Ponencia de Lluís Soler en el Primer Congreso de Naturalistas Españoles de 1908.

Memoria de Lluís Soler.
Discípulo de Francesc Darder Llimona, en 1908 Lluís Soler Pujol hacía ya diez años que había abierto su establecimiento de Taxidermia en la esquina de las calles Rauric y Heures, un local próximo a la plaza Real donde una década más tarde se trasladaría. Aquel año fue bastante fructuoso para Soler, publicó su Manual de Taxidermia y en noviembre se adjudicó la plaza de Disecador del Museo de Ciencias Naturales de Barcelona. Un mes antes participó en el Primer Congreso de Naturalistas Españoles que se celebró entre los días 7 a 10 de octubre en Zaragoza. Soler se tomó sus veinte minutos en la lectura de su memoria que tituló Taxidermia: su proceso de formación. Taxidermia moderna: sus aplicaciones científico-industriales, una ponencia en la que resumía brevemente el progreso de la Taxidermia, apuntaba algunos detalles de la novedosa técnica dermoplástica (1) y mencionaba algunos de los beneficios de este arte. El texto completo del discurso de Lluís Soler, que leyó en la sección del congreso dedicada a las Aplicaciones de la Historia Natural, es el siguiente: 

   "En tiempos anteriores a la formación de la Taxidermia, la práctica se reducía tan sólo a conservar restos aislados de animales y alguna que otra piel. Así a principios del pasado siglo, se hizo famosa la colección de Réaumur que hija de su tiempo, contenía tan sólo pieles y varios res­tos procedentes de diversos ejemplares. 
   Poco después el arte taxidérmico, propiamente tal, comenzaba a presentarse con vida propia y a pesar de ofrecerse borrosos y desfigura­dos los principios que debían informar a la Taxidermia, comienza a practicarse la separación de la masa carnosa de los animales, del tejido dérmico, cuya conservación se intenta garantir (2) mediante composiciones cuyas fórmulas encontramos registradas en libros antiguos y en las cua­les acostumbra incluirse el alumbre (3), la sal marina, el tanino (4), el solimán (5) y el agua en ebullición. En estos compuestos, líquidos unas veces, pol­vorientos otras, sumergían las pieles o espolvoreaban las partes sangui­nolentas a medida que iban extrayendo la epidermis. 
   De todas maneras, los ejemplares naturalizados no se distinguen, ni mucho menos, por su valor estético. A la sazón, era regla general la de presentarlos en la forma en que todavía en nuestros tiempos suelen ha­cerlo los que admitiendo el error, aún propalado actualmente, de consi­derar a la disecación como un trabajo rutinario, desprovisto por comple­to de toda idea artística y falto de aquella inspiración o predisposición especial que en el artista supone siempre la realización de cualquier fin propio del arte, presentan como disecado el ejemplar lleno de materias más o menos adecuadas y al que han pretendido dar una forma, una po­sición que se separa por completo del original, resultando las más de las veces una masa informe de pelo o de pluma, con algunos adminículos con los que se intenta denunciar la vida aparente de aquel individuo y que al fin sólo sirven para aumentar la ridiculeza de aquel pretendido ejemplar disecado. 
   Pero sea como quiera, lo cierto es que la semilla estaba ya depositada en el surco y en condiciones de germinar, produciendo saludables resultados. Desde entonces la Taxidermia ha ido perfeccionándose, a lo que han contribuido particularmente los estudios de eminentes naturalistas, secundados por la paciente labor de no pocos preparadores. Los trabajos de Dufresne, Nicolás, Manesse, Réaumur y Montón-Fontenille (sic), en Francia; de Capus y Gestro, en Italia; de Alien (sic), Browne y Wood, en Inglaterra, de los americanos Hernaday (sic), Mantón (sic) y Rouley (sic) (6), y en gran parte, de uno de los autores más conocidos, el francés Boitard, tan sólo ligeramente imitados en España por alguna obra como la de D. Juan Grau y la de D. Manuel Llofriu (*), han fijado derroteros seguros a la Taxidermia que ya toma en este punto todos los caracteres de una aplicación científico-artística. 
   También, en este orden de ideas han dejado sentir su influencia los Museos que se han ido formando en los diferentes paises, hasta llegar al moderno Museo de Historia Natural, que tan admirablemente sintetizan el Jardín botánico de París y los Museos de Berlín y Londres, respecto de los cuales puedo afirmar, por la propia observación, que el buen gusto que preside a todas las instalaciones, el acierto con que aparecen los ejemplares disecados dando a conocer sus costumbres, instintos, etcétera, es la causa de que puedan ser considerados como el emporio en que aparecen sabiamente combinados los adelantos de la Taxidermia moderna. 
   Esta palabra (Taxidermia) deriva de dos voces griegas que significan disponer, preparar, disecar, y piel o tegumentos. Etimológicamente considerada, la Taxidermia es el arte de quitar las pieles, o como dice Boitard, equivale a preparación de las pieles. Pero tomada en su sentido lógico y positivo, le corresponden como características la conservación y el montaje de las pieles de los ejemplares a las cuales debe dárseles apariencias de vida. Y ampliando más el concepto, pueden incluirse dentro de la Taxidermia algunas aplicaciones que en uno y otro aspecto acuden a recibir su savia, nutriéndose a expensas de esta rama de la humana actividad: por ejemplo, las preparaciones osteológicas y botánicas. 
En su ponencia Soler resumía brevemente el progreso de la Taxidermia, apuntaba algunos detalles de la novedosa técnica dermoplástica y mencionaba algunos de los beneficios de este arte.   No es este el lugar de exponer la técnica de la disecación. Solamente haremos constar que los procedimientos modernísimos descansan en la extracción y separación total del tejido dérmico y además la de las partes carnosas de los huesos. Sobre la osamenta, completamente limpia, se va formando con arcilla, una obra escultórica a propósito para servir de armazón a la piel, pero teniendo en cuenta que la pesantez es uno de los inconvenientes que presenta aquella substancia, se moldea reproducido el modelo con otra materia más ligera, adaptando sobre esta copia o reproducción la piel del ejemplar. 
   Este o parecido sistema, seguido en nuestros tiempos por los disectores más afamados, constituye un lazo de unión entre la escultura y la taxidermia. Su ejecución difícilmente se aprende consultando obras y leyendo revistas, que tan sólo podrán servir para formar una idea general y abstracta, pero de ninguna manera para proporcionar conocimientos que hagan expedito el camino para llegar a la ejecución de estas enseñanzas, para lo cual es indispensable adiestrarse en la práctica de esta operación. 
   Concebida la Taxidermia dentro de esta amplitud de criterio, incluyendo dentro de la misma aquellos trabajos que en grado más o menos íntimo se relacionan con ella y la diversidad y perfección de los actuales medios técnicos, la Taxidermia es susceptible de multitud de aplicaciones que vamos someramente a resumir. 
   Las ventajas que esta aplicación científico-industrial reporta al naturalista, son por demás claras y precisas. Si el hombre de ciencia que consagra su vida al estudio de la Historia Natural necesita conservar aquellos ejemplares que por su valor intrínseco o por los caracteres que le adornan son importantes para el estudio de las especies, como base de su clasificación y división en órdenes, subórdenes, clases, familias..., sólo con el auxilio imprescindible de la Taxidermia podrá lograr su finalidad y en un momento dado le será factible comparar los ejemplares, presentar sus diferencias y anormalidades, estudiar el proceso de su desarrollo, sus metamorfosis, etc., etc. Como ha dicho muy acertadamente Boitard (7), "por la Taxidermia el naturalista estudioso puede reunir a su alcance y en un espacio reducido, las numerosas tribus de animales que ocupan toda la superficie del mundo. Dentro de su mismo gabinete puede comparar el tigre de la India con el jaguar de América; puede estudiar el enorme reptil, la gacela de los desiertos africanos, lo mismo que la culebra que sin fuerza arrastra su cuerpo por las regiones del norte de Europa. Él puede, desde la soledad de su mismo gabinete, rectificar los errores del viajero, confundido por su predilección hacia lo maravilloso y a semejanza de Buffon o Cuvier contemplar por sí mismo, sin alejarse del solar paterno, lo que pueden apreciar aquellos que recorren el mundo para ver y estudiar". 
   El veterinario, mediante la Taxidermia, puede apreciar fácilmente la conformación exterior de las especies, para penetrar de esta suerte en el análisis interior del organismo y en el examen de los estados patológicos que pueden afectar al mismo; mientras el médico conserva en sus laboratorios aquellas especies que como la solitaria son determinantes de situaciones morbosas en el hombre y mediante las preparaciones esqueléticas que el preparador le facilita, estudia la parte ósea de nuestro cuerpo, como el veterinario la de toda clase de animales. 
   El artista, que para realizar la belleza acude al manantial perenne, foco principal de donde emana en el mundo sensible el caudal copioso y fecundo de toda inspiración, reporta asimismo ventajas de lo que considerado en sí mismo ya reúne los caracteres de la producción artística. El pintor se sirve de los ejemplares naturalizados, habilitándolos como modelos y no pocas veces sus hermosísimos colores, imitados en la obra pictórica, contribuyen a singularizar el colorido, realzando la totalidad del cuadro. El escultor modela figuras de animales, imitando ejemplares naturalizados. El arquitecto se sirve de los mismos para determinados detalles de su obra artística, y otro tanto puede decirse de distintos artífices. Y finalmente, para el adorno de los salones u otros recintos de la morada humana, los animales disecados que se distinguen por la belleza y armonía de sus formas, por su sedoso y brillante pelaje o por sus matizadas y multicolores plumas, realizan un fin estético de gran importancia. 
   También el industrial y el comerciante se ven obligados en distintas ocasiones a recurrir a los servicios que les presta la Taxidermia, ya que en algunas de las transformaciones que efectúa la industria constituyen la materia prima las pieles de los animales y aun estos mismos. Téngase en cuenta que siendo preciso en muchos casos importarlos de regiones apartadas, es materialmente imposible que puedan surtir a efecto llenando las necesidades de la práctica, si se desconoce por completo la disecación. 
   Finalmente, para no alargar excesivamente estas notas, nos limitaremos a recordar la fuerza educadora o docente de la Taxidermia y la relación que hasta cierto punto guarda con la propia vida social del hombre. 
   Como auxiliar poderosísimo del desarrollo intelectual humano, se manifiesta en dos puntos: en la enseñanza de la Historia Natural y en la educación popular, mediante los Museos. Incluyendo las legislaciones vigentes, la asignatura de Historia Natural en los estudios de segunda enseñanza, la importancia del gabinete correspondiente es grandísima, siendo necesario en los centros docentes para imprimir a la enseñanza un carácter racional, que además de facilitar al alumno la retención de las materias propias de la asignatura, da a la misma un carácter racional, desposeyéndola del aspecto rutinario y puramente nemotécnico que representa para el alumno fijar en su memoria unas divisiones y caracteres de especies, muchas veces por él totalmente desconocidas. 
   La fuerza educativa popular de los Museos es muy considerable. Si estos se organizan debidamente y además de presentar simples animales disecados se procura dar a conocer sus costumbres, instintos, etcétera, disponiendo a este efecto grupos y acertadas combinaciones, haciendo todo lo posible para reunir el deleite que es propio de un centro de esparcimiento y de expansión espiritual, con la instrucción se darán a conocer a la gente sencilla muchos de los excelentes datos que atesora la Historia Natural, desvaneciéndose a su vez infinidad de prejuicios y de pueriles supuestos que descansan en la inteligencia popular, ofuscada desgraciadamente por la ignorancia. 
   Con la propia vida social del hombre se relaciona la Taxidermia, pues que en ella pueden encontrar punto de apoyo las aficiones y afectos que brotan en la vida privada. Considérese lo extendido que está en nuestros días el ejercicio de la caza y dígasenos si no acudirá el cazador a aprovecharse de las enseñanzas de la Taxidermia para conservar algunas de las piezas cobradas en sus excursiones, que para él significan todo el estímulo de una afición que puede llegar a adquirir proporciones hasta ofrecerse con todos los caracteres de una verdadera pasión. Y últimamente, los animales domésticos que conviven en el hogar atrayendo hacia sí el cariño de sus protectores y hasta llegando a substituir en cierta manera la carencia de pequeñuelos, quedan después de su muerte ocupando un puesto en la casa respectiva, merced a la aplicación de los principios taxidérmicos.
   Este es, a grandes rasgos, el proceso de formación de la Taxidermia, hasta llegar al estado en que actualmente podemos apreciarla y en que puede decirse se manifiesta en la plenitud de su vitalidad. Como cuerpo de doctrina que admite sus principios que hace derivar unos de otros, relacionándolos entre sí, puede ser considerada como una disciplina que bien puede, hasta cierto punto, ser incluida en el número de las manifestaciones científicas contemporáneas. Por su valor práctico, por los servicios que presta a la industria, por su mérito artístico y por sus relaciones con la labor estética, debe ser considerada como una importante aplicación artística e industrial, que convive en las esferas del arte y en el terreno de la industria, aportando su concurso al ejercicio de la actividad humana que va consolidándose con el progreso científico, la educación del gusto estético y el mejoramiento de los medios técnicos, factores que todos contribuyen a la producción de la obra taxidérmica.
                                                                      
                                                                      Barcelona, 6 Octubre de 1908.

   (*) Creemos que no se nos tildará de presuntuosos si citamos aquí nuestro Manual de Taxidermia para la preparación de las especies zoológicas, Barcelona, 1908."

Imagen de la inauguración del congreso.

El Congreso se celebró en Zaragoza organizado por la Sociedad Aragonesa de Ciencias Naturales que pocos años antes había fundado el sacerdote jesuita Longinos Navàs Ferrer, profesor del Colegio del Salvador de Zaragoza, coincidiendo con la feria anual, con un congreso de médicos y con los actos de conmemoración del centenario de los Sitios de la ciudad. Se inscribieron más de un centenar de naturalistas, de ellos sólo cuatro mujeres. Soler fue el único taxidermista que asistió. Aquel primer congreso se convirtiría en fundacional de la Asociación Española para el Progreso de las Ciencias.


Notas.- 
(1) Sólo como referencia, podemos recordar que aquel año 1908 Luís Benedito Vives acababa de incorporarse al Museo de Ciencias Naturales de Madrid y que le faltaban aún tres años para que viajase becado a Holanda y Alemania para precisamente aprender junto a Herman H. Ter Meer dicha técnica dermoplástica, que él mismo popularizaría en España.
(2) Garantizar. Salvo en algunos países hispanohablantes, la forma garantir está en desuso. Soler la debió emplear por influencia del catalán, su idioma materno.
(3) Alumbre de roca. Sulfato de aluminio y potasio.
(4) Los taninos son sustancias curtientes que se encuentran de forma natural en las cortezas de algunos árboles.
(5) Solimán corrosivo. Cloruro de mercurio.
(6) Un buen número de apellidos contienen erratas. Por "Montón-Fontenille" Soler se refiere al francés Jacques Marie Philippe Mouton-Fontenille de la Clotte, que junto a Jacques Marie Hénon publicó en 1801 Observations et experiences sur l'art d'empailler et de conserver les oiseaux. Al mencionar al inglés "Alien" pretende hacerlo a Graham Allen autor de The Taxidermist's Manual. Finalmente, al citar a los americanos "Hernaday, Mantón y Rouley" se refiere realmente a William Temple Hornaday, Walter P. Manton y John Rowley, todos ellos autores de tratados taxidérmicos. Un buen número de estos y del resto de taxidermistas correctamente aludidos en el texto cuentan con sendos artículos en Taxidermidades. El lector interesado en ellos y en su obra puede seguir los enlaces pinchando en sus nombres.
(7) En su Manuel du Naturaliste Préparateur  (1825) y las sucesivas ediciones de esta obra. Soler se inspiró en el de Boitard para redactar su Manual de Taxidermia.


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Taxidermidades, 2016.


Bibliografía:
Luís Soler Pujol Taxidermia: su proceso de formación. Taxidermia moderna: sus aplicaciones científico-industriales , en Actas y Memorias del Primer Congreso de Naturalistas Españoles celebrado en Zaragoza los días 7-10 de octubre de 1908, Imprenta de Manuel Sevilla, Zaragoza, 1909. (libro electrónico)

Recursos:
Artículo Soler y Palaus: 121 años de Taxidermia en Taxidermidades.