El médico y naturalista alemán Michael Bernhard Valentini (26 de noviembre de 1657-18 de marzo de 1729) nació en la universitaria ciudad de Giessen. Su padre, de nacimiento Velten, había latinizado su apellido. Michael, el mayor de dos hermanos, estudió Historia, Lógica, Metafísica y Matemáticas en la Facultad de Filosofía. Se licenció como médico en 1680 con la disertación De convulsionibus. Ejerció en Leiningen-Hardenburg y como médico militar. De vuelta a su ciudad natal en 1682 escribió Epistolica de nova matricis et morbonae muliebris anatome, ingresando al año siguiente en la Academia Naturae Curiosorum, a partir de 1687 redenominada Academia Nacional Alemana de Ciencias Naturales Leopoldina (1). Viajó por Francia, Paises Bajos e Inglaterra. En 1686 se doctoró y un año después asumió la cátedra de Física de la Universidad de Giessen, que en 1697 abandonaría por la de Medicina. En 1704 ingresó en la Academia Prusiana de Ciencias de Berlín, y en 1715 en la Royal Society de Londres. En 1728 fue nombrado médico personal del emperador. Sus contactos con académicos europeos y del lejano Oriente facilitaron que acumulara gran cantidad de información y una extensa colección.
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"Museum museorum" (1704), de Michael Bernhard Valentini.
El médico y naturalista alemán Michael Bernhard Valentini (26 de noviembre de 1657-18 de marzo de 1729) nació en la universitaria ciudad de Giessen. Su padre, de nacimiento Velten, había latinizado su apellido. Michael, el mayor de dos hermanos, estudió Historia, Lógica, Metafísica y Matemáticas en la Facultad de Filosofía. Se licenció como médico en 1680 con la disertación De convulsionibus. Ejerció en Leiningen-Hardenburg y como médico militar. De vuelta a su ciudad natal en 1682 escribió Epistolica de nova matricis et morbonae muliebris anatome, ingresando al año siguiente en la Academia Naturae Curiosorum, a partir de 1687 redenominada Academia Nacional Alemana de Ciencias Naturales Leopoldina (1). Viajó por Francia, Paises Bajos e Inglaterra. En 1686 se doctoró y un año después asumió la cátedra de Física de la Universidad de Giessen, que en 1697 abandonaría por la de Medicina. En 1704 ingresó en la Academia Prusiana de Ciencias de Berlín, y en 1715 en la Royal Society de Londres. En 1728 fue nombrado médico personal del emperador. Sus contactos con académicos europeos y del lejano Oriente facilitaron que acumulara gran cantidad de información y una extensa colección.
Foma Ignatiev, el "monstruo" disecado de la Kuntskámera del zar Pedro el Grande.
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Foma Ignatiev hacia 1730 (2). |
"Museographia" (1727) de Caspar Friedrich Neickel. La disposición ideal de una colección.
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Portada de Museographia. |
El gabinete de Albertus Seba.
Hijo de granjeros, Albertus Seba nació en Etzel Friedeburg, en la Frisia alemana (2), el 12 de mayo de 1665. Interesado ya de niño por la naturaleza, su maestro en la escuela le dio clases adicionales de latín y ciencias naturales. Con diecinueve años comenzó a prepararse como farmacéutico y aprender neerlandés en Neustadtgödens, un asentamiento de menonitas holandeses. Un año más tarde se trasladó a Groningen y al siguiente a Amsterdam, donde estuvo de aprendiz en la botica de Cornelis van der Veer. Trabajó varios años como ayudante de farmacia, además de en Amsterdam, en Núremberg y Estrasburgo, ciudades donde descubrió algunas colecciones de Historia Natural, como por ejemplo la del farmacéutico Johann Leonhard Stöberlein que le acogió en Núremberg. En 1697 se empadronó en Amsterdam donde el 11 de junio del mismo año aprobó el examen que le permitiría abrir su propio establecimiento.
La "Kuntskámera" de Pedro el Grande. El Museo Zoológico de San Petersburgo.
Después de haber visitado en 1697 en Amsterdam al anatomista Frederick Ruysch y de admirar los excelentes gabinetes de curiosidades de Levinus Vincent, de Albertus Seba y de Jacob de Wilde, el zar ruso Pedro I Alekséievich (1672-1725), apodado Pedro el Grande, decidió reunir el suyo propio. Alojada en un principio en el Salón Verde del Palacio de Verano, la colección reunía gran número de objetos de Historia Natural, pero también preparaciones anatómicas y rarezas humanas y animales. Más tarde, alrededor de 1716, se incorporaría al gabinete la colección de minerales, piedras preciosas, conchas y ámbar con insectos y plantas recién adquirida al doctor Gotvald de Gdansk, que posteriormente se iría ampliando con especímenes rusos. Aquel mismo año, compró las colecciones de Seba, Ruysch y de Wilde. La colección de Albertus Seba, por la que pagó 15.000 florines, contenía 340 tarros con animales conservados en alcohol, una buena cantidad de peces y "producciones marinas", además de "piezas artificiales y curiosas". La de Ruysch, comprada por 30.000 florines -su propietarío pedía 60.000-, abarcaba cuadrúpedos, aves, cocodrilos, lagartos, serpientes, anfibios, insectos, un herbario con miles de plantas secas, y preparaciones anatómicas. El zar llegó incluso a dictar en 1718 un decreto ordenando que los niños con deformaciones que naciesen muertos fueran enviados a la colección imperial. El decreto prometía 100 rublos a quien aportara un "monstruo de hombre viviente", 15 si se aportaba muerto, y diez, siete o tres rublos por un monstruo animal según fuera vivo, raro o muerto (2).
El gabinete de curiosidades de los Tradescant.
En julio de 1638 el estudiante de leyes alemán Georg Christoph Stirn (1616-1669) lo describió así en su diario de viaje, un manuscrito que se conserva en la Biblioteca Bodleiana de Oxford:
"En el museo del señor John Tradescant se encuentran los siguientes objetos: en primer lugar, en el patio reposan dos costillas de ballena, también un ingenioso barquito hecho de corteza; a continuación, en el jardín, todo tipo de plantas extranjeras que están contenidas en un pequeño libro específico que el Sr. Tradescant ha mandado imprimir sobre ellas. En el museo en sí vimos una salamandra, un camaleón, un pelícano, una rémora, un lanhado (sic) de África, una perdiz blanca, un ganso que creció en Escocia en un árbol, una ardilla voladora, otra ardilla como un pez (sic), todo tipo de aves de colores brillantes de la India, una serie de objetos convertidos en piedra (1), entre otros, un pedazo de carne humana en hueso, calabazas, aceitunas, un trozo de madera, la cabeza de un mono, un queso, etc; todo tipo de conchas, la mano de una sirena, la mano de una momia, una mano de cera muy natural conservada bajo cristal, todo tipo de piedras preciosas, monedas, una imagen hecha con plumas, un pequeño trozo de madera de la cruz de Cristo, imágenes en perspectiva de Enrique IV y Luis XIII de Francia, que se muestran, como al natural, en un espejo de acero pulido cuando la imagen está centrada, una pequeña caja con la perspectiva de un paisaje, imágenes de la iglesia de Santa Sofía de Constantinopla, copiadas de un libro por un judío, dos tazas de [cuernos de] rinoceronte, una taza de alcedo (sic) de la de India Oriental que es una especie de unicornio (2), calzado y botas tanto turco como extranjero, un loro marino, un pez-sapo, una pata de alce con tres pezuñas, un murciélago tan grande como una paloma, un hueso humano de 42 libras de peso, flechas indias utilizadas por los ejecutores de la Indias occidentales cuando condenan a muerte a una persona, que de espaldas muere a causa de ellas; un instrumento utilizado por los judíos para la circuncisión, un poco de madera muy ligera de África, las vestiduras del rey de Virginia, un par de copas de ágata, un ceñidor como el que los turcos visten en Jerusalén, la pasión de Cristo tallada muy delicadamente en piedra, una gran piedra magnética, un San Francisco en cera bajo cristal, también un San Jerónimo, el Padrenuestro del Papa Gregorio XV, pipas de las Indias Orientales y Occidentales, una piedra que se encuentra en el agua en las Indias Occidentales, en al que se tallaron Jesús, María y José; un hermoso regalo del duque de Buckingham, de oro y diamantes fijados a una pluma significando los cuatro elementos, un Natura hominis de Isidoro, un flagelo con el que, se cuenta, Carlos V se azotaba; una banda de sombrero hecha de huesos de la serpiente."
El Museo Kircheriano.
En 1651 el aristócrata Alfonso Donnini legó su colección de antigüedades al jesuita Colegio Romano de Roma. Puso como única condición que pudiera ser visitada por el público. Fue el entonces profesor de Matemáticas, de Física y de lenguas orientales, el padre Athanasius Kircher, quien se ocupó de aquella donación, a la que añadiría un buen número de objetos tecnológicos, científicos, arqueológicos, objetos de Historia Natural suyos que había recogido durante sus expediciones a Sicilia y Malta, así como instrumentos musicales y máquinas creadas por él mismo. Se agregaron también numerosas antigüedades egipcias provenientes de la herencia del asimismo multidisciplinar estudioso y coleccionista francés Nicolas-Claude Fabri de Peiresc, a quien Kircher conoció durante su estancia en el colegio jesuíta de Aviñón. Kircher aprovechó además su privilegiada ubicación en Roma para aumentar aquel gabinete de curiosidades con objetos naturales y etnográficos exóticos gracias a sus contactos con compañeros de congregación destacados en misiones de ultramar.
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Frontispicio de Romani Colegii Societatis Jesu Musaeum Celeberribum (1678). |
El Museo Cospiano.
La xilografía anterior ha convertido al Museo Cospiano, de mediados del siglo XVII, en uno de los gabinetes de curiosidades más reconocidos. Una gran estancia con tres paredes cubiertas de estanterías repletas con centenares de objetos de todo tipo, mezclados, expuestos no de una forma sistemática sino ornamental, simétrica. Del techo y de la parte superior de los muros penden algunas decenas de piezas más. Una escultura de Dante Alighieri ocupa un lugar preferente sobre la estantería superior. En la parte central inferior del grabado aparece el escudo familiar de su propietario, Ferdinando di Vincenzo Cospi, sostenido por dos putti. El propio Cospi está representado a la derecha con el brazo levantado mostrando su museo (1). El segundo personaje no es otro que Sebastiano Biavati, enano, "miembro viviente de la colección" y conservador de dicho Museo (2).
El gabinete de Manfredo Settala.
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Manfredo Settala (1). |
El museo de Ole Worm.
Sin duda, una de las facetas más conocidas del médico Ole Worm fue la de naturalista y coleccionista. Como investigador se encuentra entre la ciencia pre-moderna y la moderna. Worm, determinó en 1638 que los unicornios no existían y que aquellos supuestos cuernos en realidad pertenecían a narvales, a pesar de lo cual experimentó con animales domésticos sus supuestas propiedades como antídoto anti-veneno. También escribió sobre la piedra bezoar. Investigó si el lemming era roedor o no, como pensaban algunos, y demostró que no caían del cielo, como decía la leyenda noruega, sino que tenían genitales y se reproducían como el resto de mamíferos. También fue de los primeros en dibujar un ave del paraíso confirmando que, en contra de la creencia popular, disponía de patas como el resto de las aves (1). Worm, que había visitado en Italia los gabinetes de Ferrante Imperato y de Ulisse Aldrovandi, acumuló gran cantidad de especímenes en una colección que incluía desde objetos etnográficos y científicos, hasta fósiles y animales disecados. Su gabinete de curiosidades ha llegado a ser uno de los más conocidos gracias a la publicación en 1655, un año después de su muerte, del catálogo de su museo, Museum Wormianum, seu, Historia rerum rariorum : tam naturalium, quam artificialium, tam domesticarum, quam exoticarum, quae Hafniae Danorum in aedibus authoris servantur, una obra que supervisó su hijo Willum y que incluye el famoso grabado que sigue, tallado por G. Wingendorp.
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El Museum Wormianum de Ole Worm. |
Fragmento de "Romeo y Julieta" de William Shakespeare.
El dramaturgo, poeta y actor inglés William Shakespeare publicó en 1597 Romeo y Julieta, la historia de dos jóvenes veroneses enamorados que, pese a la oposición de sus familias, los Capuleto y los Montesco, rivales entre sí, deciden casarse en secreto y vivir juntos. La presión y la fatalidad, no obstante, abocarán al suicidio de la pareja, suceso que precipitará la reconciliación de las familias. Aunque el autor no ubica temporalmente la obra, esta se puede situar a finales del siglo XV.
En el acto 5, escena 1, Romeo recita:
(…) Recuerdo un boticario, que vive por aquí. Le ví hace poco, cubierto de andrajos, con cejas muy pobladas, recogiendo hierbas. Estaba macilento; su penuria le había enflaquecido. En su pobre tienda pendía una tortuga, un caimán disecado y varias pieles de peces deformes; y por los estantes, expuestas y apenas separadas, un número exiguo de cajas vacías, cazuelas verdes, vejigas, semillas rancias, hilos bramantes y panes de rosa ya pasados. (…)
El gabinete de curiosidades de Ulisse Aldrovandi.
Uno de los gabinetes de curiosidades naturales más conocidos es, sin duda, junto al de Ferrante Imperato o el de Francesco Calzolari, el que formó Ulisse Aldrovandi (Ulysses Aldrovandus). Todos ellos formaron sus museos con el propósito común de coleccionar, observar, comparar, investigar y comunicar sus avances, a diferencia de otros gabinetes de curiosidades, los conocidos como studiolos, recintos cerrados al público donde los nobles o príncipes renacentistas de retiraban a reflexionar y contemplar su preciada colección de objetos, adquiridos en su inmensa mayoría.
El gabinete de Francesco Calzolari.
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Retrato de Francesco Calzolari. |
El "Teatro de la Naturaleza" de Ferrante Imperato.
Ferrante Imperato describía su gabinete de curiosidades como un "Teatro de la Naturaleza". Sabios contemporáneos como el científico y naturalista Federico Cesi, el médico y naturalista alemán Johann Faber en 1608, el erudito y mecenas Cassiano dal Pozzo y el médico danés Ole Worm lo visitaron y se sorprendieron. Ubicado cerca del Palazzo Gravina de Nápoles, aquel gabinete de maravillas, a medio camino de un laboratorio científico, contenía mamíferos, aves y peces disecados, conchas y caracolas, minerales y piedras preciosas, fósiles y, sobretodo, dada su condición de boticario, una gran colección botánica que ocupaba, según las distintas fuentes, entre diez y ochenta volúmenes de plantas prensadas. En total, unos 35.000 especímenes.
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Portada de la edición de 1599. |
Los Gabinetes de Curiosidades.
Los
principios de la taxidermia están ligados a las necesidades científicas y
naturalistas. Durante el Renacimiento los naturalistas identificaban los
animales que se habían descrito en la Antigüedad y enriquecían el conocimiento con sus
propias observaciones y comentarios. A partir del siglo XVII, ya en el Barroco, los estudiosos de
la naturaleza trabajaban cada vez menos con ideas preconcebidas y se vuelcan en
una zoología más científica. En el siglo XVIII, la necesidad de conocer la
Historia Natural incita a los gobernantes a ordenar expediciones científicas a
las exóticas tierras descubiertas a partir del siglo XVI. Los naturalistas
dibujan y explican, en obras que se publicaban a su retorno, la fauna y flora
que encontraban en las nuevas regiones del mundo. Además, proveían de
objetos las colecciones de Historia Natural que muchos aficionados, la mayoría
ricos, acumulaban en museos privados. Es en esa época, a finales del XVIII, es cuando nacen los principales Museos de Historia Natural, que pronto empiezan a nutrirse de las donaciones de colecciones particulares.
Si retrocedemos algo hasta finales del Renacimiento y principio del Barroco, nos encontramos con los precursores de los actuales Museos de Historia Natural, los Gabinetes de Curiosidades. Esos Cuartos de Maravillas, como también son conocidos en español, albergaban multitud de objetos raros para la época que, generalmente, estaban organizados en los tres Reinos de la naturaleza: animalia, vegetalia y mineralia. Entre esos objetos, como podremos comprobar en las siguientes imágenes, también había animales disecados.
Ulisse Aldrovandi (1522-1605) fue médico, naturalista y profesor de fossilibus, plantis et animalibus en la Universidad de Bolonia. Acusado de herejía en 1549, estuvo confinado en Roma durante 18 meses a la espera de juicio, periodo en el que descubrió la botánica, la zoología y la geología. Se doctoró en medicina y en filosofía en el año 1553. En 1555 es profesor de filosofía y dos años más tarde se convierte en el primer profesor de Historia Natural de la Universidad de Bolonia. Su Gabinete, uno de los más famosos en su época y del que no disponemos imágenes, albergaba en 1595 unos 18.000 especímenes. Dejó su legado a la Universidad y fue el origen de su museo actual. Aldrovandi inició la publicación -en vida sólo vio tres volúmenes- de una vasta enciclopedia de Historia Natural.
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Retrato de Ulisse Aldrovandi. |
Publicado por
Salvador Pérez
el
14.9.12
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