Los grupos de elefantes de Carl Akeley.

El grupo de elefantes del Museo Americano de Historia Natural de Nueva York es, además de un excepcional trabajo de Taxidermia, la culminación de un proceso de renovación técnica en el montaje de los grandes mamíferos cuyo ideólogo fue Carl Ethan Akeley (1864-1926). En este artículo repasaremos sucintamente la biografía de Akeley, la evolución de su técnica, conoceremos algunos de sus trabajos anteriores con elefantes como su colaboración como asistente en el montaje de Jumbo, o su The Fighting African Elephants del Museo Field de Historia Natural de Chicago, y concluiremos con su obra maestra neoyorkina The Alarm (1), un trabajo que se completaría años después de la muerte de su creador. 
 

The Fighting African Elephants, el grupo de Akeley en el Museo Field de Chicago (2).

 
Carl E. Akeley creció en una granja de Claredon, Nueva York. Con doce años, después de visitar la exposición de un taxidermista aficionado inglés en una ciudad vecina, se compró un manual de taxidermia por un dólar y empezó a disecar. A los dieciséis decidió convertirse en taxidermista profesional. Cuando contaba diecinueve se convirtió en aprendiz de aquel primer taxidermista que conoció. Cuando Akeley comprobó que ya no aprendía nada nuevo se dirigió a Rochester y pidió trabajo a Henry Ward, que lo aceptó y le asignó un salario de tres dólares y medio a la semana. Sus condiciones de trabajo eran pésimas y según Akeley las técnicas de disecado en el establecimiento de Ward eran "muy simples", carecían de precisión anatómica y no se dotaba a los animales de posturas naturales. Akeley aprovechaba las pausas del desayuno para experimentar la dermoplastia, técnica que hacía ya algunas décadas se empleaba en algunos museos y que consistía en montar la piel curtida sobre una escultura de escayola. Su ambición, los recelos de sus compañeros y sus prácticas poco ortodoxas condujeron a su despido.
 

Jumbo expuesto en la Tufts University de Medford hacia 1900.

 
Durante medio año trabajó en la ciudad de Nueva York con John Wallace, periodo que describe en su biografía como "el más lúgubre que he pasado nunca en lugar alguno". Ward readmitió a Akeley, que permanecería tres años más en Rochester. Durante aquel tiempo conoció a reconocidos taxidermistas de museo como William Temple Hornaday y a Frederic S. Webster, ambos fundadores de la Asociación de Taxidermistas Norteamericanos, que además experimentaban con dioramas y empleaban el método dermoplástico. Durante su último año con Henry Ward, colaboró con William J. Critchley en el montaje del famoso elefante africano macho Jumbo, propiedad del empresario circense Phineas Taylor Barnum, un ejemplar que había había nacido en África, que había vivido en el Jardin des Plantes de París y en el zoo de Londres, y que murió atropellado por un tren en Ontario, Canadá, en septiembre de 1885 a la edad de 24 años, pesando alrededor de ocho toneladas y midiendo 3'6 metros de altura. Aquel fue su primer contacto con un paquidermo (3). El animal se montó con la misma postura que los elefantes indios que por entonces se exhibían en el Museo de Historia Natural de París. 
 

Carl Akeley junto a su esposa Delia, que abatió este elefante en 1906.

 
En 1886 Carl Akeley ingresó como taxidermista en el Museo Público de Milwaukee y fue allí donde empezó a poner en práctica sus progresos. En 1894 el British Museum intentaría contratarlo pero Akeley prefirió el puesto de jefe de taxidermia del recién creado Museo Field de Chicago. Viajó por vez primera a África en 1896. En 1905 volvería al continente africano para cazar los dos elefantes que en la actualidad pueden verse en el Field. Durante aquella segunda expedición Akeley abatió su primer elefante el 27 de julio de 1906 en las montañas Aberdare y su esposa Delia el segundo el 31 de agosto en el monte Kenia. A decir verdad, ya entonces la caza de elefante estaba limitada a dos ejemplares por persona y Akeley mató dos, cuentan que en defensa propia, con lo que completó su cupo. Fue su esposa quien abatió el gran ejemplar de macho que se expone en el Museo de Chicago. Durante aquella expedición, que duró un año, que costó más del doble de lo previsto, y que finalizó contando con 175 porteadores, Akeley regresó a Chicago con diecisiete toneladas de "material de historia natural".
 

Piel de elefante curtida en el Museo Americano de Historia Natural hacia 1933 (4).

 
Hasta aquel momento las pieles de los grandes mamíferos se habían curtido con la acostumbrada solución de agua, sal y alumbre, una mezcla que endurece la piel y dificulta su manipulación y montaje. En aquella ocasión Akeley experimentó con éxito el tradicional curtido vegetal (5), un adobado que no se acostumbraba a usar en Taxidermia puesto que teñía el cuero de color marrón, pero que resultaba idóneo para pieles gruesas, como la del elefante, pues las mantenía flexibles. La única objeción a ese curtido suponía que una vez seca la piel esta debía pintarse, algo que no significaba una limitación para animales con escaso pelo como elefantes, rinocerontes o hipopótamos. Nuestro protagonista comunicó su hallazgo durante la tercera reunión anual de la recién creada Asociación Americana de Museos que se celebró en mayo de 1908 en Chicago.
 

Estructura interna del modelo para el elefante más viejo del Field (2).

 
Akeley ensayó en el Field un sistema que iba más allá de la dermoplastia, técnica que su aventajado alumno y discípulo Louis Paul Jonas bautizaría a finales de los años treinta con el nombre de esculturodermia (sculpturdermy). Akeley fabricó primero una estructura con gruesos alambres, madera y tela metálica que recubrió de barro, modelando una escultura a tamaño natural, y dispuso encima la piel del animal, modelando a continuación músculos, arrugas y hendiduras. Como se comprueba en las fotografía inferior, una vez seca la arcilla y la piel, cortó esta en tres secciones, la cabeza y el cuerpo dos mitades. Sobre la piel aplicó una capa de escayola y retiró del interior de la piel la arcilla que sustituyó por varias capas de papel maché como refuerzo. Finalmente retiró la capa externa de escayola y unió las tres secciones con cola laca o gluten adhesivo. 
 

Akeley sobreponiendo escayola sobre la piel, antes de vaciar el interior y aplicar papel maché (6).

 
Además de la nueva técnica esculturodérmica de modelado-moldeo-desmoldeo-etc., cabe destacar sobremanera las posturas realistas y el movimiento que Akeley imprimió a los elefantes, más si los comparamos con Jumbo, aquel primero que ayudó a montar en Rochester unos veinte años antes. Conocido como Combate de elefantes africanos (The Fighting African Elephants), este trabajo de Chicago no desmerecerá absolutamente nada, al contrario, si lo comparamos con el siguiente grupo de elefantes que acometería Akeley años más tarde en Nueva York. The Fighting se colocó en la rotonda central del Museo de Chicago en 1909, donde permanecieron hasta abril de 1920, fecha en que el museo se trasladó a su actual ubicación. The Fighting African Elephants, que se expone en la actualidad en el Stanley Hall, se convirtió desde el principio en todo un símbolo del Museo Field. 
 

Combate de elefantes africanos en el Field de Chicago en 1948 (2).

 
Años más tarde William T. Hornaday escribiría en Scribner's Magazine en 1922 un artículo titulado Masterpieces of American Taxidermy, donde se refería a este grupo de elefantes con los siguientes elogios: 
   "El Museo Field de Chicago participó de forma efectiva desde sus inicios en el campo de la producción de grupos. En la actualidad alberga una excelente manifestación de obras maestras de la taxidermia americana. Su grupo de elefantes (combatiendo) de Carl E. Akeley, fue el primer grupo de elefantes jamás llevado a cabo en América, por lo que sabemos. Juzgado según las normas de la concepción artística, este grupo es realmente abrumador. Solamente con un esfuerzo de imaginación puede llegarse a su nivel, y rendirle la gran admiración que merece."

En 1909, año en que terminó su primer grupo de elefantes, Akeley comenzó una nueva etapa en el American Museum of Natural History (AMNH) de Nueva York. El cambio de destino fue propiciado por James Lippit Clark, taxidermista del American desde 1902 -ingresó en el museo con 19 años- y más tarde amigo y discípulo de Akeley, que había viajado a Chicago para conocer de primera mano las nuevas técnicas empleadas en The Fighting. Clark empezó en Nueva York como aprendiz de John Stewart Rowley, entonces jefe del departamento de Taxidermia, y Akeley pasaría a ocupar  la vacante de Rowley cuando este marchó para trabajar en varios museos de la costa oeste. 
 

Modelo de Akeley en plastilina para su proyecto de grupo en el AMNH  (4).

 
Aquel año 1909 Carl Akeley volvería de nuevo a África acompañando en esta ocasión a Theodore Roosevelt, que acababa de dejar la presidencia del país y que viajaba en la expedición organizada por el Museo Smithsonian de Washington. Durante aquella campaña, a la que por invitación de Akeley se uniría Clark que ya se encontraba en África desde hacía medio año fotografiando y filmando por primera vez la fauna del continente (7), el grupo de cazadores abatiría un buen número de elefantes. El presidente y su hijo mataron cuatro. Se cuenta que Carl Akeley fue embestido por un elefante macho que le rasgó media cara y le rompió algunas costillas, y que fue durante aquella larga convalecencia cuando comenzó a imaginar la Sala de África del Museo de Nueva York. Clark había abandonado su puesto en el AMNH para marchar a África y Akeley lo repescaría de nuevo para su puesto en el museo como su asistente. A la vuelta de África Akeley retornó a Chicago para cumplir con su contrato y finalizado este se trasladó a Nueva York, donde se instaló en un loft que compartió con Clark. Ambos trabajarían juntos en la manada de elefantes La alarma y en el resto de proyectos del Museo Americano. 
 

Akeley modelando a tamaño natural en 1914. La pata delantera izquierda se acabaría modificando (4).

 
El método de montaje de los cuatro elefantes fue similar al que ya ensayó en Chicago. El papel maché combinado con cola y muselina convertía la pieza en un maniquí ligero e impermeable. Se aplicaron hasta cuatro capas de papel maché antes de montar la piel. Akeley escribió en su libro In Brightest Africa (1923): "Creo que hoy todavía no se ha ideado un mejor método de taxidermia que el descrito aquí y su uso ha llegado a ser casi universal. Aunque no toma mucho tiempo para contarlo, el montaje de un animal de esta manera es un proceso largo y tedioso". Akeley trabajó en el grupo de elefantes desde 1915 hasta 1919.  Entre sus colaboradores más cercanos se encontrababa desde de 1914 un joven Louis Paul Jonas, que había estudiado el modelado artístico durante su infancia en su Hungría natal y que a la vuelta de su servicio militar durante la Segunda Guerra Mundial se reincorporaría a la plantilla del museo neoyorkino.
 

Carl Akeley posando junto al  elefante macho viejo (6).

 
De los cuatro elefantes presidenciales dos se utilizaron en el grupo del American, el macho viejo de la manada, el de la tropa alzada hacia delante, que mató Roosevelt, y el elefante pequeño, el que se encuentra entre el anterior macho y la hembra, que mató su hijo Kermit. La decisión de que hubiera ejemplares presidenciales en la manada de paquidermos disecados se tomó sobre todo desde un punto de vista propagandístico.

El examen de las fotografías que acompañan este artículo nos obliga a hacer una observación. El modelo de plastilina que proyectó Akeley no se ajusta al resultado final. Si nos fijamos en la escultura a escala, el viejo macho aparece con la pata delantera izquierda levantada. En la fotografía que muestra a Akeley en 1914 modelando en arcilla la escultura a tamaño natural, ese macho mantiene la pata alzada. Pero una vez concluido el grupo, las cuatro patas de ese ejemplar pisaban el suelo. En algún momento del proceso se modificó la postura prevista.
 

El elefante "de la retaguardia" del grupo inicial de cuatro, en proceso de secado (4).

 
Una muestra de la repercusión internacional de aquel novedoso trabajo la encontramos en España donde el 23 de agosto de 1915 la revista Alrededor del Mundo publicaba un artículo titulado La apoteosis del elefante. Una maravilla de la taxidermia, donde se podía leer el siguiente fragmento: 
   "Muchas veces se ha dicho  que los elefantes africanos están a punto de extinguirse, por la activa persecución de que han sido objeto durante largos años para la obtención del marfil. Afortunadamente para estos colosales proboscideos, y gracias a las medidas previsoras que en su favor han adoptado las naciones que tienen colonias en África, el fin de la interesante bestia no está tan próximo, ni mucho menos; pero como quiera que esas medidas han de ser más rigurosas de día en día, llegará uno en que sea punto menos que imposible matar un animalito de esta especie. Comprendiéndolo así, y anticipándose a los acontecimientos, el Museo de Historia Natural de Nueva York prepara lo que podríamos llamar la apoteosis del elefante, algo así como un monumento al rey de la fauna africana y el más voluminoso de los mamíferos terrestres actuales.
   Ese monumento, que ocupará el centro de una sala del Museo, consistirá en un grupo de cinco elefantes africanos (8), admirablemente naturalizados, sobre un pedestal rodeado de pequeños grupos en bronce alusivos a la vida del mismo animal. En uno de ellos, por ejemplo, se verá un elefante herido mortalmente a flechazos, lanzando un bramido de agonía; otro, representa un viejo macho, herido también, al que dos compañeros de manada sostienen y ayudan a andar. Por añadidura, a los lados del pedestal se colocarán bajorrelieves representando un rebaño de elefantes, la caza del elefante por los negros, etc.
   Lo más notable del grupo no es su ejecución, a la que no puede ponerse reparo científico ni artístico, sino el hecho de ser todo él obra de un hombre, que para hacerlo ha pasado una larga temporada en el centro de África, ha estudiado por sí mismo las costumbres de los elefantes, ha hecho una porción de fotografías y de croquis, y ha dado muerte, en fin, a los cinco soberbios ejemplares que componen el grupo naturalizado (9). Este hombre es míster Carl E. Akeley, un disecador (o taxidermista, que decimos hoy) norteamericano, a quien puede considerarse como uno de los grandes maestros en su arte. Un periódico yankee ha llamado a Mr. Akeley "el Miguel Ángel de la taxidermia", y el título no es hiperbólico. En el Museo de Chicago, donde están la mayor parte de sus obras, hay algunos grupos de mamíferos que son verdaderas maravillas, hasta el punto que viendo una fotografía de cualquiera de ellos sin previo aviso de que se trata de una labor artística, cualquiera podría creer que se trataba de una instantánea del natural. Claro está que para obtener estos resultados, Mr. Akeley necesita ser una especie de enciclopedia: cazador, naturalista, anatómico, pintor, escultor, fotógrafo... Una de las características de su trabajo, es la variedad de recursos. Con cada animal, según su tamaño y el carácter de su piel, emplea un procedimiento distinto.
   Para cada uno de los elefantes, ha hecho una gigantesca estatua, que luego ha dividido en tres piezas y ha ido rebajando de dentro a fuera, hasta dejarla reducida a una suerte de cascarón muy delgado, de manera que, al ser de nuevo reunidas las piezas, queda una estatua hueca, como un caballo de cartón. La piel, de cinco centímetros de espesor natural, la rebaja también a un centímetro, saca la sal en que vino conservada desde África, la curte con un buen curtiente a base de tanino que, cuando se seca, la deja tan tiesa como una tabla, y la adapta a la estatua cuando todavía está húmeda, pegándola con goma laca. Después, durante seis semanas, la somete a duchas y lavados, y el tremendo animalote resulta así, no sólo de un realismo innegable, sino capaz de resistir a la humedad atmosférica durante siglos y siglos. (...)"

El grupo de los cuatro elefantes de Akeley en 1927, un año después de la muerte de su autor (4).

 
Akeley estuvo trabajando en su proyecto expositivo de la Sala de África para el Museo Americano de Nueva York hasta el momento mismo de su fallecimiento en el Congo en 1926 durante la expedición africana Eastman-Pomeroy. A él dedicó diecisiete años, dejándolo inacabado. El Akeley African Hall se inauguraría el 19 de mayo de 1936, diez años después de la muerte del taxidermista y naturalista. Los dioramas que rodean a la manada de elefantes se fueron inaugurando progresivamente entre 1920 y 1942, fecha en que se terminó totalmente la Sala. En ella figura una placa conmemorativa para recordar que Akeley hizo una "entrega ilimitada de sus energías, incluso de la vida misma".
 

Los taxidermistas del Museo de Nueva York posan con su obra en 1935 (4).

 
El grupo de cuatro elefantes se ampliaría más tarde hasta llegar a los ocho. Robert Henry Rockwell, que también había empezado trabajando en el establecimiento de Henry Ward, fue asistente de Akeley durante los últimos años, a quien acompañó en su última expedición africana. A él y a sobre todo a James L. Clark, que tomó las riendas de los trabajos taxidérmicos en el AMNH tras la muerte de Akeley, se deben en buena parte, además de la realización del resto de elefantes del grupo, un buen número de los animales del Hall de África. El quinto elefante del grupo, que se colocó delante de los anteriores, fue precisamente obra de Rockwell. 
 

The Alarm al completo en el espectacular Akeley Hall en 1962 (4).

 
En 2004 la manada fue sometida a un estudio cuyo presupuesto ascendió a 175.000 dólares financiados por la fundación J. Paul Getty Trust, que pretendía descubrir si el grupo precisaba de una restauración más a fondo que la periódica consistente en sellar grietas, limpiar y repintar, y si además había algún defecto estructural en el interior de los ejemplares. Los elefantes fueron sometidos entonces a radiografias digitales de alta definición. Por su parte, recientemente el grupo de Chicago también presentaba algunas grietas que precisaban ser selladas.
 

La alarma en la actualidad (4).

 
Notas y créditos.- 
(1) En algunos autores denominan La Carga (The Charge) a este grupo, en vez de la más generalizada La Alarma.
(2) Fotografías propiedad del Museo Field de Historia Natural de Chicago, obtenidas de su página web.
(3) Jumbo fue donado en 1889 por P. T. Barnum al Barnum Museum of Natural History de la Tufts University de Medford, donde se convirtió en su mascota. Un incendio lo destruyó en 1975. Se conserva un fragmento de su cola y sus cenizas están guardadas en un tarro de mermelada de cacahuete en el despacho del director deportivo. 
(4) Fotografías propiedad del Museo Americano de Historia Natural de Nueva York, extraídas de su web.
(5) Curtido basado en los taninos obtenidos de la corteza de ciertos árboles.
(6) Imágenes que acompañaban el artículo de Carl Akeley The autobiography of a taxidermist, publicado en 1921 en la revista The World's Work.
(7) En compañía de Arthur Radclyffe Dugmore.
(8) No es un error, ese artículo se refería efectivamente en dos ocasiones a un grupo de cinco ejemplares.
(9) Lo que no era cierto, puesto que como ya hemos comentado, dos de los cuatro elefantes eran presidenciales.


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Taxidermidades, 2015.
 

 Bibliografía:
--- La apoteosis del elefante. Una maravilla de la taxidermia , en Alrededor del Mundo, Madrid, 23 de agosto de 1915.
Carl Akeley The autobiography of a taxidermist , en The World's Work , vol. 41, noviembre 1920-abril 1921, Dobleday, Page and Co., Nueva York, 1921.
Carl Akeley  In Brightest Africa , Garden City Publishing, Nueva York,1923.
Michael Anderson  Chapter 5: 1934: Joining the American Museum of Natural History , en http://peabody.yale.edu/james-perry-wilson/chapter-5-joining-the-american-museum-of-natural-history.
Andrew McClellan   P. T. Barnum, Jumbo the Elephant, and the Barnum Museum of Natural History at Tufts University , en Journal of the History of Collections, vol. 24 no. 1, 2012.
Glenn Collins  Long Live The Elephants, Long Dead; Museum Works to Save A Taxidermy Masterpiece , en The New York Times, Nueva York, 4 de junio de 2004.
William Temple Hornaday  Masterpieces of American Taxidermy , en Scribner's Magazine, vol. 72, nº 1, Nueva York, julio de 1922.
Wilfred H. Osgood  Taxidermy and Sculpture. The Work of Carl Akeley in Field Museum of Natural History. Chicago , Field Museum, Chicago, 1927.
David M. Walsten The Legacy of Carl Akeley , en Fiel Museum of Natural History Bulletin, vol. 57, nº 1, Chicago, enero de 1986.
Patricia M. Williams The Museum "Trademark" , en Fiel Museum of Natural History Bulletin, vol. 39, nº 1, Chicago, enero de 1968. 
Robert H. Rockwell   Adventures in sculpture-taxidermy , en Asia, nº 29 , 1929.
Louis Paul Jonas  The mounting of an elephant group , en Publications of American Association of Museums, New Series, nº. 11, American Association of Museums, Washington DC, 1930.

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