La polémica entre Bécoeur y Mauduyt. Parte 3.


Mauduyt, en cambio, sí redactaría una dúplica. La Réponse a la seconde Critique de M. Bécoeur aparecería publicada el mes siguiente, noviembre de 1774, en Observations, el Journal de Physique del abad Rozier. En esta ocasión, la carta, que apenas ocupaba cuatro páginas, obligaba al editor a añadir largas notas a pie de página con el propósito de ayudar al lector a no perserse, algo que a estas alturas podia ocurrir sin no mucha dificultad, como de hecho a nosotros casi nos está sucediendo. El texto era el siguiente: 
 
Respuesta de Mauduyt a la segunda crítica de Bécoeur.

   "Está claro, señor, ¿qué vivo interés tiene usted en evitar la confianza que pudiera inspirar el método [las fumigaciones sulfurosas] que he publicado para la conservación de animales desecados, cuyos efectos usted tanto teme? Ignoro el motivo del celo que a usted le quema. No haré reflexión alguna en este sentido: no responderé a la larga Diatriba que usted viene componiendo en contra mía, pues sólo he leído una parte, y desconozco la que se anunciaba para un próximo Journal. 
   Solamente le expondré mi sorpresa por el hecho de que en su primera crítica usted se haya servido de una vuelta de tuerca tal y como usted la llama en la segunda. Esa expresión suena mal, conlleva, cuando se refiere a una acción, algo que nunca es interpretado de forma favorable por quien hace uso. Permítame, además, observar que la vuelta de tuerca que usted se había imaginado, no es ni lo honesta, ni lo delicada que usted había previsto. 
   No es honesta por tratarme de forma gratuita como Comerciante, puesto que usted conoce mi profesión. Esa es una suposición imposible, dado que yo mismo había explicado cómo evitar el deterioro de mi pretendida mercancía, y habría dado a mis supuestos compradores la oportunidad de utilizar ese argumento, el método usado, en contra mío; puesto que había adelantado que no conocía método alguno de preparar los animales, que estuviera a salvo del ataque de los insectos, y que creía imposible el hallazgo de semejante método. Si no existe, si desconozco su existencia, si de todos modos los animales desecados, son como todo el mundo sabe, objetos destructibles, nadie los compraría, nadie los vendería. ¿Se asemeja mi franqueza en la forma de proceder a la que un Comerciante hubiera empleado? ¿No le convendría más, y no sería más de su interés y de su carácter, afirmar lo contrario de mi proposición? ¿Qué piensa usted? 
   Pero, en fin, para terminar y oponer los hechos a los argumentos, le invito, señor, si sus quehaceres le llevan algún día a París, a venir a ver mi colección; o en el caso que no viaje a París, encargue a una persona ilustrada que la vea por usted. Reconocerá por usted mismo, o se convencerá por el informe de quien se encargue de este cometido, que si la 'conservación y la custodia' de los animales que conforman mi colección, no son los mejores posibles; casi lo serán. Usted no tiene el derecho de negarme, y no lo hará, que los métodos que he indicado, son los que utilizo, y los únicos que empleo. No son insuficientes. Basta con abrir los ojos para convencerse. Estos métodos, lo supongo sin creerlo, no son tan válidos como esos otros cuyo conocimiento usted se reserva; ¿Por qué no hacer público el secreto que usted guarda para si y para sus amigos, entre los cuales no todo el mundo tiene el derecho de ser admitido (17); para aquellos que os envían desde las cuatro partes del mundo, sus animales para prepararlos en Metz, mientras establecen sus colecciones en París, en Lyon, en Petersburgo, en Berlín, en Londres, en Madrid, etc., lo que sería de una gran comodidad, y un medio más inmediato, y que haría avanzar a la Ciencia más rápidamente? O haga como yo, diga, publique lo que sabe, dirá más y mejores cosas; pero dígalas, o soporte al menos que yo encuentre métodos que, aunque no tan buenos comos los que usted oculta, no por ello son insuficientes, y son los únicos que hasta el momento presente son capaces de suplir el secreto que usted no comunica. Esperando que usted lo publique, encuentre bien que diga con el Poeta (18): 
   '... Si quid novisti rectius istis, 
Candidus imperti, si non, his utere mecum.' 
   Permíta al público poder escoger. Dará, como sucede siempre, preferencia a aquel que mejor le sirva. Creo tener derecho a su escrutinio. Sé muy poco, y es lo mejor que sé; pero he compartido con el Público lo poco que sé. Usted, señor, que sabe mucho, ¿les oculta sus conocimientos? Tengo el honor de ser muy cordialmente y sin vuelta de tuerca (19),
               Señor, etc. 
                     15 de octubre de 1774." 
Se acabó la refriega y el intercambio público de cartas repletas de reproches y acusaciones. Jean-Baptiste Bécoeur nunca daría a conocer la fórmula secreta de su jabón arsenical, una decisión que se convertiría, como hemos visto, en el punto débil que aprovecharían sus adversarios para acusarlo de buscar el lucro y olvidarse del interés público. La toxicidad y peligrosidad del jabón de Bécoeur fue denunciada desde un principio, como lo prueba la carta de Nicolas, el boticario de Nancy, que aprovechó la polémica para postularse anunciando un nuevo preservativo de su creación, del que tampoco daba detalles, y que no sería conocido hasta más de dos décadas más tarde.

El uso del jabón arsenical se generalizaría gracias a su efectividad. Su fórmula sería desvelada años después a Louis Dufresne, taxidermista del  Museo de París por un sobrino de Bécoeur, que trabajaba en aquella institución como ayudante. El profesor Félix Vicq d'Azyr hizo pública la receta en su Instruction sur la manière d'inventorier et de conserver, dans toute l'étendue de la République, tous les objects qui peuvent servir aux arts, aux sciences et à l'enseignement publicado en 1793, dieciséis años después de fallecer Bécoeur. En 1803 Dufresne escribiría en el Nouveau Dictionnaire d’Histoire Naturelle: 
   “Si Bécoeur, hombre justamente célebre, puesto que creó el arte de la taxidermia, no hubiera inventado el jabón arsenical, no hubiéramos podido tener el placer de ver en nuestros gabinetes tantas aves preparadas y montadas por él hace más de sesenta años, y que aún ahora se conservan bien.” 
Método de Mauduyt en la Encyclopédie.
Mauduyt colaboraría en 1782 en la Historia Natural de los Animales de la Encyclopédie, donde se encargaría de escribir la parte consagrada a la ornitología. Ahí publicó su Manière de préparer et d'envoyer des oiseaux morts, pour en former collections (Manera de preparar y enviar las aves muertas, para la formación de colecciones), seguida de Manière de préparer et de monter les peaux (Manera de preparar y de montar las pieles), y De manière de disposer une collection d'oiseaux, des soins necessaires pour la conserver (De la forma de presentar una colección de aves, y de los cuidados necesarios para conservarla), su tratado de taxidermia de aves y donde Mauduyt introduciría algún cambio respecto a los métodos que él mismo había descrito en noviembre de 1773. El más destacable, el abandono de la mezcla de cal y alumbre como producto preservativo en pos únicamente del alumbre pulverizado. En la tercera parte de ese artículo, Mauduyt, además de referirse a Réaumur como perfeccionador "de este arte, si lo es" [la preparación de animales], se afanaba en defender sus fumigaciones sulfurosas y criticaba el resto de métodos conservantes. Bécoeur ya había fallecido en 1777. 

Puesto que Nicolas ya ha aparecido en este artículo en un par de ocasiones, nos haremos eco de una cita publicada en su manual de 1800, que decía que Daudin había escrito un año antes en su Traité complet d’Ornithologie: “Mauduit, en la Encyclopédie, ha redactado un capítulo sobre este arte importante para los naturalistas; pero los medios que él indica para las diferentes operaciones, son todos más o menos defectuosos”. Como se ha comentado, el artículo sobre preparación de aves del libro de Daudin, había salido de la pluma de Dufresne, un ferviente defensor del jabón arsenical. Al opinar sobre los métodos de preparación de aves de Mauduyt, Nicolas decía de ellos que “los vicios de las diferentes manipulaciones” [de Mauduyt] eran muchos, y que tratar ese tema “exigiría una larga y aburrida explicación”. Y Añadía que estos defectos fueron seguidos por todos los naturalistas.

Louis Dufresne, en su artículo del Nouveau Dictionnaire de 1803, escribiría que Mauduyt jamás llegaría a montar un ave, y que redactó su Mémoire a partir de las notas suministradas por Lerot el preparador que trabajaba para su gabinete. Para Dufresne, las fumigaciones sulfurosas que proponía Mauduyt destruían "hasta a los animales muertos". Y continuaba Dufresne, “a pesar de este daño, Mauduit hizo adoptar a Daubenton el uso del azufre para la colección del Museo de Historia Natural. A mi entrada en este establecimiento me costó trabajo conseguir su supresión, pero no fue por mucho tiempo. Alrededor de tres mil quinientas aves adornan la galería del Museo de las que diez, como mucho, pertenecientes a la antigua colección, tienen sus partes superiores quemadas”. 

El propio Mauduyt, en su tratado de 1782 mencionaba a Madame Léreau, preparadora de las aves del Gabinete del Rey, de quien decía: 
   "de los trabajos que he visto, son los más perfectos de este género (...); sus procedimientos, que ella me ha permitido hacer públicos, son los que he detallado. Sé bien que, tanto para este objeto [el proceso de montaje], como por la forma de desollar y montar las pieles frescas, hay personas que siguen métodos diferentes de este que he indicado; conozco esos métodos, pero prefiero no hablar de ellos porque las aves preparadas por Madame Léreau siempre me han parecido que son las que más se aproximan al estado del animal vivo, y porque la mayoria de quienes han comparado aves preparadas por distintos artistas, han llegado al mismo juicio."
Posiblemente Madame Léreau y el Monsieur Lerot que cita Dufresne, se tratara de la misma persona. Es una circunstancia que desconozco. 

 Por volver a Pierre-François Nicolas, personaje que osó intervenir en aquella polémica, este se refería en su manual al jabón arsenical de Bécoeur como el producto más utilizado en ese momento, daba su composición -que se había revelado un año antes- y confirmaba que era el preservativo que se usaba en el Museo de París. Nicolas también aludía al debate que protagoniza de este artículo. Boticario y, por lo tanto, conocedor de la química, Nicolas dudaba de que la simple mezcla de sustancias, poco solubles en agua, aplicada sobre la piel surtiera sus efectos, y se refería a la sucesión de hechos que ya sabemos por su carta publicada en el Journal, a saber, su envío en septiembre de 1772 de una comadreja y un esmerejón al Cabinet du Roi, de la prueba del tarro a que fueron sometidos y que, según el testimonio de Daubenton, superaron, etcétera. Y reproducía la nota que el abad Rozier añadió a su carta de 1773, conminándole a hacer públicos sus métodos, lo que había desembocado -dieciocho años más tarde!- en la publicación de su manual. Nicolas, que rehuía tanto del jabón arsenical como de otras mezclas, además de por su toxicidad, por su ineficacia contra los insectos -decía-, propondría en su manual un nuevo licor curtiente, la pomada jabonosa y el licor espirituoso amargo. 

Autores posteriores criticarían unos u otros métodos, pero tanto esa circunstancia como la profundización en ellos, o en unas fórmulas u otras, es una cuestión que ya se ha abordado en los artículos dedicados en este mismo lugar a Bécoeur, a su jabón arsenical o a Mauduyt. Llegado este punto, quizá usted como yo, querido lector, que vemos esa disputa desde una notable distancia temporal, nos preguntemos ¿qué método triunfó?, o bien ¿quién tenía razón?.

El método se las fumigaciones sulfurosas, nos lo contaba Dufresne, se desterró del Museo de París y se adoptó la preparación de animales utilizando el jabón arsenical. Un reconocimiento demasiado tardío puesto que le llegó a Bécoeur veinte años después de su muerte. Como nos confirma su biógrafo Paul Dorveaux, Bécoeur había pretendido la plaza de preparador del gabinete real, y no fue sino su sobrino, quien consiguió una plaza de ayudante, probablemente gracias al conocimiento de la fórmula secreta que le había legado su tío. En esos momentos, el museo francés era un referente para el resto de museos de Historia Natural europeos lo que contribuiría a la generalización del uso del jabón arsenical a lo largo del siglo diecinueve por todo el mundo. El jabón arsenical, mezcla de jabón, arsénico blanco, alcanfor, carbonato de potasa y cal pulverizada, sustituía no solamente a la mezcla de cal y alumbre de Mauduyt, sino también al sublimado corrosivo, a la sal, al tabaco, a la pimienta, a la mirra, al aloe, al alcanfor y numerosos productos más que, bien solos o mezclados, se habían utilizado como conservantes preservativos. Su toxicidad se conocía y se asumía a cambio de los buenos resultados que ofrecía. A mediados del diecinueve, Robottom, un taxidermista de Birmingham, empezaba a usar el bórax (20) en sus preparaciones, pero fue el americano Pray quien a principios del siglo veinte difundió su uso y abogó por abandonar definitivamente el peligroso jabón arsenical. Pocos años después dejó de emplearse.

Alguna acotación más. Encontramos referencias al uso del alumbre, que tanto Mauduyt como Réaumur mezclaban con cal, en la obra de Giovanni Pietro Olina (1622) que, avanzado a su tiempo, lo mezclaba con sal, lo disolvía en vinagre, y obtenía un compuesto que le servía para curtir las pieles de las aves. La popular mezcla de agua, sal y alumbre como licor curtiente la daría a conocer el abad Manesse a partir de 1787, dos siglos y medio más tarde que Olina. El curtido de Manesse, que se utilizaría casi exclusivamente para preparar las pieles de los mamíferos de mayor tamaño antes de montarlos, conviviría con el jabón arsenical de Bécoeur, e incluso le sobreviviría, pues ese curtido seguiría siendo utilizado por algunos taxidermistas hasta hace bien poco, finales del pasado siglo veinte. 




Notas.-
(17) Mauduyt acusaba con conocimiento. En Taxidermidades hemos descubierto que, como escribía Mauduyt, a pesar de que Bécoeur jamás hizo pública la receta del jabón arsenical, en cambio sí la confió en vida a determinadas personas, como por ejemplo a Charlotte Nicole de Beauvau-Craon, marquesa de Bassompierre, "bajo palabra de secreto", como testimonia Sébastien Gérardin en su Récueil de Planches du Tableau Élémentaire d'Ornithologie (1803). Véase el artículo El "Traité" del naturalista Sébastien Gérardin.
(18) Fragmento de la epístola sexta de Horacio a Numicio, titulada Que el sabio nada admira sino la virtud, y que, con traducción de Javier de Burgos (1823) dice:
   "Si máximas mejores que estas tienes, 
Exponlas con franqueza; de otro modo 
De las mias cual yo servirte puedes." 
La nota que añade el traductor a estos versos es la siguiente: 
   "De esta manera se expresan y hablan los que escriben de buena fe. 'Yo he expuesto, dice, cuanto me ha parecido útil para probar la verdad de los principios que sigo. ¿Tienes que oponer algo a estas pruebas? Hazlo con franqueza. ¿No tienes? Confórmate con mi parecer'. ¿Se querrá creer que ha habido quien interprete este pasage de otra manera?" 
(19) He ido traduciendo como vuelta de tuerca la expresión original francesa tournure, cuya traducción literal al español es giro o respuesta. Soy consciente de su difícil encaje en el lenguaje de la época pero nos sirva para comprender mejor el sentido.
(20) Tetraborato de sodio.


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Taxidermidades, 2014.

Notas generales.-
La traducción, imperfecta como el lector habrá podido comprobar, es responsabilidad única del autor.
Las imágenes sin pie que acompañan el texto corresponden a detalles del grabado que se adjuntaba a Manière de conserver les animaux deséchées de Mauduyt, en la que se representaban algunos insectos destructores de colecciones en diferentes estadios.

Bibliografía:
François Marie Daudin  Sur l'art de la Taxidermie considéré par rapport aux Oiseaux; c'est-à-dire, sur l'art de dépouiller, de droguer, de conserver et de monter les Peaux d'Oiseaux , en Traité élémentaire et complet d’Ornithologie, ou Histoire Naturelle des Oiseaux , tomo I, Bertrandet, París, 1800. 
Paul Dorveaux   Bécoeur, Apothicaire à Metz et Taxidermiste. Historique de son savon arsenical , en Bulletin de la Société d'Histoire de la Pharmacie,  Ed. Société d’Histoire de la Pharmacie, Paris, 1924.
Louis Dufresne   Taxidermie , en  Nouveau Dictionnaire d’Histoire Naturelle, tomo XXI, Deterville, París, 1803.
Horacio    Las poesías de Horacio, traducidas en versos castellanos con notas y observaciones críticas por don Javier de Burgos  , tomo 4, León Amarita, Madrid, 1823. 
Sébastien Gérardin de Mirecourt    Récueil de planches du Tableau Élémentaire d’Ornithologie, ou Histoire Naturelle des Oiseaux que l’on rencontre communément en France ; précédé d’un Traité sur la manière de conserver leurs dépouilles pour en former collections ; sur les moyens de former un cabinet d’histoire naturelle ; suivi d’une Aviceptologie , Tourneisen, Paris, 1803. 
T. S. Kuckahn Four Letters from Mr. T. S. Kuckhan, to the President and Members of the Royal Society, on the Preservation of dead Birds, Read May 24-July 5, 1770, Publicadas y extraidas del volumen anual de The Philosophical Transactions of the Royal Society of London, Londres, 1770.
Pierre Jean-Claude Mauduyt de la Varenne   Manière de préparer et d’envoyer des oiseaux morts, pour en former des collections  , en Encyclopédie méthodique, Histoire naturelle des aimaux  , tomo 1º, 2ª parte, Panckoucke, París, 1782.
Pierre Jean-Claude Mauduyt de la Varenne   Manière de préparer et d’envoyer des oiseaux morts, pour en former des collections  , en Encyclopédie méthodique, Histoire naturelle des oiseaux  , tomo 2º, Panckoucke, París, 1784. 
Giovanni Pietro Olina  Uccelliera. Overo discorso della natura, e proprietà di diversi uccelli, e in particolare di que' che cantano con il modo di prendergli, conoscergli, alleuargli, e mantenergli, nº 1 de la colección Rariora et Mirabilia, Ed. Leo S. Olschki, Florencia, 2000. 
[René Antoine Ferchault de Réaumur]   Moyen facile de conserver les oiseaux qu'on veut faire arriver sains dans les Pays éloignez , Imprimerie Royale, Paris, [1745]. 
[Turgot, Étienne François]  Mémoire instructif sur la manière de rassembler, de préparer, de conserver et d’envoyer les diverses curiosités d’histoire naturelle , Jean Marie Bruyset, París y Lyon, 1758.
Félix Vicq d'Azyr y Germain Poirier  Instruction sur la manière d'inventorier et de conserver, dans toute l'étendue de la République, tous les objects qui peuvent servir aux arts, aux sciences et à l'enseignement  , Imprimerie Nationale, París, 1793. (libro electrónico)

Recursos:
Artículo El jabón arsenical de Bécoeur en Taxidermidades.