos).El señor Benedito me ha escrito que ha comenzado a trabajar en el taller del Museo, y ha prometido enviarme fotografías de los animales que monte, lo que me placerá notablemente.Estoy completamente seguro de que montará bellas piezas con éxito, puesto que tiene la gran ventaja de poseer talento de artista.Deseando la buena recepción del envío, le ruego, señor, acepte recibir la seguridad de mi consideración distinguida.Su devotoH. H. ter Meer."
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| El antílope terminado (15). |
El 10 de abril de 1912 un giro postal por importe de 1.166'45 pesetas al cambio saldaba el importe del encargo. Doce días después Ter Meer acusaba recibo:
"Estimado Señor,Muy complacido he recibido su amable carta [informando] que el antílope llegó a Madrid en buena condición y que el montaje del animal le gustó mucho.Mi querido alumno ha tenido una muy buena oportunidad de practicar el arte trabajando con este ejemplar, y estoy completamente seguro de que con su talento de artista logrará montar bellos animales para el Museo.Prometió enviarme fotografías de las piezas que montará.Para siempre conservaré un recuerdo agradable del tiempo que pasó en mi casa.Muy agradecido por el envío del giro de 882 marcos, cuyo importe recibí directamente aquí.Reciba, señor, mis salutaciones sinceras y la seguridad de mi consideración distinguida.H. H. ter Meer."
Desglosada la factura, el montaje del antílope ruano costó 840 marcos, a lo que se sumaron 42 más por el embalaje.
El Archivo del Museo de Ciencias Naturales de Madrid no conserva más cartas de Herman H. Ter Meer a Bolívar, aunque sí alguna dirigida a su discípulo Benedito.
A Ter Meer se le conocen hasta ocho discípulos, siendo Benedito uno de los primeros y más destacados. Otros bastante conocidos fueron Karl Krell, alumno suyo hacia 1914 y que trabajaría en el Instituto Zoológico de Königsberg; Robert Reichert, que lo fue hacia 1916 y que ocuparía un puesto en el Museo de Dresde; Georg Ruprecht, que se emplearía en el Museo de Berna. El resto, Helmut Buck de Dresde, Günther Maul de Frankfurt, L. K. A. Muysken de La Haya y Louis-Biermann-Grootes de Celle. Los dos últimos aprendices lo fueron en 1926. Alguno más como C. A. van Ee, hijo de un amigo suyo holandés, que llegaría a trabajar en el Museo Nacional de Sudáfrica de Bloemfontain, también permaneció seis semanas en el domicilio de Ter Meer observando su trabajo.
Notas.-
(1) No he localizado la fotografía. La reproduzco a partir de la que Shufeldt incluyó en su artículo dedicado a Ter Meer. Véase siguiente nota.
(2) Otro
de los destinatarios de las fotografías de los trabajos de Ter Meer fue
Robert Wilson Shufeldt, conservador del Smithsonian de Washington, quien
le dedicaría un artículo aquel mismo año 1895, véase bibliografía.
(3) Imágenes propiedad del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid, signatura ACN0377/004.
(4) Algunas de esas fotografías, que no he localizado en el Archivo del Museo, acompañaron el artículo de Manuel Martínez de la Escalera que se citará y reproducirá más adelante.
(5) La fotografía de su taller particular a la que alude Ter Meer se reprodujo asimismo en el artículo de Martínez de la Escalera. En ella aparecen algunos de los montajes mencionados en la carta, como las cabezas de caballo y de rinoceronte terminadas y el maniquí de la tigresa de Java.
(6) Ter Meer ponía como ejemplo el tamarao puesto que había recién terminado uno en el Museo de Leiden.
(7) El okapi (Okapia johnstoni)
se había descubierto no hacía mucho. Los primeros ejemplares se cazaron en 1904. El
Museo de Leiden disponía de unas cuantas pieles y esqueletos procedentes
del Congo belga que fueron mostrados a Bolívar, quien consiguió que el entonces denominado Museo del Congo de Tervuren le regalara al de Madrid la piel y el esqueleto de uno, que
es el que Ter Meer se ofreció a montar. Finalmente el ejemplar fue preparado en Bruselas por Opdenbosch, taxidermista privado, padre de Armand Opdenbosch, quien llegaría a ocupar el cargo de taxidermista jefe en el rebautizado Museo Real del Congo Belga.
(8) Imagen del tamarao reproducida en el artículo de Shufeldt de 1895.
(9) No disponemos de dichas fotografías.
(10) Se refiere Shufeldt a su informe Scientific Taxidermy for Museums (Based on a Study of
the United States Government Collections), en Report
U.S. National Museum, Smithsonian Institution, Washington, 1894.
(11) No he localizado esas fotografías. Ese grupo de gorilas es sin duda el de tres ejemplares que preparó entre 1909 y 1910 en su taller particular de la Kochstrasse para el Museo de Historia Natural de Berlín.
(12) Se trataba de un antilope ruano o equino (Hippotragus equinus).
(13) Ese "cerdo africano" se trataba de un ejemplar de facóquero (Phacochoerus africanus).
(14) En la literatura clásica Néstor era el más anciano y sabio de los jefes
griegos. Aplicado a los estudiantes sería como el guía o mentor del grupo.
(15) Imagen propiedad del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid, signatura ACN140/000/17681.
© All rights reserved. ® Reservados todos los derechos.
Taxidermidades, 2025.
--- Memoria correspondiente a los años 1910 y 1911, Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, Madrid, 1912.
Archivo del Museo Nacional de Ciencias Naturales, signaturas ACN0377/004, ACN140/000/17681.
Manuel Martínez de la Escalera Disecadores artistas, y artistas que no estudian, nº 245, Madrid, 11 de febrero de 1904.
Robert Wilson Shufeldt Taxidermical methods in the Leyden Museum, Holland , en Report U.S. National Museum, Smithsonian Institution,
Washington, 1895.
Robert Wilson Shufeldt Taxidermy as an Art , en The Art World, vol. 3, nº 3, Nueva York, diciembre de 1917.
Herman H. ter Meer Neues Verfarhen im Modellieren zooplastischer Stücke für Museen , págs. 89-90, en Laboratorium & Museum, nº 5, Berlín, 1900.
Artículo La dinastía Ter Meer en Taxidermidades.
Artículo La familia Benedito: saga de taxidermistas en Taxidermidades.
Artículo Testimonio de agradecimiento de Luis Benedito a Ter Meer por su hospitalidad en Taxidermidades.
Artículo Edith Dietze ter Meer, la "sobrinita" holandesa de Luis Benedito en Taxidermidades.
Artículo La reunión de los "Artistas Dermoplásticos" del año 1933 en Berlín en Taxidermidades.
Artículo Carta de Ter Meer a Benedito. Efectos de una crisis económica en Taxidermidades.
Artículo Carta de Ter Meer a Benedito. Efectos de una crisis económica en Taxidermidades.
Artículo El Museo de Historia Natural de Leiden. Centro de Biodiversidad Naturalis en Taxidermidades.
Artículo El Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid en Taxidermidades.
Artículo El Museo de Historia Natural de Leipzig en Taxidermidades.
Artículo Friedrich y Joseph Kerz, padre e hijo. Su tratado de Taxidermia en Taxidermidades.
Artículo Friedrich y Joseph Kerz, padre e hijo. Su tratado de Taxidermia en Taxidermidades.











