Los tratados de Rowley: "The Art of Taxidermy" y "Taxidermy and Museum Exhibition".

"Al escribir este trabajo, mi propósito ha sido eliminar todo aquello irrelevante y mantenerme tan próximo al sujeto de la taxidermia cuanto he podido. Nada más alejado de mis pensamientos que afirmar que los métodos recomendados aquí no son mejorables. Simplemente aporto los resultados de mi propia experiencia, unida a la de otros taxidermistas con los que he estado, con la esperanza de que los colegas que no se hayan beneficiado de la maestría ajena, ni tenido el tiempo y medios necesarios para experimentar nuevas líneas de trabajo, adquieran conocimientos novedosos y se sirvan de ello."
The Art of Taxidermy.
Ese era el modesto deseo que John Stewart Rowley (1862-1928), el autor, manifestó en el prólogo de The Art of Taxidermy (1898), un manual en tamaño octavo de 244 páginas ilustrado con veinte láminas y casi sesenta dibujos, volumen que dedicó a su mentor Joel Asaph Allen. Rowley, taxidermista autodidacta, ingresó en el Museo Americano de Historia Natural hacia 1890 como ayudante y tan sólo tres años después, contaba 31, se vio obligado a hacerse cargo del recién creado Departamento de Taxidermia al fallecer su compañero Jeness Richardson. El tratado, bastante completo, vería reediciones en 1904, 1907 y 1914. Veamos su contenido.

Rowley inicia su tratado con recomendaciones acerca de la caza, recogida de especímenes, anotaciones, desollado y primera preparación de pieles y esqueletos en el campo. Incluso la posibilidad de realizar moldes de escayola de algunas partes del animal. El autor, que contaba con experiencia al haber participado en expediciones del propio Museo Americano, aparece fotografiado durante una de ellas en un par de láminas (1) preparando pieles y moldeando el hocico de un alce. Herramientas y fórmulas, las composiciones que recomienda Rowley son un "licor curtiente para conservar las pieles húmedas", mezcla de agua, sal y ácido sulfúrico, que en realidad no es un curtido sino un piquelado (2); el "piquelado de sal y alumbre", mezcla de agua, sal y alumbre (3), que desde hacía más de un siglo se venía empleado como curtiente de pieles de mamíferos; el "jabón arsenical (según Hornaday)", que no es otro que el creado por Jean-Baptiste Bécoeur en 1743; una "solución arsenical para untar las pieles de mamíferos antes de colocarlas en el maniquí", mezcla de agua y arsénico blanco; una "solución arsenical para untar el interior de las pieles de aves y pequeños mamíferos", mezcla de arsénico blanco y alumbre en polvo a partes iguales, para aplicar a las pieles recién desolladas y descarnadas; una "solución de bicloruro de mercurio (4) para aplicar al exterior de aves y mamíferos", bicloruro mezclado con alcohol y agua, solamente a aplicar en casos de afectación de colecciones por polillas; una "solución alcohólica" para preservar pequeños especímenes sumergidos; formol, con idéntico propósito; o finalmente la "solución de Wickerscheimer (5)" para conservar musgos y hierbas. La sección de fórmulas prosigue con mezclas para fabricar papel maché; blanquear esqueletos o corales; cera para modelar, recomponer bocas de mamíferos, fabricar hojas o hierba (6), y para acabados de ojos, hocicos; o bien para fabricar películas de celulosa para representar agua artificia; o simular hielo, nieve o rocas artificiales. La última receta es la composición de Montagu Browne para "moldeados flexibles". El tercer capítulo aborda precisamente el moldeado de objetos.

Lámina del libro.
La sección dedicada a las aves parte de las instrucciones de desollado indicadas en el primer capítulo y son prácticamente las que siguen vigentes en la actualidad. Como he comentado, el preservativo para aves consistía en una mezcla de agua y arsénico aplicada al interior de la piel. Para el montaje Rowley propone dos alternativas, la confección de un cuerpo artificial sin cuello y con la forma y medidas exactas confeccionado con viruta fina e hilo y un alambre central, y un segundo método, que apunta el autor como preferible, consistente en un cuerpo articial como el anterior pero de una medida notablemente menor, para completar el relleno de la piel con estopa cortada (imagen más abajo). Tras embutir el cuello con algodón y alambrar patas y alas, procede a coser y colocar el ejemplar sobre su peana, sin más particularidades salvo la colocación de los ojos de vidrio. Provisionalmente rellena las órbitas con algodón y una vez el ave está bien seca, humedece los párpados, extrae el relleno, lo sustituye por papel maché, y coloca los ojos.


Grupo de aves del Museo de Nueva York (7).


Desollados los mamíferos de la forma habitual, procedimiento asimismo descrito en el capítulo primero, la piel de los pequeños es preservada con la mezcla de arsénico y alumbre, y su montaje es similar al de las aves, prefiriendo el autor el sistema de confeccionar un cuerpo artificial de menor tamaño, alambrar cola y extremidades formando los muslos con viruta fina e hilo, para a continuación henchir y coser la piel. En este caso los ojos artificiales los coloca antes del secado. El montaje de los mamíferos se realiza a partir de la piel curtida, cuyo grosor reduce en caso de ser preciso manualmente con un cuchillo curvo de descarnado a caballete o con un "cuchillo de luna de curtidor" sobre un marco. Para Rowley "el montaje de grandes mamíferos constituye la parte más difícil de la taxidermia" por la variedad de especies y formas, que requieren "un estudio especial de cada uno", mediante fotografías o esbozos. Los métodos que propone son escultóricos, los que se han venido conociendo en Taxidermia como técnica dermoplástica, aquella que el alemán Philipp Leopold Martín recuperó y promocionó a partir de la publicación en 1870 de su Dermoplastik und Museologie, aunque Rowley realiza algun cambio. Con la ayuda de numerosas láminas y el ejemplo de una cebra, Rowley detalla la confección del maniquí a partir de un perfil central de madera, al que se fijan cuatro varillas de "hierro de Noruega" -suponemos que más resistente- dobladas siguiendo las articulaciones de las patas, y algunas varillas más sostteniendo el cráneo en su lugar. La única diferencia con el método dermoplástico al uso consiste en que en este último el cuerpo, el cuello y las patas adquieren su volumen formándolos con viruta e hilo, mientras que Rowley lo hace con una fina malla de alambre sobre la que aplica una capa de papel maché -siguiente imagen- (8) , más ligero que el yeso o escayola empleados hasta ahora. Los pasos siguientes, los usuales de probar, colocar y coser la piel y abordar los acabados de orejas, ojos y boca modelando con papel maché, para finalmente clavar alfileres en la superificie de la piel para que esta se seque ajustada a músculos y depresiones. En los últimos párrafos de esta sección Rowley aborda el montaje de cabezas de trofeos de caza.


Armazón de una cebra recubierto por malla metálica.


Refiriéndose ya al montaje de peces, Rowley opina que "la mayoría de peces es mejor reproducirlos con moldes que desollando y montando la piel". Los cetáceos se "representan mejor en moldes en papel", aplicando y encolando sucesivas capas de tiras de papel. En peces de pequeño tamaño, donde "se precisa mayor detalle", al menos la primera capa será de yeso blanco (9) diluido en goma arábiga, o bien realizar el primer molde en cera. Finalmente la reproducción obtenida se pintará al óleo tomando como ejemplo un especimen fresco. Si se opta por el desollado, la piel descarnada se sumergerá durante horas en bencina y se montará sobre un maniquí formado a partir de un núcleo central de madera y yeso modelado para, a continuación introducir papel maché en las cavidades de la cabeza y en las bases de las aletas, colocar la piel sobre la forma y proceder a coser, colocar las aletas y dejarlo secar. Rowley afirma que "como los peces, las serpientes es mejor moldearlas que montarlas", también las ranas y pequeños lagartos. Aconseja montar las tortugas, que tradicionalmente se desuellan separando el plastrón o bien, según el autor, a través de un cuadrado recortado en el mismo -aclaremos que mucho más difícil de practicar-. Rowley rellena las de menor tamaño de papel maché mientras que las de un tamaño medio y grande procede como con los mamíferos pequeños, aunque estan últimas deberán tener un núcleo de madera en vez de viruta hilada. Los cocodrilos, afirma Rowley, se montarán como los mamíferos pequeños. Los crustáceos descarnados, sumergidos en licor, alambrados y, una vez secos, coloreados ligeramente.

The Art of Taxidermy prosigue con el montaje de esqueletos, es decir, la limpieza de huesos mediante su maceración, desengrase, blanqueado y montaje, bien manteniendo los ligamentos en el caso de aves y pequeños mamíferos, o desarticulándolos completamente y armándolos ligados mediante finos alambres. Y finaliza Rowley instruyendo acerca de la reproducción del follaje, hierbas, flores, etc., distinguiendo aquellos destinados a grupos de aves o de mamíferos. Las técnicas propuestas van desde la inmersión de musgo o pequeñas plantas naturales en la solución de Wickersheimer, hasta el modelado o recortado de láminas de cera, procedimientos que el autor aprendió un lustro antes de mano de E. S. Morgridge, una especialista inglesa en la materia que en los inicios del Museo Americano había colaborado en la confección de decenas de grupos con Jeness Richardson, y que junto a su hermano taxidermista Henry Minturn habían también realizado grupos de aves en el British Museum de Londres, décadas antes. En su siguiente tratado de Taxidermia Rowley escribiría sobre un grupo suyo de alces en el Museo neoyorquino: "El follaje del grupo de alces fue preparado por los métodos de Morgridge. Fue el primer grupo de grandes mamíferos en el mundo en ser embellecido de forma elaborada con accesorios modelados."

Pocos meses después de la aparición de su libro, Rowley escribió para la revista The Osprey un breve artículo revindicativo titulado Taxidermy as an Art, ilustrado precisamente con algunas de las láminas de su tratado. En 1903 se trasladó a Oakland, California, para trabajar sucesivamente en tres museos, en el de la Academia de Ciencias de California de San Francisco, en el Museo Público de Oakland, y en el Museo de Historia Natural del Condado de California.

Cubierta del libro.
En 1925 Rowley publicó Taxidermy and Museum Exhibition, un tratado de mayor tamaño y extensión, trescientas treinta páginas, que prologó su amigo y excompañero en Nueva York Frank Michler Chapman, que escribió que "John Rowley puede predicar tan bien cuanto practica. Así como su libro de hace más de un cuarto de siglo se convirtió en el mejor manual de su género, este volumen completamente nuevo, que abarca un campo mucho más amplio, se convierte en autoridad". Rowley, que dedicó la obra a otro taxidermista y cazador amigo suyo, Leslie Simson, del Museo de Oakland, se reservó un segundo prólogo donde afirmaba que su propósito a la hora de preparar el volumen no era otro que "contribuir al avance de los museos y del trabajo de museo" partiendo de su experiencia acumulada. El texto del libro se acompañaba de veinte dibujos y veintinueve láminas que reproducen abundantes fotografías.

El esquema de contenidos de este segundo manual es básicamente idéntico al su primera obra, trasladando el desollado de aves y mamíferos a sus respectivas secciones, y añadiéndole al final un capítulo dedicado a los grupos y a la exposición museística que concluía con un apartado dedicado a la administración de museos, donde en pocos párrafos opinaba con la autoridad que le atribuía su experiencia como gestor, puesto que había dirigido uno, el de Oakland, y había sido, además de conservador o taxidermista, jefe de exposiciones en otros dos.

En cuanto a las recetas, respecto a las que relacionaba en The Art of Taxidermy, Rowley añadía algunas fórmulas más como la de "licor curtiente para aderezar la piel", compuesto de agua, sal, alumbre, ácido sulfurico, ácido fórmico, hiposulfito sódico (10) y harina, en distintas proporciones; la del "licor engrasante", mezcla de agua, jabón común, ácido esteárico, carbonato sódico, aceite de semilla de algodón o de castor y amoníaco; y algunas mezclas arsenicadas. Varios tipos de moldeo ocupan el tercer capítulo: con yeso blanco de una o dos piezas de un objeto flexible; de un objeto rígido primero en arcilla y después rellenando esta de yeso, o bien para duplicar piezas en el moldeo de grandes mamíferos -que desarrolla más adelante con ejemplos-; o con otros materiales como cola o gelatina, o papel maché.

Lámina del libro.
La abundancia de fotografías sin duda ayudan al lector en el capítulo dedicado al desollado y montaje de aves. Veinticinco años después Rowley seguía ofreciendo dos métodos de montaje, con un cuerpo artificial con las medidas exactas o algo más pequeño para completar el relleno henchiendo después de alambrar. La lámina de la izquierda muestra esta segunda alternativa. El autor insiste también en este ocasión en colocar los ojos de vidrio una vez seco el ejemplar. En esta sección Rowley recordaba a un compañero suyo del Museo de Los Ángeles, el taxidermista John A. Hornung, especialista en aves, destacando su trabajo en la colección de colibríes el museo. El ejemplo en imágenes del montaje de pequeños mamíferos escogido por Rowley es el realizado sin cuerpo artificial, simplemente alambrando, es decir, un alambre central de cabeza a cola y cuatro para las patas, cuyos músculos sí forma, entrelazados en el interior de la piel, y henchiendo con algodón -imagen más abajo-. Las alternativas que sucintamente ofrece son las de un cuerpo artificial a medida confeccionado con un alambre central envuelto con viruta fina e hilo, y una intermedia, la de un cuerpo artificial más pequeño que el original y terminar rellenando con algodón entre cuerpo y piel.


Diorama del grupo de ciervos de cola blanca de John Rowley en el Museo de Oakland (11).


La especialidad de Rowley son los grandes mamíferos. A modo de introdución histórica de la evolución en su montaje, el autor homenajea a Henry A. Ward, quien en su Ward's Natural Science Establishment, el mayor proveedor de especímenes disecados de su tiempo, importó los métodos de montaje europeos -afirma Rowley- que fueron practicados por empleados suyos como Lucas, Hornaday, Critchley, Akeley, Denslow, Turner, Webster, Wood, Fischer o los hermanos Santens, taxidermistas que a continuación se incorporarían a los grandes museos estadounidenses. Aunque Rowley no lo comenta, en el Ward's primaba la economía y sus trabajadores se veían obligados a montar los mamíferos sobre simples maniquíes de viruta e hilo en posiciones rígidas -mientras en los museos europeos ya se revestían los maniquies con una capa de yeso- y veían coartados sus intentos de mejorar técnicamente. Akeley, que también trabajó en el Ward's, fue despedido a principios de la década de 1880 -y al poco tiempo readmitido- por proponer técnicas dermoplásticas que despertaban recelos entre sus acomodados compañeros y también a su jefe, puesto que elevaban los costes en tiempo y material. El Ward's fue una escuela de taxidermistas, cierto, pero sólo una escuela primaria. Retomando el hilo de Taxidermy and Museum Exhibition, Rowley reserva una mención especial para Hornaday y su libro Taxidermy and Zoological Collecting (1891), donde se proponía la confección un maniquí revestido con una capa de arcilla. Recuerda además que en la Exposición Mundial de Chicago de 1892 ya se expusieron montajes con la técnica que él mismo detallaría en The Art of Taxidermy, es decir, la dermoplástica aligerada como podriamos denominar la confección del maniquí con malla de alambre y pasta de papel. Rowley la denomina "staff method" y la considera además como un paso más hacia los métodos del innovador Carl Akeley, entonces en el Museo Field de Chicago, consistentes en modelar una escultura en arcilla, hacer un molde en escayola, cubrir el interior de las partes de este con papel maché y reunir las piezas de papel maché resultantes. Rowley empleó, lo cuenta en el libro, el método de Akeley para el montaje del grupo mamíferos grandes del Museo de la Academia de Ciencias de California de San Francisco pero, añade en seguida:

   "Después de años de experiencia con ese método, el autor está convencido de que es intrincado y caro construir un modelo tan grande terminado en papel maché, tanto desde el punto de vista del tiempo como del empleo de un pesado molde que se tirará y desperdiciará. Obviando esto, el actual método en uso por el autor y sus asistentes, consiste en cubrir el modelo de arcilla con una capa de arpillera y papel maché ligero, y una vez seco practicar una obertura en un costado para extraer la arcilla, dejando hueco el modelo de papel maché, obteniéndose así directamente, en vez de mediante molde. Puesto que los dos métodos se emplean en la actualidad, les ofreceré una descripción detallada de ambos, con la esperanza de que a medida que pase el tiempo, algún otro entusiasta desarrolle y publique mejoras que los aproximen o superen."

Rowley dedica en efecto más de veinte páginas y media docena de láminas con fotografías a detallar los dos métodos, el de Akeley poniendo como ejemplo el montaje de un ciervo, y el que él mismo practicaba, con un órice como muestra. Ambos métodos se comparan gráficamente en Taxidermidades en el artículo Los métodos de modelado de mamíferos de Rowley y el esculturodérmico de Akeley.

Esquema de montaje de un mamífero pequeño.
Para mamíferos de tamaño medio -como un coyote, sugiere- Rowley propone el empleo del que denomina "método directo de maniquí de viruta", consistente en el método Hornaday de un cuerpo artificial fabricado con viruta e hilo pero sustituyendo la capa de arcilla por papel maché, pero manteniendo rellena la escultura resultante. A continuación el autor expone de forma crítica el método de Montagu Browne de extraer el molde completo de los restos de un mamífero desollado y al interior de las partes del molde aplicar capas de papel maché para reunir una escultura completa y ligera al modo de Akeley. Prosigue Rowley su manual con el montaje de cabezas, donde detalla de nuevo ambos métodos, el de modelado directo que él recomienda o el más azaroso de escultura-moldeo-desmoldeo-papel maché de Akeley.

En este segundo tratado la mejor opción de Rowley para los peces sigue siendo el moldeado con gelatina para los pequeños con escamas, o con la mezcla de yeso y goma arábiga para los de mayor tamaño sin escamas. Lo mismo para las serpientes pequeñas que se reproducen en yeso mediante un molde de parafina, o en cera o celulosa a partir de un molde de formalina y gelatina. Las de tamaño mediano propone desollarlas, tratar la piel y montarla sobre un modelo de yeso. Para las serpientes grandes Rowley prefiere el moldeo, sumergiéndolas primero en cloroformo o éter durante breve tiempo y moldearlas y desmoldearlas en yeso directamente sobre una roca, para acabar pintándolas al óleo. Las ranas y pequeños lagartos sugiere moldearlos como los peces pequeños, los de mayor tamaño, desollados y montados como los pequeños mamíferos. En cuanto a tortugas y crustáceos, tampoco difiere de los métodos propuestos en su primer manual. Lo mismo sucede en la lección dedicada a instruir acerca del montaje de esqueletos. La sección de Taxidermy and Museum Exhibition dedicada a los accesorios para la recreación de los hábitats está sin embargo notablemente ampliada, quizá sea una de las mayores aportaciones de la obra.

En el último capítulo consagrado a la exposición museística Rowley hace una breve historia de los grupos en los museos partiendo de la Inglaterra de 1860 (13), entroncándola con los grupos de orangutanes de Hornaday en el Ward's de Rochester en 1880, y los grupos de coyotes y de bisontes (1887) en el Smithsonian de Washington, también obra de Hornaday; los primeros grupos del Museo de Nueva York, fruto de la colaboración entre Jeness Richardson y los ingleses Henry Minturn y su hermana E. S. Morgridge; su propio grupo de alces -de Rowley- también en Nueva York; los grupos de aves de Frank M. Chapman a partir de 1901 para la Sala de Aves Norteamericanas del museo neoyorquino; grupos todos ellos precursores de un cambio de mentalidad en las direcciones de los museos estadounidenses, que se volcarían en la construcción de dioramas realistas. Rowley prosigue con consideraciones sobre grupos, técnicas de construcción de dioramas y disposición de grupos en las salas, basado todo ello en su propia experiencia, también en el apartado final titulado Administración de un museo, con consideraciones operativas.

John Stewart Rowley falleció en enero de 1928, tres años después de la aparición de Taxidermy and Museum Exhibition, volumen que se reeditaría en 1943.


Notas y créditos.-
(1) Ambas se reproducen en el artículo dedicado a reconstruir la biografía de John Rowley.
(2) Baño de preparación para el curtido.
(3) Generalmente sulfato de aluminio.
(4) Comúnmente conocido como sublimado corrosivo.
(5) Preparador del Museo Zoológico de Berlín.
(6) Como comento tanto en su biografíacomo más adelante en el texto, Rowley había recibido clases de E. S. Morgridge, especialista en la confección de plantas y flores artificiales de cera.
(7) Frontispicio de The Art of Taxidermy.
(8) En este punto recordemos que ya en 1851 el italiano Francesco Comba, taxidermista dermoplástico del Museo de Turín, había presentado en la Exposición Universal de Londres un alce cuya piel montó sobre una escultura hueca confeccionada con pasta de papel.
(9) Yeso de París.
(10) Tiosulfato de sodio.
(11)  Frontispicio de Taxidermy and Museum Exhibition.
(12) Véase nota 8.
(13) En realidad el inglés William Bullock y el taxidermista y profesor universitario pisano Paolo Savi ya realizaron dioramas a principios del siglo XIX, obras que expusieron en museos.


© All rights reserved. ® Reservados todos los derechos.
Taxidermidades, 2020.


Bibliografía:
John Rowley   Taxidermy as an Art , en The Osprey, vol. 3, nº 1, Nueva York, Septiembre de 1898.
John Rowley  The Art of Taxidermy , Appleton, Nueva York, 1898.