Pierre-François-Marie Bourdet, su tratado de Taxidermia y su elefante.

Pierre-François-Marie Bourdet de la Nièvre nació el 25 de abril de 1785 en Saint-Parize-le-Châtel, departamento de la Nièvre, Francia. En su infancia comenzó a interesarse por las Ciencias Naturales. Apenas con catorce años reunió una completa colección con los minerales y fósiles de su región. Estudió Historia Natural en la escuela central de Nevers con el abad Gilbert Troufflaut, botánico. En 1800 se trasladó a París para proseguir sus estudios. Alternó el liceo con las clases de Georges Cuvier y André-Marie-Constant Duméril en Sainte-Geneviève. Al acabar la enseñanza secundaria siguió con asiduidad los cursos que en el Museo de Historia Natural impartían Cuvier, Bernard-Germain de Lacépède, Étienne Geoffroy Saint-Hilaire, Jean-Baptiste Lamarck, René-Louiche Desfontaines, André Thouin, Antoine-Laurent de Jussieu, y con especial interés los del mineralogista René Just Haüy y del geólogo Barthélemy Faujas de Saint-Fond. En 1805 sus estudios se interrumpieron a causa del servicio militar obligatorio. Durante aquella época simultaneó la milicia con el estudio de la naturaleza, sobre todo observaciones geológicas, durante su escaso tiempo libre. Como escribió su biógrafo en el texto panegírico que tras su muerte apareció en Mémoires de la Société Linnéenne de Paris "una flor, un insecto, una piedra le distraían de las más rudas fatigas".
 

Elefante montado por Dufresne en 1803, dibujado por Bourdet, entonces estudiante.

En 1808 volvió a París para dedicarse únicamente a clasificar la gran cantidad de especímenes que había recogido durante la milicia. No pudo finalizar su tarea. Inesperadamente fue llamado de nuevo a filas en 1809 con destino a Alemania. Estuvo en Bohemia y Croacia desde donde envió algunas plantas a Desfontaines. Durante la desastrosa retirada de Moscú del ejército francés en 1813 Bourdet cayó prisionero. Obtuvo permiso para recorrer buena parte de Rusia, incluyendo los montes Urales y Siberia. En 1814 visitó Polonia y exploró los Cárpatos, Hungría, Transilvania, Rumanía, Serbia, Eslovenia, Austria y Baviera. Durante su recorrido visitó también algunos gabinetes de Historia Natural. Retornó a Francia en 1815 y al año siguiente, después de casarse con Justine Doney-Dupré, la hija de un conocido impresor parisino, sería destinado al Estado Mayor de la 23ª división militar con sede en Córcega. Bourdet llegó a ostentar el grado de capitán, pero la supresión de un buen número de oficiales del ejército supuso para él la jubilación forzosa. Regresó a París en 1817 donde continuaría asistiendo a cursos de Historia Natural. También se dedicaría a ordenar su cada vez más numerosa colección y a redactar memorias e informes sobre sus descubrimientos, entre ellos el estudio de los animales fósiles que halló en los alrededores de Bastia, Córcega, unos restos hasta entonces inéditos. Escribió y remitió al Ministerio del Interior un informe sobre el estado de la agricultura en la isla que incluía propuestas para mejorar la productividad, dossier que quedaría olvidado en un cajón.

En 1818 fallece su amada esposa. Al año siguiente emprende un viaje a Suiza para explorar la geología de ese país. En 1820 publica Mémoire à Messieurs les Professeurs-Administrateurs du Muséum d'Histoire-Naturelle au Jardin du Roi, sur les qualités et les conaissances que doit avoir un Naturaliste-Voyageur, sur les moyens de recueillir, de conserver et d'expédier una grande quantité d'objets d'histoire-naturelle, le plus sûrement et le plus écononomiquement possible; suivi d'un traité de Taxidermie, Memoria a los señores Profesores-Administradores del Museo de Historia Natural del Jardín del Rey, sobre las cualidades y conocimientos que ha de poseer un Naturalista-Viajero, sobre los medios de recoger, de conservar y de enviar una gran cantidad de objetos de historia natural, lo más seguro y económicamente posible; seguido de un tratado de Taxidermia, un libro cuyo título desvela la totalidad de su contenido

En las páginas de cortesía del libro Bourdet insertó una copia de la carta que en marzo de 1819 envió a los profesores administradores del Museo de Historia Natural de París con el fin de solicitarles una plaza de viajero naturalista. Aquella carta contenía buena parte de los detalles de su biografía que hemos leído hasta el momento, y finalizaba así:
   "Joven aún (33 años), y desafortunadamente libre, por la pérdida irreparable de mi virtuosa compañera, que unió a las gracias de su sexo, talentos de todo género, y que cultivó con éxito la Botánica y la Iconografía;
   Permítanme, Señores, después de haber presentado mis títulos para obtener una plaza de Viajero-naturalista, les suplico que acepten mi solicitud, y me admitan para participar en los trabajos de nuestros célebres naturalistas y de nuestros intrépidos viajeros.
   Creánme, Señores, que haré todo cuanto esté en mi mano para empujar los límites de la ciencia, y que me convertiría en uno de los hombres más felices, si así fuera, enriqueciéndola con novedosas e importantes descubrimientos, haciéndome útil para mis conciudadanos, y que fueran merecedores de vuestra honorable aprobación, que serían las más afectuosas recompensas para mis trabajos."

Carta a los profesores del Museo de París.
La anterior solicitud obtuvo respuesta quince días más tarde, y Bourdet la añadió a continuación. La carta, firmada por Georges Cuvier y el secretario del Museo, emplazaba al peticionario para que se presentase a las seis y media de la tarde del día siguiente para someterse a un examen de Zoología, Botánica, Agricultura y Mineralogía a cargo de los profesores Cuvier, Haüy, Desfontaines y Thouin.

Ese mismo año 1820 recoge en Suiza una gran cantidad de Ichtyodontes, odontolitos, placas de esquistos con monilofitas y huesos de tortugas, encontradas en la caliza fosilífera del Mont de la Molière, en el cantón de Neuchatel. Los días 18, 19 y 20 de agosto intentó la ascensión al Mont-Blanc con el propósito de estudiar su geología y botánica. La expedición, compuesta por quince personas y cinco guías, resultó fallida y en ella perdieron la vida tres de los guías a causa de una avalancha de nieve. Bourdet también sufrió una caída, de cuyas secuelas fue operado en 1821, y que más tarde favorecerían su prematura muerte. En 1822 Bourdet vuelve a Francia y poco después viaja a Inglaterra, donde un clima desfavorable para su salud le obliga a retornar a Ginebra. Allí publica acerca de sus hallazgos fósiles en el Mont-Voirons, Saboya, durante su último viaje. Al año siguiente Bourdet se casa de nuevo, en esta ocasión con la ginebrina Pernette Judith Muzy, viuda del pintor holandés Jean-Alexandre Grand, más conocida por el pseudónimo de Julie Bourdet, ella misma reconocida dibujante, pintora y restauradora de cuadros de prestigio internacional. En el mismo 1823 Bourdet ingresa como miembro en la Société Philomatique de Paris. Al año siguiente visitaría París por última vez. Su ya delicada salud empezaría a empeorar a causa de la pérdida de su hijo. El 20 de diciembre de 1824 el caballero Pierre-François-Marie Bourdet muere "entre los brazos de su desconsolada esposa".

En su libro Bourdet se describía en 1820 como "ex-oficial del Estado Mayor, naturalista viajero, y asociado correspondiente de numerosas Academias y Sociedades científicas, etc". Sabemos que fue naturalista viajero del príncipe Christian Frederik de Dinamarca, con quien mantuvo correspondencia entre 1819 y 1824. También que perteneció a la Société Helvétique (1822). Sus manuscritos, literatura científica y literaria -incluyendo poemas-, cartas, dibujos, grabados y acuarelas -suyos y de su esposa-, que conforman la Colección Bourdet-Grand, adquirida en París en 1831, pueden consultarse libremente en la Biblioteca de Ginebra.


Su tratado de Taxidermia.

Como hemos avanzado, Bourdet de la Nièvre publicó en 1820 Mémoire à Messieurs les Professeurs, su tratado de Taxidermia. El libro, de formato octavo mayor, alcanza las 170 páginas además de las de cortesía, y contiene un único grabado.

Portada del libro de Bourdet.
Tras una introducción Bourdet dedica un apartado a la historia de la Taxidermia. Ahí cita a autores anteriores como René-Antoine Ferchault de Réaumur, Jacob Christian Schäffer, el abad Denis-Joseph Manesse, Pierre-Jean-Claude Mauduyt de la Varenne, Louis Dufresne, Jacques-Marie Hénon y Jacques-Marie-Philippe Mouton-Fontenille de la Clotte, Pierre-François Nicolas, Jean-Baptiste Bécoeur, y sin citarlo por su nombre también se refiere al tratado de Étienne-François Turgot. Desde el punto de vista taxidérmico el contenido del libro realmente no aporta novedad alguna. Bourdet facilita la fórmula del jabón arsenical de Bécoeur y una dirección de París donde comprar los ojos de cristal, "es en Francia donde se fabrican los mejores, a juzgar por los que nos llegan de Alemania y de Holanda". Las técnicas de conservación y preparación, que facilita para cada especie y de una forma desordenada, no son en absoluto innovadoras.

Al abordar el montaje del elefante el autor describe el procedimiento de aquel que montaron Lassaigne y Dufresne en París en 1803. El texto traslada las explicaciones detalladas que sobre aquel trabajo escribió el propio Louis Dufresne en su artículo Taxidermie aparecido en el Nouveau Dictionnaire d'Histoire Naturelle aquel mismo año 1803. La única litografía del volumen representa precisamente la estructura interior de madera del elefante Hans, dibujada y grabada por el propio Bourdet. Quizá ese grabado, que en la actualidad se conserva en la Biblioteca de Ginebra, sea, por su valor documental, la aportación más interesante del volumen.

Mediante una nota al final del libro, Bourdet emplaza al lector a las "Instrucciones para viajeros y para los empleados de las colonias" (1) sobre la manera de recoger, conservar y transportar los objetos de Historia Natural que el Museo de París publicó en 1818 en sus Mémoires, y añade que "ha sido justo después de esa memoria cuando nosotros hemos desarrollado, cuando nosotros hemos redactado la nuestra (sic)". Sin duda una nota pensada para desagraviar a sus queridos profesores de París, redactores de aquellas instrucciones y quienes le habían concedido no hacía mucho su tan deseada plaza de naturalista viajero.


El elefante de Bourdet.

Un inesperado suceso, ocurrido en Ginebra la noche 31 de mayo de 1820, convirtió a Bourdet en émulo de Louis Dufresne. Aquel dia el elefante de Bengala, de unos dieciocho años de edad y unos nueve "pies franceses" (2) de altura, propiedad de madame Garnier, que durante los últimos quince días había sido la admiración de la ciudad, se inquietó al oir los disparos de los fusiles durante los actos de su despedida (3). Después de iniciado el trayecto hacia Lausana, donde era esperado, se encaró con su cornaca y lanzó a este, según algunas crónicas, a veinte pasos de distancia. Se zafó de sus guardianes y volvió a entrar en las calles de Ginebra. De nuevo en la ciudad, los cronistas coinciden en que el paquidermo se detuvo ante las tabernas que dispensaban alcohol e incluso intentó entrar en ellas. Se procuró conducir al díscolo animal a la fortificación entonces conocida como Bastión de Holanda para encerrarlo. Viendo inútiles todos los esfuerzos y temiéndose lo peor (4), la propietaria del animal mandó sacrificarlo. Se probó mezclando ácido cianhídrico con alcohol o agua (5), pero aquel intento no provocó más que aumentar la furia del animal. Al final se le disparó un cañonazo. Charles-Louis Lesur escribió en la crónica de aquel día en el Annuaire Historique Universel que el animal cayó abatido "sin hacer más movimiento que el de su muerte". Lesur añadía que "poco tiempo antes de este accidente, la señora Garnier había rechazado veinticinco mil francos".

Un escrito de Bourdet de la Nièvre en Naturwissenschaftlicher Anzeiger aportaba más detalles de aquel suceso, debido posiblemente a la época de celo, afirmaba. Durante aquel lapso el animal sólo atendía a su propietaria. Ante la intranquilidad del animal madame Garnier decidió abandonar Ginebra. Al punto del mediodía del 30 de mayo la comitiva cruzó la puerta de Cornavin y a la media legua el elefante quiso volver sobre sus pasos. Para convencerlo, cuenta Bourdet, su propietaria utilizó todos los medios, "caricias, cosas dulces, licores, amenazas, nada consiguió reconducirlo". El cornaca, después de intentarlo también, fue efectivamente lanzado contra unos arbustos y resultó contusionado. Ciertamente el pobre animal se detuvo ante los comercios de licor y sin dificultad pudo ser encerrado en el patio de la fortificación. Siguió mostrándose inquieto por su encierro pero cariñoso con su propietaria que le suministraba azúcar para calmarlo. La presencia del cornaca le irritaba, y este temía por su vida, conocedor de los finales que habían tenido compañeros suyos de profesión. A pesar de algunas opiniones en contra madame Garnier decidió sacrificar al animal y evitar males mayores. Bourdet cuenta que efectivamente al paquidermo se le suministró ácido cianhídrico, lo que no le produjo efecto alguno. Más tarde tomó de la mano de su propietaria tres dosis de mantequilla mezclada con miel y 3 onzas (6) de ácido arsenical, preparado que desató la furia del elefante al punto de la llegada de la artillería. Madame Garnier fue consultada y ante su reafirmación de que no se responsabilizaría de posibles daños y ante su insistencia en el sacrificio, el animal fue abatido a las seis de la mañana.

Ilustración de la época del episodio del elefante de mademoiselle Garnier.

Bourdet escribía que gracias a una suscripción popular que se cubrió en un solo día se compró el animal para conservarlo en la villa de Ginebra; que él mismo y el señor Selligue, mécanicien (7), tomaron las medidas del elefante y las dibujaron para preparar una estructura de madera; que los doctores Mayor (8) y Olivet practicaron a la piel "una incisión en doble cruz"; y que él mismo y un tal Hamilton dibujaron "algunas partes del interior". Durante el desollado algunos de los órganos se extrajeron para conservarlos en alcohol para su estudio. En el preciso momento en que Bourdet redactaba su crónica, él mismo y el doctor Mayor se encontraban preparando una memoria detallada sobre la anatomía del animal que se acompañaría de dibujos, y los trabajos de montaje se estaban ejecutando bajo la dirección también del propio Bourdet, del señor Selligue, del escultor Sesse que moldeó la cabeza y las patas partiendo del natural, y del ebanista Monot, encargado de la carpintería. Bourdet finalizaba el texto con un "esperamos que en breve, gracias al trabajo de estos señores, tanto el público de Ginebra como los visitantes podrá ver a este coloso en el Museo de la ciudad".

Efectivamente, el elefante se disecó y se mostró durante bastante tiempo en el Museo de Historia Natural de Ginebra. Una guía de la ciudad da fe de que, al menos, en 1841 el elefante estaba expuesto al público. Su esqueleto también se montó y se expuso en el museo.

Charles Cocquerel en la Revue Britannique publicaba en 1826 la misma historia, traducida de la que había aparecido en el London Magazine, versión más precisa y que nos aporta algunos detalles más. El elefante tenía cuatro años cuando fue comprado en Londres y poseía una sola de sus defensas puesto que había perdido la otra en un accidente. Se contaba que el elefante de Venecia (9) que tuvo igual final también pertenecía a Garnier; que mademoiselle Garnier era una joven, sobrina del propietario del animal (10), que recorría las grandes ciudades (Lille, Anvers...), que ante el gran animal representaba el rol de princesa y que este se postraba ante ella para que auparla sobre su lomo. El elefante viajaba a pie, además de con el cornaca con tres conductores y dos personas más. El acuerdo para el sacrificio del animal se redactó por escrito y tuvo que ser firmado por Garnier. Al señor Mayor, que aparece descrito como "cirujano distinguido, sabio celoso de la historia natural y uno de los directores del Museo, habiendo visitado con frecuencia al elefante durante su estancia, el animal le tomó cierta amistad", se le encargó que fuese él quien suministrase el veneno al animal, algo a lo que en un primer momento se negó y poco después no tuvo más remedio que aceptar puesto que "primó la salus populi". Se intentó primero con una mezcla compuesta por 3 onzas de ácido prúsico o cianhídrico y 10 onzas de aguardiente "el licor favorito del animal" -el propio elefante tomó la botella del brebaje con la trompa y se lo tomó-, aunque sin efecto alguno. Mayor atribuyó aquel fracaso a que posiblemente el ácido, que tenía almacenado hacía tiempo, había perdido fuerza. Tras suministrarle a las cinco de la mañana otro potingue con arsénico, el animal siguió sin señal alguna de efectos (11). Una hora después, antes de que los curiosos hicieran aparición y dificultaran la tarea, se decidió cañonear al animal. Al enterarse del suceso buena parte de la población ginebrina acudió incrédula al Bastión -habían admirado días antes las evoluciones de un animal dócil- y colaboró económicamente para resarcir a su propietaria. Cocquerel prosigue con su traducción de la crónica del London Magazine:
   "Los cirujanos procedieron a la abertura del cuerpo que continuaron disecando durante varios días seguidos. Las operaciones fueron hábilmente dirigidas y casi enteramente ejecutadas por el señor Mayor, el caballero Bourdet y el señor Vichet (12). Su coraje y perseverancia desafiando jornadas enteras los calores estivales, y los inherentes inconvenientes de parecido trabajo, no han podido ser apreciados más que por los testigos. En el transcurso de estas operaciones, incluso antes de comenzarlas, midieron exactamente el tamaño del animal a fin de conservar perfectamente su forma con la carcasa artificial. Trazaron con atención su silueta sobre la pared opuesta que habían recubierto con una capa de yeso fino y tomaron también moldes separados de la cabeza y de las patas de un mismo lado. Todas las vísceras principales, a excepción del hígado, que se descompuso rápidamente, y del cerebro, que el cañonazo dispersó, se retiraron cuidadosamente y se conservaron en muriato oxigenado de mercurio (13). La enormidad de sus dimensiones lo hacen de gran valor para el observador y el alumno de anatomía. El bazo del elefante medía seis pies de largo. En cuanto a sus partes musculares y carnosas, como la estación no permitía someterlas a una lenta disección, se cortaron, más empleando hacha que bisturí, y no tuvieron problema alguno en sacar provecho; y se dieron al pueblo que se adaptó bien a esta comida. La carne del elefante tenía buena apariencia y se preparó de diferentes maneras, sin inquietarse por el veneno que, en efecto, aún no había tenido tiempo de alcanzar el sistema muscular. Unas tres o cuatrocientas personas comieron y ninguna se sintió indispuesta, a excepción de uno o dos individuos que sufrieron una indigestión por haber comido en exceso. La carcasa ososa ha sido objeto de una atención particular; se ha macerado durante bastante tiempo antes de recomponer el esqueleto, que se encuentra depositado en el Museo de historia natural. El interés que mostró este establecimiento fue tan grande que una suma considerable, necesaria para asegurarse la plena posesión de la carcasa del elefante, se obtuvo en pocos días por medio de una suscripción. Se encontraron con que la piel era demasiado gruesa como para curtirla por el procedimiento ordinario y como la epidermis comenzaba a desprenderse de forma natural, se separó con cuidado de la piel que no era preciso conservar íntegra. La epidermis, que guardaba la consistencia que le es propia, se consiguió tornarla flexible por un procedimiento bien conocido. Para cubrir después la estructura artificial que hábiles obreros han logrado construir bajo la dirección de los señores Mayor y Bourdet."

El texto de la Revue Britannique finalizaba con una recomendación a las autoridades para que en Europa los elefantes no viajaran a pie y libremente. Curiosamente en Ginebra se repitiría la misma historia en 1837. La elefanta llamada Miss Djeck, que se exhibia cerca de La Grenette dio signos de agitación en el mes de marzo, hirió a su cornaca y se consiguió encerrarla en los fosos de Rive, donde permaneció hasta junio. Se intentó localizar a su propietario, que vivía en Paris, para que enviara otro cornaca, pero la gestión no obtuvo resultado y se optó por sacrificarla, igualmente de un cañonazo. Se cuenta que durante algunos días las carnicerías de la ciudad vendieron carne de elefante.


Notas.-
(1) Ver bibliografía. 
(2) 1 pie francés de la época, conocido como pie de rey, o pie de París tras la Revolución, equivalía a 32,48 centímetros, aproximadamente. El elefante de madame Garnier alcanzaba casi unos tres metros de altura.
(3)  Alguna crónica atribuye los disparos a las prácticas de tiro de la cercana guarnición de Schaubude.
(4) Al finalizar el carnaval de Venecia de 1819 y cuando se disponía a embarcar a los animales que se habían expuesto en las casetas de la Riva degli Schavioni, un joven elefante se negó a subir a su barcaza, se escapó y recorrió varias calles hasta refugiarse en la iglesia de San Antonino. Con las bancos de la iglesia se levantó una especie de valla. Durante su encierro el animal lanzó al aire y pisoteó a su cornaca hasta acabar con su vida. Finalmente, a las siete de la mañana del 16 de marzo, fue abatido de un cañonazo. Su cadáver fue comprado por la Universidad de Padua. El cuerpo del paquidermo se desolló, se conservaron algunos órganos para su estudio, y también su esqueleto, que se montaría y sería expuesto en el Museo de Zoología de la Universidad en via Loredan, donde permaneció hasta 1979, fecha en que el museo se clausuró y sus colecciones fueron desmontadas y almacendas. Pocos años después, el esqueleto del elefante se restauraría y se volvería a montar y desde el año 2004 puede verse en la pequeña y provisional sede del Museo di Zoologia degli Studi di Padova, en via G. Japelli. Algunas crónicas apuntan a que la piel también se conservó, aunque no sabemos si llegó a montarse.
(5) Según las versiones.
(6) 1 onza = 28,35 gramos.
(7) Técnico mecánico especialista en calcular y diseñar estructuras y máquinas.
(8) François-Isaac Mayor (1779, Bière, Vaduz- 1854, Hermance, Ginebra, Suiza) , médico y naturalista, fue uno de los miembros del consejo de administración que gestionó el recién inaugurado Museo de Ciencias Naturales de Ginebra tras la adquisición por el ayuntamiento de la villa en 1820 del Musée Académique. Además de donar su colección anatómica, en el museo se encargó de las colecciones de peces, reptiles y "animales inferiores".
(9) Ver nota número 3.
(10) Los Garnier fue una familia de feriantes y comerciantes de animales establecidos en Berlín, que recorrió Europa (Alemania, Suiza, Italia...) con sus casetas con fieras y con sus espectáculos. En algunas fuentes mademoiselle Garnier aparece como hija del propietario. El elefante de Venecia había pertenecido al zoológico de Federico I de Würtenberg, hasta que en 1816 su sucesor Guillermo I, debido a las malas cosechas y a las dificultades para alimentar a los animales, decidió venderlo junto a un par más de elefantes, de los cuales uno se disecó para la casa real. En aquella ocasión Garnier compró junto al elefante indio un oso, un leopardo, monos y loros. El elefante protagonista de este episodio de Ginebra fue efectivamente adquirido por Garnier en Londres en 1814 cuando el ejemplar tenía 4 años.
(11) Se contradice con otras crónicas, que afirmaban que el arsénico había enfurecido al elefante.
(12) Vichet, que no se nombra en otras narraciones, era alumno de la prestigiosa Escuela de Veterinaria de Alfort.
(13) A los lectores asiduos de este blog les será más familiar si nos referimos a él como sublimado corrosivo, que es como más frecuentemente se nombra en los textos que tratamos el venenoso cloruro de mercurio.


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Taxidermidades, 2015.


Bibliografía:
---  Instruction sur les Recherches qui pourroient être faites dans les Colonies, sur les objets qu'il seroit possible d'y récueillir, et sur la manière de les conserver et de les transporter , en Mémoires du Muséum d'Histoire Naturelle, vol. 4, Belin, Paris, 1818.
---   Pierre-François-Marie Bourdet , en Mémoires de la Société Linnéenne de Paris, vol. 3, Paris, 1826.
Charles Cocquerel  Destruction d'un éléphant à Genève , en Revue Britannique ou choix d'articles traduits des meilleurs écrits périodiques de la Grande-Bretagne, tomo 6, vol. 1, nº 11, Le Journal y Dondey-Dupré, Paris, mayo de 1826.
Pierre-François-Marie Bourdet de la Nièvre  Sur l'Eléphant, tué à Genève le 31. May 1820, note communiquée, par le Chevalier Bourdet, de la Nièvre, cahrgé du travail , en Naturwissenschaftlicher Anzeiger der Allgemeinen Schweizerischen Gesellschaft für die Gesammten Naturwissenschaften, vol. 4, Stämpflischen Buchdruckerey, Berna, 1820.
Louis Dufresne  Taxidermie , en Nouveau Dictionnaire d’Histoire Naturelle, tomo 21, Deterville, Paris, 1803.
Charles-Louis Lesur , Annuaire Historique Universel, Fantin y otras librerías, París, 1821.

Recursos:
Artículo "Taxidermie", el influyente tratado de Louis Dufresne en Taxidermidades.
Artículo El periplo del elefante "Hans" en Taxidermidades.
Artículo Banquete en el interior de la elefante "Parkie" en Taxidermidades. 
Artículo Louis Dufresne, jefe del laboratorio de Taxidermia del Museo de París en Taxidermidades. 
Artículo La historia del elefante "Solimán" en Taxidermidades. 
Artículos sobre Taxidermia y Elefantes en Taxidermidades.